Nuestra primera vez

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Ya no eramos pareja. Nos comunicábamos todos los días. Nos veíamos a veces. Ese viernes yo había ido al baby shower de una amiga. De regreso a casa mi mejor amiga me preguntó cómo iba nuestra situación, en tono burlón quiso saber si había pasado algo más entre nosotros y le aseguré que no pasaba nada, eramos amigos y me respetabas mucho y que si bien es cierto nos hablábamos como si aun estuviéramos, no pasaba nada más. Al despedirse me dijo: "Amiga me da mucho gusto que tengas las cosas claras".

Llegué a casa alrededor de las diez de la noche, me puse el pantalón de pijama. Estaba por demaquillarme y llamaste. Me pediste que me aliste porque ibamos a salir. Yo me opuse y te dije que no porque acababa de llegar y estaba cansada, sin ganas de ir ningún lugar. Me insististe diciéndome que querías que te acompañe, saldríamos con un amigo y su enamorada que había venido de otra ciudad. Dudé un rato pero volviste a llamar y muy lindo me dijiste: "Espero que estés lista porque ya estoy camino a tu casa". Bueno, yo si tenía ganas de verte y de salir contigo pero no precisamente a tonear porque de verdad estaba cansada. Volví a vestirme, sólo logré retocarme el peinado y maquillaje cuando tú ya estabas esperandome fuera.

Fuimos a conocer a la enamorada de nuestro amigo en su casa. Ella era una chica muy guapa y encantadora, en realidad me cayó muy bien. Tomamos un Bailys, nos reimos bastante y decidimos ir a un local. Allí tomamos más y disfrutamos la peña. Empezamos a contarle a ella cómo nos habíamos conocido los tres y algunas anécdotas que teníamos juntos. Fue muy divertido, todo el rato no parábamos de reir. Sin embargo, mientras ellos se besaban, nosotros nos sentíamos incómodos y por más que nuestro amigo nos conocía desde hace mucho tiempo, no sabía que habíamos sido pareja unos meses atrás.

Al rato fuimos a otro local cercano y comimos algo muy agradable. Volvimos a tomar y yo ya me sentía algo picada. Nos tomamos fotos, también había un grupo musical que hacía peña y todos la estábamos pasando super bien. Nosotros cruzábamos mirabas y por unos instantes olvidábamos que estábamos con más gente y nos perdíamos en nuestra propia conversación. Me sentía super cómoda a tu lado, disfrutando de tu compañía. Como queríamos complacer a nuestra visitante fuimos a un local también cercano, bailamos un rato, estábamos superpegaditos con ganas de besarnos, pero había mucha gente, nos abrazábamos, yo ponía mis brazos dentro de tu casaca, en ese momento viste al enamorado de tu hermana con quien no te llevabas bien, te puso de malhumor y nos pediste que vayamos a otro lugar. tú sabías que me encantaba ir allí, por el ambiente y la música que me fascinan. Llegamos, segumos bebiendo y yo ya me sentía más que picada. Tú también estabas avanzado, y por más que estábamos rodeados de gente, debajo de la mesa, entrelazamos nuestras manos y cantábamos a viva voz las románticas canciones que tocaban en vivo. Tú pedías algunas canciones que querías dedicarme. Yo estaba feliz, tú igual. A veces intentaba soltarte porque no quería que los demás se den cuenta pero tú no me dejabas y suavemente me seguías tocando la mano izquierda como diciendo "No te vayas".

Habíamos tomado demasiado, demoramos en salir mientras nos despedíamos del dueño, salimos del local y cuando te pregunté a dónde fueron ellos, me respondiste que ya se habian ido así que cogimos un taxi solos, luego supe que ellos estuvieron a unos metros de la puerta esperándonos pero igual, ellos necesitaban su privacidad y nosotros la nuestra. En el asiento trasero del taxi nos besábamos con pasión, éramos un par de desenfrenados que no podían seguir ocultando sus ganas de comerse a besos y algo más. Acordamos ir a un hotel, yo estaba mareada y mientras te besaba también me concetraba en no soltar la cartera para no olvidarla. Eran cerca de las tres y media de la mañana. Llegamos al lugar, teníamos que subir unas escaleras, tú me abrazabas muy tierno alrededor de la cintura y pese al trago que tenías dentro me preguntaste: "¿Realmente deseas que subamos, estás segura de lo que vamos a hacer?", yo lo había pensando todo el camino y te respondí afirmativamente en voz alta mientras movía la cabeza de arriba a abajo. Subimos prácticamente abrazados, te registraste en recepción y te recordé que compres condones. Camino a la habitación no nos despegábamos, me besabas con ternura y no me soltabas para nada hasta que abriste la puerta.

Dejamos la luz apagada, encendiste el televisor y estaba en un canal pornográfico, lo cambiaste de inmediato y pusiste música. Y al fin, después de más de nueve años, ocurrió lo que habíamos deseado tanto. Era una sensación exquisita poder entregarnos, actuar sin miedo ni finguir, lo habíamos esperado por mucho tiempo y al fin estábamos solos con la sola idea de amarnos. Abruptamente me dijiste "Espérame un ratito", yo me quedé acostada en la cama, me habré quedado dormida unos minutos y cuando abrí los ojos, miré alrededor y no estabas, por un momento pensé que te habías ido, ahora lo recuerdo y me río, pero en ese instante ni siquiera me percaté que tu ropa estaba sobre el escritorio. Desnuda abrí la puerta, saqué la cabeza y pregunté "¿Amor?", al instante te vi regresando del pasadizo totalmente desnudo, me quedé sorprendida de que hayas salido así, me dijiste que fuiste al baño, recién caí en cuenta que estábamos en un hotelucho de esos que tienen habitaciones con y sin baño. En realidad debí darme cuenta cuando al ingreso la recepcionista con cara de pocos amigos nos dijo que máximo podíamos estar tres horas y nos miramos diciendo que era más que suficiente (no porque no quisieramos pasar más tiempo juntos, sino porque teníamos que volver a nuestras casas).

Luego estuviste increible, me encantaste, yo pese al trago, sentía que estaba en el cielo, me dijiste no sé cuántas veces que me amabas, me dijiste Amor todo el rato, yo era feliz, por fin ya no estaba ocultando sentimientos, finguiendo ni nada. Por primera vez sentía que lo estaba haciendo con la persona que realmente amaba y de veras sentí que era lo máximo que me había podido pasar en la intimidad con alguien. Naturalmente por años había asumido que jamás iba a pasar y ese momento estaba ocurriendo contra todo pronóstico. En la segunda vez me pediste hacerlo sin protección, yo lo dudé pero acordamos que después tomaría la pastilla del día siguiente. Al terminar caí en cuenta que ya debía ser realmente tarde o mejor dicho demasiado temprano porque la luz natural estaba queriendo ingresar a través de la ventana, estaba a punto de decirte que ya deberíamos irnos cuando sonó mi celular. Era mi papá, respiré profundo, contesté rápido intentando ocultar la voz que tenía para no evidenciar mi estado etílico, obviamente mi papá estaba molesto, faltaba poco para las seis de la mañana y yo no estaba en casa. Le dije que no se preocupe, que estaba en casa de mi amiga y me había quedado dormida pero que estaba ya por llamar mi taxi.

Nos vestimos más rápido que en concurso, la borrachera se nos pasó con ese susto, salimos rápido cogidos de la mano y efectivamente afuera ya era de día, la gente caminaba, los carros pasaban y nosotros no podíamos coger ni un taxi, todos estaban ocupados. Empezamos a correr sin soltarnos, yo te decía "Amor me van a matar en mi casa, mira la hora que es". Sin embargo, ya luego de esa maravillosa experiencia a tu lado, no importaba mucho si me gritaran o no. Seguíamos corriendo y en el semáforo te acercaste a un taxi y le dijiste al pasajero: "Amigo por favor ¿podrías bajarte?, tenemos una urgencia y necesitamos el taxi". Yo no sé cómo el señor pudo hacerte caso, seguro fue tu voz desesperada como pidiendo auxilio. Camino a mi casa, intenté arreglarme el cabello, limpiarme el maquillaje porque se me veía atroz. Luego atiné a decirte un absurdo comentario: "¡Huelo a condón!", tú te reiste, me diste un beso fuerte en la mejilla y me pediste que no me sicosiara, que nadie se daría cuenta y que no olía a nada.

Después de tanta angustia, estaba al frente de mi casa. Me diste un beso y me deseaste suerte. Le pediste al señor que se estacione más adelante mientras yo abría mi puerta, pero la reja en las mañanas se enduraba y tuve que mover esa enorme puerta de fierro con toda mi fuerza. Estaba a punto de pedirte ayuda pero no era lo más recomendable considerando que mi papá debía estar esperándome en alguno de los ambientes principales del ingreso a casa. Y me preguntaba por qué las puertas se convierten en nuestras peores enemigas cuando una vive aún en casa de sus padres y sale de juerga un fin de semana. Después de tanto pelear con mi enemiga, logré entrar, había hecho tanta bulla, que hasta los vecinos seguramente se enteraron que llegué.

Mi papá ya estaba sentado en su computadora iniciando sus labores como todos los días, yo tenía verguenza pero asumí que "Después del gusto, viene la pena"; y, eso tenía que pasar por haberme olvidado durante unas horas que el mundo existía. Saludé de lejos, sin entrar a su oficina, con el rabo entre las piernas con un ¡Buenos días papi!. El soltó solamente un ¡Qué barbaridad, estas serán horas de llegar, o sea, que si uno no te llama no vienes!. Subí las escaleras y escuché los gritos de mi madre que estaba en su dormitorio, puse llave a mi puerta antes de que ella entre y me reí por comportarme como una criatura después de hacer su travesura. La llamada de atención de mi madre estaba totalmente justificada, yo preferí hacer oídos sordos mientras me ponía la pijama y me metía a mi camita porque me moría de frío, ella se cansó de gritar y se regresó a su cuarto. Me llamaste, preguntaste cómo estaba y me dijiste que ya estabas en tu casa. A los pocos minutos también estabas recibiendo tu sermón. Le dijiste a tu mami que a mí me habías dejado temprano en mi casa y te habías quedado a tomar hasta esa hora con un amigo, ella te creyó pues siempre ponía sus manos al fuego por mí y mi decencia. Esta vez mi "suegra" estaba equivocada.

Dormí hasta la una de la tarde, me desperté por tu llamada, los dos éramos vistos como lo peor en nuestras casas pero nosotros estábamos felices por lo que había ocurrido. No salíamos de nuestro asombro, al fin había ocurrido, algo que ni siquiera ocurrió cuando éramos pareja oficialmente, pues de los besos y "cogiditas de manos" no habíamos pasado. La resaca ya se nos había pasado. Estábamos felices pero al mismo tiempo preocupados porque teníamos que conseguir la bendita pastilla antes de que sea demasiado tarde. Acordamos vernos más tarde pero ninguno de los dos preguntó en voz alta cúal era ahora nuestra situación ¿Estábamos o no?, con nuestro silencio postergamos esa conversación para otro momento.

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This page contains a single entry by Libertad Mujer published on March 18, 2011 7:40 PM.

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