Viajábamos a un país vecino con nuestros compañeros a una Convención Internacional de nuestra carrera. Tú ibas sentado a mi lado y fuimos conversando de todo, sobretodo de lo mal que me sentía de seguir con el pata que había sido mi enamorado casi por cinco años, era una relación llena de problemas y me hiciste ver que más que pasarla bien y ser feliz estaba atada sin motivo a un tipo que no valía la pena. Analicé los pro y los contra y llegué a la conclusión que amor no había y que era sólo cuestión de rutina, además no era una relación tradicional, sino a nueve horas de distancia. En el camino las rodillas me dolían por estar flexionadas tantas horas, entonces me permitiste que me acomode y coloque mis piernas sobre ti. Después de cinco años me has confesado que en ese momento también morías por besarme.
En la siguiente ciudad recogimos a mi mejor amiga y te reemplazó como mi compañera de viaje. Teníamos que cenar en el lugar donde vivía mi enamorado de ese entonces, tú tenías la seguridad de que luego de lo conversado cortaría esa relación. Sin embargo, estando en otra mesa cenando solo con él no pude decirle nada al respecto.
Continuamos el viaje, llegamos a nuestro destino y no podías creer que no le había dicho al pata nada de lo que te había prometido que haría. Al llegar al hotel el profesor pidió que armemos grupos para ubicarnos en las habitaciones. Mi amiga y yo intentamos integrarnos en algún grupo con las demás chicas, pero en realidad casi nadie nos caía bien o ya tenían sus grupos formados, así que sin importanos lo que digan los demás decidimos hacer grupo contigo y nuestro pata. Los cuatro éramos inseparables en la universidad pero de todos modos los ojos inquisidores nos miraron como decir ¡Pecadores!. Cuando le dijimos al profesor que seríamos el único cuarto donde dormirían dos chicos y dos chicas, el aceptó y nosotros miramos a los demás como si nada. ¿Y qué?, la habitación tenía cuatro camas, tú y mi pata eran super respetuosos, lo que la gente, incluido el profesor, pensaban, nos tenía sin cuidado.
Instalados en nuestra habitación los cuatro nos reíamos de cúan mal pensados podían ser los demás, nosotros sabíamos que nos queríamos como hermanos y no tenía nada de malo dormir todos bajo un mismo techo durante 6 días. Me pude percatar que eras superordenado, no podía creer que fueses tan meticuloso para organizar tu ropa, doblar todo y tener cada cosita en su lugar.
Mi amiga era enamorada del organizador del evento, es decir, el chico del extranjero. En la noche cuando estaba por terminar la primera jornada estabamos ella y yo con el chico, nos presentó a su amigo que ya era profesional y seríamos sus futuros colegas, se lo veia muy formalito y caballero. Nos invitaron a cenar y aceptamos. Cuando te dije que iríamos con ellos a cenar y luego les daríamos a ustedes el encuentro, la idea no te gustó porque estábamos fuera de nuestro país, mis papás te habían "encargado" que me cuides y además nuestros celulares no funcionaban allá. No me importó tu pose de hermano mayor y de todos modos me fui.
El galán que me habían conseguido parecía un tipo muy interesante. Nos llevó en su auto y mientras mi amiga y su enamorado se comían a besos en el asiento trasero, él me eseñaba la inmensa ciudad de diferentes ángulos, era muy ameno y me hacía reir muchísimo. En el primer lugar comimos y tomamos un par de cervezas. Fuimos a otro sitio y como la noche era virgen y nosotros queríamos aprovechar al máximo el tiempo, fuimos a cinco lugares diferentes y en cada uno tomamos un trago distinto. Claro que ya en el tercer lugar el supuesto galán empezó a sugerirme sutilmente que no deberíamos quedarnos con "hambre" mientras mi amiga y su enamoradito se comían delante nuestro.
El alcohol seguía subiendo a la cabeza. El galán estaba super afanoso, me pedía de mil formas que acepte darle un beso hasta que accedí. Besaba super bien, me sorprendió porque más tenía pinta de chico buena gente nada más. Me cogió de la mano y al salir seguimos así, mi amiga y su enamorado se rieron de nosotros y estaban contentos de que estemos ya emparejados los cuatro. En el auto aprovechábamos a besarnos muy efusivamente en cada semáforo. Después fuimos a otro lugar a comer riquísimo, eran casi las cuatro de la mañana, nos estábamos divirtiendo mucho y no me importó llamarte al hotel para hacerte saber que aún estábamos bien. En el siguiente lugar el galán se empezó a portar como un patán, me insistía que quería que vayamos a un hotel y yo me negué hasta enojarme con él. Salí del lugar, me senté en el asiento del copiloto y esperé a que los demás suban mientras creía que al galán se le iría de la cabeza esa idea absurda. Se molestó conmigo y me dijo que ninguna mujer lo había rechazado jamás y yo más enojada le respondí: "¿Ah si?, pues entonces seré la primera que lo haga, pero no pienso ir a ningún lugar contigo, ¿entendiste?".
La ciudad era enorme, nosotras no conocíamos, el silencio entre el galán y yo era tal que ya se hacía ruidoso. Mi amiga y su enamorado seguían comiéndose a besos atrás. Yo estaba hecha una furia y sólo deseaba llegar a mi hotel cuatro estrellas, estar segura y descansar. Estando en una calle ancha vi unas luces de neón, el idiota ese bajó la velocidad, me percaté que era un motel y estaba haciendo la maniobra para ingresar por la cochera de ese lugar mientras las puertas se abrian automáticamente. Te juro que por mi cabeza lo único que pasaba era que en breves minutos sería violada en un país que no era el mío. Me asusté y todo pasó tan rápido que sólo atiné a moverle el timón con fuerza hacia el lado opuesto. Él gritó: "¡Loca! ¿Qué haces?". Sinceramente en ese momento prefería estar accidentada que ser violada. Pero él con más fuerza logró girar el timón otra vez e ingresó sin que el carro se golpeara contra la pared. Estábamos estacionados y como todo esto pasó tan rápido, mi amiga no entendía qué pasaba y confundida me preguntó: ¿Amiga, quieres que bajemos?. yo la quería matar por su absurda pregunta. Ella pensó que yo había quedado con el tipo para ir a ese lugar y por ende ellos también bajarían a usar las instalaciones. Indignadísima le respondí: "Yo no sé tú pero en este momento yo me regreso a nuestro hotel". Ella le dijo a su enamorado que nos lleven a nuestro hotel, ellos bajaron a conversar y el "galán" subió enojadísimo.
La borrachera se me pasó con el susto. Todos estuvimos mudos camino al hotel, al llegar, recién me di cuenta que no estaba mi cartera, donde tenía mi pasaporte y mi dinero. Cuando le reclamé al patán, la sacó de la maletera. Me quedé fría, este tipo en todo momento había tenido la intención de hacerme daño, pero a la vez agradecí a Dios porque ya estaba en la puerta del hotel y todo no había pasado de un horrible susto.
Subimos por el ascensor con mi amiga, nos quitamos los zapatos para no hacer bulla en el pasadizo. Lo que no sabíamos era que el profesor y todos los compañeros, incluido tú estaban en la habitación que daba exactamente al frente del ascensor y tenían la puerta abierta, todos nos miraron, nosotras saludamos de lejos, nos tragamos el roche y pasamos a nuestra habitación.
Al día siguiente tú y nuestro amigo estaban enojadísimos con nosotras por habernos desaparecido sin reportarnos, nos llamaron la atención, parecían nuestros papás. En ese momento ya me parecía cómica tu actitud, creo que nunca me habías tratado así, me dijiste que era una desconsiderada, irresponsable y no recuerdo qué más.
Los demás días fueron superdivertidos pero no nos separábamos para nada. La última noche tomamos demasiado y particularmente yo tomé más de lo normal y estuve con una terrible resaca al levantarme. Tú desde tu cama me indicabas qué hacer para que me pase la sensación de nauseas. Nos teníamos que alistar porque esa mañana regresábamos al Perú. Tú fuiste el último en bañarte y todos estábamos apurados arreglando nuestras maletas, éramos la última habitación en desocupar y si nos quedábamos más tiempo tendríamos que pagar un día de hotel. Terminaste de bañarte y te diste cuenta que habías llevado toda tu ropa al baño pero habías olvidado tu ropa interior, muriéndote de verguenza me pediste que te la alcanzara. La habías dejado sobre tu maleta, yo estaba apurada y le di a la señora que hacía la limpieza para que te la entregara porque yo estaba terminando de cerrar mi maleta. Tú hasta ahora no puedes perdonarme la verguenza que tuviste que pasar porque al abrir la puerta pensaste que sería yo la que te entregara tu truza (seguro hasta alucinaste que podía ponértela).
El último día por la tarde teníamos un tour en un yate pero te pedí que por favor me acompañes a pocas cuadras a comprar un encargo para mi mamá, sabíamos que el tours ya estaba por iniciar pero como siempre me hacías mis gustos, no pudiste negarme el favor. Nos demoramos más de la cuenta y cuando regresamos ya nos habían dejado, me sentí super mal porque por mi culpa perdiste el paseo que decían era maravilloso. Tú no te hiciste problemas, no me reprochaste nada y te reiste. Como estábamos tan cansados y ya no teníamos habitación se nos ocurrió pedir las llaves de la del profesor, donde estaba el equipaje de todo el grupo. Nos acostamos y yo tenía unas ganas inmensas de besarte pero me concentré en dormir para que la tentación no me domine. Tú luego me contaste que te pasó lo mismo. Ahora no sabes cuánto valoro tu caballerosidad y el respeto que siempre me has tenido porque no podemos negar que oportunidades de estar solos hemos tenido demasiadas pero tú jamás intentaste siquiera robarme un beso ni forzarme a nada. Esos detalles son los que yo valoro aunque la gente no pueda entender por qué siento algo tan fuerte por ti.
Todo el grupo ya se regresaba a Perú y yo finalmente te rogué que nos quedáramos un día más pues unos amigos míos que vivian allá habían organizado una fiesta y éramos los invitamos especiales. Mi amiga iría a otra fiesta y se quedaría esa noche en casa de su enamorado y todo estaba coordinado para hacer "Operación Amigo", tú te quedarías en casa de un chico y yo en la de una chica. Durante la fiesta nos trataron muy bien, la pasamos super y pude ver que una de las chicas te empezaba a coquetear, tú estabas sentado en la alfombra, ella se sentó a tu lado y se te pegaba peor que chicle, yo ya me moría de sueño pero más podían mis celos que otra cosa. Pensé que si no hacía algo en breves segundos sería testigo de un furtivo beso entre ustedes, así que no pude más, me acerqué, me senté y me acosté sobre tus piernas, previamente pregunté con tono inocente: "¿No interrumpo verdad?". Y te dije que me moría de sueño y de frío. Tú no atinaste a nada, pero claro logré mi objetivo, no se besaron.
Al rato nos dijeron que se habían presentado algunos inconvenientes y que no podíamos quedarnos en las casas donde ya habíamos dejado nuestras maletas y no nos dieron mayores explicaciones. Sin embargo, ofrecieron llevarnos al mismo hotel donde estuvimos hospedados. Aceptamos y fuimos. El hotel estaba lleno, fuimos a otro y pasó lo mismo, con los "anfitriones" estuvimos una hora buscando en taxi y ningún hotel tenía espacio un viernes por la noche de un fin de semana largo. Yo estaba perdiendo la paciencia y tú también, estábamos ofendidos con nuestros anfitriones y no podíamos creer que a las casi cinco de la mañana estuviésemos en una ciudad que no conocíamos, sin poder encontrar donde dormir. A medida que la hora pasaba, iba bajando la calidad de hoteles, pero el tema era encontrar cualquier lugar para descansar lo poco que quedaba de la noche. En cada sitio yo rogaba que hubiera habitación y nada, y en el lugar más horrendo al que llegamos rogué que no hubiera, pero Oh sorpresa, allí si hubo. Nos pagaron dos habitaciones, creo que costaban cinco dólares cada una, o sea, era un asco de lugar. Estaba a lado de un cine pornográfico, en la esquina habían prostitutas y travestis y el carro de la policía estaba afuera por no sé qué pelea callejera. Yo quería llorar al ver el lugar asqueroso, tú me abrazabas y aunque estabas también indignado, me hiciste sentir protegida. Cada uno entró en su habitación y antes de cerrar la puerta me dijiste con seriedad y preocupación: "Por fa, si pasa cualquier cosa gritas". Yo me quedé más asustada, y ahora suena a broma pero en serio en ese momento sentíamos que cualquier cosa nos podía pasar. La habitación olía mal, yo no quería ni ensuciar mi cabello al apoyar mi cabeza en esa almohada que habría sido testigo de cuánta cosa. La cama era de cemento, en realidad ese lugar era oscurísimo y horrendo, un típico hostalcito de paso pero de esos que ni estrellas tienen creo. Después me contaste que no pudiste dormir nada, que encendiste el televisor pero tenías miedo de que me pudiera pasar algo porque se escuchaba en el pasadizo la voz escandalosa de hombres que reían, parecían ebrios y nuestras habitaciones no eran nada seguras. Luego al analizar todo llegamos a la conclusión de que fuimos un par de tontos, que tranquilamente pudimos estar en la misma habitación sintiéndonos más seguros, pero ¿sabes? creo que en el fondo nuestros inconcientes sabían que estar juntos, los dos solos en un mismo lugar era demasiado peligroso aunque el hotelucho hubiera sido de quinta.
Y por si fuera poco, teníamos una última desafotunada y finalmente cómica experiencia. Regresábamos los dos a Perú en un bus lleno de gente que naturalmente no conocíamos. Yo me moría de hambre y casi en la frontera el bus se estacionó, yo te pedí que bajásemos a comprar algo porque quería comer cualquier cosa. Tú me pediste que esperara un poco más hasta llegar a Perú y allá podíamos estar más tranquilos, yo muy a mi estilo te insistí y tú como siempre terminaste aceptando mi capricho. Bajamos, fuimos a una tienda, te dije: "Mira al bus, no nos vaya a dejar". Tú me aseguraste que no pasaba nada, yo miré lo poco que había en el lugarcito y no me convencí con nada y te dije que no compraría nada, que mejor esperaba a llegar a Perú. Cuando nos dimos cuenta el bus que estaba al frente era otro que se había estacionado en paralelo y el nuestro ya había partido, ¡sí! con todas nuestras cosas. Desesperados empezamos a correr, un mototaxista se apiadó de nosotros, nos subimos, el pata corrió a toda velocidad, nosotros angustiados, era gracioso cómo una mototaxi intentaba alcanzar a un bus. Después de doscientos metros el bus se paró, Nosotros no teníamos ya la moneda del país para pagarle y muy atento el muchacho no nos cobró. Subimos, nos sentamos y aunque sabíamos que yo era la causante de todo ese laberinto, tú no me recriminaste nada, al contrario te empezaste a reir y me contagiaste tu buen ánimo. Cuando recuerdo todas estas cosas que hemos vivido, en serio no entiendo en qué momento llegamos a lo que ahora estamos. Aquí, allá o en el más allá, creo que siempre seguiremos viviendo este tipo de cosas que sólo a nosotros nos pueden pasar.
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