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Kilómetros de distancia pero no imposible

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Estaba en la época de vivir navegando en internet, haciendo amigos de muchos lugares, explorando cosas que antes ni siquiera imaginé que podían algún día existir. Sí, es que para quien ha nacido con una lap top a lado y jugando con el celular de sus padres, esto puede sonar irreal, pero es cierto, yo he vivido la excitante experiencia de empezar a usar correo electrónico recién a los catorce años. Cuando una tenía que esperar impaciente que se logre hacer la conexión, escuchando ese sonido desesperante mientras se entablaba, cuando el internet aún costaba un ojo de la cara según la cantidad de tiempo que usabas y cualquier falla ajena a ti, te sacaba de línea y te echaba a perder todo lo que estabas haciendo.

Para ese entonces también estaba en toda la algarabía de pertenecer a un grupo juvenil internacional donde viví una etapa preciosa de mi vida y pude acceder a una página donde muchos jóvenes de diferentes países podíamos entablar comunicación y compartir experiencias de lo que cada uno hacía en su realidad y comunidad. Así fue que estando ya en la universidad, empecé a tener contigo una amistad cibernética, fuera de lo común.

Habías terminado de estudiar ingeniería de petróleos en tu país pero estabas haciendo tus prácticas en un país vecino al mío. Eras un hombre realmente interesante, culto, caballero, con un sentido del humor divertidísimo, con quien podía conversar de diversos temas, tu espíritu de superación y responsabilidad me embelesaban. Físicamente eras mi tipo soñado, no eras un modelo pero sí un moreno simpático. Me encantaba la perfección de tu ortografía, pues a decir verdad, en internet la gran mayoría de personas, suelen escribir cualquier cosa menos español. Y entre broma y broma gané un amigo, con quien podía conversar, chatear, llorar, reir o contarle el último problema que tenía con el enamorado. Empezamos a comunicarnos también por teléfono y parecía que nos conocíamos de hace años. Tu jefe era mi compatriota y le hablabas mucho de mí. Me hiciste hablar algunas veces con tu madre, una mujer muy encantadora. Tenías un solo hermano y tus padres estaban divorciados.

En realidad tenías tantas virtudes que más de una vez me pregunté si no serías mi alma gemela que estaba a miles de kilómetros de mi. Eras demasiado completo, tenías muchas cualidades que yo buscaba en un hombre real. Nuestras comunicaciones se hacían muy frecuentes a veces y otras dejábamos de hablarnos por meses, pero siempre que volvíamos a contactarnos nos llevábamos muy bien. Muchas noches pasé horas de horas chateando contigo pasándola super, de madrugada eras el único que estaba en línea y no sé cuántas veces nos quedamos conectados hasta el amanecer. Tu dejo al hablar me fascinaba, aparte de lo coqueto y galante que eras.

En el mes de marzo de hace unos años, yo estaba con mi enamorado, con quien ya teníamos un año de relación, él era un tipo que tenía todo lo que yo no quería en una pareja, pero por algún extraño motivo estaba con él, las discusiones eran pan de cada día, pese a que vivíamos a nueve horas de distancia, tú siempre me aconsejabas que me aleje de ese tipo porque siempre discutíamos por cualquier tontería, me hacía sentir mal y yo no era feliz. Recuerdo que asistí a un evento en otra ciudad, donde pude conversar con un amigo que teníamos en común, él tampoco te conocía personalmente pero eran buenos amigos a la distancia por correspondencia, por él supe que tuviste la intención de venir a mi país para darme la sorpresa y participar de un evento al que yo también asistiría, y por cosas de la vida, mi enamorado se enteró, se enojó tanto que preferiste evitarme un mal momento y ya no viajaste.

Después de un tiempo cuando supiste que terminé con él, me reiteraste la invitación de ir a tu país, ya teníamos cuatro años de amigos, eras todo un sr. Ingeniero, ganabas muy bien y tenías la posibilidad de regalarme el viajecito en avión, yo siempre rechacé tu invitación y recuerdo que te decía: "Seguro me invitas porque tienes la seguridad que nunca te aceptaré semejante locura". Tú te sentías mal cuando yo te respondía de esa manera. La curiosidad por conocerte era cada día más grande, pero cómo decirle a mis padres "Tal día me voy sola a ese país con todo pagado y no se preocupen ya regreso"...¡Jamás!, ni de broma. Igual tú nunca te cansabas de invitarme, yo reía con todo el itinerario que tenías preparado.

Después la situación en tu país no estaba muy bien así que me pediste que por favor te ayudara a buscar trabajo, me enviaste tu currículum y recuerdo que me pedías insistentemente que te consiga algo, estabas decidido a trabajar aquí. Yo había regresado con aquél enamorado y me pareció poco prudente buscarte algo, te dije que lo intenté pero no habían respuestas positivas. Me pediste que por favor llamara a tu ex jefe que era mi compatriota y vivía al norte de mi país. Me comuniqué con él y muy amable me dijo: "Ah tú eras la famosa peruana". Tú siempre le habías hablado de mi, ¡plop! yo me quedé sorprendida. Entablamos una conversación muy amena con el señor pero me manifestó que por el momento no había nada y que se comunicaría contigo si tenía noticias de algún trabajo de acuerdo a tus expectativas.

A veces pasaban meses sin hablarnos pero me encantaba escuchar tu voz cuando por sorpresa me llamabas o escribías. Nunca olvidaré aquella tarde con sol radiante cuando sonó el teléfono fijo y eras tú, llamabas muy emocionado para decirme que había un evento latinoamericano de nuestra organización juvenil en tu país y era la oportunidad perfecta para que yo viaje y nos conozcamos. Me pareció muy graciosa tu forma de ver las cosas, como si fuera ir a la capital de mi país de un día para otro. Te dije que estabas loco, en primer lugar porque yo aún estaba en la universidad, un viaje de esa naturaleza era muy costoso y el evento era en tan sólo una semana, yo obviamente dependía de mis padres y era absurdo pensar en viajar de ese modo. Tú me rogaste tanto, me hiciste saber que ya habías hecho todos los arreglos necesarios para que yo pueda viajar por tierra y que en cada ciudad donde necesitaba hacer conexión, habría algún amigo tuyo para que me guíe, es más, propusiste que podías viajar hasta la frontera de tu país para darme el encuentro cuando yo hubiera pasado la frontera del país vecino que estaba entre el tuyo y el mío. Te sentí tan emocionado que me contagiaste el entusiasmo, ganas de conocerte no me faltaban pero era una completa locura. Creo que hablamos casi una hora y no te despediste hasta asegurarte que al menos iba a intentar pedir permiso.

Al colgar el teléfono me entró un bichito con una mezcla de curiosidad y alegría que me dio valor para comentarle a mi papi acerca del evento y pedirle permiso. Recuerdo que mi mamá estaba de viaje y la respuesta de él fue: "Si tienes plata anda pues". Él lo decía en son de broma, pero esa respuesta para mi fue suficiente, si tenía el permiso, conseguir el dinero era lo de menos. Claramente recuerdo que esa tarde fui a la universidad y no estaba mi mejor amiga, yo tenía esa necesidad de contarle a alguien la locura que pensaba hacer y me encontré con una compañera, que ni siquiera era mi amiga, le conté que estaba en ese gran dilema, en primer lugar ir a un lugar desconocido, a ver a un también prácticamente desconocido, arriesgarme a que me pase cualquier cosa, endeudarme, perder clases, inclusive un examen con un profesor exigente y encima lidiar con todo este tema con mi enamorado. Ella me dio tanto ánimo, que en ese momento pensé que si ya otra persona viéndolo desde afuera, me alentaba, era porque no era algo muy desatinado. Así que saqué mis cuentas y como tenía un ingreso mensual por un trabajo de investigación que estaba realizando, le pedí un préstamo a la empresa que mi papá tenía en sociedad con sus hermanos y con cargo a devolver al mes siguiente mes, conseguí el dinero. Mi papá se rió cuando vio que conseguí lo que parecía más difícil y de inmediato compré mi pasaje para viajar la siguiente noche. Recuerdo que te llamé de teléfono público para darte la noticia y tú estabas super contento al saber que había hecho mío tu sueño de por fin conocernos en persona.

Cuando me pongo a reflexionar en este tipo de cosas que yo llamo locuras, me doy cuenta que soy una mujer decidida, que con la edad que hubiere tenido, siempre he tenido actitud positiva para hacer las cosas y comprobar que no existe lo que la gente llama imposible, pues querer es poder. Y gracias a eso creo que he logrado lo que tengo hasta ahora, porque nunca me he amilanado con un "Estás loca, no puedes".

Entonces esa noche le comenté a mi enamorado que asistiría al evento, por la condición de autoridad juvenil que desempeñaba en mi país y era una interesante oportunidad de participar de un evento de tal magnitud. Él no se tragó el floro barato, naturalmente celoso casi muere mientras escuchaba mi determinación, se enojó tanto conmigo pero como vio que su enojo no surtía efecto me dijo: "Bueno si tu vas, yo también voy". ¿Qué????, no había imaginado esa reacción, pensé que hasta terminaría la relación pero decirme que iría, casi muero. Al inicio me mortifiqué, discutimos pero no era posible que él crea que yo iba inocentemente por el dichoso evento. Cuando le conté a quien en ese entonces era mi amigo y ahora es mi "amor", me advirtió que no haga tal locura. Yo hice oídos sordos, pensé en terminar con mi enamorado, total la relación era una cadena de discusiones interminables y malos momentos, no había mucho que perder.

Tenía que necesariamente pasar por la ciudad de mi enamorado para hacer la otra conexión. Mi plan era seguir en mi posición y si él decidía cortarme, yo no me haría problemas. Sin embargo, al mismo tiempo tenía mucho miedo de viajar sola a un país desconocido para conocer a un desconocido. Y cual historia de novela, viajé,sin embargo, cuando llegué a su ciudad él ya tenía los pasajes comprados para ir al siguiente lugar. Yo quería morir y por más que discutimos, finalmente viajamos. ¡Sí, viajamos!, suena absurdo, estúpido o lo que quieras llamarlo. Yo ya no tenía opción, fue mi inmadurez, mi miedo o todo junto, que no tuve la suficiente fortaleza para mandarlo por un tubo, simplemente quería conocerte en persona.

Y así viajé con él rumbo a un país desconocido, donde me esperabas con ansias sin saber que viajaba con él. En la frontera, mientras él hacía la cola en Migraciones, tuve unos minutos sola, te llamé, no contestabas así que sólo atiné a llamar a mi hermana menor y pedirle que por favor te avisara lo que había ocurrido...estaba viajando con él. Sabía que esa noticia sería inexplicable para ti pero de alguna manera tenías que saberlo antes de que yo llegue.

Ese viaje de tres días por vía terrestre, se hizo interminable, cansadísimo, una verdadera locura, yo a lado de él, pensando en ti, rumbo a conocerte. Era como sacado de una historia ficticia. El trasero y mis rodillas me dolían demasiado, me preguntaba si valía la pena tanto esfuerzo, me sentía mal de saber el mal momento que te haría pasar al llegar con él. Me culpaba no haber tenido mayor decisión para terminar esa relación, pasaban mil cosas por mi cabeza y el viaje parecía eterno. Tuve tanta verguenza que en las ciudades donde me irían a recoger tus amigos, prefería llamarlos previamente, hacerle sólo las consultas necesarias y pedirles que ya no vayan a recogerme. No tuvimos que esperar casi nada, pues en cada ciudad lográbamos encontrar el bus que ya salía.

Llegué por fin a esa cálida y maravillosa ciudad amurallada que me dio la bienvenida con un sol riquísimo y un cielo celeste como el que hay en mi ciudad en días soleados. El calor era increible y haber viajado tantos kilómetros solo por conocerte también lo era. Llegamos al lugar del evento, la organizadora fue una amigable anfitriona, como ya había empezado todo, nos pidió que nos quedemos a participar y luego nos llevaría a almorzar porque todos ya lo habían hecho. Me invitaron a la mesa principal por ser la representante de mi país, habían jóvenes de otros lugares de latinoamérica y todos fueron más que amables. Yo de verdad que no podía poner mucha atención a los puntos que se trataban pues estaba observando todo el recinto para ubicarte, sólo te había conocido por fotos y una fría web cam; y, tenía temor de no reconocerte en persona. La angustia me carcomía, hasta que le pregunté a tu compatriota que estaba sentado a lado mío si te conocía y si sabía dónde estabas. Muy entusiasta este chico me dijo que sí te conocía pero que no participarías del evento porque te habías ido a una entrevista de trabajo en otro país vecino. Yo casi muero, creo que hasta casi me quedé sin respiración, si no me desmayé fue por milagro, tuve que tragarme todo e intentar "estar" en el lugar pues mi mente estaba en otro lado, quería llorar, quería salir corriendo, quería estar en mi casa. Me sentí fatal.

Todo lo que ocurrió hasta la hora de almuerzo, simplemente se me han borrado de la mente, no recuerdo qué pasó, ya no encontraba qué sentido tenía estar allí si no te iba a poder ver, pero al mismo tiempo entendía tu decisión de no verme y me sentía culpable de todo. En el almuerzo, mientras mi enamorado fue a los servicios higiénicos, le pregunté por ti a mi nueva amiga anfitriona y ella me devolvió el aliento, me contó que sí te conocía y que habías confirmado tu participación, que llegarías esa noche. Tuve que pedirle como favor especial que no comente nada delante de él cuando regresara, sentía que podía estar siendo vista como la enamorada pendeja pero qué más daba, no tenía otra alternativa. Ella fue muy linda y prudente, sin preguntar más, fue mi cómplice.

Él estaba intentando esconder su mal humor, no lo culpo, era una situación demasiado incómoda. Por la noche antes de ir a la reunión del evento, me dijo que le dolía demasiado el estómago así que no iría a ningún lado. Yo parecía la mala o la bruja de la película pero no me importó nada, me puse guapísima y le dije: "Bueno si no quieres ir, ni modo, voy sola". Él quería matarme seguramente con su mirada pero decidida le dije que lo único que yo podía hacer era darle una pastilla para que se le pase el dolor, pero quedándome con él, no se lo iba a calmar y como yo tenía que participar del evento, debía irme; y, eso hice.

La reunión de esa noche se desarrollaba en el segundo piso de un acogedor lugar, todo estaba recubierto de madera, cuando subí lo primero que vi fue dos maletas y un sombrero típico de tu país, lo único que se me vino a la mente fue que eran tus pertenencias, mi corazón latía a mil, el momento había llegado y una vez más, sin suerte, te busqué entre la gente y no te encontré. La reunión empezó, nuevamente tuve que sentarme en la mesa de honor, yo estaba impaciente, no quería preguntar a nadie más para no levantar sospechas, pero la angustia me mataba. Y lo que imaginé durante muchos años, que sería un encuentro seguido de un apasionado beso y un abrazo interminable, se convirtió en un inquieto saludo cuando cruzamos miradas y ligeramente alcé la mano desde donde estaba. Tú llegaste muy imponente, eras mucho más alto y tenías más peso de lo que imaginé, pero eras tú, existías, eras real. Te tenía a diez metros y no podía correr a saludarte. Tú con tu coquetería me endulzaste desde lejos, me guiñabas y mandabas besos, yo trataba de disimular para que nadie notara que estabas haciendo eso conmigo. Finalmente el suplicio terminó, digo la sesión terminó y pensé que en la informalidad de la reunión mientras nos tomábamos las fotos en grupo podíamos acercanos para saludarnos. Pero ¡oh sorpresa! mi enfermito del estómago apareció y sin conocerte, casualmente se sentó detrás tuyo. Yo quería morir nuevamente. El se me acercó antes que tú, así que preferiste mezclarte entre la gente: Actuamos como perfectos desconocidos.

Los chicos de tu país fueron realmente amables y muy buenos anfitriones, todo el tiempo estaban pendientes de nosotros los dos peruanos, mientras caminábamos en grupo dirigiéndonos al restaurante que estaba cerca. A propósito caminé más lento mientras mi enamorado iba conversando con uno de los chicos, tú estabas más atrás, sin saludarte ni nada te entregué una revista donde estaba una foto que te encantaba de mi y había una página entera que describía la labor que realizaba en ese entonces. Tú con una gran sonrisa la recibiste, yo aligeré el paso para seguir caminando con él para que no se diera cuenta de nada.

En el restaurante te situaste justo al frente de mi mesa, él te daba la espalda y no se había dado cuenta que estabas allí, no tenías reparo en sonreirme y mandarme besos volados. Al rato vi que saliste del lugar con un amigo, parecía que te dirigías al minimarket que estaba a lado. Yo le dije a mi enamorado que iría a pedir alguna dieta para él. Él estaba conversando con los otros chicos de otras nacionalidades que ni se percató que luego salí del lugar. Efectivamente estabas con tu amigo comprando, yo me acerqué te saludé con un abrazo fortísimo, moría por besarte pero obviamente no debía hacerlo. Creo que tu amigo sabía algo porque se hizo el disimulado y no fue necesario explicarle nada, nos dejó solos, yo no podía creer que te tenía tan cerca pero por mi tremenda torpeza tenía que actuar como si no te conociera, saqué de mi cartera unos recuerdos que te había llevado de mi ciudad, estábamos emocionadísimos, no pudimos hablar mucho y tuve que regresar al restaurante.

Luego nos volvimos a ver en la discoteca frente a la playa, allí sería la fiesta. Tú llegaste con un pantalón blanco que te quedaba fenomenal y una camisa turquesa que resaltaba tus mejores rasgos. Para mi era una tortura tenerte a unos metros y seguir actuando como si recién te hubiese conocido en ese evento. No podía evitar voltear a mirarte. Escuchar tu voz, tu risa y no poder acercarme era un padecimiento que parecía que nunca iba a acabar. Saliste a bailar y lo hacías divino, eras un maestro en la salsa sensual y yo moría por ser tu pareja de baile en ese instante. No pude más, fui al baño a llorar, de qué me había servido tanto esfuerzo para hacer semejante locura y estar allí actuando como si no te conociera. Era de verdad horrible. Cuando regresé a la mesa donde compartíamos con mi enamorado y chicos de otros lugares, él sutilmente me pidió que le hiciera el favor de dejar de mirarte, yo quería que me tragara la tierra, no podía más. Me sacó a bailar, pese a que era enemigo del merengue y de la salsa, pero él sabía que tácitamente estaba compitiendo contigo y trataba de hacer todo para llamar mi atención, creyendo que de esa manera podía olvidar que tú existías...Imposible.

Y ocurrió lo que jamás pensé que alguna vez ocurriría, cuando nos viste solos en la mesa, te acercaste con un ron, nos preguntaste con total caballerosidad si podías acompañarnos y yo pensé que eso sólo podía ocurrir en las películas. Pensé que en cualquier momento empezaría alguna desagradable discusión. Sorprendentemente el patán que tenía por enamorado, se portó como gente, aceptó tu trago, conversamos los tres, yo quería llorar, estaba nerviosa, nos hablaste como si ambos fuésemos tus grandes amigos, pero todos sabíamos la verdad, tú sabías que él siempre había sido un patán conmigo, él sabía que tú eras mi amor platónico, y yo sabía que tenía el rol de pendeja por estar allí con enamorado incluido. Luego de que te fuiste, él me dijo que si quería podía quedarme, pero él ya se iba al hotel. ¿Cómo quedarme para que todos me vieran como la rufla que llega con enamorado y se queda con otro?. Me negué y le dije que en todo caso nos ibamos los dos. Al salir solté el llanto, caminamos en la oscuridad cerca de la orilla, a lo lejos se escuchaba la música de la discoteca y nuestro único testigo era el mar y sus rechinantes olas. El también lloraba, me abrazó y me dijo: "No te sientas mal, en el corazón nadie manda". Con esa frase, que era muy cierta, lloré más que una Magdalena, me sentía de lo peor. Nos asinceramos y llegamos a la conslusión que nuestra relación de cuatro años había culminado, no tenía sentido, ya no había nada entre nosotros. Fuimos juntos al hotel, apagamos la luz, me puse la pijama, me acosté y no paraba de llorar, al poco tiempo en una absurda y patética acción, más bien enfermiza, yo lloraba mientras él me hacía el amor, yo no me resistía, solo me sentía como un objeto, sucia, una puta.

A la mañana siguiente mis ojos estaban super hinchados, mi expresión era como de alguien que había perdido el día anterior a un ser querido. Mi ánimo estaba por los suelos, él en un acto más que extraño estaba de buen humor y me dijo que temprano se había despertado y había contratado un tours que duraba todo el día, iríamos en un yate a navegar por esa exótica playa. Yo me negué a ir, para qué más aflicción, para qué seguir finguiendo, para qué actuar como si nada hubiese pasado, me estaba dando miedo su actitud. Le pedí que mas bien cambiemos los pasajes y que ese mismo día regremos a Perú, él aceptó. Yo no encontraba sentido de estar allí para seguir con una tortura que no tenía razón de ser. Le pedí que quería ir a despedirme de ti, él aceptó con la condición de estar cerca donde podía vernos, ¿no era eso acaso demasiado patético?. Tontamente acepté. Pero primero, mientras hacíamos tiempo, fuimos a conocer la muralla enorme que prácticamente rodeaba la ciudad, el mar se veía precioso, el cielo seguía celeste y el sol radiante. No salía de mi asombro de estar a tantos kilómetros de distancia de mi país, en ese lugar que es el destino soñado de los recién casados para ir de luna de miel, una ciudad sumamente romántica y yo allí, con mi ex viviendo la peor de las pesadillas de una historia de ¿amor o desamor?. Mientras recorríamos la muralla, él se comportó como mi amigo, parecía haber comprendido todo, entre nosotros el amor ya había muerto hace mucho, nuestra relación estaba basada en la costumbre, no en otra cosa. Me causó sorpresa ver esa muralla tan histórica en esa ciudad de ensueño, sentir esas enormes y viejas piedras me hacían sentir protagonista de una novela, imaginaba cuántos ataques tuvieron que recibir esas enormes piedras años atrás. Caminamos bastante, en algunos tramos veíamos fumones que se estaban drogando o estaban durmiendo pero eran inofensivos. El contraste del paisaje pictórico, las carretas con los caballos, los balcones, los maceteros y sus flores de colores vistosos parecían estar fuera de lugar en una historia como la que estaba viviendo.

Cuando llegué al lugar, con un vestido kasual muy lindo, te pedí que por un momento salieras de la sesión donde eras maestro de ceremonias. Tú tenías una expresión confusa, entre colérica y triste. Te dije que ya me regresaba al Perú y que te ofrecía mis infinitas disculpas por todo el mal momento que te había hecho vivir. Tú muy a tu estilo me dijiste: "Mira, te voy a explicar cómo me siento en este momento y te lo voy a decir con un ejemplo, tú sabes que me gusta el fútbol y esto que estoy viviendo es como si estuviera en la final del mundial, yo estuviera en Argentina y mi país ganara el mundial, pero yo rodeado de argentinos, no pudiera celebrar ni expresar mi felicidad. Exactamente así es como me siento yo". Tus palabras me llevaron al borde del llanto, moría por abrazarte pero teníamos que seguir guardando la prudencia. Me dijiste que te había encantado conocerme, te sentías feliz, pero al mismo tiempo te sentías frustrado de no poder expresar tus sentimientos como hubieras querido. Sí, lo sé fue un golpe muy bajo haber llegado con él. Hablamos unos minutos y nos despedimos. Esa despedida fue muy seca, pues seguíamos en el evento y no había forma de hacer más luz sino los demás se darían cuenta.

Después de almuerzo decidi llamarte y vernos para conversar con más tranquilidad, aceptaste y esta vez fui sola. Llegué al lugar donde los chicos almorzaban, me preguntaron por él y les dije que se quedó en el hotel porque se sentía indispuesto pero que ya viajaríamos. El anfitrión general del evento me entregó unos presentes de cerámica típicos del lugar que me encantaron. Me despedí de todos pues fueron muy amistosos. Al salir tú fuiste atrás mío. Conversamos afuera, aparentemente estábamos más tranquilos. Me propusiste viajar a tu ciudad, estaba a tan sólo dos horas y al frente había un bus donde irías con otros chicos del grupo que se habían animado a conocer. Lo pensé brevemente pero ya había hecho demasiado como para encima hacer algo así, no quería seguir causando daño a nadie. Estábamos muy cerquita, con deseos de besarnos, te miré a los ojos, eras mucho más alto que yo, te dije que pese a todo había valido la pena recorrer tantos kilómetros para saber que existías de verdad, que eras de carne y hueso, tus lágrimas caian, yo me aguanté las ganas de llorar. Me abrazaste fuerte con tus enormes brazos, parecía que se me iría la respiración en cualquier momento. Te dije que era una lástima que fuese la primera y última vez que nos veíamos, respondiste que nada estaba dicho, que allí o aquí en Perú algún día tendríamos que volver a vernos. Me diste un beso intenso en la mejilla y nos despedimos de esa manera tan amical con un fuerte abrazo, de esos que dicen todo en medio del silencio. Yo empecé a caminar y ya no pude más, lloré todo el camino de regreso a mi hotel.

Lo que ocurrió en las siguientes horas, es para no contar, yo sólo quería que pase el tiempo volando, quería estar ya en mi casa. Fui con él a conocer los lugares centrales turísticos de la ciudad, prácticamente no hablábamos, si nos tomamos fotos no sé dónde están, creo que él luego las borró. Cambiamos dólares en un casino, estuvimos en una zona lujosa de la ciudad, preciosa por cierto. Y me dije: "Bueno has venido hasta este precioso lugar para pasar los peores días de tu vida, ya fue suficiente, al menos date el gustito de tomarte un café delicioso", hubiese sido pecado no hacerlo. Entré con él a un lugar especial donde vendían todo tipo de café, él no quiso pedir nada, yo sentí que fue el único efímero momento placentero, ese aroma, mmmmm hasta ahora lo recuerdo, ese sabor, un verdadero lujo para el sentido del gusto. Subimos a un taxi para ir al terrapuerto, el taxista hizo una maniobra brusca para no chocarnos con otro auto y el café super caliente me cayó sobre las piernas, casi lloro de dolor, él naturalmente ni siquiera se inmutó, su frialdad ante mi sufrimiento físico parecía querer tomar venganza contra el padecimiento emocional que él había vivido hasta ese instante.

El regreso a mi país fue peor de lo que puedo describir, lloré no sé cuántas horas, estoy segura que ha sido la vez que más he llorado en toda mi vida. Le pedí disculpas a él por todo el mal momento, él fue duro conmigo, me hizo sentir culpable hasta los huesos, la peor mujer. Recuerdo que tomé una pastilla para dormir, pero ni eso funcionó, intentaba controlar el sonido de mis sollozos para que los otros pasajeros no se den cuenta, no quería causar lástima ni molestar el sueño de los demás. Él me dirigió la palabra dos días después, en realidad el regreso a casa demoró más, fueron cuatro días de largo camino, hasta que por fin llegué, ¡Hogar, dulce hogar!. Mis padres y toda mi familia preguntaba cómo me había ido y yo con una sonrisa que intentaba hacer creer lo que decía, respondía ¡Excelente, de lo mejor, ese país es precioso!, y sí que lo era, pero sólo mis amigos más cercanos supieron que ese viaje fue la peor de mis pesadillas.

Tú no quisiste hablarme un buen tiempo, yo comprendí y respeté tu decisión. La relación con él, realmente llegó a su fin después de poco tiempo. Hace cinco años que no estoy con él y hace un par que tú y yo hemos retomado comunicación, pero hace un par de días que me dijiste: "En mis próximos días libres del trabajo quiero ir a Perú", viajo a verte del 3 al 10 de mayo.

Ella y tú, mi nueva pesadilla

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Las cosas entre nosotros andaban tensas, habían días lindos, pero la mayoría eran solo de reclamos por parte mía y de distanciamiento por parte tuya. Estaba impaciente porque seguíamos en lo mismo y peor aún, antes al menos la pasábamos bien todo el tiempo, ahora no eramos ni amigos ni enamorados pero peleábamos peor que tales. Yo te celaba, tú te dejabas, me dabas explicaciones como si fuese tu enamorada, tampoco nos besábamos ni teníamos intimidad. Era frustrante.

El año pasado, un sábado por la noche fuimos con una amiga al velorio del tío de una compañera. Previamente tomamos un par de copas en mi casa y nos fuimos. El lugar estaba repleto de gente, yo había conocido al señor pero no tenía mayor amistad con su familia. Le dimos el pésame a nuestra amiga y tuvimos que tomar asiento afuera porque no había otro lugar disponible. El esposo de mi amiga fue muy atento con nosotras y se acercó a conversarnos, tenían gran amistad con la amiga con quien había ido. Mientras conversábamos tomamos pisco puro so pretexto del frío, en realidad yo tomaba mucho más que ella, pues mi amiga evitaba hacerlo porque estaba en la época que le daba de lactar a su hijita. Era la primera vez que yo hacía eso, pues en otros velorios a lo mucho tomaba una copita de anisado por el frío, pero jamás había imaginado que alguna vez podría salir picada de un velorio, o sea que falta de respeto la mía.

Como no nos habíamos comunicado en todo el día, te envié un mensaje contándote que estaba en un velorio, tú respondiste muy atento y te despediste diciendo: "Ya mañana hablamos". Esa última frase levantó mis sospechas, era sábado y se me hacía rarísimo que a las nueve y media de la noche ya no tengas la disposición de comunicarte conmigo, entonces una de dos o habías tenido algún problema en casa o estabas toneando con alguna de tus amiguitas de turno. Te llamé como tres veces y no contestaste, actitud que no me hacía ninguna gracia. Esta vez no saldrías con la tuya, yo quería averiguar qué estaba pasando.

Ya habíamos acompañado casi dos horas en el velorio así que con mi amiga decidimos retirarnos. En el camino le conté tu actitud y que estaba casi segura de que estabas en alguno de los bares de la ciudad. Ella me dijo que estaba exagerando, que lo más seguro era que estabas ya descansando en tu casa. Yo no sabía si ella pecaba de inocente o yo de mal pensada. Como sentíamos que estábamos picadas decidimos ir a comer algo y acordamos que luego iríamos a dos de los locales donde yo tenía la seguridad que te podía encontrar. No sé si fue el aire, el frío o que se me pasó la mano tomando pisco puro pero sana no estaba. Y cuando tengo trago encima me vuelvo más terca de lo normal, o sea, espesa. Estaba decidida a encontrarte.

Fuimos a uno de tus bares favoritos pero no te encontramos. Mi amiga trató, en vano, de convencerme que fuésemos a nuestras casas, que seguro tú ya estabas durmiendo. Yo no me quería dar por vencida tan fácilmente de modo que insistí para que fuésemos al menos al otro local. Llegamos y estaba repleto, miraba por todos lados y no te hallaba. Me encontré con muchas amistades pero tú ni tus luces. Cuando ya estaba dándome por vencida y empezaba a creer que había sido una exageración mía creer que estabas toneando con alguna mujerzuela, me encontré con la hermana de nuestro amigo, ella muy amable me saludó y como no sabía nada de lo que pasaba entre nosotros, muy sutimente le pregunté si te había visto. Ella sin siquiera imaginar que sería cómplice de tu hallazgo me dijo muy contenta: "sí, está en ese ambiente". Mi furia se escondió bajo una sonrisa finguida y le agradecí por el dato, me despedí. Entré y te vi sentado de espalda hacia mí. Tus compañías de la noche eran dos chicas, a una no la conocía, la otra era la "amiga de todos". En realidad no estabas haciendo nada malo, ellas estaban sentadas al frente tuyo tomando unas cervezas. No pensé lo que haría, sólo actué, te toqué la espalda con mi dedo índice, tú volteaste sin siquiera imaginar que era yo y te saludé con un beso intenso, tú te dejaste, no me hiciste quedar mal. Cuando he estado sana me puse a pensar que me arriesgué a que me rechazaras o que me reclamaras por qué asumía esa pose como si fuese tu enamorada, felizmente no lo hiciste. Te abracé cariñosamente por la espalda mientras seguías sentado, ignoré a las mujercitas que no salían de su asombro seguramente. Sonreí para disimular mi gran enojo y hablándote al oído te pregunté por qué no me habías ccontestado el celular. Tú seguías nervioso y tu cerebro no atinaba a dar una respuesta creible, sólo pudiste decir que habías tenido el celular en silenciador. No te creí nada.

Me pediste que fuésemos a conversar a unos metros, yo acepté. Ocultando tu malestar, para evitar ser protagonistas de un escándalo y para que otra gente no se dé cuenta me preguntaste de forma muy prudente si acaso te estaba siguiendo para ver dónde estabas, yo saqué mi mejor actuación y hasta me mostré ofendida de que pienses algo así de mí. Te dije que había ido a celebrar el cumple de una amiga (era cierto que minutos antes la había encontrado allí, pero fue solo casualidad) pero que estabas totalmente equivocado si creías que estaba buscándote a ti, que para tu mala suerte la hermana de nuestro amigo me comentó que te había visto allí y de esa manera te encontré sin querer. No sé si me creiste, creo que sí.

Nos sentamos al otro extremo en el mismo ambiente donde estaban tus amiguitas. Conversamos buen rato, yo te reclamé tu afán de mentirme cada vez que querías salir a juerguear, que me sentía mal de que no quisieras pasar tiempo conmigo prefiriendo a las tipas facilonas con las que andabas. Tú te defendiste lo mejor que pudiste, yo seguía en mi papel de ofendida. Pero estaba picada y te reclamaba como enamorada con derechos. Después de un rato me enojé contigo, ya ni recuerdo por qué, creo que por algo que habías hecho días atrás en tu casa. Tú ya no tenías ni ganas de pelear, solo me escuchabas pero no decías nada. No tenía sentido seguir allí, tu indiferente actitud me enfadó y salí sin despedirme. Tus amiguitas seguramente se ganaron de todo, pero cuando una tiene alcohol en la cabeza, aunque las neuronas no mueren si daña sus neutritas y una hace estupidez y media que de sana no haría. Aunque ahora que recuerdo el episodio del beso, no puedo creer que haya sido capaz de hacer algo así en público. Conociéndote, sé que si te dejaste besar y si no me hiciste roche fue por no hacerme quedar mal, estoy segura que si otra te hubiese hecho lo mismo la hubieses puesto en su lugar. Y es que a veces creo que me aprovecho en ese sentido porque sé que esa es tu debilidad conmigo aunque no sé si será así siempre.

Regresé a casa enojada, triste y desalentada. No me había hecho ninguna gracia encontrarte con esa mujercita que tenía un conocido prontuario de rufla. Si te hubiese encontrado con otra persona seguramente no me hubiese enfadado tanto, pero ¿por qué tenía que ser justamente ella?. Tú no lo sabías pero yo la tenía entre ceja y ceja desde hace unos ocho o nueve años. Resulta que la fulana había sido compañera en la universidad con el que en ese entonces era enamorado de mi prima, había tenido algo con él, mi prima lo cortó un tiempo por ese motivo. Después de un tiempo un compañero nuestro de la universidad que me estuvo afanando de la noche a la mañana resultó con ella, yo le tenía cólera, esa era la verdad. Desde un tiempo atrás me había dado cuenta que la "señorita" te miraba con ojos de querer comerte con zapatos y todo así que haberlos encontrado juntos para mí no era una mera coincidencia.

Dormí algo de cuatro horas y de forma abrupta me desperté. Ya estaba sana pero me moría de sed. Eran casi las cinco de la mañana, bajé a la cocina, tomé agua y subí pensando en lo que había hecho. Mi celular empezó a sonar, eras tú, demoré en contestar y perdí tu llamada. Volviste a llamar y te contesté ingenuamente creyendo que llamarías diciendome que estabas en tu casa y que sentias mucho lo que había ocurrido esa noche. Muy por el contrario, el chasco que me llevé fue que se escuchaba fuerte la música y tu voz ebria diciendo "pregúntale si quieres", obviamente le hablabas a otra persona. Al instante escuché la voz de la bataclana, me puse histérica pero intenté controlarme para no decir alguna sandez. Ella preguntó por mi nombre y si es que era tu enamorada, era difícil escucharla por la bulla del local y por un segundo creí que preguntó si era tu hermana, le respondí que sí porque quería saber qué quería. Cuando preguntó desde hace cuánto entendí que la palabra había sido "enamorada". Le dije que no tenía por qué darle explicaciones, yo ni siquiera sabía quién era ella y que en todo caso te preguntara a tí, ella con su voz finguida me pidió que no me enojara, que ella solo era tu amiga, yo colgué indignadísima y te odié por tu bajeza.

Y como todo ocurre por algo, días después no tardó en llegar a mis oídos que te habían visto con ella, incluso en alguna ocasión besándose y agarraditos de la mano, que ella pregonaba a los cuatro vientos que eran enamorados y encima tenía la frescura de asegurar que yo te rogaba para volver. Esta tipa era de lo peor y lo que más me dolía no era eso sino que te habías involucrado con una mujercita de esa calaña pese a que conocías perfectamente su historial. ¿Y lo nuestro dónde diablos quedaba? ahora entendía tu actitud evasiva de las últimas semanas, pero al mismo tiempo me sentí una estúpida por creerte cuando decías que no tenías tiempo para vernos, ataba cabos y me daba cuenta que muchas de esas veces habías estado disponible para ella. Me dolió en el alma darme cuenta que te habías comportado como un completo pendejo conmigo mientras yo hecha una Candy creía todo lo que me decías con tus excusas absurdas y tus pretextos de siempre. ¿Eso le estaban haciendo a la chica ejemplo e inteligente que era la adoración de su cuasi suegra?, me preguntaba qué era exactamente lo que querías, lo que buscabas, qué había hecho mal para alejarte de mi para que prefieras involucrarte con una tipa como ella.

Cuando pudimos hablar, lo negaste todo, aducías que no le habías dado a nadie el celular, pero yo te conocía hace diez años y era imposible que haya confundido tu voz aquella noche. A los pocos días te pedí que conversáramos, esta situación no podía seguir así. Yo te amaba y tú me veías la cara de imbécil. Conversamos en un ambiente acogedor comiendo un delicioso ceviche en la terraza de mi restaurante favorito, lloramos e intentando hacerme la fuerte te entregué una foto que nos tomaron aquella noche en ese local donde la pasamos tan bien antes de entregamos por primera vez. Tú me dijiste que no eras bueno para las fechas pero que jamás olvidarías ese día, tenías grabada en tu mente la fecha exacta de nuestro primer encuentro. Pero ya nada de eso me hacía sentir bien. Te pedí que cada quien siga su camino, yo tenía otras opciones y por estar "esperándote", quizás estaba dejando pasar otras oportunidades. Tú dijiste que no podías ser egoísta conmigo, que era normal que yo pudiera salir con otras personas, pues tú no habías podido en tantos meses ofrecerme una relación como habíamos acordado cuando cortamos y decidimos darnos el famoso "tiempo". Sentí que te estaba perdiendo, que una parte importante de mi vida se estaba muriendo. Estaba convencida que ya no tenía ni al amigo ni a mi amor. Tú te veías triste, tus grandes ojos verdes estaban llenos de lágrimas, no pensaste que sería tan radical con mi decisión: no quería seguir en contacto contigo, ni como amigos ni como nada. Nuestra historia había llegado a su fin...O al menos eso fue lo que esa tarde creimos, sin imaginar que lo nuestro tenía aún para más.

Nuestra primera vez

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Ya no eramos pareja. Nos comunicábamos todos los días. Nos veíamos a veces. Ese viernes yo había ido al baby shower de una amiga. De regreso a casa mi mejor amiga me preguntó cómo iba nuestra situación, en tono burlón quiso saber si había pasado algo más entre nosotros y le aseguré que no pasaba nada, eramos amigos y me respetabas mucho y que si bien es cierto nos hablábamos como si aun estuviéramos, no pasaba nada más. Al despedirse me dijo: "Amiga me da mucho gusto que tengas las cosas claras".

Llegué a casa alrededor de las diez de la noche, me puse el pantalón de pijama. Estaba por demaquillarme y llamaste. Me pediste que me aliste porque ibamos a salir. Yo me opuse y te dije que no porque acababa de llegar y estaba cansada, sin ganas de ir ningún lugar. Me insististe diciéndome que querías que te acompañe, saldríamos con un amigo y su enamorada que había venido de otra ciudad. Dudé un rato pero volviste a llamar y muy lindo me dijiste: "Espero que estés lista porque ya estoy camino a tu casa". Bueno, yo si tenía ganas de verte y de salir contigo pero no precisamente a tonear porque de verdad estaba cansada. Volví a vestirme, sólo logré retocarme el peinado y maquillaje cuando tú ya estabas esperandome fuera.

Fuimos a conocer a la enamorada de nuestro amigo en su casa. Ella era una chica muy guapa y encantadora, en realidad me cayó muy bien. Tomamos un Bailys, nos reimos bastante y decidimos ir a un local. Allí tomamos más y disfrutamos la peña. Empezamos a contarle a ella cómo nos habíamos conocido los tres y algunas anécdotas que teníamos juntos. Fue muy divertido, todo el rato no parábamos de reir. Sin embargo, mientras ellos se besaban, nosotros nos sentíamos incómodos y por más que nuestro amigo nos conocía desde hace mucho tiempo, no sabía que habíamos sido pareja unos meses atrás.

Al rato fuimos a otro local cercano y comimos algo muy agradable. Volvimos a tomar y yo ya me sentía algo picada. Nos tomamos fotos, también había un grupo musical que hacía peña y todos la estábamos pasando super bien. Nosotros cruzábamos mirabas y por unos instantes olvidábamos que estábamos con más gente y nos perdíamos en nuestra propia conversación. Me sentía super cómoda a tu lado, disfrutando de tu compañía. Como queríamos complacer a nuestra visitante fuimos a un local también cercano, bailamos un rato, estábamos superpegaditos con ganas de besarnos, pero había mucha gente, nos abrazábamos, yo ponía mis brazos dentro de tu casaca, en ese momento viste al enamorado de tu hermana con quien no te llevabas bien, te puso de malhumor y nos pediste que vayamos a otro lugar. tú sabías que me encantaba ir allí, por el ambiente y la música que me fascinan. Llegamos, segumos bebiendo y yo ya me sentía más que picada. Tú también estabas avanzado, y por más que estábamos rodeados de gente, debajo de la mesa, entrelazamos nuestras manos y cantábamos a viva voz las románticas canciones que tocaban en vivo. Tú pedías algunas canciones que querías dedicarme. Yo estaba feliz, tú igual. A veces intentaba soltarte porque no quería que los demás se den cuenta pero tú no me dejabas y suavemente me seguías tocando la mano izquierda como diciendo "No te vayas".

Habíamos tomado demasiado, demoramos en salir mientras nos despedíamos del dueño, salimos del local y cuando te pregunté a dónde fueron ellos, me respondiste que ya se habian ido así que cogimos un taxi solos, luego supe que ellos estuvieron a unos metros de la puerta esperándonos pero igual, ellos necesitaban su privacidad y nosotros la nuestra. En el asiento trasero del taxi nos besábamos con pasión, éramos un par de desenfrenados que no podían seguir ocultando sus ganas de comerse a besos y algo más. Acordamos ir a un hotel, yo estaba mareada y mientras te besaba también me concetraba en no soltar la cartera para no olvidarla. Eran cerca de las tres y media de la mañana. Llegamos al lugar, teníamos que subir unas escaleras, tú me abrazabas muy tierno alrededor de la cintura y pese al trago que tenías dentro me preguntaste: "¿Realmente deseas que subamos, estás segura de lo que vamos a hacer?", yo lo había pensando todo el camino y te respondí afirmativamente en voz alta mientras movía la cabeza de arriba a abajo. Subimos prácticamente abrazados, te registraste en recepción y te recordé que compres condones. Camino a la habitación no nos despegábamos, me besabas con ternura y no me soltabas para nada hasta que abriste la puerta.

Dejamos la luz apagada, encendiste el televisor y estaba en un canal pornográfico, lo cambiaste de inmediato y pusiste música. Y al fin, después de más de nueve años, ocurrió lo que habíamos deseado tanto. Era una sensación exquisita poder entregarnos, actuar sin miedo ni finguir, lo habíamos esperado por mucho tiempo y al fin estábamos solos con la sola idea de amarnos. Abruptamente me dijiste "Espérame un ratito", yo me quedé acostada en la cama, me habré quedado dormida unos minutos y cuando abrí los ojos, miré alrededor y no estabas, por un momento pensé que te habías ido, ahora lo recuerdo y me río, pero en ese instante ni siquiera me percaté que tu ropa estaba sobre el escritorio. Desnuda abrí la puerta, saqué la cabeza y pregunté "¿Amor?", al instante te vi regresando del pasadizo totalmente desnudo, me quedé sorprendida de que hayas salido así, me dijiste que fuiste al baño, recién caí en cuenta que estábamos en un hotelucho de esos que tienen habitaciones con y sin baño. En realidad debí darme cuenta cuando al ingreso la recepcionista con cara de pocos amigos nos dijo que máximo podíamos estar tres horas y nos miramos diciendo que era más que suficiente (no porque no quisieramos pasar más tiempo juntos, sino porque teníamos que volver a nuestras casas).

Luego estuviste increible, me encantaste, yo pese al trago, sentía que estaba en el cielo, me dijiste no sé cuántas veces que me amabas, me dijiste Amor todo el rato, yo era feliz, por fin ya no estaba ocultando sentimientos, finguiendo ni nada. Por primera vez sentía que lo estaba haciendo con la persona que realmente amaba y de veras sentí que era lo máximo que me había podido pasar en la intimidad con alguien. Naturalmente por años había asumido que jamás iba a pasar y ese momento estaba ocurriendo contra todo pronóstico. En la segunda vez me pediste hacerlo sin protección, yo lo dudé pero acordamos que después tomaría la pastilla del día siguiente. Al terminar caí en cuenta que ya debía ser realmente tarde o mejor dicho demasiado temprano porque la luz natural estaba queriendo ingresar a través de la ventana, estaba a punto de decirte que ya deberíamos irnos cuando sonó mi celular. Era mi papá, respiré profundo, contesté rápido intentando ocultar la voz que tenía para no evidenciar mi estado etílico, obviamente mi papá estaba molesto, faltaba poco para las seis de la mañana y yo no estaba en casa. Le dije que no se preocupe, que estaba en casa de mi amiga y me había quedado dormida pero que estaba ya por llamar mi taxi.

Nos vestimos más rápido que en concurso, la borrachera se nos pasó con ese susto, salimos rápido cogidos de la mano y efectivamente afuera ya era de día, la gente caminaba, los carros pasaban y nosotros no podíamos coger ni un taxi, todos estaban ocupados. Empezamos a correr sin soltarnos, yo te decía "Amor me van a matar en mi casa, mira la hora que es". Sin embargo, ya luego de esa maravillosa experiencia a tu lado, no importaba mucho si me gritaran o no. Seguíamos corriendo y en el semáforo te acercaste a un taxi y le dijiste al pasajero: "Amigo por favor ¿podrías bajarte?, tenemos una urgencia y necesitamos el taxi". Yo no sé cómo el señor pudo hacerte caso, seguro fue tu voz desesperada como pidiendo auxilio. Camino a mi casa, intenté arreglarme el cabello, limpiarme el maquillaje porque se me veía atroz. Luego atiné a decirte un absurdo comentario: "¡Huelo a condón!", tú te reiste, me diste un beso fuerte en la mejilla y me pediste que no me sicosiara, que nadie se daría cuenta y que no olía a nada.

Después de tanta angustia, estaba al frente de mi casa. Me diste un beso y me deseaste suerte. Le pediste al señor que se estacione más adelante mientras yo abría mi puerta, pero la reja en las mañanas se enduraba y tuve que mover esa enorme puerta de fierro con toda mi fuerza. Estaba a punto de pedirte ayuda pero no era lo más recomendable considerando que mi papá debía estar esperándome en alguno de los ambientes principales del ingreso a casa. Y me preguntaba por qué las puertas se convierten en nuestras peores enemigas cuando una vive aún en casa de sus padres y sale de juerga un fin de semana. Después de tanto pelear con mi enemiga, logré entrar, había hecho tanta bulla, que hasta los vecinos seguramente se enteraron que llegué.

Mi papá ya estaba sentado en su computadora iniciando sus labores como todos los días, yo tenía verguenza pero asumí que "Después del gusto, viene la pena"; y, eso tenía que pasar por haberme olvidado durante unas horas que el mundo existía. Saludé de lejos, sin entrar a su oficina, con el rabo entre las piernas con un ¡Buenos días papi!. El soltó solamente un ¡Qué barbaridad, estas serán horas de llegar, o sea, que si uno no te llama no vienes!. Subí las escaleras y escuché los gritos de mi madre que estaba en su dormitorio, puse llave a mi puerta antes de que ella entre y me reí por comportarme como una criatura después de hacer su travesura. La llamada de atención de mi madre estaba totalmente justificada, yo preferí hacer oídos sordos mientras me ponía la pijama y me metía a mi camita porque me moría de frío, ella se cansó de gritar y se regresó a su cuarto. Me llamaste, preguntaste cómo estaba y me dijiste que ya estabas en tu casa. A los pocos minutos también estabas recibiendo tu sermón. Le dijiste a tu mami que a mí me habías dejado temprano en mi casa y te habías quedado a tomar hasta esa hora con un amigo, ella te creyó pues siempre ponía sus manos al fuego por mí y mi decencia. Esta vez mi "suegra" estaba equivocada.

Dormí hasta la una de la tarde, me desperté por tu llamada, los dos éramos vistos como lo peor en nuestras casas pero nosotros estábamos felices por lo que había ocurrido. No salíamos de nuestro asombro, al fin había ocurrido, algo que ni siquiera ocurrió cuando éramos pareja oficialmente, pues de los besos y "cogiditas de manos" no habíamos pasado. La resaca ya se nos había pasado. Estábamos felices pero al mismo tiempo preocupados porque teníamos que conseguir la bendita pastilla antes de que sea demasiado tarde. Acordamos vernos más tarde pero ninguno de los dos preguntó en voz alta cúal era ahora nuestra situación ¿Estábamos o no?, con nuestro silencio postergamos esa conversación para otro momento.

¿Juego o inicio de romance?

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Había trabajado todo el día. No habíamos hablado desde el miércoles, día en que acordamos que sería la última vez que haríamos cositas de amigos cariñosos. Llegué a casa tarde y en menos de cinco minutos tuve que alistarme porque tenía un compromiso familiar. Me cambié de atuendo, me miré al espejo, estaba arreglada pero no tuve tiempo para gran sofisticación.

Era el cumpleaños de mi primita, estaba cenando y llamaste. Me emocioné pero te contesté a la cuarta timbrada. Me saludaste, yo fui atenta contigo como siempre, me preguntaste que hacía y te conté que estaba con mi familia. Me invitaste a salir al lugar donde nos habíamos conocido hacía ya nueves meses y me sorprendió tu invitación. Tú adujiste que la última vez que nos vimos yo me quejaba de que nunca nos veíamos en lugares públicos como amigos y por ese motivo querías invitarme a tomar un par de tragos, estar tranquilos pero pasarla bien. Puse algo de resistencia pero finalmente me convenciste. Naturalmente yo estaba contenta de que me hicieras tal invitación porque ese lugar tiene un encanto especial y cada vez que voy realmente lo disfruto. Te dije que en una hora podía desocuparme y darte el encuentro. Tú me insististe que fuese lo más pronto porque tenías ya sueñito. Fuiste a dejar tu auto nuevo en el estacionamiento del hospital y llegaste al local en taxi, no sé si realmente por ser conciente de que no se debe manejar luego de tomar o si preferías pasar por desapercibido para que nadie vaya con el chisme a tu enamorada.

Llamabas varias veces pidiéndome que por favor ya vaya. Yo llegué una hora y media después porque quise esperar a cantar el "Happy Birthday". Al entrar al pequeño local no te vi, pensé que te habías ido, pero como el dueño del local y los músicos me conocen, me atendieron muy amables desde que ingresé, me saludaron y el mozo tomó mi pedido, una copa de vino tinto. Estaba por llamarte pero vi que en una mesa había un pisco sour a la mitad, entonces asumí que eras su dueño y estabas en el servicio higiénico de caballeros. Y así fue, al poco rato saliste, tu rostro cambió de expresión y me saludaste con un super abrazo y un inocente beso en la mejilla como se saluda a la amiga que uno aprecia mucho y no ha visto en mucho tiempo, yo hice lo mismo. ¡Par de cínicos!, dos días atrás habíamos hecho el amor en un lugar inapropiado y en ese instante estábamos dándonos de gente decente.

Me invitaste a pasar a la mesa donde estabas solo y el mozo trajo mi vino. Te reiste pensando que no lo había pedido y que ya conocían mis gustos por ser una asidua clienta. La música estaba riquísima como siempre en ese lugar. Hicimos algunos pedidos musicales, cantamos juntos, te agradó escucharme cantar, conversamos mucho, nos reímos juntos y con el dueño del local, que a la vez tocaba la guitarra. Me miraste fijamente y me dijiste "Eres una mujer espectacular, realmente disfruto tu compañía en cualquier lugar". Luego agregaste, "Estás muy atractiva esta noche, bueno siempre se te ve muy bien pero esta noche más todavía". Yo sonreí tímidamente, me estabas intimidando pero no quise hacerlo notar y solo atiné a decirte gracias con una gran sonrisa y como diabilla en mi mente decía "Y esto que no me he arreglado como para salir contigo". Tú también te veías muy bien, pero no te dije nada.

Disfrutábamos cada instante, actuando de la mejor manera para que nadie sospeche en lo más mínimo lo que había entre nosotros. Muchas veces me quedabas mirando mientras yo cantaba o simplemente parecía perderme en el vacío mientras admiraba la destreza y encantadora voz del guitarrista. Te encantó que tuviera puesto un pantalón tan ceñido, que está de moda, las famosas "leggins", observabas mis muslos con ojos de deseo, yo delicadamente los cubría con la chompa larga que llevaba puesta. Cuando menos lo esperaba pusiste sutilmente tu mano sobre mi rodilla, te quité la mano sin hacer mucho aspaviento y sonreiste como un diabillo.

Era extraño estar en ese lugar donde tenía los mejores; y, a la vez, más melancólicos recuerdos con mi amor. Semanas antes había concurrido a ese lugar con él y ahora eras tú. ¡Qué irónico!. Me encantaba escuchar tu llamativa explicación de cómo curar a los pacientes pues desde tu punto de vista toda enfermedad tiene su origen en problemas personales, que al solucionarlos, esto hace que la enfermedad desaparezca, como por arte de magia. En la práctica tu consulta consistía en escuchar a los pacientes hablar de lo que les afligía y eso te había dado muy buenos resultados porque al poco tiempo casi siempre regresaban a contarte que ya estaban mucho mejor.

Conversábamos con el dueño del local de diferentes temas y aunque era viernes, ya no habían más clientes que nosotros. Me pedí otra copa de vino, tú tomaste una menta porque te fastidiaba la garganta y ya eran la una de la mañana. Habíamos pasado dos horas super agradables y decidimos retirarnos. Terminé mi trago y me dijiste: "Vamos amor"... esa última palabrita me causó escalofríos. Te miré asustada pensando que alguien pudo haberte escuchado pero no te dije nada, tú te acercaste a pagar la cuenta, nos despedimos de los anfitriones y salimos.

Llamé a mi hermana para saber en qué local estaba con mis primos, pues luego de la cena habían salido a celebrar el cumple. Me preguntaste si podíamos ir a otro lugar y te dije que no, te recordé que dos días atrás habíamos quedado en ser sólo amigos y dejar en el pasado el tácito calificativo de "cariñosos". En el fondo esperaba que insistas un poco más (lo siento, mi alma de pendeivis afloraba). Cuando llegamos a la puerta del local me pediste que por favor no baje y vayamos mejor a un hotel, no fue muy difícil convencerme, pero te advertí que tenía que ser un lugar bonito y no demorar mucho porque tenía que darle el encuentro a mis primos. En poco tiempo estábamos camino a un minimarket. Te esperé en el taxi, tú compraste 3 cervezas personales, luego supe que también fuiste por los condones. Mientras te esperaba mi ex me llamó, hablé un poquito y fui cortante. Llamé a un amigo para saber cómo seguía con un asunto personal.

En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos ingresando a la caleta cochera de uno de esos hotelitos diseñados para las parejas o gente como nosotros que buscaba un refugio para estar solos donde nadie podía encontrarnos. Yo había pasado infinidad de veces por ese lugar, de día o de noche, pero jamás había imaginado que era un hotel. Me agradó desde el ingreso y se notaba un lugar bonito. Antes de bajar me volviste a llamar "Amor" y me tratabas como si de veras estuviéramos, te pregunté por qué me llamabas así y respondiste "Porque me gusta hacerlo, ¿Qué tiene de malo?". En ese momento debí percatarme que ya estábamos pasando el límite del juego y ese algo más que no sé cómo llamarlo.

Ingresamos a nuestra habitación, me gustó la iluminación y el ambiente en general. Y cómo me moría de frío, sólo me saqué las botas y me metí en la cama. Dejaste colgado tu saco, abriste la primera cerveza, me serviste y te sentaste a mi lado. Pusimos alerta al despertador por si nos quedábamos dormidos, pero apagué uno de mis celulares porque la batería se estaba terminando. La consigna era tomar las cervecitas y dormir abrazaditos (la idea era linda pero la tentación era más). Mientras charlábamos y tomábamos me dijiste: "Muchas veces me pregunto por qué tuviste que llegar tan tarde a mi vida y yo a la tuya". Me extrañé con tu comentario y te pedí que seas más claro, pero al mismo tiempo tenía temor de escuchar lo que venía. Me hiciste saber que te hubiese encantado conocerme mucho tiempo atrás, antes de conocer a la mamá de tu hijita y antes de conocer a "la chica con la que estabas ahora", así la llamabas nunca te referías a ella de modo agradable, a diferencia mía que cuando hablaba de él, ponía cara de boba. Insiste que era una mujer especial y muy inteligente, que no era cuestión de solo tener sexo sino que en todo este tiempo que nos conocíamos, habías encontrado en mí, cualidades que no habían reunido las personas con las que estuviste. Que encima de todo eso te sentías siempre muy agusto con mi compañía y nuestras conversaciones por la confianza que me tenías. Agregaste "Además (como quien dice "y de remate"), tú estás enamorada del patita de ojitos verdes, que por cierto me cae muy bien. Me dijiste "No tienes idea, cúanto me preocupas, cuando te llamo a preguntar cómo estás es porque realmente quiero saber si estás bien. No tienes idea cuántas veces tengo ganas de llamarte y no lo hago por la hora, porque debes estar descansando o porque no quiero hacerte daño. No sabes cuántas veces tengo el celular en la mano, con el dedo sobre la tecla para seleccionar tu nombre y no lo hago, y estoy en ese plan varias veces y finalmente decido no llamarte". Insistías en lo complicado que era que tú estés con alguien en una relación larga, y yo esté enamorada de alguien con quien no teníamos aún una relación. Me hiciste saber lo mal que te hacía sentir cuando te decía que eras un pendejo por serle infiel a tu enamorada. Me asustó tu sinceridad y si bien es cierto una tiene metido en la cabeza que en casos así ustedes los hombres nos dicen lo que queremos escuchar, te sentí sincero. Sentía en tus palabras y tu mirada esa tristeza por estar en esa situación tan compleja. Y por primera vez sentí miedo porque ya no estaba frente al hombre que tiene claro que es todo sólo un pasatiempo, estaba frente al hombre que me estaba abriendo su corazón y allí dentro había una parte que tenía lugar para mi nombre.

Al rato me hiciste masajes, dejaste encendida la luz de las lámparas, en la tele ubicaste un canal de música romántica y una vez más lo estábamos haciendo, pero esta vez algo no estaba bien, algo estaba fuera de lo normal, ¿dónde quedó la picardía, la travesura, la complicidad, el par de frescos?. Dejó de ser sexo y pasó a ser algo más profundo. Me preocupaba sentir lo que estaba sintiendo con el corazón pero me entregué en cuerpo y alma, sentía que tú hacías lo mismo. ¿Cómo se puede estar enamorada y sentir todo eso con otra persona?, ¿Acaso se puede o es más bien que yo estaba confundida y no estaba enamorada de él?. No importaba, ese momento fue realmente especial. Terminamos luego de una hora, fue delicioso, era una experiencia totalmente distinta a las enemil veces que lo habíamos hecho (en serio ya perdí la cuenta de cuántas veces lo hicimos). Nuestras energías se juntaron, tus jadeos y mis gemidos sonaban muy bien casi al unísono. Estábamos felices, era una sensación increible y al terminar, luego de una hora, nos abrazamos, apoyé mi rostro sobre tu pecho y te di tiernos besitos como jamás lo había hecho contigo, tú me abrazaste con ternura. Nuestra actitud de veras nos preocupó más adelante porque sabíamos que algo ya no estaba bien.

Seguimos conversando y me contaste que un mes atrás mi amiga, la prima hermana de tu enamorada, los había invitado a almorzar, y en la conversación tocaron el tema de las personas que se dedican a otro rubro distinto al de su carrera por la que fueron a la universidad. Me contaste que ella me puso como ejemplo diciendo que yo era una persona muy especial, su amiga, su super pata y que me iba muy bien en lo que hacía, en resumen una mujer exitosa. Tú tuviste que disimular como si no me conocieras, pero te habías quedado frío y preferiste estar mudo, mientras escuchabas lo lindo que mi amiga se expresaba de mí, claro sin saber que era la tipa con la que el enamorado de su prima le ponía los cuernos. Por si fuera poco, la madre de tu enamorada se unió a la conversación donde exponían mis mejores atributos de Mujer Especial, porque tan luego la señora escuchó mi nombre (yo ni sabía que me conocía), agregó que yo era una linda chica y que le daba mucho gusto que me estuviese yendo bien. No hubiera querido estar en tu lugar, pero esto es alguito del costo a pagar cuando se hacen cosas como las que hacemos.

Bueno, ya eran las tres de la mañana, teníamos que volver a nuestra realidad, nos vestimos mientras seguíamos conversando, solicitaste un taxi. Y no éramos más que un par de amigos que tienen un encuentro furtivo cada vez que pueden, con la diferencia de que esta vez sabíamos que ya había dejado de ser un juego, que habíamos pasado la línea y los sentimientos se estaban involucrando más de la cuenta. Sin embargo, al día siguiente tú seguirías siendo el enamorado casi perfecto y yo la mujer encantadora que vive para su "amor". Nos despedimos como amigos en la puerta del local donde estaban mis primos.

La mañana siguiente, cuando desperté, por primera vez estuviste tú en mis pensamientos y no él. Seguía extasiada con la tierna y romántica experiencia de la noche anterior y te envié el mensaje que decía: "¿Alguna vez te has sentido mal por sentirte recontra bien por algo que has hecho?...Así me siento hoy"

Aventura en el extranjero

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Viajábamos a un país vecino con nuestros compañeros a una Convención Internacional de nuestra carrera. Tú ibas sentado a mi lado y fuimos conversando de todo, sobretodo de lo mal que me sentía de seguir con el pata que había sido mi enamorado casi por cinco años, era una relación llena de problemas y me hiciste ver que más que pasarla bien y ser feliz estaba atada sin motivo a un tipo que no valía la pena. Analicé los pro y los contra y llegué a la conclusión que amor no había y que era sólo cuestión de rutina, además no era una relación tradicional, sino a nueve horas de distancia. En el camino las rodillas me dolían por estar flexionadas tantas horas, entonces me permitiste que me acomode y coloque mis piernas sobre ti. Después de cinco años me has confesado que en ese momento también morías por besarme.

En la siguiente ciudad recogimos a mi mejor amiga y te reemplazó como mi compañera de viaje. Teníamos que cenar en el lugar donde vivía mi enamorado de ese entonces, tú tenías la seguridad de que luego de lo conversado cortaría esa relación. Sin embargo, estando en otra mesa cenando solo con él no pude decirle nada al respecto.

Continuamos el viaje, llegamos a nuestro destino y no podías creer que no le había dicho al pata nada de lo que te había prometido que haría. Al llegar al hotel el profesor pidió que armemos grupos para ubicarnos en las habitaciones. Mi amiga y yo intentamos integrarnos en algún grupo con las demás chicas, pero en realidad casi nadie nos caía bien o ya tenían sus grupos formados, así que sin importanos lo que digan los demás decidimos hacer grupo contigo y nuestro pata. Los cuatro éramos inseparables en la universidad pero de todos modos los ojos inquisidores nos miraron como decir ¡Pecadores!. Cuando le dijimos al profesor que seríamos el único cuarto donde dormirían dos chicos y dos chicas, el aceptó y nosotros miramos a los demás como si nada. ¿Y qué?, la habitación tenía cuatro camas, tú y mi pata eran super respetuosos, lo que la gente, incluido el profesor, pensaban, nos tenía sin cuidado.

Instalados en nuestra habitación los cuatro nos reíamos de cúan mal pensados podían ser los demás, nosotros sabíamos que nos queríamos como hermanos y no tenía nada de malo dormir todos bajo un mismo techo durante 6 días. Me pude percatar que eras superordenado, no podía creer que fueses tan meticuloso para organizar tu ropa, doblar todo y tener cada cosita en su lugar.

Mi amiga era enamorada del organizador del evento, es decir, el chico del extranjero. En la noche cuando estaba por terminar la primera jornada estabamos ella y yo con el chico, nos presentó a su amigo que ya era profesional y seríamos sus futuros colegas, se lo veia muy formalito y caballero. Nos invitaron a cenar y aceptamos. Cuando te dije que iríamos con ellos a cenar y luego les daríamos a ustedes el encuentro, la idea no te gustó porque estábamos fuera de nuestro país, mis papás te habían "encargado" que me cuides y además nuestros celulares no funcionaban allá. No me importó tu pose de hermano mayor y de todos modos me fui.

El galán que me habían conseguido parecía un tipo muy interesante. Nos llevó en su auto y mientras mi amiga y su enamorado se comían a besos en el asiento trasero, él me eseñaba la inmensa ciudad de diferentes ángulos, era muy ameno y me hacía reir muchísimo. En el primer lugar comimos y tomamos un par de cervezas. Fuimos a otro sitio y como la noche era virgen y nosotros queríamos aprovechar al máximo el tiempo, fuimos a cinco lugares diferentes y en cada uno tomamos un trago distinto. Claro que ya en el tercer lugar el supuesto galán empezó a sugerirme sutilmente que no deberíamos quedarnos con "hambre" mientras mi amiga y su enamoradito se comían delante nuestro.

El alcohol seguía subiendo a la cabeza. El galán estaba super afanoso, me pedía de mil formas que acepte darle un beso hasta que accedí. Besaba super bien, me sorprendió porque más tenía pinta de chico buena gente nada más. Me cogió de la mano y al salir seguimos así, mi amiga y su enamorado se rieron de nosotros y estaban contentos de que estemos ya emparejados los cuatro. En el auto aprovechábamos a besarnos muy efusivamente en cada semáforo. Después fuimos a otro lugar a comer riquísimo, eran casi las cuatro de la mañana, nos estábamos divirtiendo mucho y no me importó llamarte al hotel para hacerte saber que aún estábamos bien. En el siguiente lugar el galán se empezó a portar como un patán, me insistía que quería que vayamos a un hotel y yo me negué hasta enojarme con él. Salí del lugar, me senté en el asiento del copiloto y esperé a que los demás suban mientras creía que al galán se le iría de la cabeza esa idea absurda. Se molestó conmigo y me dijo que ninguna mujer lo había rechazado jamás y yo más enojada le respondí: "¿Ah si?, pues entonces seré la primera que lo haga, pero no pienso ir a ningún lugar contigo, ¿entendiste?".

La ciudad era enorme, nosotras no conocíamos, el silencio entre el galán y yo era tal que ya se hacía ruidoso. Mi amiga y su enamorado seguían comiéndose a besos atrás. Yo estaba hecha una furia y sólo deseaba llegar a mi hotel cuatro estrellas, estar segura y descansar. Estando en una calle ancha vi unas luces de neón, el idiota ese bajó la velocidad, me percaté que era un motel y estaba haciendo la maniobra para ingresar por la cochera de ese lugar mientras las puertas se abrian automáticamente. Te juro que por mi cabeza lo único que pasaba era que en breves minutos sería violada en un país que no era el mío. Me asusté y todo pasó tan rápido que sólo atiné a moverle el timón con fuerza hacia el lado opuesto. Él gritó: "¡Loca! ¿Qué haces?". Sinceramente en ese momento prefería estar accidentada que ser violada. Pero él con más fuerza logró girar el timón otra vez e ingresó sin que el carro se golpeara contra la pared. Estábamos estacionados y como todo esto pasó tan rápido, mi amiga no entendía qué pasaba y confundida me preguntó: ¿Amiga, quieres que bajemos?. yo la quería matar por su absurda pregunta. Ella pensó que yo había quedado con el tipo para ir a ese lugar y por ende ellos también bajarían a usar las instalaciones. Indignadísima le respondí: "Yo no sé tú pero en este momento yo me regreso a nuestro hotel". Ella le dijo a su enamorado que nos lleven a nuestro hotel, ellos bajaron a conversar y el "galán" subió enojadísimo.

La borrachera se me pasó con el susto. Todos estuvimos mudos camino al hotel, al llegar, recién me di cuenta que no estaba mi cartera, donde tenía mi pasaporte y mi dinero. Cuando le reclamé al patán, la sacó de la maletera. Me quedé fría, este tipo en todo momento había tenido la intención de hacerme daño, pero a la vez agradecí a Dios porque ya estaba en la puerta del hotel y todo no había pasado de un horrible susto.

Subimos por el ascensor con mi amiga, nos quitamos los zapatos para no hacer bulla en el pasadizo. Lo que no sabíamos era que el profesor y todos los compañeros, incluido tú estaban en la habitación que daba exactamente al frente del ascensor y tenían la puerta abierta, todos nos miraron, nosotras saludamos de lejos, nos tragamos el roche y pasamos a nuestra habitación.

Al día siguiente tú y nuestro amigo estaban enojadísimos con nosotras por habernos desaparecido sin reportarnos, nos llamaron la atención, parecían nuestros papás. En ese momento ya me parecía cómica tu actitud, creo que nunca me habías tratado así, me dijiste que era una desconsiderada, irresponsable y no recuerdo qué más.

Los demás días fueron superdivertidos pero no nos separábamos para nada. La última noche tomamos demasiado y particularmente yo tomé más de lo normal y estuve con una terrible resaca al levantarme. Tú desde tu cama me indicabas qué hacer para que me pase la sensación de nauseas. Nos teníamos que alistar porque esa mañana regresábamos al Perú. Tú fuiste el último en bañarte y todos estábamos apurados arreglando nuestras maletas, éramos la última habitación en desocupar y si nos quedábamos más tiempo tendríamos que pagar un día de hotel. Terminaste de bañarte y te diste cuenta que habías llevado toda tu ropa al baño pero habías olvidado tu ropa interior, muriéndote de verguenza me pediste que te la alcanzara. La habías dejado sobre tu maleta, yo estaba apurada y le di a la señora que hacía la limpieza para que te la entregara porque yo estaba terminando de cerrar mi maleta. Tú hasta ahora no puedes perdonarme la verguenza que tuviste que pasar porque al abrir la puerta pensaste que sería yo la que te entregara tu truza (seguro hasta alucinaste que podía ponértela).

El último día por la tarde teníamos un tour en un yate pero te pedí que por favor me acompañes a pocas cuadras a comprar un encargo para mi mamá, sabíamos que el tours ya estaba por iniciar pero como siempre me hacías mis gustos, no pudiste negarme el favor. Nos demoramos más de la cuenta y cuando regresamos ya nos habían dejado, me sentí super mal porque por mi culpa perdiste el paseo que decían era maravilloso. Tú no te hiciste problemas, no me reprochaste nada y te reiste. Como estábamos tan cansados y ya no teníamos habitación se nos ocurrió pedir las llaves de la del profesor, donde estaba el equipaje de todo el grupo. Nos acostamos y yo tenía unas ganas inmensas de besarte pero me concentré en dormir para que la tentación no me domine. Tú luego me contaste que te pasó lo mismo. Ahora no sabes cuánto valoro tu caballerosidad y el respeto que siempre me has tenido porque no podemos negar que oportunidades de estar solos hemos tenido demasiadas pero tú jamás intentaste siquiera robarme un beso ni forzarme a nada. Esos detalles son los que yo valoro aunque la gente no pueda entender por qué siento algo tan fuerte por ti.

Todo el grupo ya se regresaba a Perú y yo finalmente te rogué que nos quedáramos un día más pues unos amigos míos que vivian allá habían organizado una fiesta y éramos los invitamos especiales. Mi amiga iría a otra fiesta y se quedaría esa noche en casa de su enamorado y todo estaba coordinado para hacer "Operación Amigo", tú te quedarías en casa de un chico y yo en la de una chica. Durante la fiesta nos trataron muy bien, la pasamos super y pude ver que una de las chicas te empezaba a coquetear, tú estabas sentado en la alfombra, ella se sentó a tu lado y se te pegaba peor que chicle, yo ya me moría de sueño pero más podían mis celos que otra cosa. Pensé que si no hacía algo en breves segundos sería testigo de un furtivo beso entre ustedes, así que no pude más, me acerqué, me senté y me acosté sobre tus piernas, previamente pregunté con tono inocente: "¿No interrumpo verdad?". Y te dije que me moría de sueño y de frío. Tú no atinaste a nada, pero claro logré mi objetivo, no se besaron.

Al rato nos dijeron que se habían presentado algunos inconvenientes y que no podíamos quedarnos en las casas donde ya habíamos dejado nuestras maletas y no nos dieron mayores explicaciones. Sin embargo, ofrecieron llevarnos al mismo hotel donde estuvimos hospedados. Aceptamos y fuimos. El hotel estaba lleno, fuimos a otro y pasó lo mismo, con los "anfitriones" estuvimos una hora buscando en taxi y ningún hotel tenía espacio un viernes por la noche de un fin de semana largo. Yo estaba perdiendo la paciencia y tú también, estábamos ofendidos con nuestros anfitriones y no podíamos creer que a las casi cinco de la mañana estuviésemos en una ciudad que no conocíamos, sin poder encontrar donde dormir. A medida que la hora pasaba, iba bajando la calidad de hoteles, pero el tema era encontrar cualquier lugar para descansar lo poco que quedaba de la noche. En cada sitio yo rogaba que hubiera habitación y nada, y en el lugar más horrendo al que llegamos rogué que no hubiera, pero Oh sorpresa, allí si hubo. Nos pagaron dos habitaciones, creo que costaban cinco dólares cada una, o sea, era un asco de lugar. Estaba a lado de un cine pornográfico, en la esquina habían prostitutas y travestis y el carro de la policía estaba afuera por no sé qué pelea callejera. Yo quería llorar al ver el lugar asqueroso, tú me abrazabas y aunque estabas también indignado, me hiciste sentir protegida. Cada uno entró en su habitación y antes de cerrar la puerta me dijiste con seriedad y preocupación: "Por fa, si pasa cualquier cosa gritas". Yo me quedé más asustada, y ahora suena a broma pero en serio en ese momento sentíamos que cualquier cosa nos podía pasar. La habitación olía mal, yo no quería ni ensuciar mi cabello al apoyar mi cabeza en esa almohada que habría sido testigo de cuánta cosa. La cama era de cemento, en realidad ese lugar era oscurísimo y horrendo, un típico hostalcito de paso pero de esos que ni estrellas tienen creo. Después me contaste que no pudiste dormir nada, que encendiste el televisor pero tenías miedo de que me pudiera pasar algo porque se escuchaba en el pasadizo la voz escandalosa de hombres que reían, parecían ebrios y nuestras habitaciones no eran nada seguras. Luego al analizar todo llegamos a la conclusión de que fuimos un par de tontos, que tranquilamente pudimos estar en la misma habitación sintiéndonos más seguros, pero ¿sabes? creo que en el fondo nuestros inconcientes sabían que estar juntos, los dos solos en un mismo lugar era demasiado peligroso aunque el hotelucho hubiera sido de quinta.

Y por si fuera poco, teníamos una última desafotunada y finalmente cómica experiencia. Regresábamos los dos a Perú en un bus lleno de gente que naturalmente no conocíamos. Yo me moría de hambre y casi en la frontera el bus se estacionó, yo te pedí que bajásemos a comprar algo porque quería comer cualquier cosa. Tú me pediste que esperara un poco más hasta llegar a Perú y allá podíamos estar más tranquilos, yo muy a mi estilo te insistí y tú como siempre terminaste aceptando mi capricho. Bajamos, fuimos a una tienda, te dije: "Mira al bus, no nos vaya a dejar". Tú me aseguraste que no pasaba nada, yo miré lo poco que había en el lugarcito y no me convencí con nada y te dije que no compraría nada, que mejor esperaba a llegar a Perú. Cuando nos dimos cuenta el bus que estaba al frente era otro que se había estacionado en paralelo y el nuestro ya había partido, ¡sí! con todas nuestras cosas. Desesperados empezamos a correr, un mototaxista se apiadó de nosotros, nos subimos, el pata corrió a toda velocidad, nosotros angustiados, era gracioso cómo una mototaxi intentaba alcanzar a un bus. Después de doscientos metros el bus se paró, Nosotros no teníamos ya la moneda del país para pagarle y muy atento el muchacho no nos cobró. Subimos, nos sentamos y aunque sabíamos que yo era la causante de todo ese laberinto, tú no me recriminaste nada, al contrario te empezaste a reir y me contagiaste tu buen ánimo. Cuando recuerdo todas estas cosas que hemos vivido, en serio no entiendo en qué momento llegamos a lo que ahora estamos. Aquí, allá o en el más allá, creo que siempre seguiremos viviendo este tipo de cosas que sólo a nosotros nos pueden pasar.

Hoy es la última vez

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Me llamaste en la mañana para saber cómo estaba y una vez más, como niño caprichoso que quiere su chupetín, me pediste que vaya a visitarte. Yo no quería porque estaba con el ánimo por los suelos y ya no me gustaba la idea de tener sexo contigo cada vez que nos veíamos. Y una vez más te dije que si me desocupaba temprano pasaría a verte. Tú en el fondo sabías que eso significaba un "de todos modos voy". Y tienes un no sé qué, y más allá de los "rapiditos" no entiendo qué es lo que hace que nunca te pueda decir "No más". Lo que empezó como un juego que tenía bajo control, se me está yendo de las manos y de veras me preocupaba.

No nos habíamos visto en varias semanas. Las últimas comunicaciones fueron sólo por teléfono y me animé a visitarte aunque estaba bajoneada porque con "mi amor" no nos hablábamos hacía cuatro días. Me arreglé y para variar, cambié todo el itinerario que tenía programado para esa mañana. Me volviste a llamar más tarde y te aseguré que estaba a pocas cuadras. Llegué a verte esta vez a tu oficina. Nos saludamos, cerraste la puerta y con esa sonrisa tan linda que te caracteriza me hiciste saber que te sentías feliz de volverme a ver. Me contaste lo que habías hecho los últimos días y te preocupaste por saber qué me pasaba. Ya nos conocíamos casi nueve meses y te habías dado cuenta que en ese momento anímicamente no estaba bien. Te conté que era por lo mismo: problemas con el pata que me movía el piso. Quitaste mi cartera que estaba sobre mis piernas, intentaste empezar con lo mismo de siempre y te detuve, te dije firmemente que esta vez no pasaría nada. Te sorprendiste pero insististe. Te hice saber que me mortificaba que no pudiéramos ser sólo buenos amigos, que ya estaba cansada de ser tu amiga cariñosa y que sólo quería ser tu amiga. En serio, luego de tanta pendejaba, había aprendido a valorar tu amistad y quería que podamos alguna vez salir o vernos sin estar pensando que pose haríamos en esa ocasión. Respetaste mi decisión pero al verme tensa me hiciste unos masajes en la espalda, mientras yo seguía sentada en la silla. La conversación se tornó menos tensa, me contaste la infinidad de cosas que tenías pendiente y preferí ya retirarme para no quitarte tiempo, me pediste que por favor me quedara, toda tu agenda repleta podía esperar.

Buscabas mi boca de diferentes maneras pero no lograbas robarme ni un solo beso, seguías siendo cariñoso y me dijiste que me acostara en la camilla para desestresarme con unos masajes porque me notabas mal. Me resistí al inicio haciéndote saber una vez más que no quería que vuelva a pasar y aceptaste, dijiste que sólo serían masajes. Me acosté boca abajo y me ayudó mucho tu técnica, mis huesos sonaron fuerte pero no me causaste dolor. Al rato el masajista estaba sobre la paciente, te repetí que no quería que pase nada y que era mejor que ya me vaya, te bajaste para seguir con los masajes pero tu "profesionalismo" no duró ni cinco minutos más. Finalmente asentí y te advertí que pasaría una vez más pero enérgicamente te dije: "Hoy es la última vez".

En menos de lo que cualquiera podría imaginarse, ya estábamos haciéndolo una vez más. Habías puesto mi música favorita pero se entremezclaba con el clásico sonido de la rutina de un hospital. Para variar, la pasamos super bien, resultamos ser más elásticos de lo que parecemos, fue muy simpático. Realmente contigo hay tanta naturalidad y confianza que siempre es satisfactorio hacer el amor, en cualquier lugar y a cualquier hora.

Al terminar te empezaste a reír de la situación recordando que estábamos en un lugar poco convencional para hacerlo y que éramos un par de locos, que nadie imaginaría que allí adentro estuviésemos haciendo todo lo que habíamos hecho. Yo me fui vistiendo mientras te escuchaba y tú hacías lo mismo. Te presté mi espejito para que te arreglaras el cabello, me apliqué el labial con el delineador de ojos y ya estaba presentable. Nos quedamos sentados en la camilla conversando y riendo. Me dijiste "Esta vez fue más que espectacular, creo que por el mismo hecho de saber que será la última vez". Pero creo que en el fondo ambos sabíamos que no tenía sazón de ser la última.

Al rato me pediste que por favor me quedara unos minutos más, fuiste por dos aguas minerales y a tu regreso me recomendaste tomar unas vitaminas para sentirme con mejor ánimo y me diste unas muestras que tenías. Tuviste la paciencia de explicarme el contenido de ambas marcas y los efectos positivos que causarían en mi organismo. Luego me mostraste el borrador del libro que estabas escribiendo. Me enseñabas cada texto con tanta ilusión y entusiasmo que me los contagiaste. Me contaste que tenías también otro libro por publicar pero estabas buscando otra entidad para que lo financie. Te di algunas ideas, mis opiniones de la estructura del libro y caí en cuenta que en menos de diez minutos habíamos pasado de tener sexo a analizar tu futuro libro, era encantador hacer eso contigo. Me dije en silencio ¡Cuánto daría por vivir esto con "mi amor"!. Sin embargo, mi amor estaba lejísimos de hacer algo similar, con él los temas de conversación y sus preocupaciones eran distintas.

La hora ya había avanzado, casi era la hora de almuerzo. Tú tenías mucho que hacer y yo no había hecho nada de lo mío. Abriste la puerta y con el sabor de "Hoy fue la última vez", nos despedimos como muy buenos amigos.

La magia del primer beso

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Habíamos conversado varias horas, la cosa estaba clara ambos sentíamos algo más que amigos casi desde que nos conocimos y ambos habíamos preferido mantener en secreto nuestros sentimientos pensando que era lo mejor. En realidad suena como si fuera la decisión más facilona, pero no era así. Pues esconder sentimientos es una de las cosas más difíciles para un ser humano, sobre todo si es por muchos años y cuando te ves en la obligación de hacerle creer a todos los demás que están errados...cuando en realidad sabes que sus sospechas son ciertas, que amas a esa otra persona desde lo más profundo de tu ser.

Esa noche me confesaste que te gusté desde siempre y que te empezaste a enamorar casi desde que empezamos la universidad, a mí me había ocurrido casi lo mismo. Era como desnudarnos, bueno en realidad eso hacíamos estábamos sacando esa parte escondida, prohibida de revelar por casi una década. ¡Wow!, tremendos actores fuimos tantos años que siempre creímos que el otro no sentía nada por uno. Pudimos ser merecedores de algún premio a Mejor Actor y Actriz.

Pero ya no podíamos más, era una tortura china tenernos cerca, ser cariñosos pero no lo suficiente como para develar los sentimientos de amor. Para mí particularmente era un martirio cuando te me acercabas tanto y me abrazabas, yo moría por voltear y darte un Sr. Beso para que te dieras cuenta que yo no te veía con ojos de "mejor amiga". Era de verdad doloroso tener que escucharte qué te gustaba de esa chica o que me pidieras un consejo para reconciliarte con tu ex y lo peor no era sólo eso, sino que yo tenía que seguir fingiendo y decirte: "Has esto, has lo otro, dile tal cosa, llévala a tal lugar, ese hotel es agradable, regálale eso también". Infinidad de veces tuve que contener mi respiración para que no me delate porque cuando te acercabas, en serio me ponías nerviosa, la piel de gallina y era tan excitante tenerte a milímetros y no hacerte nada o peor aún ser cortante y espesa contigo, esta era la forma más fácil de ocultar mis sentimientos.

Pero cuando por fin después de tantos años me confesaste que tú tuviste que padecer lo mismo, sentí que fuimos un par de tontos todo el tiempo, miedosos, pero al fin de cuentas todo pasa por algo y quizá si lo hubiéramos intentado antes, hubiésemos sido más inmaduros y nos hubiésemos hecho más daño. Y como el hubiera no existe en el presente, pues adelante, luego de casi diez años estábamos allí súper pegaditos, abrazados, mirándonos como tontos, sin tener que ocultar nada, más felicidad no cabía en nuestros cuerpos. Seguíamos sin salir del asombro y la pregunta salía una y otra vez ¿Por qué nunca dijiste nada?, ¿Por qué no me diste alguna señal?, ¿Por qué esperamos tanto tiempo para ser sinceros? y reíamos como tontos intentando buscar respuestas.

Al fin me confesaste que una noche cuando terminábamos de hacer un trabajo de la universidad, tú y nuestros otros dos amigos habían estado durmiendo en mi sala, cuando les avisé que el taxi estaba en la puerta para llevarlos a sus casas, tú caminaste adormitado aún pero entre sueños tuviste unas ganas locas por besarme. Lo pensaste por un momento y tuviste la firme intención de robarme un beso al despedirnos, total los demás no se darían cuenta. Sin embargo, tu cerebro se iluminó y optaste por sólo darme un beso muy cerca a los labios. Yo para serte sincera no recuerdo ese episodio pero si lo hiciste seguramente me quedé más que feliz en ese instante pero rápidamente la razón me habría dicho: "¿Qué tienes?, es sólo tu amigo". Dices que al día siguiente se lo contaste a tu primo mayor que también me conocía y él te preguntó: "¿Te ha dado alguna señal de que ella también siente lo mismo por ti?"
y tú respondiste que no, por lo tanto, él más experimentado que tú te aconsejó que no malogres una linda amistad y dejes las cosas así; y, obviamente que ni se te ocurra otra vez intentar besarme ni nada parecido. Ese consejo te duró la década entera.

Entonces me dejaste en mi casa pero no lográbamos definir si optábamos por arriesgarnos o si quizá lo mejor era seguir siendo los mejores amigos hasta ese momento. Finalmente hablamos mucho y no quedamos en nada, al menos nuestros sentimientos ya no eran ocultos, pero tú ya tenías que ir a tu casa así que dijimos que lo tendríamos que pensar bien y luego tocar el tema. Como tú tantas veces me habías casi matado con tus acercamientos, decidí darte alguito de tu propia medicina. Al despedirnos en la puerta de mi casa, te di un beso muy sexy en el cuello, te miré con ojitos de ¡Yo no fui! y te dije: "Chau amigo". Tú casi mueres, yo abrí mi puerta y entré. Para sorpresa mía no había nadie, encendí la compu mientras me moría de cólera porque pensé que antes de que ingrese me dirías que era momento de intentarlo, que me querías mucho y que no podías esperar que pase más tiempo, sin embargo, preferiste postergar el tema. Tú me conocías demasiado, sabías que estaba hirviendo de cólera contigo, por lo que decidiste llamarme y no se te ocurrió mejor idea que preguntarme si podías regresar porque necesitabas que te preste el baño. Ese tonto pretexto hizo que entraras a mi casa. Yo estaba molesta contigo y no pude más, te empecé a tratar mal, como nunca lo había hecho, tú querías acercarte a mi, me pedías que me calme y yo entre la risa por dentro y la furia por fuera te dije: "Si has venido por el baño, tú conoces el camino". Tú te reíste y me abrazaste diciendo "Tontita, tú bien sabes que ese sólo ha sido un pretexto, cuando me fui en el taxi me di cuenta que era una tontería que no enfrentemos de una vez esto y tomemos una decisión, por eso decidí dar media vuelta y estoy aquí".

Siempre soñé que ese momento sería ultra romántico, sin embargo, no sabíamos ni qué decir. Yo no pude más, mis 10 años de fortaleza se desplomaron, se derrumbó la muralla que había entre mis sentimientos reales y tú y solté al llanto. Tú estabas mudo, era una situación incómoda. Me pediste la compu, buscaste la canción que alguna vez me habías hecho escuchar de Mar de Copas "Con el Mar". Al rato busqué la canción "Yo no sé mañana" en versión acústica porque en realidad no sabíamos lo que podía pasar mañana pero era momento de intentarlo; y, luego pusiste "Lágrimas" de José José, secaste mis lágrimas, me abrazaste y me dijiste que tenías miedo de que no funcionemos como pareja y malogremos una amistad tan linda. Yo te decía que ni modo, que el que no arriesga no gana. Y me confesaste que tu mayor temor en realidad era que tú no eras un santo y no querías hacerme daño, que no te perdonarías si alguna vez sacaras los pies del plato. Además yo era la persona que más te conocía y sabía perfectamente cómo eras. Finalmente llegamos a la conclusión de que a esas alturas del partido no podíamos seguir actuando como niños y decidimos intentarlo. Teníamos claro que nadie podía asegurar que iba a ser un cuento de hadas, porque cualquiera de los dos podía fallar pero el compromiso estaba dado y ambos pondríamos lo mejor de nosotros para que la relación funcionara.

Mis padres llegaron con mis hermanas, así que llamé tu taxi porque ya era tarde. Le hiciste la conversación un rato a mi papi y salimos cuando supimos que te esperaba afuera la unidad móvil. Al salir, en la puerta, nos abrazamos y me dijiste de forma cachosa: "No tienes idea con quién te has metido, vamos a ver si me aguantas", yo respondí más desafiante: "Tú eres el que no sabe con quién se ha metido". Nos reímos y era momento de lo que habíamos estado deseando en silencio y sin más preámbulo...Nos besamos. Ha pasado más de un año y aún se me pone la piel de gallina y mis glándulas salivales secretan más saliva de lo normal cuando lo recuerdo. No hay otra palabra para describir ese prolongado momento, simplemente fue Mágico.

Nos besamos tres veces más y nos interrumpió la alerta del taxista que reportó a la base "Negativo" y sin más ni más se fue. Nos quedamos sorprendidos y reímos. A ninguno le importó rogarle al conductor que no se vaya, volvimos a besarnos y me dijiste: "Era cierto lo que decían, besas muy bien", yo sabía a quién te referías, sólo atiné a reírme y te dije: "Tú tampoco te quedas atrás ah". Éramos un par de chiquillos, casi un par de adolescentes disfrutando su primer beso, y lejos estábamos de ser lo que realmente éramos: un par que más se acercaba a los treinta que a los quince. Cuando estábamos ya por despedirnos llegó el taxista y caímos en cuenta que en complicidad, el señor muy prudente había preferido ir a dar un par de vueltas y al fin reímos los tres. Tú felicitaste al conductor por su elegante conducta y subiste al carro. Yo al verte partir ya te estaba extrañando.

A los pocos minutos te reportaste, ya habías llegado a tu casa. Ambos nos asinceramos y aceptamos que era súper raro tener ahora que cambiar nuestro trato, tener que besarnos y decirnos ¿Amor? Era súper raro que me llamaras así y todavía me costaba decirte Amorcito. Me contaste que te sentías como un adolescente, como si fuese tu primera enamorada, que te morías de nervios al besarme y que no sabías lo que pasaría más adelante, sólo sabías que te sentías feliz. Yo te creí porque la sensación que describías era exactamente la que yo sentía.

Historias de amor y desamor

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Gracias al ánimo que me dio mi mejor amiga, decidí publicar en un blog especial mi primer escrito titulado: Hoy "decidí" que no me amas. Este blog está dirigido principalmente a mujeres. Escribiré de forma anónima y quiero que otras personas lean mis historias de amor y desamor para que sigan algunos consejos o reflexionen respecto a su comportamiento y tomen mejores decisiones. La vida es a veces complicada, y muchas veces nos queremos morir cuando creemos que estamos pasando por momentos terribles con esa persona que nos mueve el piso. Espero que les sirva de algo chicas, si es así, éste blog habrá cumplido la labor de ser no sólo mi forma de terapia o desfoge. Y si a los chicos les sirve de algo, en hora buena.

Con cariño

Una amiga

¿Cúando empezó todo?

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Éramos amigos nueve años, mi pata, mi confidente, mi casi hermano, mi incondicional, el que escuchó infinidad de veces mis angustias, mis pesares, mis alegrías, mis logros, mis nuevos amores, mis nuevos pretendientes, mis ex. El que siempre tenía un consejo desde su punto de vista "como hombre". El que más de una vez me dijo: "Ese pata no te conviene". El que muchas veces se atrevió a cuadrar a cuanto afane se me acercaba para "advertirle" que no me hiciera daño de lo contrario se las podía ver con él porque yo era muy especial. El que me tenía paciencia todo el tiempo, el galante y caballero; el que era incapaz de levantar la voz o pronunciar alguna mala palabra delante mío, el amigo que no te dice: "Hoy no puedo", el que se preocupaba cuando yo respondía: "No te preocupes, no tengo nada". El que sin roche me compraba las toallas higiénicas cuando de sorpresa me venía mi periodo o el que me compraba la pastilla para calmar los cólicos menstruales. El que sabía de mis intimidades casi como una amiga más. El que podía hacer esperar a su agarre de la noche por dejarme en mi casa para que yo no vaya sola en un taxi. El que me vio de todas las maneras posibles, en pijama, sin maquillaje, resfriada, kasual, maquillada, súper arreglada, a punto de salir a una fiesta, el que me decía: "Límpiate el diente que te acabas de manchar con tu labial"... El que me conocía casi a la perfección y no se cansaba de repetirme lo valiosa que era y la admiración que me tenía.

Yo por mi parte era tu confidente, tu amiga, tu consejera, la que te daba el jalón de orejas cuando era necesario, la que te cuadraba cuando te estabas descarrilando, la que te escuchaba horas de horas sin cansarse, la que supo entender tu llanto durante una borrachera, la que sabía cuándo le ponías los cuernos a tu enamorada y terminaba siendo tu cómplice con mi silencio, la que sabía quién era tu último agarre, la que alguna vez te prestó dinero para que le hagas una prueba de embarazo a tu enamorada, la que sabía cosas de tu infancia que jamás le habías contado a nadie... La que en realidad te amaba.

Eran años de amistad verdadera, de esas que son a prueba de balas. A mí me sedujo tu trato casi desde que te conocí. Aún adolescentes, cuando estábamos preparándonos para ingresar, recuerdo que me dijiste: ¿Te imaginas como sería si tuviéramos una hijita?, y tú mismo respondiste: Sería crespita, tendría ojos verdes, sería linda. Yo tan sutil agregué: "Tonto, deja de hablar sonseras", pero en el fondo me encantó la idea.

El día que ingresamos a la universidad lo hicimos juntos, nuestros nombres estaban uno debajo del otro en la lista de ingresantes. Cuando nos encontramos nos abrazamos súper felices porque ¡La hicimos!. Luego fuimos compañeros de estudios universitarios y pasábamos demasiado tiempo juntos. Entonces me di cuenta que me estaba enamorando de ti, que me gustabas demasiado, pero no era tu físico, ni tus grandes, lindos y expresivos ojos verdes, eras tú y tu interior. Se lo conté a mi mejor amiga porque éramos también patas, al poco tiempo nos enteramos que tenías nueva enamorada, cuando lo supe me dio mucha tristeza, la chica no me caía bien porque la sentía muy fingida, pero ella tampoco me pasaba a mí, es más siempre me tuvo celos. Al poco tiempo tú estabas muy ilusionado con ella, eras súper cariñoso, andabas pendiente de ella, pero ni eso podía llevarse la victoria contra tu espíritu de Don Juan.

Intenté ser amiga de ella para poder llevar la fiesta en paz, total tú por mí no sentías nada más que cariño de patas y bueno quise ver la parte positiva del asunto y prefería ser tu amiga antes que la enamorada engañada. Ella tampoco me pasaba, entonces estábamos a mano, aunque de todos modos nos saludábamos. Hasta que un día te dije que sería bueno salir con ella y los chicos del grupo para integrarla, a lo mejor así nos podíamos llevar mejor (y la discordia terminaría). Mala idea, la niña se portó insoportable, todo lo que hablábamos le fastidiaba, nuestras bromas en doble sentido para ella eran cosas terribles que sus oídos de puritana y virginal no podían escuchar. Así que luego de esa noche te dijimos que ni más salíamos con ella. Y tú no te complicaste, tú seguías siendo nuestro amigo y a ella la mantenías lo más lejos que podías de nosotros.

Reíamos mucho cuando la gente corría el chisme de que éramos enamorados, nos causaba risa cuando creían que yo era tu enamorada y tu enamorada era tu agarre y hasta recibí casi condolencias por eso. Era divertido, aunque siempre nos preguntábamos ¿Qué es lo que hacemos para que la gente piense que somos enamorados?, tú eras siempre un caballero, yo era más bien distante contigo, jamás nos abrazábamos en público ni teníamos algún comportamiento que hiciera creer que teníamos algo. Para variar ella me tenía celos y con las personas que salí también creían lo mismo.

Uno de los que se sumó a la lista de "Gente que pensaba que teníamos algo", era mi papi. Una tarde saliendo de clases yo tenía escalofríos, me había bajado la presión porque me vino la regla y me sentía pésima, débil, que en cualquier momento podía desmayarme. Eran alrededor de las seis de la tarde, estaba nublado y efectivamente corría viento y hacía frío. No dudaste en sacarte la casaca, ponérmela encima y abrazarme porque yo estaba al borde del desmayo, bajamos lento y me dejaste muy cerca del auto de mi papi, te devolví tu casaca y nos despedimos.

Una noche nos disponíamos a empezar uno de los tantos trabajos que hicimos durante la universidad. Tú habías tenido una reacción alérgica por algo que comiste y te estaban saliendo ronchas en el rostro y el cuello. Mi mejor amiga, que también era tu pata, se acercó y te cogió el cuello para ver qué tenías, yo me adelanté al estudio y apagué la luz de la sala. En ese momento mi papi bajaba y los vio en la oscuridad a los dos juntos, mi amiga cogiéndote el cuello. ¿Qué más podía pensar él?
Días después mi papi que es muy prudente, nos sorprendió cuando nos dijo a mi amiga y a mí mientras almorzábamos: Ese muchacho les está viendo la cara de tontas, está con las dos al mismo tiempo y ustedes felices. Nosotras nos quedamos atónitas con lo que escuchamos porque ninguna de las dos teníamos nada contigo y soltamos la risa, le intentamos explicar de mil formas que todos éramos muy buenos amigos, pero mi papi no se cansó de fastidiarnos con ese asunto por buen tiempo.

Describir nueve años no es fácil. Sólo sé que durante ese tiempo decidí ser tu amiga y decirme a mí misma: "Olvídate de él, míralo con ojos de amiga". De modo que cuando alguien creía que éramos pareja yo era la primera en desmentirlo y muchas veces dije: "El como amigo es lo máximo, pero como enamorado es una rata". Y así de cruda era yo, a veces algo hiriente con mis palabras, pero era cierto. Entonces cada vez que tú tenías un gesto amable conmigo, eras cortés o cariñoso, primero disimulaba para que no sospeches que me encantaba que fueras así conmigo y luego me decía una y mil veces: "Es sólo tu amigo".

La verdad no entiendo cómo durante tanto tiempo pudiste escuchar a tu mejor amigo que te pedía que le des consejos porque quería estar conmigo. Luego de un tiempo largo cortaste con la enamorada que tenías, la que me daba alergia. Después de un tiempo estuviste con una chica que me caía bien pero tú preferías no llevarla a los compromisos a donde ibas con nosotros tus patas y la verdad no pude tratarla mucho. Sólo recuerdo que meses después de haber culminado los estudios, una noche coincidimos casualmente en una discoteca para celebrar el Día de la Amistad, yo disfruté mucho bailar contigo y reír como antes, pero al regresar a casa y compartir el mismo taxi los celos me mataban cuando veía que se besaban, y por más que me invitaste para ir a otro lado con ustedes yo preferí ir a casa.

La última gran idea que tuve fue intentar hacerte el bajo con mi mejor amiga del trabajo. Consideré que si tú me veías solo como tu amiga, y yo te quería tanto, era preferible buscarte una enamorada linda que te quiera mucho y con quien te pudieras llevar bien. Ya lo sé eso suena patético, pero estoy contando la verdad. Entonces te la presenté cuando ibas a verme al trabajo, vi que se llevaban bien, los empecé a fastidiar pero ella desde el primer momento me dijo que nada que ver, no eras su tipo y parecías casi un bebé. Por tu parte tu me dijiste que te caía bien pero de verdad no querías nada más y que por favor te deje de fastidiar. Mi intento de ser cupido, por primera vez, fracasó.
Una noche fui con unas amigas al bar que tenías, celebramos el cumple de un amigo nuestro y la pasamos súper bien. Al salir se me cayó mi bufanda negra y no me di cuenta. Más tarde me dijiste que la tenías y que luego me la entregabas. Eso ocurrió un año después porque te la quedaste, luego me confesaste que mi perfume seguía impregnado pese al tiempo y te encantaba a veces dormir cogiendo esa prenda mía.
En la madrugada, tú con unos tragos de más encima, me llamaste. Hablamos más de tres horas, hasta las seis de la mañana, yo al día siguiente tenía que trabajar, pero no me importaba porque de verdad me encantaba hablar contigo aunque estuvieras mareadito, eras un mate de risa igual. Me preguntaste cuál era mi tipo ideal como pareja y te mencioné más de cincuenta atributos. Sabías que estabas a años luz de distancia de mi Hombre Ideal y una vez más empezaste a enumerar mis cualidades. No es por nada, pero eres la persona que más me conoce y que esa noche hizo una análisis muy profundo de mi, me sentí halagada; y, peor aún, volví a sentir maripositas en el estómago mientras decías todo eso. Y dijiste: "En realidad qué afortunado será el pata que se case contigo". Luego dijiste: "Prométeme algo, si para cuando yo tenga 35 años no me he casado, prométeme que te casarás conmigo". Yo me reí y te dije: "¿tonto, o sea que yo seré la que espere a ver si te casas o no?", pero en realidad no sabía qué responderte, tenía ganas de decirte que yo te amaba, pero pensé también que era muy apresurado y no valía la pena decirte algo así, menos si estabas tomado.

Allí empezó todo, todo eso que dijiste hizo que, en adelante, analice cada cosa que hacías o decías. Se lo conté a mi amiga al día siguiente porque desde aquella vez que lo confesé hacía ya muchos años, no había vuelto a cuestionarme si en realidad era algo más lo que sentíamos. Mi amiga muy emocionada y viendo el asunto de afuera me dijo: "Definitivamente está enamorado de ti y tú de él, ¿por qué se quieren engañar a ustedes mismos?". Yo preferí ser pesimista y pensar que no era así, que eran ideas locas.

CODIGO FEMENINO

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Un amiga muy especial a quien quiero mucho me compartió este interesante Código, lo publico aquí para darle un toque de relax a las historias. Aunque en el fondo no deberíamos tomarlo tan a la broma, hay algunos artículos que definitivamente deberíamos cumplirlos.


CODIGO FEMENINO

Artículo 1º:

Si él no la quiere, usted tiene quien la quiera. Busque, encontrará y no solo UNO.

Artículo 2º:

Si no la quieren, es porque no la merecen. Ud es demasiado grande para quien no la sabe valorar.

Artículo 3º:

Solteras sí, solas NUNCA.


Artículo 4º:

Usted piensa en un 'Bonus Track' con algún ex.? Recuerde que "figurita repetida" no completa el album.

Artículo 5º:

Cuando un hombre pide un 'tiempo', significa que quiere intentar con otra. Y si no tiene suerte, volverá con usted. Tenga presente que "Tiempo, solo da el reloj". Nosotras noooooo.

Artículo 6º:

Hombre gallina solo sirve para hacer guiso.

Artículo 7º:

No trate con prioridad a quien la trata como opción. Valórese y no deje que la usen.

Artículo 8º:

El hombre es la cabeza...? ...La mujer es el cuello, y puede mover la cabeza como se le venga en gana y a donde le convenga.

Artículo 9º: Si el hombre que tropezó decide regresar, repita siempre: "Saque número y espere al final de la fila".

Artículo 10º:

'Príncipe azul'...? ¡Es mejor el lobo feroz. ..Que la ve mejor, la oye mejor y la come mejor.

Artículo 11º:

No olvide que es mejor caer que estar colgando.

Artículo 12º:

Las leyes del presente, tienen efecto retroactivo.

Artículo 13º:
¡Mujeres!..... Mientras llega el indicado disfrutemos del equivocado.


COMUNIQUESE, CUMPLASE Y REENVIESE..!

INTRODUCCIÓN DEL CD

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Este disco tiene canciones que he seleccionado por un motivo especial, a lo mejor no todas te agradan ni te traen recuerdos conmigo, pero en cada una te dejo las letras y mi apreciación. En serio espero que te guste, te agradezco por atreverte a vivir esa linda experiencia conmigo, con sus altos y bajos, aunque de repente hubieron más bajos que altos pero ¿sabes?...no me arrepiento de absolutamente nada, ni de las lágrimas, ni de la espera, ni de tener la ingenua y continua esperanza de que formemos algo lindo que dure para siempre. Este es el último detalle que tengo hacia ti, no tengo rencores, pero ya es momento de poner el punto final que me resistía a poner y que tú con tu comportamiento me lo vienes pidiendo silenciosamente hace mucho tiempo. Gracias por los años de amistad y por ese pasado 2010, espero algún día dejar de amarte para no seguir sufriendo por tu indiferencia. Que te vaya muy bien y logres todo lo que te propones.

LA ÚLTIMA CANCIÓN QUE ME DEDICASTE

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Habíamos salido con mi amiga y su esposo a tomar unos tragos, tú estabas lindo conmigo. En el segundo local que fuimos me intentaste enseñar a jugar billas, pero era realmente difícil concentrarme en tu explicación cuando te tenía tan cerca, cogiendo el taco prácticamente abrazándome, lo cual no permitía que yo flexione mi cuerpo para jugar porque cada vez que intentaba hacerlo mi trasero chocaba con tu cuerpo de un modo demasiado provocativo y era incómodo para los dos pero igual me encantaba tenerte allí y deseaba que estemos solos pero el local estaba lleno de gente.

Unos minutos antes habías pedido que coloquen una canción que querías dedicarme pero no me decías cuál era. Cuando empezó me dijiste "Vamos a nuestro sitio, es la que he pedido". La cantabas con un sentimiento único, me mirabas, tus ojos brillaban y yo estaba en el cielo. Cuando cantabas la parte que dice "quisiera gritarte que vuelvas conmigo, que si aun estoy vivo solo es para amarte", yo quería creer que de verdad eso sentías, que te sentías mal cuando cada mañana al despertar no estaba yo sino tu inerte almohada. Al mismo tiempo recordaba que el último tarado (tú no) con el que estuve, cada vez que ibamos a ese lugar o a otro karaoke siempre la pedía y la cantaba pero como entre él y yo no había nada fuerte, nunca lo tomé en serio. Sin embargo, esta vez era la misma canción, el mismo local, la misma protagonista, pero otro actor; y, ese detalle era el que me ponía la piel de gallina al escucharte. Me dieron ganas de besarte pero me contuve, total... no habíamos regresado. Pero de regreso a nuestras casas, estando solos en el taxi no pude contenerme y al fin pude besarte.

La Almohada
José José

Amor como el nuestro no hay dos en la vida
por más que se busque, por más que se esconda
tu duermes conmigo toditas las noches
te quedas callada sin ningun reproche
por eso te quiero, por eso te adoro
eres en mi vida todo mi tesoro.
A veces regreso borracho de angustia
te lleno de besos y caricias mustias
pero estas dormida no sientes caricias
te abrazo a mi pecho me duermo contigo
mas luego despierto tu no estas conmigo
solo esta mi almohada.
A veces te miro callada y ausente
y sufro en silencio como tanta gente
quisiera gritarte que vuelvas conmigo
que si aun estoy vivo solo es para amarte
pero todo pasa y a los sufrimientos
como a las palabras se las lleva el viento.
Por eso regreso borracho de angustia
te lleno de besos y caricias mustias
pero estas dormida no sientes caricias
te abrazo a mi pecho me duermo contigo
mas luego despierto tu no estas conmigo
solo esta mi almohada.

Me sentí la más pendeja de las pendejas

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¿Creiste que hacer el amor contigo en un lugar público a la luz del día fue lo que me hizo sentir eso?...No.

Me habías llamado desde temprano como solías hacerlo algunos días. Me habías pedido más de una vez insistentemente que vaya a visitarte, pues ya sabías que cada vez que iba terminábamos haciéndolo en el consultorio. Yo no tenía ganas de verte y preferí hacer mis cosas pese a tu insistencia.

Más tarde una clienta me pidió encontrarnos en el centro para coordinar unos asuntos así que quedamos en vernos en la heladería más tradicional de la ciudad. Aunque por cierto a mí no me llamaban la atención sus heladitos. Estuvimos paradas en la puerta, yo dando la espalda a la calle, mirando hacia la heladería, estaba super fresh conversando con mi clienta mientras la veía comer su helado amarillo en una tarde preciosa de sol. Y ocurrió lo que algún día ocurriría. Entrabas tú de la mano de tu señorita enamorada, me quedé de verdad helada. Tú no me viste, yo no te logré ver el rostro, sólo reconocí tu espalda y tu cabello, estabas con pantalón formal y camisa. Ella estaba también con traje formal, rubia por su propio dinero. Entonces si antes tenía idea de quién era, esa tarde confirmaba mi sospecha. Y yo allí parada sintiéndome la más pendeja de las pendejas. La que no tenía valor alguno a lado de la "firme". Fue horrenda esa sensación. Le pedí a mi clienta que fuéramos a unos metros para sentarnos en una banca porque en serio me estaba sintiendo mal, ¿qué digo mal?...remal. no quería ni siquiera tener que pasar por la vergonzosa situación de vernos cara a cara y aparentar que no nos conocíamos o saludarnos como unos perfectos cínicos como simples conocidos. Pero felizmente ni siquiera me di cuenta cuando salieron. Esperé un buen rato y cuando estuve segura de que se habían ido y no nos chocaríamos, le dije a mi clienta que ya nos fuéramos.

Caminamos un par de cuadras, yo tenía que ir a unas cuadras cercanas y volví a sentir esa cosa fea que acababa de disipar, pude ver la escena nauseabunda para mi, cuando tú tan lindo y caballero dejábas a tu señorita enamorada en su centro de labores luego de haberle invitado su heladito en la hora de refrigerio. No tenía otra alternativa, tenía que seguir caminando por esa vereda, ella ya había ingresado a su trabajo y tu acelerabas para avanzar, yo quería hacerte saber que yo estaba allí. Así que crucé a la otra vereda y lo más seguro es que me hayas visto porque pasé delante de tu camioneta. Sin embargo, cuando luego hablamos dijiste que no me habías visto ni en la heladería ni en ese momento. No te creí, yo sólo sabía que no podía quejarme, yo tenía el papel de "la otra" y ella tenía todo el derecho de disfrutar un helado contigo. Y yo obviamente no tenía derecho alguno de hacerte escena de celos ni nada similar. Era una situación que nunca había vivido y me sentí atroz.

Canción que dio inicio a la locura

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"Lo más probable es que esta canción no sea importante para ti, es más a lo mejor ni te has detenido a escuchar la letra, pero alguna vez te conté, y si lo has olvidado te lo vuelvo a contar, aproximadamente en el mes de noviembre de 2009 tenía tantas dudas y se me hacía un mundo aceptar que estaba enamorada de ti, si de mi mejor amigo, y más aún, me moría de miedo que mi amigo me vea con ojos de amigo y nada más así que acostada en mi cama, mirando al techo, una noche con la luz encendida le dije a Dios, dame una señal y dime si lo que siento hacia él es recíproco, pues quizá estoy confundiendo las cosas o de repente es mejor que no malogremos la amistad y no intentemos nada. Luego encendí la radio y empezó a sonar esta canción, me quedé paralizada casi todo el rato, hasta respiraba casi aguantando la respiración para escucharla bien, y bueno ahora podré decir gracias a Dios lo intenté, no funcionó pero no me habré quedado con la duda de qué habría sido de mi si hubiese arriesgado a estar con él".


Siempre me preguntaré,
Que habría sido de mí
Si hubiese tomado el tren,
Aquel vagón del amor
Que solo pasa una vez.

Si me hubiese dejado llevar
Por lo que un día me dijo
Al oído aquel fulano de tal
Que le llamaban Cupido.

Siempre me preguntare,
Que va a pasar al final
Cuando el destino me alcance,
Y se de cuenta que yo
He sido solo un cobarde

Que no tuve el valor
Para hacer ese viaje contigo,
Que por miedo a la gente
Acabé siendo solo tu amigo

Que habría sido de mi, de mi, de mi,
Si tu estuvieras aquí, aquí, aquí,
Pintando mi vida gris,
Con el color de tus caricias

Que habría sido de mi, de mi, de mi,
De haber tenido el valor para subir,
En aquel tren del amor,
Que llegó una vez en la vida,
Solo una vez

Siempre me preguntare,
Que va a pasar al final
Cuando el destino me alcance,
Y se de cuenta que yo
He sido solo un cobarde

Que no tuve el valor
Para hacer ese viaje contigo,
Que por miedo a la gente
Acabé siendo solo tu amigo

Que habría sido de mi, de mi, de mi,
Si tu estuvieras aquí, aquí, aquí,
Pintando mi vida gris,
Con el color de tus caricias

Que habría sido de mi, de mi, de mi,
De haber tenido el valor para subir,
En aquel tren del amor,
Que llegó una vez en la vida,
Solo una vez

(Que habría sido de mi,de mi, de mi
Si estuvieras aquí, aquí, aquí)
(Que habría sido de mi,de mi, de mi
Si estuvieras aquí, aquí, aquí)

De haber tenido el valor
Y al tren del amor subir

(Que habría sido de mi,de mi, de mi
Si estuvieras aquí, aquí, aquí)

Pintando con tus caricias mi vida que ha sido gris

(Que habría sido de mi,de mi, de mi
Si estuvieras aquí, aquí, aquí)
Que habria sido de mi

(Que habria sido de mi,
Si estuvieras aqui)
(Yo no te puedo decir,
Que habria sido de mi, de mi, de mi)

(Que habría sido de mi)
De haber tomado el tren
(Si estuvieras aqui)
Que solo pasa una vez
(Yo no te puedo decir)
Yo no lo sé

(Que habria sido de mi, de mi)
Que habra sido de mi
(Que habria sido de mi)
Que habria sido de mi
(Si estuvieras aqui)
Siempre me preguntare que va pasar al final
(Yo no te puedo decir)
Cuando el destino me alcance
(Que habria sido de mi, de mi)
Y me reclame la razon
(Que habria sido de mi)
(Si estuvieras aqui)
Porque es que yo fui un cobarde
(Yo no te puedo decir)
Que habria sido de mi, de mi
(Que habria sido de mi, de mi)
Que habria sido de mi

De hacerle caso
A lo que un dia me dijo
Aquel fulano de tal
Que le llamaban cupido

Y ahora, que seria de mi
Y ahora, que seria de mi
Si estuvieras tu conmigo
Yo no lo puedo decir

Hoy quisiera vida mia
Haber tenido el valor
De haber subido yo contigo
En aquel tren del amor!!!

Yo no sé mañana
Luis Enrique

"Bueno, espero que no hayas olvidado que esta canción la escuchamos la noche que iniciamos la corta relación, y así es la vida pues, uno nunca sabe lo que pasará mañana, así que cuando la escuché y ya tenía sospecha de que tú tampoco me veías con ojos de amigo, creí que si decidíamos iniciar algo, nada nos aseguraba que estemos para siempre juntos, y había que arriesgar en el presente de ese entonces, por eso te hice escucharla esa noche del 07-01-2010 en versión acústica, pese a que me hiciste saber tus innumerables dudas de que algo entre nosotros pudiese funcionar y lo que más temíamos, arruinar nuestra amistad de 10 años....Ahh si, no habremos pasado del café al sofá pero sí del pisco al sofá".


uuuhh...
nooo..no no no ahh..

yo no se si tu no se si yo seguiremos siendo como hoy
no se si después de amanecer vamos a sentir la misma sed
para que pensar y suponer, no preguntes cosas que no se
yoo no se...
no se donde vamos a parar, eso ya la piel nos lo dirá
para que jurar y prometer algo que no esta en nuestro poder
yo no se lo que es eterno no me pidas algo que es del tiempo

coro:

yo no se mañana, yo no se mañana
si estaremos juntos si se acaba el mundo
yo no se si soy para ti si serás para mi
si lleguemos amarnos o a odiarnos
yo no se mañana, yo no se mañana
quien va estar aquí

de un café pasamos al sofá, de un botón a todo lo demás
no pusimos reglas ni reloj, aquí estamos solos tu y yo
todo lo que ves es lo que soy, no me pidas mas de lo que doy
nooo..

coro:

yo no se mañana, yo no se mañana...

esta vida es igual que un libro
cada pagina es un dia vivido
no tratemos de correr antes de andar
esta noche estamos vivos solo este momento es realidad
no no noo.. no se...

pregones:

yo no se mañana
esta vida es una ruleta que gira sin parar
yo no se mañana
yo no se si tu yo no se si yo como sera el final
yo no se mañana
puede ser peor o puede ser mejor
yo no se mañana
deja que el corazon decida vida mia lo que sentimos
mañana
yo no se

yo no se, yo no se mañana
ahora lo que vivimos es algo realmente lindo
quien puede saber lo que pasara, mañana no hay nada escrito

yo no se, yo no se mañana
estamos solos tu y yo y los momentos hay que vivirlos
hay que vivirlos..

yo no se, yo no se
yo no se, yo no se

coro:

yo no se mañana, yo no se mañana...


Déjame intentar
Carlos Mata

"Esta canción me la dedicaste una noche que saliste a tomar, cuando apagué mi celular porque estaba enojada contigo por haber salido otra vez a tomar y me estuviste llamando en la madrugada, la grabadora se activó y se quedó grabada tu voz cantando esta preciosa canción y la volvimos a cantar cogidos de la mano esa noche en casa de mi amiga donde, según tu cómica versión, te pepeamos".

Déjame intentar, conquistar tu amor
me matan las ganas, me matan las ganas
Déjame robar, robar tu corazón
y hacerlo muy mío y hacerlo muy mío

Hacer que te olvides de amores pasados
y sientas conmigo que nunca has amado
Déjame quererte como nunca nadie te ha querido
déjame intentar, déjame intentar
déjame llenar tu vida de ilusión y fantasía
déjame intentar, déjame intentar

Déjame saber que tengo tu amor
y que es para siempre, y que es para siempre
déjame poder hacer realidad
mi máximo sueño, mi máximo sueño
hacer que te olvides de amores pasados
y sientas conmigo que nunca has amado

Déjame quererte como nunca nadie te ha querido
déjame intentar, déjame intentar
déjame llenar tu vida de ilusión y fantasía
déjame intentar, déjame intentar.

Sobrepasando los límites permisibles

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No nos habíamos vuelto a ver desde que nos conocimos. Habíamos hablado varias veces por celular y me habías pedido que vaya a visitarte en tu trabajo como que conversábamos un poco más. Y por más que sabía que eras un pendejo, mi diablillo interior me empujó a ir. Fui muy guapa. Cuando entré a tu consultorio en el Hospital te pregunté si tenías que atender a más pacientes y me dijiste que no porque ya habías acabado con los de ese día. Fuiste muy cortés conmigo y nuestras sonrisas con pinceladas de diablura saltaban a la vista. Me dijiste con asombro "Eras más morena de lo que parecías esa noche" y yo te dije: "Y tú eras más pecoso" y soltamos la risa. Para serte sincera la ropa casual con la que te conocí te hacía ver mucho mejor que el terno que llevabas puesto esa mañana.
Habían pasado varias semanas, casi un mes desde que nos conocimos y estábamos allí disfrutando de la química que era notoria entre nosotros. Me encantaba poder conversar contigo de cosas triviales como de cosas con más importancia. Me recordaste que seguías asombrado de que yo no ejerciera mi profesión y que hubiera encontrado mi vocación en algo totalmente distinto, no podías creer, no recuerdo bien qué dijiste pero la idea era que no podías creer que una chica tan inteligente como yo estuviera trabajando en un tema como ese. Yo volví a darte mis razones y tuviste que aceptar que era increíble la forma como defendía mi trabajo y volviste a decirme que era maravilloso cómo me brillaban los ojos cuando hablaba de mi nuevo trabajo, creo que por eso y por la forma de cómo lo defendía, pudiste darte cuenta que simplemente estaba enamorada de mi trabajo y que eso te parecía estupendo.
De rato en rato alguien te buscaba, tocaban la puerta, sonaban nuestros celulares, atendíamos con total naturalidad y cuando volvíamos a tener tiempo para nosotros, volvías a acercarte y nos empezábamos a besar. Antes de aceptar el primer beso de ese día te toqué el tema de tu enamorada y tú no quisiste dar mayor importancia ni explicación respecto al tema. Como te insistí dijiste que tenían algunos problemas (clásica respuesta del infiel), que entre ustedes las cosas no estaban bien y que ella era muy celosa. Te dije que por tu comportamiento era entendible que ella tuviera reacciones de esa naturaleza porque un santo no eras. Me preguntaste si yo tenía a alguien en mi vida y en pocas palabras describí la situación en la que estaba (o sea en nada) y terminaste diciéndome: "Se nota que estás bien enamorada de ese pata" creo que así como por mi trabajo, también me brillaban los ojos cuando habla de él". Era inevitable nunca podía negar que moría por ese hombre, mi amor.
Era alrededor del mediodía, afuera el sol estaba en todo su esplendor, y el ajetreo de un hospital se hacía presente con todo lo que se escuchaba en el pasadizo y del otro lado de la ventana. Pero había una explícita atracción y el mutuo coqueteo no se hacía esperar. La desventaja era que tú si tenías enamorada y yo estaba enamorada de un pobre idiota que decía amarme pero no quería hacerme daño porque tenía que resolver sus conflictos existenciales para algún día estar en condiciones de ofrecerme una relación estable, o sea, otro pendejo.
Te acercabas demasiado. Yo, con cierto esfuerzo, logré sacar al frente mi parte decente pero no duró mucho. Tú sabías que con tu insistencia podías lograr algo similar a lo de la otra noche. Nos besamos, fue riquísimo, siguieron las caricias, la cosa estaba demasiado calentona para ser la segunda vez de vernos. Y yo me debatía una vez más entre el ser y el deber ser. Finalmente me dejé llevar por el ser pero claramente pudiste notar que no podía estar tranquila sabiendo que tenías enamorada, eso me hacía sentir como la mala de la película. Aunque definitivamente la cabeza caliente pudo más que la prudencia y la decencia, mientras avanzábamos sin importarnos nada.
Lograbas despertar mi parte más apasionada y menos conocida. En realidad siempre tuve la "fama" de ser la chica virgen, inclusive hasta cuando estuve en mi anterior trabajo. Yo sinceramente me reía mucho cuando escuchaba esos comentarios porque si bien es cierto cuando la gente hablaba de sexo jamás di mi opinión haciéndome la santurrona o puse cara de ¡Es demasiado para mis oídos!, tampoco he sido demasiado explícita para hablar respecto a mi intimidad y sólo mi entorno más cercano sabía que yo para el sexo no tenía tapujos y que no tenía problema alguno en experimentar cosas nuevas. ¿Pero un consultorio de hospital público?. Tú alucinabas que estabas haciéndome hacer lo más loco en la intimidad y muy orgulloso de lo que hacías me preguntaste si alguna vez lo había hecho en un consultorio, yo te dije que no, luego de recordar ciertos lugares extraños. Te echaste a reír porque esos segundos daban la impresión que lo había hecho con demasiadas personas en muchos lugares y necesitaba que refrescarme la memoria. Sin embargo, eso no era cierto. Te pregunté en qué lugares extraños lo habías hecho y no recuerdo qué me dijiste. Tú me hiciste la misma pregunta y te dije que en un bus interprovincial, y te sentiste me miraste asombrado como diciéndome cuán avezada podía ser como para atreverme a hacerlo en un lugar con tanta gente alrededor. Tú querías traer un condón y te dije que no porque ya me iba y no quería que pasemos a mayores, ya el jueguito, las caricias y los besos habían sido demasiado por ese día. Me dijiste que si tanto miedo tenía que lo hagamos en el consultorio, podíamos ir a tu camioneta que estaba estacionada afuera. Insististe que no demorarías nada y saliste sin importarte mi inicial negativa porque en realidad al final acepté tu propuesta.
Me quedé allí sentada, vestida, observando el pequeño consultorio con paredes de ese color verde horrendo que tienen los hospitales, no tenía nada de extraordinario ese lugar, sólo un escritorio de metal color plomo, un estante chiquito, una camilla, un biombo que separaba el ambiente del lavamanos, una puerta que daba afuera y otra que se conectaba con un espacio pequeño donde los médicos tenían sus lockers. Este ambiente, a su vez, tenía conexión con otro consultorio al otro lado. Y claro, la enorme ventana con vidrio tipo catedral que permite ver las siluetas de la gente que caminaba allá afuera y que supuestamente no permitía que vean lo que ocurría adentro.
Regresaste y al encontrarme allí sentada, era obvio que tu delivery de condones no era en vano. Tácitamente había aceptado la locura de salir de ese lugar, que para mi criterio era inseguro. El personal en cualquier momento podía ingresar y la sola idea de ser vista como la mujerzuela que está empiernándose con el doctor que tiene enamorada, era para mí, terrorífica.
Salimos juntos, muy decentes, en realidad la adrenalina que mi organismo secretaba era alucinante. Tú con tu apariencia de ser un médico joven, simpático pero correcto y yo una chica seria. Subimos, con total naturalidad, a la que sería testigo de nuestro primer encuentro sexual, al más atrevido que he tenido a decir verdad. Tus lunas polarizadas y el cobertor del parabrisas le daban el toque preciso a ese momento de entrega mezclado con pendejada. ¡Hello! estábamos en el estacionamiento del hospital central de la ciudad, a medio día, con un sol infernal dispuestos a hacerlo y sin más preámbulo nos desvestimos, tú reclinaste ambos asientos, el calor era insoportable, pero insisto, la calentura era más fuerte que cualquier cosa y la magia de tratarnos como si nos conociésemos hace tiempo era riquísima. Esa sensación de poder ser vistos es increíble, la disfrutamos demasiado. Definitivamente eso era lo que hacía más excitante nuestro primer encuentro íntimo, hasta que te empezaste a estresar, era la hora de almuerzo y todo el personal de las oficinas administrativas salían como manada en busca de su presa, todos salían casi corriendo para marcar tarjeta e ir a sus casas, y tú encima mío, ambos desnudos y no había cuándo dejasen de pasar. Nosotros podíamos ver todo con mucha claridad, pero desde afuera ellos no nos veían, pero igual la sensación era rarísima. Te estresaste tanto que se te fue la erección, What??? ... ¿Acaso eso le estaba pasando al hombre seductor en su primer encuentro, en el que se supone la regla de oro es jamás empezar con algo así? Yo creo que tú morías de vergüenza conmigo, yo quería reírme pero actué con mucha naturalidad para no hacerte sentir peor de lo que ya estabas. Justificaste tu "problema" con la incomodidad de esa falsa impresión, que daban las lunas polarizadas, de poder ser descubiertos u observados por toda la gente que pasaba. Bueno para ser sincera yo también tenía mis miedos pero al menos no conocía a nadie, tú conocías casi a todos. Tuve que ayudarte un poco manualmente y el muerto revivió. Lo que vino después fue casi como llegar a la gloria. Sólo bajábamos la velocidad cuando sentíamos que el carro se movía al ritmo de nuestros movimientos. La dama decente ya no era tan decente en esas circunstancias y no me importaba. Disfruté todo absolutamente todo, pese a que era incómoda la posición, el lugar poco convencional y el extremo sudor de nuestros cuerpos. Afuera el silencio y el vacío nos acompañaban. Era la hora de almuerzo.
Al terminar nos reímos de tremenda payasada que para ambos era nueva. Tú si lo habías hecho en esa camioneta pero jamás algo similar. Nos fuimos vistiendo, tú tenías que recoger a tu hijita del jardín y yo tenía que ir a ver a una de mis clientes. Pero no había forma de estar siquiera algo parecido a lo que estuvimos cuando nos saludamos esa mañana. Me arreglé lo más que pude, nos despedimos, bajé del carro con la sensación de que todo el que me veía podía sospechar. El maquillaje había sido corrido por el sudor, mi cabello estaba una desgracia y los lentes de sol eran mis únicos aliados para ocultar mi expresión. Los primeros pasos que di fueron con cierto temor, los demás fueron con toda la sinvergüencería del mundo, total ya lo había hecho ¿y qué?, la pasé super, fue delicioso. Esta vez sí que había roto todos mis esquemas, la chica linda, de familia decente, que estudió en el colegio católico, acababa de hacer lo que una dama nunca debe hacer.

Desde que nos conocimos el único medio de comunicación era el celular. Llamaste al día siguiente y tuvimos una corta pero simpática conversación. Seguía pensando que eras el Hombre Casi Perfecto y tenía mucha espectativa por conocerte más y saber más de ti y esperaba que me invites a tomar un café una tarde. El detalle que no estaba dentro de mi Lista Check In de mi futuro enamorado, era que tenías una hijita.

La noche que nos concimos, cuando te pregunté tu nombre completo y me sacaste tu DNI para que te crea, vi rápidamente tu estado civil, nombre completo y fecha de nacimiento como si fuese una máquina fotocopiadora, si hubiese tenido menos trago encima seguro hasta me aprendía tu número de DNI. Al día siguiente estaba viendo tu Ficha RENIEC gracias a mi gran amiga, mi paño de lágrimas y mi compañera de risas. Entonces con más luz pude ver que no eras tan simpático como te vi en la oscuridad de aquél local, tenías más cara de bebe, pero seguías siendo soltero, así que estaba feliz.

Un día estuve conversando con una amiga que había trabajado en el mismo lugar que tú y la llamé para preguntarle si te conocía y qué referencias tenía de ti. Ella quería saber para qué así que le dije que te había conocido la otra noche y nada, sólo quería saber algo más. Jamás le mencioné que me encandilaste esa noche que nos conocimos y tuviste un no sé qué que me permitió hacer lo que normalmente no haría con un pata que no conozco, besarlo con pasión y disfrutar el regreso a casa en su camioneta mientras escuchábamos música en portugués que sonaba preciosa, todo era mágico. Ella al escuchar tu nombre soltó un Mmmmm y eso me pareció un super mal indicio. En resumidas cuentas mencionó que eras una joyita, que habías tenido una pareja con quien tuviste una hija y ahora tenías una enamorada que era, para variar, mi colega. Mi futuro contigo estaba yéndose por el desague. Respiré profundo sin que mi amiga lo note y tenía que aceptarlo: Perfecto el hombre que había roto mis esquemas de chica decente no sólo tenía una hijita sino también una enamorada con quien estaba desde hace ya un tiempo atrás.

Bueno la cosa no era tan grave, en realidad no habías hecho mucho sólo que mi imaginación había volado casi al otro lado del planeta pero con eso que escuché, ya estaba de retorno en un jet, o sea, ya estaba de regreso en mi realidad, eras un simple pendejo que le vio la cara a la "chica decente" y quien seguramente estaba acostumbrado a hacerle eso a su enamorada. Tuve que aceptar que parecías demasiado perfecto para ser verdad.

Es así que te convertías en uno más del montón y no sólo eso sino en el vivo que agarra con la chica que le gustó esa noche. Averigué rápidamente el nombre de tu enamorada (mi colega) y fue mucho más fácil. Bastó una llamada adicional a otra amiga y ella sin saber mi intención empezó a describir a tu enamorada, y supe que yo también la conocía, aunque sólo de vista pero era prima de mi compañera de la universidad. ¡Genial!.

La Vocecita me decía hoy no salgas

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Hoy tuve el presentimiento de que algo no iría bien y que era mejor quedarse en casa un sábado por la noche pero mi hermanita menor me insistía que salgamos para despedir a nuestros primos que máñana ya viajaban, en realidad ella quería ver al pata con el que ayer agarró. Tanto me insistió que acepté salir, desganada, sin saber qué ponerme, con frío, queriendo solamente quedarme abrigadita en mi cama y evitar el ajetreo de alistarme para salir a tonear. Pero no lo hice tan mal, pese al desgano me puse linda, si, linda, pues en realidad más que sexy, atractiva o provocativa, tenía un aire casi angelical, digo casi porque el escote no ayudaba para mi ascenso a Angel.

Estábamos en el taxi y a unas cuadras del bar vi a mi ex, no, no me refiero ni a ti mi Amor ni al Hombre Casi Perfecto, sino al último tipo, que resultó ser un patán luego de haberme dado la impresión de ser un caballero de esos que están en extinción. Tenía la casaca que yo detestaba que se ponga (aunque nunca se lo dije) porque realmente se veía super antifashion, pero felizmente él no me vio. Ese no era un buen presagio para empezar una noche de "diversión".

Llegamos justo al bar donde eres un asiduo concurrente pero pensé que no saldrías esta noche aunque no puedo perder la horrible costumbre de mirar y mirar y mirar a cuanta persona ingrese al local creyendo que en algún momento ingresarás tú. Un par de veces te confundí con otros chicos, luego creí ver a tu hermana, a otra chica la confundí con tu "dama de compañía" y mi hermanita me decía ya olvídate de él, estás loca pensando que está aquí. Bueno la hora avanzaba super lenta y yo estaba aburrida, aunque en una mancha de 15 personas. Tenía hasta ganas de ir a echar una ojeada hasta adentro sólo por saber si estabas allí, pero me pareció muy neurótico y no lo hice.

Y debe ser que estamos conectados por un no sé qué que me hizo girar ligeramente a la derecha y estabas tú, allí de espaldas camino al baño. Me paralicé, si lo sé soy una boba, para ese momento no caí en cuenta que desde el jueves pasado no nos veíamos.Tú no me habías visto hasta ese momento, le pedí a mi prima que me cambie de sitio porque cuando salieras del baño y pasaras por el umbral de la puerta si o si tendrías que verme, y tan linda ella me cambió de lugar y me empezó a preguntar con curiosidad por qué lo hacía, le expliqué a grandes rasgos y nos empezamos a reir en complicidad. Hasta que saliste, tonto no eres y despistado muy rara vez, si en realidad te la pasas saludando a medio mundo cuando salimos o estamos en un lugar que era casi improbable que no te hubieras dado cuenta que estaba yo allí. Entonces me diste cólera y le pedí a mi hermanita que ella te enviara un mensaje diciendote sobrado, tú no respondiste y yo simplemente empecé a temblar despacito como cuando te mueres de nervios porque tienes que exponer ante el profe más yuca un tema horrible. Mi hermanita me miró y me dijo con asombro tus ojos empezaron a brillar y yo además sentía "esas cositas" en el estómago. Caí en cuenta que pese a todo estaba sintiéndome como una mocosa inmadura.

Y como la curiosidad mató al gato y quería saber con quién rayos estabas, urgamos en un santiamén el plan. Mi prima con su enamorado fueron a los otros ambientes del local, dieron una vuelta y muy dismuladamente regresaron, todo salió perfecto porque se encontraron a lado tuyo con unos amigos y tú ni cuenta te diste que fueron sólo por verte a ti. Regresaron y me pusieron al tanto que estabas con una chica, mi primita intentando que yo no me sienta mal me decía pero parece su amiga nada más ah, y su enamorado me dijo ni te preocupes que esa chica tiene enamorado. Y yo en mi mente decía y eso qué, mi Hombre Casi Perfecto tiene enamorada y anoche hemos hecho el amor de lo más divino. En fin, intenté olvidarme del tema, dejar de ser pesimista pero los celos me carcomían. Mi hermana fue a la barra para asegurarse si eras tú, y para tu mala suerte a tu amiguita de turno le dieron ganas de hacer pis así que tú como todo un caballero para que ella no se pierda en el camino la acompañaste al baño que estaba justo al frente de donde estábamos instalados. Todo el rato te centrabas en que tus ojos están adelante y no volteabas por nada del mundo, no sé qué mirabas en la pared pero parecías el alumno castigado de la obra Al Rincón Quita Calzón de Ricardo Palma.

Me dabas risa, me dabas cólera, te tenía tan cerca y pensé que era inevitable que en algún momento crucemos miradas y te resignes a saludarme al menos por alguito de hombría, pero pese a que te conozco más de 10 años, me equivoqué, eras el mismo miedoso de siempre, a tus casi 29 años no eras capaz de actuar como hombre, total tú y yo no habíamos discutido, sólo era culpa de tu bendita fugaz e inexplicable (para mi) desparición del mapa.

Vi detenidamente a tu amiguita de turno cuando salió de los servicios, tenía toda la traza de ... si ya sabes lo que pienso: Toda una bataclana, es más estoy casi segura que mientras te hacías el que no me veía, estabas pensando que por mi mente pasaba la palabra BATACLANA. Insisto estabas tan piña que tu amiguita de turno se paró a conversar con un amigo y te lo presentó, mientras ella hablaba ustedes quedaban al frente mío y de todo mi grupo, que como ya lo mencioné eramos muchos y no pasábamos por desapercibidos. Tú mirabas a cualquier otra dirección que no te obligase a mirarme, no participabas de la conversación y estabas pasando un momento bastante incómodo, yo hablaba fuerte y les decía a mi prima y mi hermana, ¡Qué patético!. Creo que en realidad siempre he sabido que eres un cínico y sinverguenza pero tontamente siempre tengo la esperanza de que conmigo seas diferente porque sientes algo especial por mí...¡Mentira!... igual actuaste de esa forma. Tuvieron que pasar luego por mi lado y estabas "tan disfraido" que tampoco te diste cuenta que yo estaba allí.

A los pocos minutos lograste convencer a tu amiguita de turno que por favor se fueran del lugar, salieron, tomaron su taxi; y, mientras estabas por subir recién le respondías a mi hermana el mensaje de texto haciendote el huevas diciendo que dónde estaba porque no la habías visto. Para ese entonces yo estaba deseando estar metida en mi camita y ya no tenía caso estar allí porque me sentía sola pese a que estaba con tanta gente alrededor. Mi prima y su enamorado decidieron irse al local que me agrada, a donde concurres también casi sin falta cada fin de semana, pero donde curiosamente rara vez nos hemos encontrado. Cuando ella estuvo allá me confirmó que llegaste con tu amiguita de turno así que animé a los demás para que vayamos a ese local.

Cuando llegué no te vi y alguien me dijo que posiblemente habías bajado a bailar. Estaba más que entendido estabas solo con ella. Y como por arte de magia encontré a quien hace unos años fue nuestro pata, con quien compartimos los mejores años de universidad, con quien solía divertirme en las fiestas sobretodo cuando era salsa, con quien habíamos viajado, y que por esas cosas de la vida, con quien hacía literalmente años que no bailaba. Me saludó muy cariñoso, siempre ha sido así, entonces aproveché la oportunidad para pedirle que vayamos a bailar, la peña sonaba bien, la gente parecía divertirse allá abajo y él, sin saber que estaba siendo utilizado, aceptó mi "inocente" invitación.

Mientras bajábamos tú pudiste percatarte que yo bajaba y no te quedaba otra que seguir bailando y bueno soy algo masoquista pero tampoco iba a bailar justo a tu lado, fui al otro lado, nos separaban una pareja o dos pero cuando bailabas en dirección a mí podías verme sin pretexto alguno. Entonces ya estaba claro que yo estaba allí y que me habías visto, nuestro amigo me hablaba no sé de qué yo sólo tenía sentidos para verte o mejor dicho verlos y reirme al escuchar la precisa canción que el grupo tocaba la canción de Juanes Así es la Vida "Que no quieres nada más de mi, que te fuiste con ese infeliz que importa,que importa, que me va matar la depresión, que voy a vivir en el alcohol, que importa, que te fuiste sin decir adiós, que no dormirás en mi colchón, que importa, que ensuciaste mi reputación, que no vale madre este amor, que importa. que te quise demasiado y que nadie te ha querido como yo.... Asi es la vida de de caprichosa, a veces negra, a veces color rosa, asi es la vida a carandosa, te quita te pone te sube te baja y a veces te lo da, que me desangraste el corazón, que me hará justicia la Nación que importa que importa", tú cantabas a viva voz, ella te coqueteaba a más no poder y yo decía entre mí: "Y esto que tiene enamorado y está en un lugar público", un par de segundos mi corazón se casi paralizó cuando pensé que se besaron pero no, era sólo que ella se te acercaba tanto pero mientras te hablaba estaba confundida creyendo que tu boca tenía función de oído. Y tú claro, no hacías el más mínimo intento para sacartela de encima, es más me parecía tan tan pero tan doloroso que le sigas el juego porque estabas casi seguro que yo los observaba, caiste muy bajo, en serio. Un ratito la música paró la gente se empezó a sentar y casi quedamos frente a frente, mi amigo atinó a decirme que estabas allí haciendome el ademán de acercanos y y no tuve otra opción de hacer una mueca diciéndole que no quería saludarte. Y como si estuviera en medio de una tragicomedia los músicos empezaron a cantar Caballo Viejo, y entonces casi al borde del llanto yo cantaba "... Cuando el amor llega así de esta manera, uno no tiene la culpa, quererse no tiene horario, ni fecha en el calendario, cuando las ganas se juntan...". ¿Podía tener algún ingrediente adicional para rematar todo?...Si, me di cuenta que a sólo un metro de mí, estaba bailando como cualquier mortal común y silvestre el Brujito que hacía sólo 4 días me había leido las cartas diciendome que tú me querías que sólo pensabas en mí y que en un mes o mes y medio regresarías a mi porque por ahora te has alejado porque te sientes mal contigo mismo pero que pese a todo me querías. ¡Qué rayos hace allí ese Brujo casi en medio de los dos!, yo no podía creer tal casualidad, eso me hizo recordar en todo lo que ese casi abogado tuyo había dicho, pues salio a tu defensa sin conocerte cuando me leyó las cartas. ¿Qué más podía ocurrir?, ya era demasiado para mi y tú al fin atinaste a retirarte de la pista, pero justo en ese preciso instante aparece no sé de dónde una compañera del cole con quien no tenemos mayor amistad pero muy amable ella me saludó tan efusiva que tuve que acercarme a darle el beso y el abrazo, todo eso ocurría mientras justo tú intentabas pasar por ese lado para escabuirte, es decir, estabamos mi amiga y yo abrazándonos y tú con tu amiguita de turno esperando que dejemos de abrazarnos para darles pase y salgan de la pista de baile. En serio no fue a propósito, lo juro. Luego supe que subiste pero ya no te volví a ver, mientras tanto ese nuestro amigo con el que yo estaba me preguntaba extrañado por qué no nos saludábamos tú y yo así que decidí contarle en resumen la historia de nuestro amor recíproco que por 9 años estuvo en secreto hasta para nosotros. Para variar me encontré con tu hermana, bueno ella muy linda se acercó a saludarme con su enamorado y le dije que te había visto con una amiguita por allí, cuando le dije a ella quién era hizo un ademán de "Pucha esa Pendeibis", no lo dijo pero yo pude leer su mente, le conté que desde el domingo no nos hablábamos y con asombro me dijo que no sabía nada pero que ahora entendía por qué hasta hoy no me dabas el encargo que le pedí a tu mami cuando viajó.

Y ya era demasiado, preferí insistirle a mi hermanita que nos vayamos a casa porque era tarde y teníamos que llegar a la hora indicada, ¿De cuándo aquí yo con esas?. En fin subimos al taxi y justo tú contestaste el mensaje que te había enviando como si fuese mi hermana. La pregunta era: ¿Por qué la haces sufrir si ella te quiere? y tú respondiste: "Porque soy un imbécil que todavía no madura". Y terminé la comunicación enviándote otro mensaje como si fuese remitido por mi hermana que decía: "Ya la perdiste, eres un simple huevón". Y tú volviste a responder con tu silencio.

EL OTRO...EL CASI PERFECTO

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Sí, recuerdo esa canción que suena algo patética cuando la cantante termina diciendo que el tipo sería casi el hombre perfecto pero solo tiene un defecto....que no es soltero. Y bueno nunca pensé verme enredada en un asunto como este pues hace un tiempo en mi esquema mental Mujer que se metía con enamorado, novio o peor aún esposo de otra era simplemente una Pendeja. Bueno gracias a Dios aún no estás casado y no eres novio pero resulto ser la "otra" que tiene algo con un pata que tiene enamorada. Ayyy que horror, que feo, que antifashion, ¡pecado!. Pucha, si pues lo que parecía que era solo una noche simpática, de pasarla bien con un pata que me gustó desde que vi, resultó algo que no tiene nombre (salvo pendejada) dejó de ser una noche de copas, la travesura de la noche por besar al chico que conocí recién esa noche sin que nadie me lo presentara, sin saber sus antecedentes y sin haberle preguntado si estaba con alguien, bueno esa noche el pendejo fuiste tú. Si tú porque sabías que tenías enamorada, aunque para ser sinceros en el fondo lo sabía cuando me respondías evasivamente al preguntarte si estabas con la mamá de tu hijita, que era una niña preciosa que me la enseñaste orgullosísimo por foto. Bueno luego descubrí que no tenías ya nada con la mamá de tu hijita pero que sí estabas con pareja y era otra persona.

Entonces la cosa queda casi clara, yo intuía que tú estabas con alguien, te pregunté, respondiste evasivo, y yo me hice la tonta asumiendo un NO, estoy solo y sin compromiso. Sin embargo, tú más temprano, luego de tener unas copas encima te atreviste a preguntarme ¿eres soltera?, yo dije SI, ¿sin compromiso?, claro, y tu siguiente pregunta fue y por qué llevas anillo de compromiso, solté la risa y me pareció muy cómico que no sólo tú hayas pensado que estaba comprometida por tener un anillo lindo que usan las chicas cuando sus lindos novios, futuros esposos, les obsequian.

Esa noche, inolvidable noche .... (cantamos también esa canción sólo que terminaba en la de Vera Cruz) hice lo que una chica "decente" como yo, nunca hace o nunca "debe hacer". Me coqueteaste, no dejabas de mirarme, yo lo disfrutaba y hasta sentí que hacía una travesura porque el chico por el que mi corazón hacía PUM PUM estaba durmiendo en su cama y habíamos hablado veinte minutos antes de que yo te conozca y claro su última frase fue diviértete mucho. Yo estaba con mi hermana menor, mi mejor amiga en realidad, que se reía con todo el pase y yo me sentía la actriz principal de la peliculina, sobretodo cada vez que yo me hacía la loca cuando tú me mirabas y mi hermana me decía: A este hombre le va a dar torticolis de tanto mirarte. Y en complicidad moríamos de la risa.

Entonces estabamos en que aún no sabía si eras afín a mi signo del zodiaco. Por lo que hablábamos, tu futuro ya estaba casi resuelto a tus 30 años: Naturalmente sí bebías y no odiabas el tabaco porque fumaste todo el rato. Pero sí parecías un gran prospecto pues llegaste en una simpática camioneta, lucías muy bien al volante y cuando te acercabas vi que eras simpático físicamente aunque... no mi tipo. Tenías ojos claros, eras blanco, cabello rizado y tenías cara de niño. Pero ohhh sorpresa tenías la profesión que mi madre sueña en un futuro yerno de sus hijas, hasta ese rato sabía que eras soltero, habías hecho una maestría en una de las más prestigiosas universidades del país y por si fuera poco habías realizado un doctorado en el extranjero. Además me contaste los cargos públicos que habías ocupado y obviamente la política era tu pasión. Me gustaba tu forma de vestir, se te veía muy afable y nada arrogante, muy ameno, un hombre agradable. En poco tiempo sentía como si estuviera hablando con un amigo a quien conocía desde hace años.

El otoño aún no se llevaba tu pelo, es más tenías bastante cabellera, eras flaco por tanto no había pretexto para esconder la panza bajo el saco, era cierto que no eras un modelo y definitivamente si me derretías con tu trato. Y claro la cantante dice "Dudo como un pez frente al anzuelo de una vez te tomo o te dejo", pero yo no podía creer que había encontrado el prospecto de hombre que siempre busqué porque hasta ese momento ... esa era la impresión que tenía.

Entonces luego de unas cuantas copas de vino, de compartir música A-1, de sorprendernos por la similaridad de pensamientos en diversos temas, de reir tanto, eras casi el hombre perfecto, el que busqué por tanto tiempo, el que a lo mejor me podía hacer vibrar la piel y el esqueleto. El que me envió a lo mejor por fin mi San Antonio.

A medida que la noche avanzaba seguías inspirándome simpatía y estaba creyendo que eras el que imaginé en mi sueños, de los que rara vez se pueden ver, sobretodo a esa edad y con todo lo que ya habías conseguido pero no me preocupó saber si habías o no nacido en año bisiesto.

Debo confesar que no puedo ser tan humilde como la cantante diciendote que no me deslumbró tu convertible, porque si bien no tenías convertible tenías una simpática camioneta que era distancia luz de la "dosh" (por dos patitas) de mi hasta unas horas antes ...¿amor?, no eras un modelo de portada ni un hombre fornido, moreno de ojos grandes, pestañas como los que me gustan pero sí tenías porte de caballero, y sería mentirosa si te diría que no te hacías más interesante cuando supe que tenías el puesto que tenías, al menos estaba segura no me ibas a pedir que te preste para pagar la cuenta. Soy sincera, a las mujeres sí nos interesa que la pareja tenga sus recursos, claro aunque a veces eso queda en segundo plano cuando como bobas queremos ser protagonistas de la historia de novela mexicana queriendo progresar con el hombre que uno ama aunque tengamos que ayudarlo a salir de su pobreza. Entonces para esa hora de la noche recordaba con casi nostalgia a mi "amorcito", que por cierto aún no era capaz de darme una relación de pareja ni siquiera como enamorados; y, con todo lo que ya he descrito, tu amor era lo único que quería conseguir.

No eras un cuarentón con privilegios pero tus treinta eran una edad perfecta luego de haber estado con parejas que me llevaban más de 10 años, me presumías frente a tu pobre amigo, si digo pobre porque me pusiste tanta atención que el pobre prefirió irse y tú tan lindo te quedaste, no sabía aún si te gustan los niños y los juegos pero ya casi, insisto, según yo en mi novela imaginaria, eras el ejemplo de marido, Aunque hasta ese entonces eras casi el perfecto, el que busqué por tanto tiempo para ser mi enamorado solo que yo aún no sabía que tenías el secreto...tenías enamorada. PLOP, recontra plop. ¿Cuándo y cómo lo supe?...luego te cuento.

HOY "DECIDI" QUE NO ME AMAS

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Ha terminado el tercer día de silencio, qué digo silencio, para mi de suplicio, de tristeza, de llantos, de extrañarte, de pensar en ti intentado buscar una respuesta a tu decisión de alejarte. Me haces sentir como la niña que hizo algo malo por lo que decidiste hacerle la Ley del Hielo, sólo que esta vez no sé qué fue exactamente lo malo que hice.
Hoy he decidido que debo ser fuerte, debo ser la mujer que alienta a otras cuando tienen problemas realmente serios, dramas completos en sus hogares y no sabes....cuando recuerdo esas historias que de ficción no tienen nada, me siento hasta avergonzada por hacerme tanto lío porque decidiste alejarte. En realidad mi "drama", no es más que un pleito de niños de esos que empiezan a pelear por una mueca o porque simplemente a uno de ellos no le gustó la forma de cómo lo miró el otro. En serio me siento como una niña pero también recuerdo que me decías "Los problemas grandes o chiquitos igual son problemas" y sólo eso le da explicación a mi llanto incontenible.
Al mirar mi lámpara y mi radio me doy cuenta que casi una semana que no escucho música como normalmente hacía y es casi como un luto guardado sin haberlo premeditado, mi amiga Música, la aliada, ha preferido no estorbarme en mi dolor, lo único que escucho son mis suspiros, mis sollozos y los ladridos de los perros en la calle.
Hoy hace mucho frío, tengo las manos congeladas y como sabrás ya de tanto llorar, tengo la nariz tibia y roja. Es tan irónico que la persona que tanto amo sea el motor que activa todo en mi ser para llorar con tanto sentimiento. ¿Sabes? hoy luego de tanto pensar decidí llegar a la conclusión de que no me amas. Suficiente ha sido el tiempo que me he querido engañar, que me he dejado llevar por tus contados gestos amables y que yo tontamente he confundido con el mismo sentimiento que yo te tengo. Es doloroso aceptarlo pero es necesario hacerlo porque no puedo vivir engañada y si tú has decidido tomar el camino fácil para ti huyendo, yo no debo juzgarte. Pero aun no entiendo cómo luego de conversar tan bien ese domingo por la mañana y despedirnos muy lindos por teléfono cuando estuve de viaje, dejaste de hablarme, claro que la idea de que a lo mejor estás mal, te pasó algo, perdiste el cel y cualquier cosa estúpida que una quiere creer cuando el ser amado desparece sólo porque sí, están descartados. No sabes lo doloroso que fue saber algunas cosas estos días y me pregunto cómo así dices amarme si me haces tanto daño, me mientes cada vez que quieres y sigo sin ser tu compañera, aquella persona con la que quisieras compartir lo que haces.
Hoy luego de tanto pensar me di cuenta que nunca fui tu amor, que si alguna vez me llamaste de esa manera, estabas confundido, pero no recuerdo que me hayas dicho con sentimiento algo similar a la forma como te expresaste esa noche del sábado cuando te referías a tu ex, me dolió escucharte tan convencido de lo que habías sentido hace unos años atrás por ella (o de repente de lo que en silencio aún sientes) pero fue bueno que lo hicieras para que yo no siga tontamente creyendo o queriendo creer algo distinto. ¿Que si me quieres?...sí, no cabe duda, pero hoy también me di cuenta que no me amas. Ha pasado más de un año desde que expresamos nuestros sentimientos de más que amigos, luego de nueve años de amistad, pero sólo contadas veces escuché un "Te amo" de tu parte y no porque seas seco o poco cariñoso, al contrario siempre he pensado que eres más expresivo que yo. Sin embargo, las únicas veces que escuché de tus labios esa frase fue cuando estabas mareado, o cuando hablábamos por teléfono o mientras hacíamos el amor y tú estabas también tomado y cuando por primera vez en tu casa hace poco me lo dijiste sobrio y mirándome a los ojos cuando te pedí que definamos nuestra situación. Pero hoy caí en cuenta que no me amas, pues alguien que ama no hace daño, no miente, no deja de lado, no dice prefiero que no salgamos porque "a veces quieres besarme en público", alguien que ama no pone pretextos para verte prefiriendo dormir o hacer cualquier cosa banal antes que ver a esa persona que amas, quien ama se entrega con todo. El amor no piensa, no razona, no dice luego, más tarde, en un ratito, el amor es entrega y compromiso que no fastidia a quien se entrega. Pero ¿sabes? no te reprocho, sólo me doy cuenta que no me amas. Es triste darse cuenta que en serio prefieres ver a tus amigas con quienes dices que no pasa nada, antes que pasar más tiempo conmigo, pero eres tú y así serás, tontamente creí que sentías lo mismo que yo.
No sé cuánto tiempo dure tu silencio no anunciado. Sólo sé que yo también hice lo propio para a lo mejor alejarte, quizá mis celos (muchas veces fundados), mi carácter, ser tan jodida o quizá todo junto pero al fin y al cabo una mujer que intentaba pedirle a su amor que se entregue totalmente sin esperar que ocurra algo extraordinario por parte de él, pero el amor no se pide, sólo se siente. Intenté ayudarte, me di al máximo para que te sientas mejor contigo mismo y tú mejor que nadie lo sabe; o quizá ni cuenta te has dado de todo lo que he dejado muchas veces de hacer por estar a tu lado, no te estoy echando en cara, ni siquiera te reclamo ni nada similar. Sólo analizo que no supiste valorar mi amor por ti, que para ti primero son tus amigos y amigas, la juerga, la diversión, el vacilón, la parte fácil y yo soy como la parte seria del asunto y eso no te gusta. Y ¿sabes? yo no merezco eso, no quiero a mi lado a una persona que me vea como la joda en su vida, la que llama cuando estás en medio de la super fiesta o en la juerga para recordarte que es preferible ir a casa para evitar problemas, la que suplica que no tomes porque te hace daño y tiene consecuencias dolorosas para ti y tu familia. No recuerdo que me hayas contratado para ser tu vigilante ni la odiosa que jode con el celular porque no le quieres contestar más de 3 veces. No quiero ser esa persona, no quiero ser la loca, la celosa, la que inventa o se imagina sonseras. Y como tú no estás dispuesto a dar ni a valorar nada de lo que te ofrezco entonces lo más razonable es no ser un fastidio, tengo tanto amor para dar pero duele tanto cuando no es valorado, que llego a pensar que mis esfuerzos son en vano, pues tú no cambiarás porque yo te lo pida por tu bien ni por el mío. Es tu estilo de vida y cada quien es dueño de sus actos pero ya fue suficiente para mí, me está enfermando esta situación y tú bien sabes que lo digo en serio, estoy somatizando todo lo que ocurre entre nosotros, vivo sólo angustiada, no siento sinceridad ni ganas de hacer mejor las cosas por el bien de ambos. Entonces estoy luchando contra la corriente, pero yo lo que quiero es una pareja que quiera nadar junto conmigo así como hacen los delfines, no alguien que quiera ir contra la corriente o en orientación contrapuesta a la mía.
Ya casi entramos al cuarto día sin hablarnos y me contaron que te vieron hoy y me dijeron: "Al él se lo ve tan bien y a ti tan mal"...y eso me hizo reflexionar. Así que sigue lo tuyo que yo seguiré lo mío.

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