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Mi resfriado, tu bienvenida y el tratamiento

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Mientras estuve de viaje me resfrié. Tú no siempre eres mi medicina pero resultas ser un buen aliciente cuando puedo compartir tiempo contigo. En realidad más que cuando me recetas algo para calmar alguna dolencia, me recupero más rápido cuando me haces reír. Es que así eres tú, tienes una habilidad especial para nunca estar enojado y además de eso hacerme reír por cualquier cosa. Debe ser por eso que resulta muy agradable pasar tiempo a tu lado o escucharte por teléfono sin cansarme.

En fin faltaban aún dos días para mi retorno y yo no paraba de toser, sobre todo cuando intentaba descansar. Era de verdad insoportable. De modo que por teléfono me recetaste que tome unas cuantas pastillas para la alergia. Las tomé tal como me recetaste pero hubo un pequeño detalle, no dejé de disfrutar del importante evento al que asistí, así que la enfermita, por la noche tomó vino, cuba libre, whisky, agua helada, cerveza, champagne, gaseosa y bailó hasta el cansancio. Y por si fuera poco se le ocurrió la grandiosa idea de llegar al hotel a las tres y media de la mañana para disfrutar del jacuzzi, las sales y las burbujas. Es que en serio, no podía ir a dormir con el cuerpo sudado. Ya lo sé, de cochino nadie se ha muerto pero yo no pude con mi genio, no quería imaginar ponerme la pijama estando así. Luego el aire acondicionado me remató y allí estaba yo, seis días después de regreso a mi ciudad con un resfriado indeseable, tosiendo como tuberculosa y con un terrible malestar en todo el cuerpo. Obviamente tú, mi médico de cabecera, no me dejó en ningún instante. Varias veces me llamabas para consultarme cómo seguía y darme tus sabias indicaciones. Como no notabas mi mejoría, una mañana me dijiste: "Pero corazoncito cómo quieres sanarte si no te cuidas" y ni mi cara de niña diciendo "yo no fui" pudo salvarme de ese terrible resfrío.

Hacía dos días que había regresado y ya me sacaba de quicio el hecho de seguir enferma. Tú también estabas preocupado de modo que me sugeriste que me coloque un par de inyecciones. Al inicio tuve temor, pero la verdad ya no soportaba el malestar así que acepté tu propuesta y fui a verte pues me ofreciste darme tres ampollas. Cuando me las entregaste me preguntaste si tenía quién me las coloque y te dije que sí (pensé en una amiga obstetra pero para la noche) o si no podría ir a alguna farmacia para que me las coloquen. Me respondiste que en las farmacias ya no daban ese servicio pues estaba restringido así que te ofreciste a colocármelas tú. Sin embargo, ya era muy tarde y tenías que ir a recoger del jardín a tu pequeña entonces me propusiste vernos en un par de horas en tu casa. Yo estaba con tanto malestar que lo único que deseaba era recuperar mi salud a costa del dolor que podían causarme esas inyecciones.

Cerca de las tres de la tarde estaba yo llegando a tu casa, por primera vez, a plena luz del día e ingresando por la puerta principal como gente decente, no como acostumbraba hacerlo por la cochera a altas horas de la noche y siempre como camuflada. Entonces esta particularidad me llamó la atención, bueno ya una vez hace un tiempo una tarde también ingresé por la entrada de la sala cuando estaban tus papás en casa descansando, luego de un compromiso. Esta vez era diferente, estabas solo en casa, tus papás habían viajado y nos sentamos en tu sala, como gente normal. Saqué las inyecciones de mi cartera y te entregué una. Me preguntaste si era alérgica a la penicilina y te dije que no, me volviste a preguntar y te dije que creía que no, una vez más hiciste la misma interrogante y me estabas empezando a caer pesado, respondí que no sabía, no estaba segura, pensaba que no. Entonces con toda la seriedad del mundo me dijiste que no podías arriesgarte a ponerme esa inyección porque si era alérgica podía hasta morirme y la única forma de saberlo era haciéndome la prueba pero sólo la podían hacer en el hospital...¿Conclusión?...No habría inyección.

No obstante, parecía que muy poco te interesaba mi salud esa tarde, me tenías frente tuyo después de varios días así que lo único que había en tu cabeza (y no sólo allí) eran tus ganas de poseerme y hacerme tuya una vez más. Y te pedí de muchas maneras que dejemos eso para otro día, pues realmente el malestar de mi resfriado era terrible. Pero más podía tu deseo y me besaste pese a los tantos discursos anteriores en los que habíamos llegado a la conclusión de que los besos entre nosotros no existían. Cerraste la cortina, quedó un ambiente romántico, casi oscuro, pusiste música de la radio. Unas cuantas rendijas permitían que ingresen algunos rayos de sol. Y sin haberlo premeditado y sin haber llegado a tu casa predispuesta a hacerlo, allí estaba yo, siendo tuya nuevamente. Esta vez tu mueble grande era el lugar perfecto para nuestro efímero encuentro. Me sacaste todas las prendas, tú te sacaste las tuyas y lo hicimos. Fue súper bueno. Creo que además de tener tanta compatibilidad entre nosotros y nuestros cuerpos, eres tú el que me hace sentir viva, deseada, y siempre sabes hacer lo necesario para que el placer se sienta desde el último dedo de mis pies hasta el cabello más largo de mi cabellera. Eres increíble, por eso me encantas tanto y disfruto hacerlo contigo. Mientras retomábamos el aire y nos vestíamos, me preguntaste si antes lo había hecho con alguien en una sala y me reí, por la confianza que te tengo te dije que efectivamente ya lo había hecho, tú dijiste que era tu primera vez, yo no te creí. Y seguro menos me creíste tú cuando te confesé que yo nunca lo había hecho así pero en casa ajena, esa si era mi primera vez.

Cuando terminamos, yo no lo podía creer, eran cerca de las cuatro de la tarde y la mayor parte del tiempo no hice más que fornicar contigo sin haber encontrado solución para mi resfrío. Bueno a decir verdad, mi respiración se volvió más despejada. Me dejaste con una sonrisa en el rostro y una y mil veces decía en mi mente "¿Cómo es que tienes ese poder para hacerme sentir tan bien siempre?". Ya nos teníamos que despedir, tú tenías que dictar clases, yo tenía también que trabajar... ¿Y la inyección?... ¿Cuál de las dos?... la verdadera, la del resfrío.....Dijiste que sería mejor que tome unas pastillas, fuiste a tu almacén, sacaste cuatro cajas y me las diste dándome las indicaciones de cómo tomarlas. Mientras salíamos, sentía que era muy agradable y tenía un toque especial el hecho de salir de tu casa a plena luz, actuando como quien no tiene nada que esconder y despidiéndonos con un beso en la mejilla como diciendo "Aquí no pasó nada" a los que podían afuera observarnos aunque nuestros ojos libidinosos decían lo contrario mientras cruzábamos miradas de despedida.

Despertando ese lado llamado Mujer

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Lo sé, nacemos siendo mujeres, incluso dentro del vientre de nuestras madres ya somos mujeres. Pero hay un afán en decir que ya somos unas Mujercitas cuando cumplimos quince años y la tradición exige que se haga una presentación especial ante la sociedad. Particularmente no tuve esa fiesta, preferí viajar. Es decir, técnicamente mis padres aún no me han presentado y la sociedad no sabe quién soy. Algo similar ocurre cuando se pierde la virginidad, despertamos esa parte dormida de nuestra sexualidad, otros dicen que perdemos la inocencia, pero al fin de cuentas ya somos Mujeres. Es gracioso se habla de esto como si recién por tener sexo una se consagrara y se convirtiese en Mujer.

Yo más bien pienso que dar el paso de iniciar una vida sexual, no es algo que deba tomarse a la ligera. Lo ideal sería estar preparada, tanto física, psiquica como emocionalmente. Pero en esta sociedad en la que vivimos, es difícil tener todo eso. En mi caso, mi madre me hablaba algunas cosas de la sexualidad, creo que ella pensaba que estaba haciendo un buen trabajo, sin embargo yo no sentía confianza como para contarle mis cosas. Es más, ella siempre me hablaba de lo importante que era que una mujer llegue virgen al matrimonio y recién inicie su vida sexual con su esposo. Supuestamente ella lo había hecho así, ahora ya siendo grande creo que no es verdad. Tampoco quisiera saber cuándo, ni cómo ni con quiénes lo hizo. Y aunque no estoy segura de si yo sería capaz de tener el grado de confianza como para contarle a mis hijos lo que estoy viviendo, al menos sé que seré más directa y sincera respecto a estos temas. Para empezar, creo que aunque me cueste, por el amor de madre, compraría condones, los tendría en casa como se usan las toallas higiénicas, es decir, se las coge cuando se las necesita.

Yo estudié en un colegio particular de mujeres. Y aunque no era de monjas, parecía, era realmente muy católico. La directora y profesoras nos hablaban en los mismos términos. Hablar de sexo entre nosotras era un tabú. Si hablábamos algo con mis mejores amigas era una cosa muy sutil, muy suave. Terminé el cole a los dieciseis años creyendo que todas, o al menos, la gran mayoría de mis compañeras eran vírgenes. Tenía la firme convicción de llegar virgen hasta el matrimonio. Y sólo en caso muy remoto, tendría relaciones si estaba muy enamorada y segura de que me casaría con ese hombre. El tiempo, la experiencia ni la vida me dieron la razón.

La formación que tuve en casa no permitía que lleguen amigos hombres a verme o que entren a la sala. Enamorados no tuve, quería que todo ocurra dentro de las mejores condiciones, entonces ninguno era suficiente, siempre le encontraba defectos. Hasta que después de unos meses que terminé el cole, conocí a este chico. Era once años mayor que yo. Físicamente no era nada agraciado, tenía una facha muy coloquial, era extrovertido, le gustaba llamar la atención. Era casi un rebelde sin causa. Cuando lo conocí no me gustó para nada, le vi las fachas de pies a cabeza y dije en mi mente: "Jamás estaría con un tipo como él". Él empezó a molestarme y a mi me cayó super mal. Como no vivíamos en la misma ciudad, sino a nueve horas de distancia, nos hicimos amigos por el msn. Me decía cosas lindas, me halagaba mucho y me empezó a gustar pasar horas de horas chateando con él. Me emocionaba leer algún correo suyo y poco a poco me fue conquistando. Esta fue la primera vez que me cayó lo que escupí al cielo.

Y contra todo pronóstico iniciamos una relación de enamorados luego de ser amigos algo de cuatro meses. Yo estaba contenta. Y lo extrañaba muchísimo. Se dio la oportunidad de ir a un congreso de mi carrera en su ciudad. Convencí a mi mejor amiga para que viaje conmigo. No disponíamos de mucho dinero pero igual ella no me dejó ir sola. Cuando él supo que viajaba estuvo contento con la idea. Quedó en que pagaría el hotel donde nos quedaríamos con mi amiga, de ese modo yo no gastaría en eso. Yo estaba muy emocionada, sería mi primer enamorado aunque no mi primer beso. Cuando llegué, él me esperaba en la agencia con su amigo, el muy tonto me saludó con un beso en la mejilla como si fuésemos patas. En realidad su amigo, tampoco sabía que habíamos iniciado una relación. Me dio cólera. Al llegar al hotel, subimos adelante y mi amiga se quedó conversando con su amigo. Ya en la puerta, mientras la abría, volteó a darme un súper beso, muy apasionado, tosco a mi criterio. Me besó con mucha fuerza, yo estaba intentando hacer mi mejor trabajo como besadora. Luego estuvimos sobre la cama, no dejábamos de besarnos. No sé cuánto largo rato estuvimos así pero ya me dolían los labios. Definitivamente era muy tosco, me causaba daño con sus dientes. Ahora pienso que ese hombre estaba aguantado. Cuando mi amiga llegó le pedí que entrara ella primero a bañarse. Ella casi muere cuando se dio cuenta que había una cucaracha en el baño. En mi tontera no me había importado nada. En realidad el lugar era horrible, la habitación era fea, los colchones una desgracia, era un hotelucho de mala muerte. Y ese tonto que ya trabajaba no tuvo la decencia de llevarme a algo mejor y yo no tuve las agallas para exigirle que lo haga. Era recién una universitaria inexperta, salida recién del cole, él era un hombre que bordeaba los treinta.

Por la noche fuimos a casa de su amigo. Tomamos, comimos unos snacks. En ese momento su amigo se enteró que estábamos porque vio que nos besamos. Él se alegró. Su pata empezó a afanar a mi pobre amiga. Ella estaba allí sólo porque me quería y no iba a dejarme sola. Y soportar a un tipo tan meloso como él, no le fue fácil. Ese pata quería tener algo con ella sí o sí. Ella hacía mil malabares para que no le robe ni un solo beso. Era cómico verlos pero para ella no era nada gracioso obviamente. Luego apagamos la luz, ya casi a las cinco de la mañana cuando ellos dormían nosotros tuvimos unos apasionados besos, él me tocó el trasero y para mi eso fue demasiado atrevimiento, me incomodé. Sin embargo, seguí besándolo. Seguramente asumí que ese era el comportamiento de una Mujer, ya no era una niña. Las canciones de Ricardo Arjona habían sido nuestra música de fondo toda la noche. Ahora tengo vagos recuerdos de ese viaje, sólo recuerdo que los días siguientes recibir los atrevidos besos por parte de él, para mi era demasiado aventurero. Estoy segura que a esa edad muchas chicas ya han vivido mucho más pero yo en ese entonces me sentía así.

Después de unas semanas él quiso venir a verme pero era todo un fresco y no tuvo reparos en pedirme hospedaje en mi casa para no gastar en hotel. Yo toda una Candy acepté. Les dije a mis papás que este chico era mi amigo, ellos ya lo habían visto antes y les pedí permiso para que se quedara en casa pues era parte de la organización juvenil a la cual yo pertenecía y sabían que a veces hacíamos Operación Amigo para recibir a alguien en casa. Ellos no tenían la más remota idea que su retoño, su hijita adorada estaba planeando meter al enamorado a su casa ¡Pobres mis padres! no recuerdo cuántos días se quedó, creo que dos o tres. Él dormía en mi habitación y yo en otra con mi hermana. Recuerdo que al día siguiente mientras mis papás estaban en el primer piso para desayunar; yo me desperté, llevaba puesta una bata que me llegaba a las rodillas. Cuando fui a despertarlo para bajar a tomar desayuno, él me besó apasionadamente, me llevó entre besos al baño que estaba cerca, y no le importó levantarme la bata y tocarme el trasero. Yo le pedí que paremos porque me moría de miedo de que nos encuentren allí mis padres. Era curioso, yo estaba estudiando derecho y como toda estudiante de leyes sabía que una persona mayor de edad no debía tener relaciones sexuales con una menor, y sólo por ese ímpetu de respetar las leyes yo no permití que pase algo más. Sin embargo, una noche del día domingo nos quedamos en casa mientras mis papás salieron a visitar a mi abue. Estuvimos en mi dormitorio, él me besó con más intensidad, obviamente él sabía lo que hacía. Teníamos la luz apagada y me pidió que me desvistiera yo le dije que no quería que pase nada más, él me insistió hasta que accedí con la condición de que ambos nos quedaríamos al menos en ropa interior para que no pase nada más. La idea de tener relaciones y quedar embarazada me aterraba. Él aceptó, minutos más tarde como estábamos tan excitados, él prefirió ponerse un short para no mancharme, yo creí que ese era un gesto amable de su parte, ahora que lo pienso siento que fue demasiado lejos. En realidad este tipo no era nada caballero, no tenía mayor respeto hacia mí, pero qué más podía esperar de una persona como él. Al rato llegaron mis papás, lo supe por el sonido del auto, me acerqué a la ventana y efectivamente estaban abriendo el portón de la cochera. Nos vestimos más rápido que volando cual si hubiésemos visto algún espectro, no era para menos, si mis padres nos encontraban o sospechaban algo no quiero ni imaginar todo lo que hubiese podido ocurrir.

Meses después cumplí los ansiados dieciocho años, semanas antes yo le había pedido que viniera pero él no quería, ponía mil pretextos, principalmente económicos. Yo tontamente le creía. Recuerdo que en un impulso de esos que tenía por verlo a como dé lugar, le pedí que viniese y que si tenía problemas económicos yo le podía pagar los pasajes. En ese tiempo conseguir cincuenta soles era para mí todo un mundo, pero lo hice. Él aceptó cuando le dije que ya estaba preparada para hacerlo, al fin tenía mayoría de edad. Y éste ni corto ni perezoso no dudó en venir sabiendo que tendría sexo y pasajes pagados. Ahora que lo recuerdo me da rabia.

Naturalmente mi sueño de llegar vírgen al matrimonio ya estaba en su funeral, camino a ser enterrado junto con mis valores de dama católica. Pensé que estaba enamorada y que no sería tan grave hacerlo con quien quería tanto. Hasta ahora recuerdo esa tarde lluviosa y friolenta de un trece de noviembre del año dos mil dos. Llevaba puesto un jean azul marca Milk, un polo blanco de hilo que me encantaba, la casaca de mi promoción de colegio y mis zapatos negros. Entonces llegué al hostal que yo misma había buscado que sea cómodo para que él pudiera quedarse. Tenía miedo, pero había conseguido bastante información en internet, algunas personas allegadas a mí me habían contado de sus primeras experiencias sexuales y definitivamente el mayor miedo era quedar embarazada. Me hablaron del dolor y aunque me moría de nervios, allí estaba. El hostal no era la gran cosa, él estaba en el segundo piso en una habitación alfombrada. Cuando llegué, él se puso detrás de la puerta porque estaba desnudo, esa costumbre tenía, luego se metía a la cama para abrigarse, pero jamás se acostaba con pijama, a lo mucho con un polo. Pude ver su desorden, su ropa por toda la habitación denotaban descuido. No me gustaba eso de él.

En esa ocasión tuve mi primer encuentro real con un condón. Alguna vez había visto el empaque o a lo mucho en alguna clase de Ciencias Naturales cuando la profesora nos enseñó cúal era la forma correcta para que el hombre se coloque el condón. Entonces después de los besos y las caricias, llegó el momento. Yo estaba excitada pero al mismo tiempo el miedo estaba presente en todo mi ser. Él me preguntó si ya estaba lista, yo asentí afirmativamente. Entonces intentó ingresar, me dolió demasiado, no entendía cómo es que pretendía ingresar si yo sentía que allí abajo estaba muy estrecho. Insistió una vez más, yo volví a experimentar dolor. Una más, yo no podía, mis lágrimas caían pero de dolor, él se retiró y me dijo que si no se podía no había problema. Yo me sentí muy frustrada. Él me tuvo paciencia, me abrazó, me besó con ternura y me dijo que no me sintiera mal, que no había problema. Después de un rato lo volvimos a intentar pero esta vez sin condón, yo usaba píldoras anticonceptivas por un problema en los ovarios pero aún así estaba traumada de pensar que podía embarazarme. Entonces, una vez más dolor, más lágrimas, no veía para nada la parte divertida ni agradable. Él fue despacio, lento para evitar que el dolor sea muy intenso, hasta que al fin entró. Lo demás fue lo que ocurre comúnmente, con la diferencia de que mientras él lo disfrutaba, a mí me dolía, no entendía cómo a la gente le podía gustar tener relaciones si era tan aburrido y doloroso para la mujer. El sonido de la fuerte lluvia le daba un fondo musical muy triste a ese momento que debió ser especial. Entonces por fin él terminó y para mí finalizó el martirio. Fui al baño y vi sangre, fue poca pero allí estaba diciendome adiós mi virginidad. Me dio pena no sé por qué. Tuve sentimientos encontrados. Por un lado el hecho de haber hecho ya algo que hace una Mujer, al fin era Mujer de verdad; por otro la culpa de estar defraudando a mis padres. Más tarde me despedí de él y salí en plena lluvia camino a casa, las piernas me dolían, tenía la impresión de que estaban un poco más abiertas de lo normal, en realidad no las podía cerrar como normalmente hacía, tenía aún dolor en mi vagina y me invadió el miedo al pensar que por ese detalle todo mundo se podía dar cuenta de que ya no era virgen. Llegué a casa y me sentí súper mal, ya no era la misma que había salido unas horas antes, la culpa me azotaba. Vi a mis padres y quise llorar, recuerdo que me llamaron para cenar en familia como todas las noches. Aún recuerdo que habían preparado lomito saltado, uno de mis platos favoritos, pero yo no podía percibir placer al comer, me sentía una traidora con mi familia. No quería mirar a los ojos a mis padres porque pensaba que había hecho algo realmente malo y ellos no se merecían eso.

Semanas más tarde no recuerdo por qué motivo discutí con ese tipo, creo que hasta cortamos. Yo estaba destrozada. Me preguntaba para qué perdí la virginidad con un tipo como él, me sentí utilizada. Estaba sumada en la total tristeza y estaba dispuesta a contarle a mi madre lo ocurrido. Lamentablemente la relación con ella nunca fue de las mejores y yo ya sabía su punto de vista, así que intenté tantearla para saber hasta qué punto le podía contar lo ocurrido. Ella sin saber lo que me pasaba, seguía dando sus discursos de esperar hasta el matrimonio y todo ese rollo que yo ya conocía. Yo sólo lloraba, le pregunté si acaso una chica no podía tener relaciones con su enamorado por más que lo quisiera y estuviese enamorada Ella fue tajante y respondió negativamente. Su mente cerrada hizo que me sintiera más culpable aún y no paré de llorar. Ahora que lo pienso no sé si se dio cuenta o no quiso darse cuenta, lo cierto es que yo lloré con mucha tristeza y mi madre no pudo ser esa tarde mi amiga ni mi confidente. Estaba perdida, si le decía lo que había ocurrido era chica muerta. Así que decidí callarme y cargar con mi dolor, además yo era la que se había buscado todo eso en su afán de ser toda una Mujer.

Han pasado casi nueve años, es obvio que no soy la misma del ayer. Me da melancolía y tengo nostalgia cuando escribo este relato, no es para nada divertido. Probablemente sea una de las más tristes experiencias sexuales que he tenido, pero bueno una está aquí en este mundo para experimentar, equivocarse y aprender. No cabe la posibilidad de pretender creer que el pasado no existe. Si hay errores que se cometieron, pues ya ocurrieron. Ahora sólo tengo el presente, ni siquiera queda el futuro porque todo el tiempo lo único real es lo que ocurre, es decir, el presente. El pasado ya es parte de la historia. Y a veces dan ganas de arrepentirse de algunos exabruptos cometidos. Sin embargo, nada ocurre de casualidad, quizá metimos la pata pero de seguro que teníamos que hacerlo para aprender. Lo importante es evolucionar, está prohibido retroceder, venimos a este mundo para ser mejores personas y la vida es corta y eterna al mismo tiempo. Es corta porque sólo dura unos cuantos años siendo lo que ahora somos, pero es eterna porque después de ésta vendrá otra y antes que ésta estuvo otra.

Así que con un aire cargado de nostalgia, llego a la conclusión, así como se lo dije a una de mis lectoras seguidoras, que aún tenemos mucho por vivir y aprender, lo que ya vivimos es parte de la lección de la vida. Esperemos que pronto nuestro batracio evolucione a sapo y algún día a príncipie. Si no ocurre esa metamorfosis, esperamos conocer a otro que de frente tenga el status de príncipe. Mientras tanto seguiré viviendo con intensidad y agradeciendo haber despertado ese lado llamado Mujer. Ahora soy adulta, aunque aún me equivoco naturalmente pero vivo mi sexualidad con responsabilidad (aunque no parezca), sin hacerle daño a nadie y sé que como Mujer aún tengo una vida entera y un mundo enorme por descubrir.

Por supuesto que un clavo saca a otro

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Fue una tarde de sol radiante en uno de los hoteles más conocidos de la ciudad. Asistí a un evento relacionado a mi carrera sin saber que te conocería. Días antes había escuchado tu voz mediante el teléfono pues eras amigo de mi jefa. En realidad no tenía ningún interés por conocerte ni siquiera por curiosidad. Ella tenía un peculiar estilo, ciertamente era un tanto exagerada y se había empeñado en ser nuestro cupido. Por un lado, ella consideraba que eras un muchacho muy lindo y reconocido académicamente, yo por mi parte también tenía mis méritos, de modo que según su opinión lo ideal era que nos conociéramos y fuésemos pareja.

Este recuerdo es el que tengo de cuándo fue que te conocí, era un viernes de algún día de setiembre, yo llegué al evento con mi jefa y fue ella quien nos presentó muy emocionada. Recuerdo claramente que no me presentó precisamente por mi nombre, sino como una "Belleza Americana" que tenías que conocer (esa fue la misma forma cómo se había referido a mi por teléfono unos días antes cuando llamaste). Yo pensé que ella estaba chiflada así que sólo me quedó reír y tragarme su bochornosa presentación. Tú me saludaste algo nervioso pero con una gran sonrisa que me causó extrañeza. Me diste la impresión de ser un muchacho tímido pero respetuoso y me caíste bien. Físicamente no eras nada atractivo pero tu amable trato me dio una muy buena impresión de ti, podría atreverme a afirmar que con lo poco que te traté sentí que estábamos conectados. Luego del evento a alguien se le ocurrió que vayamos a comer pollo a la brasa en un conocido restaurante de la ciudad. Conversamos y reímos bastante. Me sorprendió que te fijes en el detalle del diseño que tenía en mis uñas. No obstante, como era tarde me despedí de todos para irme a casa. Tú saliste atrás mío para embarcarme en el taxi aunque tu real intención era acompañarme. Rechacé de forma diplomática tu caballerosidad pero decidí ir sola a casa así que quedamos separados por la ventana del vehículo con un "adiós" de por medio con las manos. Me quedé preocupada analizando todos tus movimientos, creí que yo te gustaba. Y esta idea se afianzó más en mi cabecita cuando al segundo día nos volvimos a ver en la clausura del seminario. Esa mañana estábamos vestidos de forma más casual, nos encontramos al ingreso y nos sentamos juntos, era agradable conversar contigo, me hiciste reír y allí supe que tenías alguna alergia al frío que te producía estornudo.

Es curioso, pero luego de mucho tiempo me confesaste que esa mañana del evento en el hotel no fue la primera vez que nos vimos. Sinceramente mi cerebro está bloqueado y no tiene otro recuerdo, pero según tú, antes ya me habías visto en el trabajo así que indagaste para averiguar quién era yo, la chica nueva. Te dijeron que estaba haciendo prácticas con tu amiga que era mi jefa así que una mañana fuiste a preguntar por ella, aun sabiendo que en realidad no estaba, pues tu objetivo era verme y entablar conversación. Yo estaba sola en la oficina, preguntaste por mi jefa, te indiqué que no estaba y me preguntaste quien era yo, cual era mi nombre y cruzamos algunas palabras. En serio, yo no recuerdo ese primer encuentro, pero me lo has descrito de forma tan detallada que seguro sí ocurrió.

La siguiente vez que nos vimos fue en la fiesta de gala que organicé con un grupo de amigos por un evento académico. Hubo un momento que necesité sencillo para dar vuelto y cuadrar cuentas de la venta de las bebidas y tú fuiste muy amable conmigo, me cambiaste el billete que tenía y me cautivó el gesto que tuviste con un niño de la calle cuando se acercó para vender golosinas. Luego me sacaste a bailar, me presentaste con tus amigos magistrados, la pasamos muy bien y sentí que me estabas empezando a gustar.

Por ese entonces yo me encontraba agotada en una relación de cinco años bastante enfermiza, que en un 90% estaba repleta de celos, discusiones, reclamos, malos momentos, llantos, insultos, era realmente desgastante. Él era mi primer enamorado y se me complicaba terminar definitivamente la relación a distancia. Tú empezaste a buscarme, llamarme, invitarme a salir y yo me sentía muy cómoda con tu compañía. Parecías ser un tipo no solo muy caballero sino también agradable. Tuvimos mucha apertura para iniciar una amistad y un día me pediste que te recomendara a alguien como tu practicante que sea responsable, honesta e inteligente como yo, esa parte me causó gracia, por la forma tan linda que tuviste para ensalzarme con esos adjetivos. Así que no dudé en recomendarte a mi mejor amiga, que era mi compañera en la universidad. Ella de plano me dijo que no, yo le rogué que aceptara, de ese modo ella estaría cerca de ti y podría tener otra forma de conocerte. Así que una noche quedamos en vernos en el café bar que ella tenía, fue nuestra primera cita, en la cual me pediste que deje de tratarte de usted y te tuteara. En realidad eras más de diez años mayor que yo pero eras una autoridad joven para nuestro entorno.

A medida que te trataba y te conocía más, me gustabas más, tu caballerosidad me endulzaba, tu sapiencia me obnubilaba, tu sencillez me sorprendía y la comodidad que sentía cuando estaba a tu lado, eran incomparables con aquella relación que aún mantenía con mi enamorado. De pronto las salidas empezaron a ser más frecuentes, casi todos los días, y pese a que tenías una agenda sumamente apretada con un horario bastante difícil, te dabas el tiempo suficiente para llamarme muchas veces al día, para acudir a nuestras citas casi diarias en ese café bar que fue el lugar perfecto para iniciar una linda y nueva etapa en mi vida. Y casi sin darme cuenta entraste a mis pensamientos de una forma arrolladora, me emocionaba verte, me encantaba reír de todo y de nada contigo, y no veía la hora de verte, empezaba a darme pena despedirme de ti cuando terminaba el día y podía pasar horas de horas en el celular con tus largas llamadas al celular, no tenías reparo en el gasto que eso podía producirte.

De modo que fue muy fácil dejar de sufrir por mi enamorado de ese entonces, y después de haber vivido solo para él durante esos largos cinco años, empezaba a sentir algo distinto y me gustaba mucho tener un motivo diario para sonreír. Fue así que una noche mientras él me llamaba al celular yo hice un típico gesto de desagrado que hacía sólo cuando él llamaba, le contestaba de mala gana o simplemente apagaba el equipo, luego le decía que se me bajaba la batería, él seguramente empezó a sospechar pues no era común que eso ocurriera. Ante esto mi amiga me dijo "No entiendo por qué sigues con alguien a quien no quieres, si se supone que cuando una está enamorada te emociona recibir alguna llamada de la persona que amas pero tú siempre te fastidias cuando él lo hace". Esa llamada de atención fue la que me hizo poner sobre el tapete lo que estaba haciendo, me preguntaba si ya era hora de culminar con esa relación que no me traía nada positivo, a lado de alguien que no tenía mayor expectativa de mejora personal. Y era inevitable comparar, él no era gran cosa, tú lo tenías casi todo. Siempre lo digo y siempre lo diré, es obvio que tu físico no fue lo que me sedujo, fue tu trato. A medida que te conocía o escuchaba de ti, te admiraba más y me gustaba poder pasar tiempo contigo.

Era bastante notorio que tú pretendías algo más que una simple amistad. Yo nunca te dije que tenía enamorado de lejos, mis amigos tampoco me delataron. Tú no eras de aquí sino de una lejana ciudad, vivías solo así que no conocía nada de tu pasado, sólo esperaba que fueras soltero como me habías dicho. Las salidas se hicieron más continuas, en realidad nos veíamos de lunes a sábado. Ambos empezamos a involucrarnos en las actividades del otro. Esto ocasionó que las especulaciones empiecen, la gente veían a dos personas solteras y solas que salían juntas.

Por otro lado mi mejor amiga y mi "amorcito", que para ese entonces aún era mi mejor amigo, me aconsejaron que termine la relación con el otro muchacho, esa relación ya no tenía razón de ser y yo era feliz a tu lado, había vuelto a saber lo que era sonreír de la nada, cuando en realidad sabes que no hay manera de cambiar de humor de forma negativa si existe alguien que se ha vuelto en el centro de atención de tu vida. Y luego de analizar todo me di cuenta que lo otro era costumbre, una relación que ya estaba demasiado desgastada y no me hacía nada bien. Fue la única vez que sentí que un clavo saca a otro clavo, sobre todo cuando este último ya está oxidado.

Una noche loca pero sin copas

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Era el Día de la Madre, si mi madre lo supiera ya hubiese tenido un infarto pero antes me hubiese mandado a fusilar. ¿Dónde quedaron los valores?, ¿la moral?, ¿la buena reputación?, ¿el buen nombre?, ¿la chica de familia?...Ya recuerdo esa noche los planché y los guardé en la habitación donde guardamos todos los cachibaches que no utilizamos o lo hacemos muy rara vez.

Sin embargo, previamente por la tarde me llamaste; yo estaba en la florería comprando unos arreglos florales para mi abuela, otro por encargo de parte de mi prima para mi tía (su madre) y rosas sueltas que quise entregar a cada una de mis tías. Mi mami estaba en otra ciudad pues había viajado unos días para estar con mi hermana. Era el primer año que no pasaba con mi madre ese significativo día. Y con todo el respeto que se merecen quienes no tienen mami, para mí y para mi hermana que estaba aquí conmigo, era un día normal. En realidad era un día tranquilo, no teníamos el stress de hacer mil malabares para encontrar un regalo que sea de su completo agrado, no teníamos que hacer el desayuno especial con bombos y platillos ni tuvimos que escuchar sus gritos o llamadas de atención. Hasta cierto punto debo admitir que nos sentíamos culpables al sentirnos aliviadas por no tenerla en casa. Inclusive nos pusimos a pensar que éramos un par de ratas porque si mi papi hubiese sido el ausente en el Día del Padre, de seguro que hubíesemos estado muy tristes por no tenerlo en casa. Pero en fin, mi madre era nuestra querida Menopausica de la vida real. Y bueno, mientras escogía las bellas rosas, tú llamaste. Querías que por favor te ayude a convencer a tu mami para salir a almorzar a la calle pues estaba depre, estresada, enojada contigo y algo enferma. Decías que si yo se lo pedía no iba a negarse. Es decir, querías utilizarme. Sin embargo, como era por una noble causa, iba a permitir que me utilices. Aunque cuando entendí que lo que me pedías era que también vaya con ustedes, con el dolor de mi corazón tuve que decirte que no. Tú entendiste, yo tenía que ir a almorzar con mi familia. Toda la vida mi familia (abuela, papis, hermanas, tíos y primos) hemos compartido todos los momentos especiales juntos, de modo que era imposible complacerte esta vez. No podía dejar a mi familia, aunque no estuviera mi querida Menopausica, para ir a almorzar contigo y tu madre aunque los quiera. Siempre me cuesta decirte no, prácticamente casi nunca lo hago, pero en esta ocasión no era posible.

Como te había prometido visitar a tu mami por la tarde, quise cumplirlo. Así que al regresar a casa, luego de almuerzo, le dije a mi papi que a las seis iría a saludarla. Él creo que cree, nuevamente, que somos enamorados. Y es que cualquiera se confunde con nuestro extraño comportamiento, actuamos como si estuviésemos pero en verdad no estamos. Mi papi respondió que yo me había ido a visitar a "mi suegra" cuando le preguntaron por qué no estaba con ellos para tomar el lonche en familia. Cuando te avisé que iría me dijiste que ella estaba descansando y que además no estaba de buen ánimo como para visitarla. Yo insistí y aunque estaba muy ajustada con mis gastos, creí que valía la pena llevarle un arreglo de rosas rosadas con un presente. Ella me contestó el teléfono muy amable, es que mi ex suegra (y quien sabe futura) me quiere de modo que no era capaz de decirme "No vengas".

Cuando llegué, te sorprendió mi detalle y a ella aún más. Previamente, en la cocina, te pregunté qué tipo de aretes le gustaban, me dijiste que le encantaban las perlas, así que saqué la cajita envuelta en papel de regalo. La otra, que no tenía perlas, la dejé guardada, es que así soy yo de precavida. Con ese par de cositas los tenía a ella y a ti en el bolsillo. Mi querida suegra estaba muy ansiosa, nerviosa y disgustada. Al día siguiente tenía que dar un examen psicotécnico para ver si aprobaba una de las etapas del proceso de evaluación y mantenía su trabajo, el mismo que tenía hace nueve años. Su situación era complicada, de eso dependía su futuro próximo y los competidores estaban al acecho. Es una mujer preparada, sin embargo, le aterrorizaba el solo hecho de pensar que podía de la noche a la mañana quedarse sin trabajo, más aun porque la situación económica en tu casa no era estable. Estando allí, ella empezó a quejarse de ti y de tu hermana mayor. Sentía que no había tenido un merecido Día de la Madre, se sentía triste. Según ella sólo tu hermana menor había tenido cierta consideración con ella, sin embargo, tú no le habías dado ni un abrazo por su día, por el contrario le dolía que hubieses preferido ir a pasar toda la mañana con tu padre. Entonces creí que de algún modo esas rosas y el presente tuvieron un efecto más que positivo. Y es que la verdad muchas veces el dinero no compra la felicidad pero hay detalles que nos pueden dar un aliciente o al menos robarnos una sonrisa. Creo que eso logré hacer con tu mami y me sentí bien. Al rato me tenías en la sala de tu casa ayudándola a resolver exámenes de razonamiento verbal y matemático para que se sienta algo más tranquila y confiada. No lo había hecho ni con mis hermanas cuando se preparaban para sus exámenes de admisión, sin embargo, allí estaba yo haciendo todo eso, pero ¿sabes?...lo hice con mucho gusto realmente. Tu hermana mayor había salido todo el día con el enamorado, tu otra hermana en ese momento se despidió porque acompañaría a su enamorado a la agencia pues ya viajaba y nosotros nos quedamos acompañándola. Le agradecí a Dios el poder estar allí conversando con ella al menos intentando darle ánimos. Quizá no hice mucho pero me sentí útil. Hubo un rato que pudimos hablar muy bajito sin que nadie nos escuche y nos reimos muy fuerte porque entre juegos me dijiste que nos faltaba "bautizar" el mueble grande.

Mientras tu mami y yo revisábamos los demás ejercicios, tú nos preparabas el lonche. Fuiste a comprar pan y el hot dog con huevo revuelto te quedaron delis. Cuando tuviste la mesa puesta, nos llamaste para tomar cafecito juntos. Llamé a mi papá para avisarle que ya no iría a casa de mi abuela. Él comprendió. La noche avanzaba, las horas pasaban, tu hermana llegó y yo ya tenía que irme. Decidiste acompañarme y me despedí de ellas. Tú le prometiste a tu mami no demorar pues mi casa queda muy cerca de la tuya.

En el camino me cojí de tu brazo, caminamos lento y nos reimos mucho. Era un día especial, un paréntesis después de tanta discusión de días anteriores. Es extraño, ahora los días felices y sin pelear ya son raros, están como que en proceso de extinción; por otro lado, los días llenos de reclamos, celos, enojos tontos, gritos míos, etc. ya eran casi cotidianos. Lo anormal se estaba volviendo normal, pero ese día era anormal, es decir, todo estaba color de rosa. Habíamos firmado la paz. Al cerrar tu puerta no sé por qué te palmeteé el trasero y me dijiste de una forma muy cómica, que no te lo toque porque estabas sin calzoncillo (sólo te habías colocado un jean para llevarme a casa) y nos reimos muchísimo. Luego de un par de cuadras nos encontramos con tu hermana, pensé que podía acompañarnos hasta mi casa para que no regreses solo. Sin embargo, tu reacción fue regresar y dejarla en tu casa y volver a caminar hacia la mía. Yo feliz de pasar más tiempo a tu lado y si era a solas mejor.

Llegamos a mi casa. Pensé que te despedirías pero me dijiste que entrarías un ratito. Adoro verte jugar con nuestro "hijito", el perrito que me obsequiaste hace un par de meses. Saludaste a mi papi muy cordialmente. Entonces el tiempo empezó a correr y tú esa vez no tenías apuro. Decías que tenías que irte pero seguías buscando pretextos para seguir allí (algo más que raro en ti y los últimos quince meses) Estando en la sala, vimos algunos datos en la lap top que tu mami necesitaba. Nos volvimos a reir insinuando que ese mueble de dos ya estaba "bautizado" pero faltaba el grande. La verdad era que hace meses que no teníamos ningún contacto íntimo ni remotamente algo similar. Pero esa noche no sé si eran las feronomas que nuestros organismos secretaban de forma alborotada o nuestro lenguaje corporal estaban sincronizado, el hecho es que me excitaba cada vez que te sentía cerca.

Al rato mi papá subió a dormir y nosotros seguíamos tonteando. Me contaste que tenías dolor en el cuello porque estabas tenso y me ofrecí a hacerte masajes. Juro que mi real intención era hacerte masajes para relajarte, sin imaginar que esto sería el inicio de una noche loca sin copas. Entonces te coloqué una colonia relajante que tengo, te hice los masajes en el cuello y la cabeza. Era fácil notar que te sentías muy cómodo. Yo contenta de tenerte entre mis brazos y ayudándote. Entonces te pedí que mejor fuésemos al mueble grande para que te acuestes, así podría hacerte los masajes en la espalda de forma más confortable. Tú accediste sin peros. A mí me parecía extraño. Yo estaba feliz pero me extrañaba tu actitud. Ya no estaba ante mis ojos el hombre que parece la Gatita Penélope que se corre de Pepe le Pew cuando éste quiere besarla creyendo que es una mofeta como él. Te gustaron mis masajes, luego empezamos a hablar de un cuadro mexicano que tengo en la sala, cuando me acerqué para asegurarme si se trataba de pintura en tela o papel, hiciste un comentario respecto a lo bien que se veía mi trasero con ese jean y desde el ángulo que lo estabas viendo porque seguías acostado en el mueble. Yo me sonrojé pero no se me notó porque soy morena. Sin embargo, no sabía como reaccionar pese a que ya había pasado todo lo que ha pasado entre nosotros. Claro hace mucho que no pasaba nada.

No obstante soy humana, soy mujer, tú eres hombre y yo te deseo, y este anhelo había intentando muchas veces ocultarse para evitar malos momentos ante tus negativas. Sin embargo, nada de eso me importó. Estabas acostado en mi mueble, yo a tu lado en una silla cual masajista profesional y no pude más. Subí sobre ti, te besé, me correspondiste, nos abrazamos, nos besamos con pasión. No sé cuánto tiempo habíamos jugado a la abstinencia (bueno entre nosotros obviamente). Es inevitable, nos deseamos demasiado y cuando me miras de la forma como lo haces, me alborotas, en serio. De forma más atrevida estábamos teniendo mayor contacto. Parecía algo nuevo entre nosotros pues las pocas veces que habíamos hecho el amor había sido luego de muchas copas y además era más excitante aun por el hecho de estar en la sala con la luz encendida. Mi hermana menor y mi papi dormían en el segundo nivel. Mientras tanto, nosotros estábamos descontrolados. No sé en dónde guardaste al tipo caballero que jamás se sobrepasa conmigo, creo que en la misma habitación donde estaban los cachivalches y mis valores. Tocaste mi trasero, pero no sobre el jean ni mi truza y eso fue una señal más que clara de que estábamos dispuestos a entregarnos. Sólo faltaba como canción de fondo la de Ana Gabriel "Simplemente Amigos"...nos estábamos amando sin control y teníamos ganas de seguir amándonos, sin embargo, todo el tiempo teníamos que seguir actuando como simplemente amigos. Me besaste muchas beses, nos dijimos mutuamente que nos amábamos. Volví a sentirme en el paraíso con tus tan anhelados besos. No obstante, podían escucharnos así que te pedí que subieses el volumen a la televisión o pongas música. Luego te instalé sentado en el mueble y sin preguntártelo fui a sacar los Halls que me sobraron tres días antes, los que usé con mi "amigo con derechos", el médico. Me metí uno a la boca y si había funcionado tan bien con él, ¿por qué contigo podía ocurrir lo contrario?...Entonces actué, hice lo que tenía que hacer pero estoy segura que todo eso se complementó con mi jean rojo y las sexy botas negras que tenía puestas esa noche. Me estaba consagrando de recontrarufla, sólo unos días atrás había hecho prácticamente lo mismo con mi amigo el médico. ¿Eso me convierte en promiscua?...según la Organización Mundial de la Salud... sí pues define la promiscuidad como la práctica de relaciones o el hecho de tener más de dos parejas sexuales en menos de seis meses. Y entre tres días y seis meses hay una abismal diferencia. No es que me sienta orgullosa de mi status de promiscua, sólo que me causa risa y asombro haber llegado a este nivel. Te aseguro que ha sido a punta de sudor (broma cruel). Bueno pues, ya estábamos muy avanzados, yo sabía perfectamente que mi dupla Halls-Lengua estaba surtiendo efecto positivo. Hasta que me dijiste: "Quiero hacerte el amor", te dije que eso era lo que me estabas haciendo, pero tú insististe, en realidad querías penetrarme. y como soy la reina de las neuróticas, rápidamente relacioné Día de la Madre con no tener condón. No podía arriesgarme a hacerlo sin cuidarnos y luego quejarnos de las consecuencias, una criatura no es cosa de juego. Hacerla puede sonar divertido, pero el fondo del asunto es algo muy complejo. Luego de ese breve razonamiento, me negué. Me insististe, yo seguí firme en mi negativa. Sin condón no hay nada. Tú me decías que no sabías qué tenías pero tenías unas ganas locas de hacerme el amor. Me paré, tú me abrazaste, yo me volví a negar hasta que me pediste hacerlo por atrás. La única vez que lo habíamos hecho era aquella vez cuando recibí mi título, todo estaba casi igual: era el mismo mueble, la misma sala, los mismos sinverguenzas pero esta vez no apagamos la luz ni estábamos mareados. Eso me gustaba, luego no había opción a reclamo ni arrepentimientos. Además no teníamos preservativos, nuevamente te reclamé por la falta de logística, era una desconsideración al cliente. Rechacé tu oferta unas tres o cuatro veces hasta que te dije que sí. Rápidamente trajiste la crema que no habíamos usado para los masajes. Y nuevamente lo hicimos. Simplemente delicioso. Es que hacerlo con la persona que amas ya es magia, pero hacerlo bajo esas circunstancias ya era muy de película. Tuve que quitarte la correa para que no hagas tanta bulla. Me diste algunos orgasmos, fue súper. Tú por tu parte, lo disfrutabas demasiado. Yo era feliz, creo que tú también.

Después de esa mágica entrega "posterior", estuvimos buen rato conversando, abrazaditos, riendo, mirándonos con ojos brillosos. tú me acariciabas mi pequeña nariz, yo te besaba la mejilla. Tú me dabas un pico, yo te correspondía. Tú me besabas la frente, yo la mano. Tú me olías el cabello, yo estaba en las nubes. Hiciste un comentario que me otorgaba muchos méritos respecto al Halls y por poco te respondo "Ya me lo habían dicho". En mi mente decía: "Si supieras que son los Halls que me sobraron con el otro la otra noche". Te hice la misma explicación que al anterior muchacho y nada, tú estabas feliz de haberlo experimentado. Y como nada dura para siempre, supimos que ya era muy tarde y teníamos que despedirnos; no sin antes quedar en volvernos a entregar muy pronto pero en condiciones más adecuadas, como las que merecía por nuestros tantos largos meses de abstinencia. Antes de irte me abrazaste, me diste otro beso y sonriendo me dijiste que habían sido los mejores masajes de tu vida. Y así una vez más nos despedimos en la puerta pero esa noche no era una noche cualquiera, era una Noche Anormal.

Yo no soy una Loba

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Cuando por primera vez escuché esta canción, me reí. Cuando escuché con detenimiento la letra imaginé que se la cantaba a tu enamorada. Bueno no somos amigas, pero de vista si nos conocemos. Ella es una sobrada y no me saluda pese a que en alguna ocasión me la presentó su prima que es mi amiga. A mí nunca me cayó bien tu enamorada o novia o casi esposa. Antes de conocerte, la conocí a ella y siempre me ha caido mal, no sé por qué. Su mirada, su trato, no lo sé. Quizá soy prejuiciosa porque no la he tratado y ya me cae mal, pero bueno eso es lo que he sentido. Cuando te conocí, no sabía que estabas con ella.

Sin embargo, es verdad, yo no soy una loba; y, tranquilamente podría decirle: "¿Qué tiene de malo que me lo prestes una noche y que me lleve a pasear en su coche?". Bueno nunca me llevas a pasear, pero muchas veces me has llevado a casa o me has recogido en tu auto y antes también en tu camioneta. No hemos ido nunca ni al cine ni al teatro pero hemos llegado a la conclusión de que tenemos gustos muy similares en esos temas.

Y continúo con la letra de la canción y me pregunto también, ¿qué tiene de malo si sólo como amigos andamos?, bueno nunca nos exhibimos pues nuestros encuentros por lo general son en tu casa o en contadas ocasiones en hoteles muy caletas. Pero ni nos besamos, sólo la pasamos bien y seguimos siendo patas.

En realidad nunca me has comprado nada. Hemos bailado una sola vez pero sí hemos ido a un lugar que nos gusta para tomar unos traguitos y escuchar buena música mientras conversamos, es más fue allí donde nos conocimos. ¿Qué tiene de malo que quieras abrazarme y acariciarme el cabello?... me encanta cuando admiras mi cabello rizado y hasta me pides la receta que utilizo para cuidarlo.

Gracias a Dios aún no eres su marido y yo no pretendo ser su amiga confiable. De modo que en vista que nada de eso ocurre: YO NO SOY UNA LOBA, no pienso comerte, no voy a desfilar tus carnes ni le mandaré tus huesos. No pienso robarte, no voy a devorarte así que ella no debe preocuparse.

Aunque siempre pienso que no quiero tener una relación contigo y como amigos me siento súper bien igual me pongo a pensar cómo es que eres con ella. ¿Disfrutas el sexo con ella?, ¿Por qué siempre tu afán de tener algo conmigo?, ¿Por qué la pasamos tan bien juntos?, ¿y ella?... ¿por qué no prefieres pasar ese tiempo con ella si en realidad es ella tu enamorada?. Nunca la mencionas, no hablas de ella, yo pienso que la quieres, solo una vez los he visto juntos y de la mano pero no sé qué tal se llevan. Sin embargo, una vez una amiga me contó que los vio juntos haciendo compras, y a leguas se notaba que no se llevaban nada bien, me dijo que tú eras seco con ella. Por el contrario yo siempre te cuento cómo me va con mi "Amorcito", o lo mal que me siento cuando estamos distanciados, aunque tú bien sabes que él y yo aún no hemos regresado, pero tú nunca tocas el tema respecto a ella. Así que no sé qué tal se llevan, a veces cuando te lo he preguntado, te has limitado a responder que si la quieres. Yo no sé. Bueno a lo mejor te ocurre lo que me pasa a mí, la quieres pero disfrutas más el sexo conmigo. Para serte sincera, cuando lo hago contigo es placer total, cuando lo hago con él, es amor, siento una felicidad diferente, es más completo pese a que no necesariamente sienta placer netamente sexual, me siento feliz entre sus brazos, disfruto sus besos suaves o apasionados, él me sube a las nubes con tan solo tenerme abrazadita. Yo la única diferencia de peso que encuentro entre tú y él, es que contigo jamás peleo, quizá también sea porque entre tú y yo no existe ningún vínculo sentimental de por medio...¿o si?

Es extraño saber que tienes sexo con ella y conmigo; y, espero que con nadie más. Claro, tampoco estoy en el derecho de exigirte. Una vez me sentí super rara cuando se cayó algo al costado de tu cama, a lado de la pared y encontré dos envases de condones, uno era el que habíamos usado minutos antes pero ¿el otro?, me paltié y te pregunté, obviamente no podía estar en el plan de reclamarte pero igual entre risas te hice notar que habían dos empaques aunque sólo habíamos usado uno. Te reiste también y me agradeciste por haber encontrado los empaques. Te pedí que me explicaras por qué te reias y por qué me agradecías. Y allí me contaste que tu enamorada era la que hacía el aseo de tu habitación y que hubiese sido terrible si ella encontraba esas dos pistas. Seguramente uno habías usado con ella, pero ¿dos?. O quien sabe ni siquiera lo habías usado con ella. Me pareció super extraño y hasta cierto punto patético que tu enamorada haga labores de empleada en tu casa, específicamente en tu dormitorio. Yo no sé, pero sinceramente no me veo así de asendosa y aunque esté muy enamorada de mi "Amorcito", nunca he tenido ni siquiera la idea de alguna vez pasar un plumero para limpiar si es que hubiera polvo en su escritorio. En fin, cada loco con su tema, el hecho es que quiero que quede claro que yo no pienso robarte y YO NO SOY UNA LOBA...¡NO!.

Los personajes de este Blog

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Queridos lectores:

En vista que cada día tenemos nuevos amigas y amigos que gentilmente nos leen, considero que existe la necesidad de explicar un poco acerca de los personajes que no son parte de la ficción ni han salido de una creativa cabeza. Creo que si no lo explico, muchos de ustedes o quizá todos los que no me conocen siempre terminan confundidos.

En la carpeta CD de canciones encontrarán lo que su nombre dice: Letras de Canciones relacionadas con peculiares momentos. En Zona Libre encontrarán la introducción de este Blog, esta explicación y un Código Femenino que me parece muy divertido.

Cuando hablo de "Mi Amor" se trata de mi ex, el que fue mi mejor amigo durante muchos años, tal como pueden entener en detalle con la historia titulada "¿Cúando empezó todo?". Fuimos compañeros universitarios, sin embargo, yo ya soy abogada y él recién termina este año. En fin, pese a todo estoy enamorada, lo amo.

En la carpeta de "El otro...el casi perfecto" hablo de las experiencias que estoy viviendo con mi amigo el médico. Ese que tiene enamorada. Es divorciado y tiene una hijita. Somos amigos-amantes. Yo no busco una relación con él, no estoy enamorada, no pretendo quitarselo a nadie, su enamorada no es mi amiga. Sin embargo, la canción "Yo no soy una loba" es precisa, yo no quiero robárselo. Lo considero mi amigo con derechos. La paso bien con él pero sé que no me gustaría tenerlo como pareja. La historia de cómo lo conocí la pueden leer con el mismo nombre de la carpeta.

Si leen la única historia de la carpeta "El extranjero encantador", aunque es larga, podrán saber lo que me pasó con mi amor platónico, una historia que empezó en internet, a quien le tengo mucho cariño.

En la historia "Al fin y al cabo somos solo amigos" leerán algo de "El Insistente", él es mi último enamorado. No duramos mucho tiempo, aún somos amigos. Actualmente él quiere volver conmigo. Naturalmente no sabe que sigo enamorada de "Mi amor" ni tiene la más remota idea de todo lo que siento por él. Me llama siempre, nos vemos a veces, sus amigos desean que regresemos. Yo no.

Las denominaciones "amiguita de turno" es para cualquier amiga con la que a veces ha salido "Mi Amor", no necesariamente son sus agarres. Puede que no tenga nada con ellas, puede que si, pero mi afán de ponerles un calificativo, ha hecho que utilice esa frase para ellas. Cuando lean algo de "su dama de compañía", es una chica con la que estuvo agarrando hace un tiempo, en fin entenderán el asunto cuando lean la historia "Ella y tú, mi nueva pesadilla".

Hay una sola historia también en la Carpeta "El Primero, el peor", hablo de mi primer enamorado, que como el nombre indica, fue el peor. Ya sacarán ustedes sus propias conclusiones.

Luego de haberlos ordenado un poco con los personajes, que como podrán ver, no tienen nombres reales, creo que podrán explorar cada una de las historias. Les agradezco por leerme. Espero que sirva para algo bueno. ¡Diviértanse leyendo! Ahora que estoy viviendo un poco más mi vida según lo que deseo y me plazca, y no bajo los cánones que impone la sociedad según un "Deber ser", les cuento que me siento más libre, estoy conociéndome más. La vida es corta y mientras no hagamos daño a nadie, creo que vale la pena experimentar y simplemente Vivir, no dejemos que la vida pase por nuestras narices, vivamos con cada célula de nuestros cuerpos.

Bien, quedo de ustedes. Espero que puedan leer y disfrutar.

Un abrazo, mil besos y un millón de GRACIAS.

Su amiga


Una sorpresa y la pérdida de su última castidad

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Hasta esa noche me habías jurado que jamás lo habías hecho con alguien por la parte prohibida, yo tenía mis serias dudas por el historial que te manejas y la mentalidad tan desinhibida que tienes respecto al sexo. Pero como no había prueba que pudiese acreditar tu juramento, tenías el beneficio de la duda, es decir, no pensaba que me mentías pero tampoco estaba cien por ciento segura de que fueses casto en esa poco común pose. Sé que para muchos (hablo de hombres y mujeres) les parece una cosa extremadamente atrevida, inclusive creo que es algo que no cualquier mujer decide experimentar. A lo mejor es el sueño dorado de muchos hombres, pero el que no siempre logran realizar. Para nosotras es un tema muy delicado, poco experimentado y escasamente hablado. En este sentido no soy quien ha practicado de todo pero si soy de las personas que aman experimentar y descubrir lo nuevo para aumentar el goce propio y de su pareja.

Yo ya lo había vivido hace unos años con mi primer enamorado, luego de buen tiempo de relación en unas dos o tres ocasiones y después de muchos anales (hablo de años) hace cuatro días lo experimenté también con mi "Amorcito". Me sentía una "pendeibis" al estar a punto de ofrecerte tal menú para esa noche, sobre todo por el corto y reciente tiempo de haberlo hecho también con él. Lo sé, sigo teniendo el status de promiscua, dos en menos de una semana. Bueno no me arrepiento, aunque esa noche me moría de la risa por ese pequeño detalle. Mis imaginarios cachitos de diablilla se asomaban sobre mi frente mientras te tenía en frente mío a punto de hacerte debutar por ese nuevo lugar. Estaba segura que no rechazarías la oferta. Y así fue, no lo hiciste.

Pocos días antes habías experimentado tremendo placer gracias al Halls y cuando creías que esa fue la máxima expresión de placer, estabas a punto de conocer ese otro mundo, totalmente nuevo para ti. Parecías un niño pequeño emocionado con su nuevo juguete aunque al mismo tiempo vi tu cara de curiosidad mezclada con temor. Suena gracioso pero en serio tenías temor, luego me dijiste que tenías miedo de causarme dolor. Imagino que en realidad fue algo más que eso. Yo sentía que tenía al toro por las astas, era la primera vez que sentía eso contigo. Bueno la segunda, pues esa vez que tuvimos la sesión con el Halls también sentí que yo era quien llevaba el control de la situación.

Esta vez también habíamos bebido whisky, tú fumaste algo de tu ganya y yo di solo una pitada, no sentí nada. Aunque según tú, el efecto de solo inhalar el humo que tú exhalabas, hacía que yo me hornee pues yo me reía de todo, bueno ambos nos reíamos mucho. Por lo tanto, en medio de ese ambiente me sentí muy relajada, no tuve miedo al dolor y me entregué a ti. Tú por tu parte, luego me confesaste que por un momento creíste que yo estaba jugando contigo, que buscaba seguramente solo emocionarte y que luego te diría que mejor no lo hagamos por allí. Sorpresa la tuya cuando supiste que estaba ocurriendo. El erudito doctor en este tipo de artes y placeres, estaba a punto de, por primera vez, experimentar el sexo anal. Tuviste miedo al inicio, pero no cabe duda de que fue riquísimo. Una vez que logramos acomodarnos, la pasamos súper bien. Ambos lo disfrutamos, fue placer total. La música estaba divina como siempre. Sabía que la estabas pasando bien porque se te escuchaba muy bien. Realmente duramos mucho y tú estabas en la gloria. Jamás te había visto tan satisfecho. Estabas feliz. Yo por mi parte también me sentía súper.

Luego de esa agradable faena, que tenía la peculiar característica de haber sido la causante de tu debut por ese lado, nos pusimos a charlar. Y así ocurre, el tiempo trascurre y no nos interesa casi nunca, salvo cuando en determinado instante recuerdo que debo regresar a mi casa, por lo general eso sucede cuando tengo sueño y ya tengo ganas de acomodarme para dormir en tu cama, pero sé que no es mi lugar así que en ese preciso momento es cuando te pido que me llames un taxi para irme.

Mientras tanto estuvimos conversando de todo un poco. Y en medio de las aventuras que me contabas, mencionaste a una ex enamorada tuya con quien estuviste cuando eras un adolescente. No presté importancia al nombre y te escuché como quien escucha una experiencia más. Hasta que nuevamente mencionaste el nombre y me preguntaste: "¿La conoces?", estaba a punto de responder en automático un "No" pero algo me hizo regresar a la Tierra y te pedí que repitieras el nombre. Efectivamente la conocía, claro que la conocía, era la hermana mayor de una amiga mía. Bueno no había de qué extrañarse era tu contemporánea. Pero actualmente tú con tu cara de niño te seguías viendo muy criatura a lado de ella. Ella ya está casada, tiene sus hijitos y se la ve toda una Madre. Y tú aún pareces un chiquillo, aunque no lo eres. No tenía la más mínima idea de que el Meteorito estaba a punto de estallar contra la Tierra. Y entonces se fue acercando, me dijiste que conocías también a mi amiga, la misma que había sido mi compañera del cole, una de mis mejores amigas. ¿Tan chiquito podía ser el mundo?, bueno hasta ese momento no había nada de extraordinario, solo que coincidentemente eras el compañero de promo del hermano mayor de mi hasta ahora mejor amiga y a la vez eras el ex de la hermana de quien fue una de mis mejores amigas en la secundaria. ¡Semejante enredo! Pero eso no era todo...Tuviste la nula caballerosidad para decirme que habías tenido también relaciones con mi amiga, yo me quedé fría, sentí que estaba en lo que podría ser el limbo, el Meteorito acaba de estrellarse contra la Tierra. Yo no salía del shock ni de mi asombro, mientras me contabas que la habías conocido prácticamente desde que nació. Yo intentaba seguirte en la conversación como aparentando naturalidad y que me interesaba lo que contabas pero no dejaba de pensar que también habías "tirado" con ella. Estaba molesta, creo que en el fondo tenía celos. Me diste los detalles, primero fuiste enamorado por tres años con la hermana de ella. Que cuando mi amiga era una bebe tú jugabas mucho con ella y que cuando terminaste con su hermana te causó mucha pena alejarte de mi amiga que para ese entonces era una adorable niña de cuatro años. Los años pasaron, cada quien siguió con sus asuntos, hasta que por cosas del destino, volvieron a verse, ella ya era casi una quinceañera, estaba muy bonita. La miraste con ojos de hombre, atrás quedó el encantador adolescente que jugaba con la niña. Yo en ese instante del relato, tenía sentimientos encontrados, por un lado quería ponerte un esparadrapo en la boca para que te detengas con tu historia, pero al mismo tiempo quería saber qué más había ocurrido. Intentaba también hacer memoria cuando me dijiste que estuviste en la fiesta de Quince Años que se celebró en su casa. Fue una fiesta simple, todos vestidos de sport, naturalmente los invitados eran chicos y chicas, creo que hubo luces sicodélicas y el ambiente estuvo oscuro. Era demasiada información para mi cerebro, ya han pasado más de 12 años y no lograba recordar exactamente la fiesta pero estaba y estoy segura que estuve allí, un evento más donde estuvimos juntos pero no nos conocimos antes. Dices que ella estuvo feliz de verte, y tú también de verla a ella. Y que en determinado momento de la fiesta le dijiste que te sentías aburrido, que era mejor que ustedes dos vayan a otro lugar. Ella aceptó. La verdad no sé en qué momento, imagino que cuando todas muy lindas señoritas de sus casas, nos retiramos a nuestros hogares antes de las ocho de la noche. Le propusiste ir a tomar, supuestamente ella no tomaba pero la convenciste, obviamente tu objetivo final era "tirártela" pero te disfrazaste de corderito...Tremendo Lobo. Ella se emborrachó, eso es lo que me cuentas. Y luego fueron a un hotel, fue su primera vez, me lo contaste como tu logro. Yo quería vomitar...¿Mi amante había tenido relaciones también con una amiga mía?...¡Santo Dios!, fue inevitable preguntarte si acaso no te habías acostado con alguien más de mi promoción y reímos. Pero para mí no era gracioso, yo aparentaba estar muy fresh con tu narración, pero la verdad era que por dentro echaba chispas. Mi sonrisa era la más hipócrita que pude tener, tú no la notaste. Tu relato continuó, describiste sus enormes ojos verdes y tu sonrisa de oreja a oreja no podía impedir que demuestres el inmenso cariño y placer con el que recordabas esa noche. Y no pude más. Me sacudí del estallido Meteorito - Tierra y te dije: "No es necesario que me des detalles. ¿Así eres normalmente?...Espero algún día no resultes contando lo que hacemos tú y yo porque sería muy poco caballero de tu parte". Ese comentario muy a mi estilo fue suficiente para que te dieras cuenta que estabas siendo infidente y por fin terminaste el relato. Fue entonces que con toda la seriedad del mundo juraste que jamás lo harías y que si bien es cierto con ella pasaste un momento muy bonito, nada se compara a todo lo que estabas viviendo conmigo y nuestros inumerables encuentros "fuera de serie". Sólo agregaste que hasta ahora ella y tú son muy buenos amigos, que a veces inclusive te llama pese a que está viviendo en otra ciudad. Yo no podía creerlo, ¿la santurrona, la que rezaba, la que hablaba de Dios todo el tiempo, la que decía que tal o cual cosa era pecado, la que no podía escuchar ni una mala palabra y menos pronunciarla, había tirado a los quince años y luego pudo seguir aparentando que era la santa, pura, virgen y casta????...Entonces a mí me debieron beatificar hace mucho tiempo. Y más cólera me daba porque en ese entonces éramos amigas, muy amigas. Yo fui quien la animó a aceptar a su primer enamorado, fue toda una ceremonia que la señorita le dé su primer beso al muchacho. Me sentí traicionada ¿cómo no me pudo contar que ya no era virgen, que lo había hecho?...después saqué bien mis cuentas, hice memoria y para cuarto de secundaria ya no éramos amigas tan cercanas, eso me alivió en algo la traición pero no dejaba de fastidiarme que también lo hayas hecho con ella.

Tu relato fue suficiente Matapasiones, te pedí que ahora si llamaras un taxi. Y así concluía una noche donde fui la culpable del robo de tu última castidad y una vez más la vida me enseñaba que en esta vida todo es posible y nadie sabe lo de nadie. Bueno al fin de cuentas eso es lo rico de la vida, poder vivir, hacer mil cosas, pensar un millón más y pese a eso poder venderle al mundo la imagen que queremos que vean de nosotros. Nadie tiene por qué ser nuestro colchón, no es necesario desnudar el alma ante el mundo entero, cada quien hace o piensa según lo que le plazca, de modo que ella estaba en su derecho. Y yo esa noche estaba en todo mi derecho de quitarte tu última castidad.

Peligrosa aceptación, mi primera vez

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Me invitaste para vernos por la noche en tu casa. ¿Una vez más? Bueno acepté, luego mientras transcurrían las horas me estaba desanimando. Cuando volviste a llamar te dije que mejor otro día. Eso no se puede hacer contigo, eres persistente en todo y para insistir sin caer pesado, eres excelente. Era un jueves y me dijiste que no podía hacerte eso, pues temprano ya te había dicho si y no podías a estas alturas cambiar todo tu itinerario pues inclusive te habías tomado la molestia de cancelar un examen a tus alumnos y se los postergaste para el día siguiente. No sé si era cierto o no pero me convenciste. Bueno ya qué importaba, la pasaba siempre bien contigo.

Mi "amorcito" llegó a verme para pagar el consumo de su celular. No nos habíamos visto desde la última discusión hace casi una semana. Días anteriores, vía telefónica le había prometido que mi actitud con él iba a cambiar, así que era momento de demostrar con actos el lindo discurso. Llegó cuando recién había salido de la ducha y estaba vistiéndome. Escogí una blusa roja con un escote muy provocativo, normalmente no la uso porque justamente tiene ese detalle o me coloco una prenda debajo para disimular. Sin embargo, para esa noche estaría perfecta y si tú me verías más tarde con ese atuendo mucho mejor. Todo estaba bien hasta que le contestó a su amiga, intuí quién fue pero no se lo dije. En realidad es una chica que tiene enamorado pero siempre lo busca o lo llama, en el fondo quiere algo con él. Por lo que él respondía, entendí que se verían en el centro comercial. Cuando le pregunté qué haría allá, su respuesta fue evasiva y lo confirmé, estaba segura que se vería con ella. Lo conozco tanto que sé que cuando va a hacer algo que no tiene por qué ocultar, me dice todo con puntos y comas. Sin embargo, cuando se trata de verse con alguna de sus amiguitas, evita dar mayor información, como ocultando. Me dio cólera, no sé si irían al cine o algo así. Luego pensé que yo era el colmo, me estaba enfadando porque él que aún era mi amigo saldría con una chica mientras yo me estaba alistando para ser tuya en unas horas. Así soy de egoísta con él.

Bueno, mi rostro cambió, estaba evidentemente enojada. Me peiné delante de él, aún con el cabello mojado. Vio una vez más, mi proceso de cambio, desde estar con la cara lavada, recién salida de la ducha hasta el maquillaje casi profesional. Mientras le daba color a mis párpados, él me indicó que el color estaba muy intenso. Eso me fastidió y le dije: "Yo me pinto como quiero y así me gusta, además tú no eres el que me va a ver esta noche". Con ese comentario le hice saber que yo también tenía planes para verme con alguien. Fue fácil notar que tampoco le gustó. Así no vale, él también quiere practicar la Ley del Embudo, obviamente, lo ancho para él de ese modo sí puede salir con sus amigas y yo no puedo salir con nadie. ¡Qué tal gracia! Se quedó en silencio un momento, mientras craneaba lo que le había dicho. Y respondió: "Yo te lo digo para que te veas más linda, porque me gusta que te veas bien". Luego me increpó que otra vez estábamos discutiendo y que no entendía mi actitud. Entonces dije sonriendo con sarcasmo: "Tienes toda la razón, mil disculpas. Mira, las cosas para mí están muy claras. Tú y yo no estamos, no somos pareja, por lo tanto cada quien puede salir con quien le plazca, el día y la hora que desee. Entonces tú anda al centro comercial a hacer no sé qué cosa con tu amiga, y yo saldré con la persona que he quedado". Alguna vez él me dijo que no le gustaría saber que yo tengo relaciones con otra persona. Sin embargo, estaba claro que él si las tenía, inclusive a veces me lo había contado y no sólo con una aunque no sé cada qué tiempo. Le hice saber que así como alguna vez me dijo eso, entonces seguramente no le gustaría saber qué es lo que realmente hacía yo. Y con ironía le pregunté si acaso quería que le cuente lo que hago y con quién. Y volví a lanzar la flecha, creo que esta vez le llegó al corazón o a su ego masculino. Estaba casi confirmándole que efectivamente yo estaba teniendo algo con alguien, no necesariamente algo sentimental pero sí íntimo ¿Tenía derecho a molestarse?... Seguíamos teniendo el status de amigos y hacía más de siete meses que nosotros no teníamos intimidad. Sus ojos me miraron con tristeza, yo preferí no dejarme llevar por el sentimentalismo.

Él me estaba esperando para ir juntos, íbamos casi por la misma ruta. Su amiga lo llamaba desesperada. Yo me demoraba a propósito en alistarme. Él me esperaba con paciencia. Se enredó mi cadena, la arregló, hizo el intento de ponérmela, yo la cogí y me la puse sola. Al notar mi esmero en alistarme él tuvo celos. Me coloqué el saco y cubrí el atrevido escote con una chalina roja pues hacía frío. Me sentí especialmente guapa esa noche o así querían verme mis ojos en el espejo. Con ese atuendo nadie imaginaría que por dentro llevaba puesta esa blusa y el hilo dental fucsia. Mientras yo retocaba mis uñas me llamó mi tía, iría a recogerme en su auto para ir a ver a una clienta. Le pedí disculpas a él por la espera inoficiosa. Comprendió sin reclamarme nada. No obstante, se fue notablemente fastidiado pues una vez más habíamos discutido por tonterías, peor que enamorados. Me fastidió que se despidiera casi por cumplir con un leve beso en la mejilla y agregó: "No te preocupes, yo cierro las puertas sino te vas a malograr las uñas recién pintadas" y se fue.

Más tarde, mientras le hablaba a mi clienta, tú llamaste varias veces. Yo intentaba hacer rápido mi trabajo para llegar temprano a verte. Llamaste haciéndome saber que se te había pinchado una llanta; demorarías en llegar a tu casa un poquito más de lo previsto. Yo no tenía problemas con tu demora, pues aún no me desocupaba. Volviste a llamar y no paraste hasta asegurarte que por fin estaba camino a tu casa. Pero, antes de tomar el taxi compré galletas para saciar mi hambre. No había cenado. Cuando vi los halls los compré con la intención de más tarde usarlos para lograr tu mayor placer.

El ingreso, el saludo y llegar hasta tu habitación fue como siempre: con el miedo de ser descubierta por tus padres. Ya todo era muy familiar; tu habitación ordenada, la luz tenue casi romántica, tu casual pijama, la tranquilidad del ambiente, tu música A-1, el grande espejo frente a tu cama, donde puedo verme todo el tiempo mientras hablamos y estoy apoyada en una almohada contra la pared o con un uso más erótico cuando sirve de afrodisiaco disfrutando mirarnos allí al hacerlo. Me sentía fresca por el reciente baño. Tenía frío pero estaba contenta, relajada. Siempre sé que contigo nunca me enojo, sólo reímos, tenemos amenas conversaciones y en el peor de los casos me pongo algo feeling nada más, pero nunca hay discusiones. Sacaste un whisky etiqueta negra con una simpática presentación en una caja de cuero. De pronto recibí una llamada, era jueves de modo que debía casi obligada que atender a mi clienta. Eran casi las diez de la noche y no podía dejarlo para el día siguiente. Tu lap top tenía internet pero no el programa que yo necesitaba para hacer mi trabajo. Entonces decidí llamar a mi mejor amigo que vive en otra ciudad para pedirle que me ayude. Él jamás dice no puedo, es muy servicial. Todo ese trámite me demoró más de media hora, tú fuiste paciente o al menos eso aparentaste.

Luego cuando por fin estuve disponible, empezamos a conversar y a reír como siempre. Fumamos un cigarrillo. También pusiste un par de sensuales canciones que yo te había pasado hace unas semanas por internet. Poco a poco me iba desvistiendo, me saqué el brasier para estar más cómoda y continué con la escotada blusa puesta. Esa es tu característica frase: "Ponte cómoda". Eso dices cuando quieres que me desvista. Me abrigué con la mantita que tienes sobre tu cama y seguíamos conversando. Lo hicimos, fue rico. Sigue siendo extraño entregarnos, contarnos nuestras cosas, no enamorarnos y seguir siendo amigos. Existe confianza, hay química, me encanta eso. Somos exactamente lo que significa el título de la película que alguna vez me recomendaste "Amigos con derechos".

Me contaste que esa mañana te habías visto con un amigo del colegio con quien no te veías hace muchos años. Me mostraste tu gran tesoro que este muchacho te regaló. Era hierba, marihuana, perdón así suena feo, lo siento. Es que no recuerdo el nombre que utilizas para referirte a ella. Creo que es cannabis. ¿Así suena más bonito verdad?, bueno a fin de cuentas es la misma vaina. Ambos somos adultos, no era la primera vez que fumabas delante de mí. Te daba risa y decías que mientras tú fumabas, yo me "horneaba". La primera vez si debo confesar que me sentí rara, no por el efecto sino rara de tener frente mío a alguien que estaba consumiendo algún tipo de estupefaciente, esa cosita que en mi entorno se relaciona sólo con la gente mala o a la que tiene "problemas". He sido muy prejuiciosa, lo sé. Pero ya era la no sé qué vez que fumabas cuando estabas conmigo, era algo que no me gustaba. En primer lugar por el olor, y en segundo, porque esa planta te ponía lento y me aburría cuando eso ocurría. Sin embargo, igual había aprendido a tolerar y respetar tu decisión. Además que, al menos frente a mí, sólo dabas unas dos o tres pitadas. Recuerdo que la primera vez que lo hiciste me pediste permiso, digamos que si yo te decía que no lo hagas porque yo estaba allí, no lo hubieses hecho. Entonces tu cannabis y yo ya nos habíamos familiarizado hace mucho tiempo aunque aún yo no lo pasaba, digamos que lo miraba feo, como cuando alguien que no conoces ni has tratado mucho no te cae muy bien.
Te veías muy curioso con tu pequeña pipa que no recuerdo si tiene un nombre especial. Es bonita y la guardas junto con tu hierba de una manera muy prudente para que nadie te la encuentre. Alguna vez me contaste que a tu enamorada no le gusta que fumes delante de ella y no sé si piensa que no lo haces o si tiene conocimiento de que lo haces cuando ella no está. Por otro lado, estaba el tema de tu apariencia social, si la gente sabe que un médico fuma marihuana no pensará que lo hace por una cuestión netamente medicinal, que le reza, que la respeta. La gente pensará "Ese médico es un drogadicto". Yo estaba segura que no lo eras. Creo que no sólo le tienes respeto a tu cannabis, además le tienes mucho aprecio. Te transporta, te libera, te relaja, te ayuda. A decir verdad era la primera vez que conocía a alguien sobresaliente que la fumaba y no lo veía con el ojo y dedo acusador para decirle "Drogadicto", no me dabas pena. Al contrario, en realidad te admiraba, no porque fumaras sino porque tienes muchas aristas positivas además me caes bien, eres mi pata.

Repentinamente te pedí que me invitaras. Me animé porque esta vez tu cannabis no apestaba. Era de "la buena" como dirían algunos. Me miraste con asombro y con una sonrisa cómplice, me preguntaste si estaba segura, te dije que sí. Sólo quería saber qué se siente. Como dicen la curiosidad mató al gato. Y esta gatita quería experimentar, tenía algo de miedo, pero al mismo tiempo quería saber de qué se trataba esa cosa que nuestros padres, los adultos y los profesores toda la vida nos dicen que no se debe ni siquiera intentar probar. Y lo hice. Aspiré de tu pipa o como se llame. Me indicabas que lo haga muy fuerte, intenté hacerlo, no sé si lo hice bien. No sentí nada, no había sabor feo, no olía mal. Hubo un pequeño ardor, casi imperceptible en la nariz, boca y garganta, como una cosquillita rica. Exhalé prácticamente nada. Insisto no sé si lo hice bien o no, sólo sé que la probé. Tenías curiosidad por saber lo que sentía, yo no sabía con palabras cómo describírtelo y de repente nunca tenga las palabras adecuadas para expresar exactamente lo que ocurrió en mi cuerpo. Es que tengo un no tan preciso recuerdo pues para ese momento estaba cansada y ya habíamos tomado varios vasos de whisky. Volví a fumar, el tema es que al poco rato me sentía lenta, muuuyyy lenta.

Quise sacarme el sabor extraño pero no feo de la boca y cogí el muy bien visto después de esa noche "Halls". Fue entonces que con el caramelito fresco en mi boca te pregunté si deseabas que te haga sexo oral. Ya en otras ocasiones me habías explicado que no es saludable hacerlo sin condón. Inclusive en alguna ocasión intentaste que lo hagamos a tu modo pero yo no soportaba el sabor de jebe ni el lubricante. No me gustaba. De modo que preferíamos no hacerlo porque a mí no me gustaba con ese plástico y tú aducías que sin condón se pueden trasmitir muchas enfermedades, era como hacerlo sin protección por la vía común. Pero esa noche estuve iluminada. Y para beneplácito de ambos, el Halls fue nuestro aliado. No sé si a otras mujeres les ocurre pero a mí me resulta muy excitante hacerlo, me siento extasiada cuando sé que puedo lograr que mi compañero tenga placer. Nunca lo he hecho por obligación. Siempre lo he disfrutado. Y el tema del Halls no era una brillante idea mía. En realidad hace muchos años lo escuché como consejo de Alessandra Rampolla, mi maestra. Entonces las gracias van para ella pero el mérito también es mío, al arriesgarme a hacerlo y al hacer un buen trabajo. Es que tampoco es fácil, una debe tener cuidado para no causar malestar con el inocente caramelito y a la vez no tragárselo. Hace muchísimo tiempo se lo hice a mi enamorado, le encantó pero no sé por qué nunca volví a hacerlo. Yo no tengo falo ni deseo tenerlo y nunca sabré lo que se siente pero la teoría dice que, en circunstancias como esa, éste se encuentra a una temperatura más alta de lo normal y al sentir el contacto de la frescura o frialdad del bendito Halls, además de los movimientos de la lengua y boca, el placer es inevitable. Y esa fue la explicación que esa noche te di, bueno claro luego de comprobar in situ tu reacción positiva al respecto. Estaba contenta de que te sientas bien. No salías de tu asombro cuando te conté que realmente compré esa barrita de Halls a propósito, es decir, debo confesar que efectivamente mi actuar fue con total alevosía. Luego lo hicimos como siempre, pero esos dos nuevos factores alteraron el producto, pero para bien. Tú calificaste nuestro encuentro como el mejor de todos, luego agregaste que fue la vez que habías experimentado mayor placer. Agradezco tu apreciación con esta humilde servidora.

Las risas continuaron, el placer flotaba todo el momento en el ambiente. Sin embargo, como todo lo que empieza tiene que acabar, ya era una hora avanzada y yo debía regresar a casa. Esa era una de las partes que menos me agradaban. Estar abrigadita, pasándola bien o cansada si quieres, pero al fin de cuentas sintiéndome bien, inclusive con ganas de dormir pero cada vez luego de un encuentro de esa naturaleza, mientras tú te quedabas cómodo en tu casa, yo tenía que regresar a mis santos aposentos. Siempre te decía que no era justo porque yo tenía que vestirme, coger mis cosas, salir con el corazón en la mano y el miedo de que me vea alguien más, sentir el frío de la noche, subir al taxi, llegar a casa sigilosamente, subir las gradas, ponerme la pijama, sacarme los lentes de contacto, limpiarme el maquillaje y recién meterme a mi cama; preciso momento en el que te llamaba para avisarte que ya estaba en casa o momento justo en que tú llamabas para preguntar si todo estaba en orden. Odiaba y odio todo ese proceso. Lamentablemente la única forma para que tú padezcas lo que yo, sería que vengas a mi casa y eso sí que lo veo realmente imposible. Sería como una película de suspenso, creo que simplemente no podría ni siquiera hacerlo, me paralizaría con el solo hecho de imaginar que mis padres podrían escucharnos o verte y morir en el intento.

En fin, en el trayecto a mi casa, me seguí sintiendo lenta. Tú le llamas a eso, estar relajada, yo me sentía lenta, tonta hasta para sacar el dinero de mi billetera al momento de pagarle al taxista, haciendo el mejor esfuerzo para poner atención y utilizar todos mis sentidos. Fue extraño, nunca me había sentido así, no me sentía mal, sólo que todo lo que yo hacía era muy lento, y tuve esa sensación todo el tiempo, hasta que logré quedarme dormida. Aunque antes de eso pude mirarme en el espejo, mi rostro se veía extraño, mis ojos estaban ligeramente rojos, mis pupilas estaban diferentes. Sin embargo, no era la típica expresión de una persona que ha ingerido bebidas alcohólicas.

Al despertar al día siguiente, me sentí extrañamente fresca. Estaba contenta, tenía mucha energía. No tenía resaca y me sentía muy bien; no sé si era por el sexo, el whisky, tu cannabis o todos juntos pero me sentía bien. Me había despertado temprano porque tenía algunos asuntos laborales pendientes. Te llamé para preguntarte cómo estabas y creo que en realidad recién te levantabas, te habías quedado dormido. Luego pudimos hablar con más paciencia, me hiciste saber que te sentías muy bien. También te creí porque yo me sentía fabulosa, entonces ¿por qué tú no?. Con esto no quiero decir que la marihuana me dio felicidad, sólo sé que la probé y al siguiente día tuve una reacción distinta a la normal pero positiva. Tampoco pretendo fumarla o que sea parte de mi día a día. Simplemente te explico lo que me ocurrió, lo que sentí. Y luego de experimentar puedo afirmar que tuve una grata experiencia con tu afamada Ganya, no la considero mi amiga, pero fue agradable conocerla.

Al fin y al cabo somos solo amigos

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En la canción "Anda y Ve" de José José la sola idea es patética. Sin embargo, esa noche estaba a punto de enredarme en una situación como esa. Yo te amaba, tú no querías que regresemos porque tenías que mejorar en algunos aspectos para ofrecerme una relación madura. Yo estaba cansada de tus ene mil pretextos. Te había dejado en claro que existían otras personas que me invitaban a salir y simulando hidalguía respondiste que no podías ser egoísta y si no estabas en condiciones de iniciar algo serio, yo tenía todo el derecho de intentarlo con alguien más.

Ese sábado mi amiga me invitó a su "quema". Tú no pudiste o no quisiste ir, no lo sé. Y como no quería ir sola, decidí llamar a mi último afane. Con este chico había salido las últimas tres semanas. Él me llamaba todos los días, me acompañaba a hacer mis actividades, era muy atento, nunca se negaba a ayudarme, en definitiva andaba pendiente de mí. Estaba claro que estaba interesado en mi como probable enamorada. Sin embargo, para mí era como la llanta de repuesto que tienes en el auto. Sabes que si la necesitas la tienes allí para usarla si o si. Algo triste por no verte esa noche, decidí llamarlo. Aceptó mi invitación más rápido de lo que imaginé. Y es que así ocurre cuando alguien tiene interés en una: jamás escucharás un "No puedo". No existe posibilidad de perder alguna oportunidad para estar a lado de la persona que te mueve el piso. Y yo le movía el piso a este muchacho, bueno ni tan muchacho. Para efectos del relato le llamaremos "El Insistente". A toda mujer le gusta que le rueguen, pero "El Insistente" ya exageraba o simplemente a mí no me gustaba.

Me recogió, yo le mostré la mejor sonrisa que pude. Fui amable todo el tiempo. Seguramente él confundió mi cordialidad y en su razonamiento de hombre asumió que el sentimiento era recíproco, es decir, según él yo también quería estar con él. Obviamente el pobre insistente estaba lejísimos de la verdad. No tenía ni la más remota idea que mi cuerpo, alma y mente estaban rendidos a tus pies. Pero en fin, llegamos a la fiesta. Mis amistades nos miraban sorprendidos. Todos sabían que él quería estar conmigo pero yo contigo. No obstante, como la gente habla porque tiene boca, rápidamente alguien que no nos conocía asumió que éramos esposos. Yo no recuerdo haber tenido ningún gesto ni trato especial como para hacer creer con mi comportamiento, que podíamos estar casados. Ahora me pregunto si acaso es ya común en nuestra sociedad que una pareja unida por el matrimonio, olvide que lo más rico es sentir ese bichito en el estómago, mirarse como un par de chiquillos sin poder ocultar los ojos brillosos y tener la cándida e inevitable sonrisa con un cartel imaginario que dice: "Estoy enamorado (a)". Bueno mi respuesta es que el amor en ocasiones se vuelve costumbre. Y lamentablemente muchas veces la costumbre es más fuerte que el amor. También dicen por allí que el enamoramiento sólo existe los dos primeros años. Pero al oír eso, vienen a mi mente imágenes de parejas que se aman pese a los años y se siguen tratando con ternura y romanticismo. Entonces después de analizarlo de este modo era fácil que alguien, que nos vio llegar juntos, creyera que El Insistente y yo éramos marido y mujer. Gracias a Dios estábamos a años luz de distancia para serlo.

Él conversó casi toda la noche con otras personas que estaban en la fiesta. Yo le seguía la corriente y trataba de hacerle creer que la estaba pasando bien a su lado. Él entendió el mensaje equivocado pero ¿qué más podía yo pedir?. Fui yo la que causó esa confusión. Después de tu actitud que por meses pedía a gritos ¡Libertad!, preferí sacarte de mi mente para tratar de conocer más a este muchacho, a lo mejor era el clavo que me permitiría sacarte de mi cabeza, pues tú eras un clavo muy difícil de retirar. En determinado momento, luego que cenamos y le cantamos a la cumpleañera, la fiesta estaba aburrida, estaban pasando las mismas canciones y yo ya estaba cansada de bailar lo mismo. Así que le pedí al "Insistente" que ya nos fuéramos y nos despedimos.

Afuera le sugerí que vayamos a otro lugar. Tenía ganas de ir al local a donde normalmente ibas. A lo mejor, si tenía suerte, te encontraba y me verías por fin con nuevo galán. Él rápidamente complació mi pedido y fuimos. No había nada diferente allí, Lo único diferente de esa noche era que mi compañero era él y una vez más, como casi siempre, no eras tú. Decidí disfrutar el momento y pasarla bien con él. Sin embargo, era inevitable mirar con demasiada atención el ingreso al ambiente donde estábamos, pues cabía la posibilidad que no estaba tan distante de poder ser real, de que llegues y me veas con él. Mientras me hablaba yo no pude disimular que mi atención estaba en la puerta y no en lo que me decía, así que me preguntó si estaba esperando a alguien. Le respondí que no. Sería muy poco atinado decirle la verdad. Así que decidí ponerle más atención. En realidad me aburría. La gente pasaba, los conocidos me saludaban, mis amigos lo miraban con cara de "pregunta de interrogación" y yo quería ir a mi casa. El Insistente empezó a hablarme de sus sentimientos. Para mí era absurdo, ¿cómo es que sin casi conocerme quería iniciar una relación conmigo?, ¿por qué él si quería algo serio y tú no?. Incluso tuvo la paciencia de enumerarme las cualidades que había encontrado en mi. Y si bien es cierto nos conocíamos más de un año; sólo habíamos tenido la oportunidad de hablarnos y tratarnos el último mes. ¿Por qué rayos tú conociéndome tanto no tenías esa determinación?...Bueno tú eras tú, él era él. Le puse mil pretextos, pero en ningún momento le mencioné lo que sentía yo por ti. Seguramente por eso él se pudo ilusionar, yo no fui sincera. Me intentó besar dos veces. Y si bien es cierto no estaba mareado, creí que su insistencia era por el alcohol. Sin embargo, me fastidió que sea tan insistente, intentó besarme una tercera vez y lo logró. Al inicio me rehusé, luego solo le seguí la corriente. Fue entonces cuando decidí manifestarle que no era posible que estemos porque no nos conocíamos y además yo no estaba enamorada. Me dijo que eso no era indispensable, para él era suficiente que nos llevemos bien, él estaba seguro de que yo era una chica buena y según su punto de vista, esta etapa servía justamente para conocer a la persona y enamorarse. Si luego de ese proceso no pasaba nada, normal seguiríamos siendo amigos.

Por otro lado, yo ya había permitido que me bese en público. ¿Pero a quién le estaba siendo infiel si tú pese a que en mi corazón eras "mi amor", no estabas dispuesto a iniciar una relación?. ¿Estaba siendo infiel conmigo misma y mis sentimientos?, ¿no estaba siendo realmente sincera con este chico?. Éstas y otras más eran demasiadas preguntas que no encontraban respuesta o que no quise detenerme a responder. Entonces, suspirando, pero en realidad con resignación, acepté su declaración y se selló el "contrato" con un beso. Él fue muy apasionado, yo sólo pensaba ¿qué estoy haciendo?, ¿en qué me estoy metiendo?, ¿estará bien? Me dejé abrazar. Él estaba feliz. Era muy cariñoso. Yo no terminaba de entender por qué el mundo está al revés: "los que quieren no pueden" y yo quería estar contigo pero no podía.

Cuando fuimos al otro ambiente, con la intención de irnos, él se encontró con su amigo y su esposa. Muy orgulloso y con una gran sonrisa, me abrazó y dijo: "Les presento a mi enamorada, es mi amorcito". Yo casi pongo cara de What???... ¿Amorcito? ¿Desde cuándo? Pero volví a disimular, total ya había aceptado estar con él, y si él estaba siendo tan lindo conmigo, yo lo mínimo que podía hacer era ser cortés. Finalmente salimos, camino a mi casa, naturalmente me besó, ya era su enamorada. A mí se me hacía una tortura besarlo. Ni siquiera me gustaba. Es horrible besar a alguien sin querer hacerlo, ha sido la única vez que me ocurrió, es decir, mientras duró la relación.

Me dejó en casa, era evidente que estaba más que contento. Yo, pese a todo, decidí seguirle el juego. Me despedí fingiendo ser la enamorada más feliz del mundo. Creo que él se creyó toda mi actuación. Cerré mi puerta y mientras me acostaba en mi cama me preguntaba una y otra vez ¿Qué estoy haciendo? ¿Podía cortarlo?...No, yo ya no era una criatura, me había comportado como tal, pero tampoco quería actuar como una adolescente, pues en esa etapa por la misma inmadurez de la edad si se tiene luz verde para que las parejitas de chiquillos estén un día o unas horas, eso no se ve tan mal ¿Pero yo?....Una chica adulta, profesional que más se acerca a tener treinta años, no podía estar comportándose de esa manera. ¿Aunque no era más infantil estar con alguien sin querer estar?...Ya lo había hecho ni modo. Sin embargo, eso no fue todo. Sentí la imperiosa necesidad de notificarte al respecto. Eran cerca de las cuatro de la mañana, No me importó. te desperté y te dije: "No quiero que te enteres por terceras personas, si tienes que saberlo, lo sabrás por mi y no por el chisme con el que te venga mañana la gente". Tú estabas medio dormido pero creo que mi siguiente frase hizo que te despiertes. Te conté que ya estaba con él. Lo que no te dije fue que no lo había planeado, yo no lo quería. No fue necesario que te lo diga, ya para ese entonces eras el chico más confundido del planeta. Lo pude saber por los siguientes no sé cuántos segundos llenos de nada. Parecía que estabas haciendo el Minuto de Silencio, como cuando alguien muere. Pero ya estaba hecho y ahora también ya estaba dicho. Tú sin salir de tu asombro, me dijiste: "Ten cuidado, puede que luego saque sus garras y te muestre realmente lo que es, si no es así, espero que les vaya muy bien". Yo lloraba y al mismo tiempo me consolaba diciendo: "¿Qué tiene?, al fin y al cabo somos solo amigos".

Días despúes cuando yo estaba contigo conversando y tenía que despedirme porque tenía que verlo a él, la letra de la canción "Anda y Ve" era precisa. Muchas veces él me estaba esperando, tú a veces tenías problemas pero yo quería quedarme a ayudarte, tú por el contrario intentabas ser justo y me decías "No te preocupes, anda a verlo, te está esperando". Aquí es cuando encaja la canción cuando dice: "Anda y ve, que está esperando anda y ve. No lo hagas por mí, que al fin y al cabo somos solo amigos". Tú sabías muy bien que él no era más que un refugio, un espacio para intentar olvidarte, seguramente también se te pasó por la cabeza lo que dice la canción "...y que sientas con él, lo que en su día tú sentías conmigo. Pero lo dudo, conmigo te mecías en el aire,
volabas en caballo blanco el mundo y aquellas cosas no podran volver. Y es que lo dudo porque hasta a veces me has llorado por un beso, llorando de alegría y no de miedo y dudo que te pase igual con el...te veo nerviosa, anda y ve". Fue muy triste cuando una noche yo estaba con él en su camioneta y en la radio pasaron esta canción. Yo, para variar, pensé en ti y casi no le puse atención. Días después, luego de tomar unas copas con tus amigos, regresabas en taxi a tu casa y en el camino me llamaste, estaban pasando esta canción. Yo me sentía super mal porque sabía que aún estaba enamorada de ti y no de él. Tú creías que me estabas perdiendo. Ya mis labios le pertenecían a otro, quizás no con el corazón pero si físicamente. No sabías cuándo podrían volver a ser tuyos y yo moría porque volviesen a serlos.

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