Me llamaste en la mañana para saber cómo estaba y una vez más, como niño caprichoso que quiere su chupetín, me pediste que vaya a visitarte. Yo no quería porque estaba con el ánimo por los suelos y ya no me gustaba la idea de tener sexo contigo cada vez que nos veíamos. Y una vez más te dije que si me desocupaba temprano pasaría a verte. Tú en el fondo sabías que eso significaba un "de todos modos voy". Y tienes un no sé qué, y más allá de los "rapiditos" no entiendo qué es lo que hace que nunca te pueda decir "No más". Lo que empezó como un juego que tenía bajo control, se me está yendo de las manos y de veras me preocupaba.
No nos habíamos visto en varias semanas. Las últimas comunicaciones fueron sólo por teléfono y me animé a visitarte aunque estaba bajoneada porque con "mi amor" no nos hablábamos hacía cuatro días. Me arreglé y para variar, cambié todo el itinerario que tenía programado para esa mañana. Me volviste a llamar más tarde y te aseguré que estaba a pocas cuadras. Llegué a verte esta vez a tu oficina. Nos saludamos, cerraste la puerta y con esa sonrisa tan linda que te caracteriza me hiciste saber que te sentías feliz de volverme a ver. Me contaste lo que habías hecho los últimos días y te preocupaste por saber qué me pasaba. Ya nos conocíamos casi nueve meses y te habías dado cuenta que en ese momento anímicamente no estaba bien. Te conté que era por lo mismo: problemas con el pata que me movía el piso. Quitaste mi cartera que estaba sobre mis piernas, intentaste empezar con lo mismo de siempre y te detuve, te dije firmemente que esta vez no pasaría nada. Te sorprendiste pero insististe. Te hice saber que me mortificaba que no pudiéramos ser sólo buenos amigos, que ya estaba cansada de ser tu amiga cariñosa y que sólo quería ser tu amiga. En serio, luego de tanta pendejaba, había aprendido a valorar tu amistad y quería que podamos alguna vez salir o vernos sin estar pensando que pose haríamos en esa ocasión. Respetaste mi decisión pero al verme tensa me hiciste unos masajes en la espalda, mientras yo seguía sentada en la silla. La conversación se tornó menos tensa, me contaste la infinidad de cosas que tenías pendiente y preferí ya retirarme para no quitarte tiempo, me pediste que por favor me quedara, toda tu agenda repleta podía esperar.
Buscabas mi boca de diferentes maneras pero no lograbas robarme ni un solo beso, seguías siendo cariñoso y me dijiste que me acostara en la camilla para desestresarme con unos masajes porque me notabas mal. Me resistí al inicio haciéndote saber una vez más que no quería que vuelva a pasar y aceptaste, dijiste que sólo serían masajes. Me acosté boca abajo y me ayudó mucho tu técnica, mis huesos sonaron fuerte pero no me causaste dolor. Al rato el masajista estaba sobre la paciente, te repetí que no quería que pase nada y que era mejor que ya me vaya, te bajaste para seguir con los masajes pero tu "profesionalismo" no duró ni cinco minutos más. Finalmente asentí y te advertí que pasaría una vez más pero enérgicamente te dije: "Hoy es la última vez".
En menos de lo que cualquiera podría imaginarse, ya estábamos haciéndolo una vez más. Habías puesto mi música favorita pero se entremezclaba con el clásico sonido de la rutina de un hospital. Para variar, la pasamos super bien, resultamos ser más elásticos de lo que parecemos, fue muy simpático. Realmente contigo hay tanta naturalidad y confianza que siempre es satisfactorio hacer el amor, en cualquier lugar y a cualquier hora.
Al terminar te empezaste a reír de la situación recordando que estábamos en un lugar poco convencional para hacerlo y que éramos un par de locos, que nadie imaginaría que allí adentro estuviésemos haciendo todo lo que habíamos hecho. Yo me fui vistiendo mientras te escuchaba y tú hacías lo mismo. Te presté mi espejito para que te arreglaras el cabello, me apliqué el labial con el delineador de ojos y ya estaba presentable. Nos quedamos sentados en la camilla conversando y riendo. Me dijiste "Esta vez fue más que espectacular, creo que por el mismo hecho de saber que será la última vez". Pero creo que en el fondo ambos sabíamos que no tenía sazón de ser la última.
Al rato me pediste que por favor me quedara unos minutos más, fuiste por dos aguas minerales y a tu regreso me recomendaste tomar unas vitaminas para sentirme con mejor ánimo y me diste unas muestras que tenías. Tuviste la paciencia de explicarme el contenido de ambas marcas y los efectos positivos que causarían en mi organismo. Luego me mostraste el borrador del libro que estabas escribiendo. Me enseñabas cada texto con tanta ilusión y entusiasmo que me los contagiaste. Me contaste que tenías también otro libro por publicar pero estabas buscando otra entidad para que lo financie. Te di algunas ideas, mis opiniones de la estructura del libro y caí en cuenta que en menos de diez minutos habíamos pasado de tener sexo a analizar tu futuro libro, era encantador hacer eso contigo. Me dije en silencio ¡Cuánto daría por vivir esto con "mi amor"!. Sin embargo, mi amor estaba lejísimos de hacer algo similar, con él los temas de conversación y sus preocupaciones eran distintas.
La hora ya había avanzado, casi era la hora de almuerzo. Tú tenías mucho que hacer y yo no había hecho nada de lo mío. Abriste la puerta y con el sabor de "Hoy fue la última vez", nos despedimos como muy buenos amigos.
Sólo quiero decirte que soy muy nuevo en los blogs y realmente disfruto de tu sitio web. Lo guardare en mis favoritos. Muy buena informacion! Muchísimas gracias por compartir con nosotros tu página web.
Gracias. Me agrada saber que existen algunas personas fuera de este lugar que disfrutan leyendo mis experiencias que de ficción no tienen nada. Espero que nos sigas visitando.