Las cosas entre nosotros andaban tensas, habían días lindos, pero la mayoría eran solo de reclamos por parte mía y de distanciamiento por parte tuya. Estaba impaciente porque seguíamos en lo mismo y peor aún, antes al menos la pasábamos bien todo el tiempo, ahora no eramos ni amigos ni enamorados pero peleábamos peor que tales. Yo te celaba, tú te dejabas, me dabas explicaciones como si fuese tu enamorada, tampoco nos besábamos ni teníamos intimidad. Era frustrante.
El año pasado, un sábado por la noche fuimos con una amiga al velorio del tío de una compañera. Previamente tomamos un par de copas en mi casa y nos fuimos. El lugar estaba repleto de gente, yo había conocido al señor pero no tenía mayor amistad con su familia. Le dimos el pésame a nuestra amiga y tuvimos que tomar asiento afuera porque no había otro lugar disponible. El esposo de mi amiga fue muy atento con nosotras y se acercó a conversarnos, tenían gran amistad con la amiga con quien había ido. Mientras conversábamos tomamos pisco puro so pretexto del frío, en realidad yo tomaba mucho más que ella, pues mi amiga evitaba hacerlo porque estaba en la época que le daba de lactar a su hijita. Era la primera vez que yo hacía eso, pues en otros velorios a lo mucho tomaba una copita de anisado por el frío, pero jamás había imaginado que alguna vez podría salir picada de un velorio, o sea que falta de respeto la mía.
Como no nos habíamos comunicado en todo el día, te envié un mensaje contándote que estaba en un velorio, tú respondiste muy atento y te despediste diciendo: "Ya mañana hablamos". Esa última frase levantó mis sospechas, era sábado y se me hacía rarísimo que a las nueve y media de la noche ya no tengas la disposición de comunicarte conmigo, entonces una de dos o habías tenido algún problema en casa o estabas toneando con alguna de tus amiguitas de turno. Te llamé como tres veces y no contestaste, actitud que no me hacía ninguna gracia. Esta vez no saldrías con la tuya, yo quería averiguar qué estaba pasando.
Ya habíamos acompañado casi dos horas en el velorio así que con mi amiga decidimos retirarnos. En el camino le conté tu actitud y que estaba casi segura de que estabas en alguno de los bares de la ciudad. Ella me dijo que estaba exagerando, que lo más seguro era que estabas ya descansando en tu casa. Yo no sabía si ella pecaba de inocente o yo de mal pensada. Como sentíamos que estábamos picadas decidimos ir a comer algo y acordamos que luego iríamos a dos de los locales donde yo tenía la seguridad que te podía encontrar. No sé si fue el aire, el frío o que se me pasó la mano tomando pisco puro pero sana no estaba. Y cuando tengo trago encima me vuelvo más terca de lo normal, o sea, espesa. Estaba decidida a encontrarte.
Fuimos a uno de tus bares favoritos pero no te encontramos. Mi amiga trató, en vano, de convencerme que fuésemos a nuestras casas, que seguro tú ya estabas durmiendo. Yo no me quería dar por vencida tan fácilmente de modo que insistí para que fuésemos al menos al otro local. Llegamos y estaba repleto, miraba por todos lados y no te hallaba. Me encontré con muchas amistades pero tú ni tus luces. Cuando ya estaba dándome por vencida y empezaba a creer que había sido una exageración mía creer que estabas toneando con alguna mujerzuela, me encontré con la hermana de nuestro amigo, ella muy amable me saludó y como no sabía nada de lo que pasaba entre nosotros, muy sutimente le pregunté si te había visto. Ella sin siquiera imaginar que sería cómplice de tu hallazgo me dijo muy contenta: "sí, está en ese ambiente". Mi furia se escondió bajo una sonrisa finguida y le agradecí por el dato, me despedí. Entré y te vi sentado de espalda hacia mí. Tus compañías de la noche eran dos chicas, a una no la conocía, la otra era la "amiga de todos". En realidad no estabas haciendo nada malo, ellas estaban sentadas al frente tuyo tomando unas cervezas. No pensé lo que haría, sólo actué, te toqué la espalda con mi dedo índice, tú volteaste sin siquiera imaginar que era yo y te saludé con un beso intenso, tú te dejaste, no me hiciste quedar mal. Cuando he estado sana me puse a pensar que me arriesgué a que me rechazaras o que me reclamaras por qué asumía esa pose como si fuese tu enamorada, felizmente no lo hiciste. Te abracé cariñosamente por la espalda mientras seguías sentado, ignoré a las mujercitas que no salían de su asombro seguramente. Sonreí para disimular mi gran enojo y hablándote al oído te pregunté por qué no me habías ccontestado el celular. Tú seguías nervioso y tu cerebro no atinaba a dar una respuesta creible, sólo pudiste decir que habías tenido el celular en silenciador. No te creí nada.
Me pediste que fuésemos a conversar a unos metros, yo acepté. Ocultando tu malestar, para evitar ser protagonistas de un escándalo y para que otra gente no se dé cuenta me preguntaste de forma muy prudente si acaso te estaba siguiendo para ver dónde estabas, yo saqué mi mejor actuación y hasta me mostré ofendida de que pienses algo así de mí. Te dije que había ido a celebrar el cumple de una amiga (era cierto que minutos antes la había encontrado allí, pero fue solo casualidad) pero que estabas totalmente equivocado si creías que estaba buscándote a ti, que para tu mala suerte la hermana de nuestro amigo me comentó que te había visto allí y de esa manera te encontré sin querer. No sé si me creiste, creo que sí.
Nos sentamos al otro extremo en el mismo ambiente donde estaban tus amiguitas. Conversamos buen rato, yo te reclamé tu afán de mentirme cada vez que querías salir a juerguear, que me sentía mal de que no quisieras pasar tiempo conmigo prefiriendo a las tipas facilonas con las que andabas. Tú te defendiste lo mejor que pudiste, yo seguía en mi papel de ofendida. Pero estaba picada y te reclamaba como enamorada con derechos. Después de un rato me enojé contigo, ya ni recuerdo por qué, creo que por algo que habías hecho días atrás en tu casa. Tú ya no tenías ni ganas de pelear, solo me escuchabas pero no decías nada. No tenía sentido seguir allí, tu indiferente actitud me enfadó y salí sin despedirme. Tus amiguitas seguramente se ganaron de todo, pero cuando una tiene alcohol en la cabeza, aunque las neuronas no mueren si daña sus neutritas y una hace estupidez y media que de sana no haría. Aunque ahora que recuerdo el episodio del beso, no puedo creer que haya sido capaz de hacer algo así en público. Conociéndote, sé que si te dejaste besar y si no me hiciste roche fue por no hacerme quedar mal, estoy segura que si otra te hubiese hecho lo mismo la hubieses puesto en su lugar. Y es que a veces creo que me aprovecho en ese sentido porque sé que esa es tu debilidad conmigo aunque no sé si será así siempre.
Regresé a casa enojada, triste y desalentada. No me había hecho ninguna gracia encontrarte con esa mujercita que tenía un conocido prontuario de rufla. Si te hubiese encontrado con otra persona seguramente no me hubiese enfadado tanto, pero ¿por qué tenía que ser justamente ella?. Tú no lo sabías pero yo la tenía entre ceja y ceja desde hace unos ocho o nueve años. Resulta que la fulana había sido compañera en la universidad con el que en ese entonces era enamorado de mi prima, había tenido algo con él, mi prima lo cortó un tiempo por ese motivo. Después de un tiempo un compañero nuestro de la universidad que me estuvo afanando de la noche a la mañana resultó con ella, yo le tenía cólera, esa era la verdad. Desde un tiempo atrás me había dado cuenta que la "señorita" te miraba con ojos de querer comerte con zapatos y todo así que haberlos encontrado juntos para mí no era una mera coincidencia.
Dormí algo de cuatro horas y de forma abrupta me desperté. Ya estaba sana pero me moría de sed. Eran casi las cinco de la mañana, bajé a la cocina, tomé agua y subí pensando en lo que había hecho. Mi celular empezó a sonar, eras tú, demoré en contestar y perdí tu llamada. Volviste a llamar y te contesté ingenuamente creyendo que llamarías diciendome que estabas en tu casa y que sentias mucho lo que había ocurrido esa noche. Muy por el contrario, el chasco que me llevé fue que se escuchaba fuerte la música y tu voz ebria diciendo "pregúntale si quieres", obviamente le hablabas a otra persona. Al instante escuché la voz de la bataclana, me puse histérica pero intenté controlarme para no decir alguna sandez. Ella preguntó por mi nombre y si es que era tu enamorada, era difícil escucharla por la bulla del local y por un segundo creí que preguntó si era tu hermana, le respondí que sí porque quería saber qué quería. Cuando preguntó desde hace cuánto entendí que la palabra había sido "enamorada". Le dije que no tenía por qué darle explicaciones, yo ni siquiera sabía quién era ella y que en todo caso te preguntara a tí, ella con su voz finguida me pidió que no me enojara, que ella solo era tu amiga, yo colgué indignadísima y te odié por tu bajeza.
Y como todo ocurre por algo, días después no tardó en llegar a mis oídos que te habían visto con ella, incluso en alguna ocasión besándose y agarraditos de la mano, que ella pregonaba a los cuatro vientos que eran enamorados y encima tenía la frescura de asegurar que yo te rogaba para volver. Esta tipa era de lo peor y lo que más me dolía no era eso sino que te habías involucrado con una mujercita de esa calaña pese a que conocías perfectamente su historial. ¿Y lo nuestro dónde diablos quedaba? ahora entendía tu actitud evasiva de las últimas semanas, pero al mismo tiempo me sentí una estúpida por creerte cuando decías que no tenías tiempo para vernos, ataba cabos y me daba cuenta que muchas de esas veces habías estado disponible para ella. Me dolió en el alma darme cuenta que te habías comportado como un completo pendejo conmigo mientras yo hecha una Candy creía todo lo que me decías con tus excusas absurdas y tus pretextos de siempre. ¿Eso le estaban haciendo a la chica ejemplo e inteligente que era la adoración de su cuasi suegra?, me preguntaba qué era exactamente lo que querías, lo que buscabas, qué había hecho mal para alejarte de mi para que prefieras involucrarte con una tipa como ella.
Cuando pudimos hablar, lo negaste todo, aducías que no le habías dado a nadie el celular, pero yo te conocía hace diez años y era imposible que haya confundido tu voz aquella noche. A los pocos días te pedí que conversáramos, esta situación no podía seguir así. Yo te amaba y tú me veías la cara de imbécil. Conversamos en un ambiente acogedor comiendo un delicioso ceviche en la terraza de mi restaurante favorito, lloramos e intentando hacerme la fuerte te entregué una foto que nos tomaron aquella noche en ese local donde la pasamos tan bien antes de entregamos por primera vez. Tú me dijiste que no eras bueno para las fechas pero que jamás olvidarías ese día, tenías grabada en tu mente la fecha exacta de nuestro primer encuentro. Pero ya nada de eso me hacía sentir bien. Te pedí que cada quien siga su camino, yo tenía otras opciones y por estar "esperándote", quizás estaba dejando pasar otras oportunidades. Tú dijiste que no podías ser egoísta conmigo, que era normal que yo pudiera salir con otras personas, pues tú no habías podido en tantos meses ofrecerme una relación como habíamos acordado cuando cortamos y decidimos darnos el famoso "tiempo". Sentí que te estaba perdiendo, que una parte importante de mi vida se estaba muriendo. Estaba convencida que ya no tenía ni al amigo ni a mi amor. Tú te veías triste, tus grandes ojos verdes estaban llenos de lágrimas, no pensaste que sería tan radical con mi decisión: no quería seguir en contacto contigo, ni como amigos ni como nada. Nuestra historia había llegado a su fin...O al menos eso fue lo que esa tarde creimos, sin imaginar que lo nuestro tenía aún para más.
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