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¿Quién dijo que la venganza nunca es buena?

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Te acompañé por la tarde a buscar un tío tuyo que es médico para que te haga un Certificado Médico para tu hermana, pues había faltado a su trabajo y necesitaba justificar su inasistencia. Él estaba de viaje o no recuerdo bien pero el lío era que no había forma de ubicarlo. Se me pasó por la cabeza una idea que tenía tridente, cola y cuernos de diablito, como tenía todo eso, preferí desecharla de mi mente. Sin embargo, el tiempo pasaba y veía tu desesperación de no poder conseguir una solución que ayude a tu hermana. Así que después de pensarlo muchas veces, la voz del diablito te dijo en voz alta a través mío: "Si hasta mañana no logras conseguir quien te haga el Certificado, me avisas y veo si un amigo puede ayudarnos".

Al día siguiente, cuando ya me había olvidado del asunto, me llamaste. Necesitabas el bendito certificado y tenía que recurrir a mi amigo. Tuve una sonrisa con tintes de vergüenza, ¿Era capaz de llegar a tanto?... ¡Qué miércoles!, total si tú en innumerables ocasiones me habías visto la cara de tonta, ¿por qué yo no podía hacerlo una vecita? Pero ojo, aún faltaba saber si "mi amigo" podía ayudarme con semejante cosa. Así que tomando valor lo llamé a pedirle ese favor. No dudó en ayudarme, tan sólo me preguntó para quién era, le respondí que para una amiga. No estaba mintiendo. Tu hermana era mi amiga.

Entonces quedamos en vernos. Me encargaste que compre el certificado en la farmacia. Estuve camino a tu trabajo pero me encontré con un amigo, estuve calculando que saldrías en unos minutos y podríamos ir juntos. Pero tú sin saber que yo estaba cerca, saliste por otra calle, cortaste camino, casi corriste y llegaste al hospital. Yo estaba lejísimos cuando me avisaste, pero ni modo tuve que ir. Mi "amigo" me estaba esperando más de una hora, en realidad ya era su hora de almuerzo pero me estaba esperando porque había quedado conmigo. Le avisé que estaba en el nosocomio. Él me esperaba en su consultorio, aquel lugar que había sido el sitio perfecto para nuestros efímeros y osados encuentros íntimos. Cuando abrió la puerta, la sorpresa que se llevó fue que esta vez no habría ningún "rapidito" porque yo estaba con compañía. La expresión de su carita fue de desconcierto, me encantó.

Cuando los presenté y se dieron el apretón de manos me sentí una Rubí, tenía tantas ganas de reír. La venganza dulce estaba ocurriendo. En realidad contigo yo no tenía nada íntimo hace muchos meses, tú sin saber estabas saludando al que me había hecho suya un par de días atrás. Él siendo muy caballero nos hizo pasar, yo tomé asiento y te apoyaste atrás ligeramente en la camilla...sí aquella que si hubiera podido hablar, la hubiese tenido que sobornar para que no me delate.

La mirada de él no dejaba de ser de desconcierto. Claramente podía leer en sus ojos la gran pregunta: ¿Quién este? Recuerdo que estabas con jean y un polo blanco, súper sport; él tenía su vestimenta formal como todo un doctor. Yo sólo rogaba que ninguno de los dos tenga la más mínima sospecha de nada, de esa manera él no tenía por qué saber que eras "mi amor", mi ex, el hombre que aún me robaba suspiros y hacía latir mi corazón a mil; pero en realidad lo que menos quería era que tú sepas que estabas mirando a mi "amigo cariñoso", aquel que hace dos días me había hecho el amor de una manera extraordinaria. Resultaba hasta cómico estar con los dos en un consultorio de unos cuantos reducidos metros cuadrados, sobretodo en el mismo lugar donde él me hizo lo que tú no me hacías hace mucho.

Él me pidió los datos de mi amiga y mientras yo le indicaba qué días necesitaba, tú querías decirme que era por un día más, estabas a medio metro mío pero sutilmente me enviaste un mensaje de texto al celular, allí me decías qué enfermedad y los días exactos. Se supone que el certificado era para mi amiga, por lo tanto, la que tenía que conocer todos los detalles era yo. , Él ya había colocado lo que yo le dije y tuvo que acomodarlo luego. Fueron minutos muy tensos. Mi hombre casi perfecto siendo pícaro y muy a su estilo me miraba con esos ojitos juguetones que me decían "te quiero comer". La sensación de sentirse mujer deseada en medio de dos es placentera. Me sentía una niña traviesa. En realidad, viéndolo con frialdad, les estaba viendo la cara a los dos, uno haciendo un favor que era para el otro, y el otro sin saber que esa misma mano que estaba redactando el certificado conocía mi cuerpo. La niña linda estaba haciendo eso con los "vivísimos". Fueron minutos de éxtasis, lo juro. Yo no dejaba de sonreír, aunque ninguno de los dos sabía el porqué. Lo cierto es que no estaba con ninguno de los dos, pero creo que logré sentir alguito de lo que siente un hombre perro cuando por alguna extraña circunstancia tiene que presentar a la amante con su esposa. Pero ¿estaba siendo mala?...No, yo en mi afán de lograr la paz mundial simplemente había obtenido un inocente favor para alguien que lo necesitaba. ¿Qué tenía entonces eso de malo?... NADA. Fui tan sinvergüenza que era capaz de pedirle a Dios que me coloque mi estrellita en la frente por ser niña buena.
Terminó de hacer el documento que tanto necesitábamos, bueno en realidad tú no yo, o bueno tu hermana. Le agradecí con todas las reverencias posibles y mientras nos parábamos para despedirnos saque de mi cartera un presente para él. Su cumpleaños había sido una semana antes. Él recibió mi presente con la más linda sonrisa, no imaginó que tendría ese detalle. En realidad había sido una de las primeras personas en saludarlo a medianoche para su onomástico y él no olvidaba ese gesto. Entonces sentí que estaba por poner la cerecita al postre; me acerqué a él, lo llené de halagos, le di un enorme abrazo, un beso en la mejilla y su obsequio. Él correspondió ese abrazo con mucho ímpetu. Mi venganza estaba siendo un éxito. Estoy segura que sentiste celos.

Mientras salíamos del consultorio, él me llamó por mi nombre, yo volteé y me dijo: "No te pierdas, te llamo uno de estos días para vernos", fue allí recién cuando coloqué la cerecita. Creo que si le hubiese dicho que lo haga no lo hubiese hecho tan bien. Le salió muy natural. Yo me despedía con tridente en mano. Al salir, mi sonrisa se convirtió en un gesto de preocupación cuando me dijiste que lo conocías. Casi me da un infarto, me pregunté cómo, cuándo, por qué, de dónde. Y recordé que mi ciudad es una ratonera, que por uno u otro motivo la gente se conoce sí o sí. La curiosidad me carcomía así que me contaste. Hace muchos años, cuando recién estábamos en la universidad habías tenido un pleito de muchachos en un bar conocido, según tu versión lo golpeaste por un altercado que tuvieron, hasta le rompiste los lentes así que tuvieron que separarlos. Te increpé cómo habías sido capaz de hacer semejante cosa y entre risas respondiste: "¿de dónde iba a imaginar que casi 8 años después él sería médico y yo necesitaría un favor suyo?". Nos reímos muchísimo, en realidad yo lo disfrutaba más. Por ratos me decía a mí misma: "ya no tienes escrúpulos, te pasas, eres el colmo", recordando las palabras de mi comadre. Pero rápido ese auto jalón de orejas se esfumó de mi mente, pensando cuántas veces yo había tenido que pasar por algo similar y yo tan linda sin saber que me veías la cara. Así que ya no me sentí culpable de mi diablura, al contrario empecé a creer que la venganza no siempre mata el alma y la envenena, sino que algunas veces si es buena, justa y necesaria.

El título profesional tuvo la culpa

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Era un día especial, en realidad más para mi familia que para mí. La verdad es que me sentí más emocionada cuando recibí el Bachillerato. Esta vez quise recibir el título por mesa de partes pero era necesario darle el gusto a mis padres así que tenía que asistir a la Ceremonia de Colación. Por cosas de la vida, mi madre estuvo de viaje, pero fue algo que se escapó de mis manos, yo intenté cumplirles el gustito. Tú estabas contento por mí y mi decisión.

Por la mañana fui a comprar algunas cosas que faltaban en casa. Me animé a comprar un Pisco para preparar un coctel de durazno si es que luego de la ceremonia la familia o amistades iban a saludar. Mi mejor amigo vino desde otra ciudad sólo para estar presente en la ceremonia. Fue un gesto inolvidable. Tú estuviste celoso, no cabía en tu cabeza que un amigo venga desde tan lejos haciendo un viaje tan largo por vía terrestre para asistir a mi ceremonia y regresarse ese mismo día.

Estuve desde el comienzo con mi amigo, mi hermana y mi papi. La ceremonia me aburría. Estaba más pendiente de atender a mis clientas que llamaban sin cesar, sin embargo, no podía contestarles porque estaba en la dichosa ceremonia. Mis tíos, primas y amigas llegaban, tú nada. Yo miraba el cel, casi con ganas de perder la esperanza de que llegaras esa noche. Todo estaba en orden hasta que en una de las tantas veces que volteaba a buscarte, logré verla. ¡Nooooo!...¿Ella?. Perfecto era MI ceremonia de colación y una de las espectadoras tenía que ser TU dama de compañía que por cierto me detestaba. Sí, mi peor pesadilla estaba allí, sentada a 4 filas más atrás que yo. Entonces mi neurosis salió a la luz, la vi hablando por cel. Te llamé y tu cel estaba ocupado, ¿cabía la posibilidad de que ella te dijera que estaba allí entonces por ese motivo tú no irías?????. Me dejé casi resbalar en el asiento, como queriendo ya salir de ese lugar. Para mi mala suerte era la última, es decir, primero tenía que esperar a los trescientos sesenta y tantos para que me llamen. Iba a recibir mi título, sí ese cartoncito con el que soñé desde que tengo uso de razón, pero en ese momento ya ni ganas tenía al imaginar que tú no estarías allí conmigo, me sentí mal. Quería que todo acabe pronto y salir del recinto. Cuando la desesperanza y la tristeza me mataban, llamaste. Ya estabas saliendo del trabajo. Yo volví a ser feliz. A los pocos minutos me dijiste que estabas afuera pero había tanta gente que no dejaban que ingrese nadie más, pero insistirías hasta que te permitiesen hacerlo.

Y después de más de dos horas, era mi turno. Mi familia y mis mejores amigos estaban allí, y dentro de la audiencia también estaba mi pesadilla. Imaginé que aún estarías en la enorme puerta de ingreso intentando entrar. Ni modo, a la salida te podría ver. Así que caminé hacia el estrado, lo hice lento y con precaución porque los tacos que llevaba puestos eran demasiado delgaditos pero todos luego entre risas me dijeron que yo juraba que era pasarela porque caminé alucinándome modelo. Al regresar a mi sitio, fue inevitable soltar una sonrisota llena de felicidad cuando leí tu mensaje. Habías logrado entrar y te instalaste en el segundo piso. Luego me confesaste que cuando viste que iba a recibir mi título, te emocionaste tanto que sentiste que tu corazón latió muy acelerado. Te sentías orgulloso porque lo había logrado.

Al salir, recibí los abrazos y felicitaciones de todos los seres que me quieren, quienes estuvieron presentes para presenciar ese momento importante de mi desarrollo personal. Fue riquísimo estar entre tus brazos cuando te acercaste a felicitarme. En medio del tumulto apareció mi pesadilla. ¡Genial! ¿Era acaso ese el lugar más oportuno para encontrarnos los tres? Semanas antes ella había dicho que yo andaba atrás tuyo. Con tu presencia en mi ceremonia, le demostraba que tú eras el interesado en mí. Fue interesante la figura, mi amiga que también la conocía, la saludó a propósito a lo lejos para que vea que estábamos allí. Tú la saludaste a las justas. Te la sabes todas. Yo la ignoré.

Fuimos a cenar y luego te invité para que hagamos un pequeño brindis en mi casa con mi amiga. Al día siguiente ustedes tenían que trabajar de modo que sería algo muy breve. Plan den diez y media de la noche fuimos a despedir en la agencia a mi amigo. Después mi amiga nos pidió que la acompañemos a otra agencia pues tenía que comprar unos pasajes. No recuerdo por qué pero empezamos a discutir. Encendiste un cigarrillo y te advirtieron que debías fumar fuera del local. Mientras tanto recibí una llamada del chico que estaba interesado en mí, con quien hace unas semanas estábamos saliendo, del que estuviste celoso en una fiesta a la que fuimos. Se ofreció recogerme de la agencia y aunque al inicio rechacé su oferta, fue muy insistente y llegó en su camioneta. Cuando te dije que él iría a recogernos, lo primero que me dejaste claro era que no pretendiera hacer que tú subas adelante junto con él. Yo me reí y te dije que no te preocupes, no lo haría. Además me dijiste que primero irías a tu casa. Lo pensé por un momento y era mejor así, de ese modo no tenía que invitarlo a él a celebrar junto con nosotros. Entonces él nos recogió, tú subiste atrás con mi amiga. Era evidente que él tenía intenciones de estar conmigo y quería hacer méritos. Me echó flores todo el camino, yo aproveché para reír mucho y aparentar que la pasaba muy bien con él. En realidad sólo quería darte celos.

Te dejamos en tu casa. Él nos dejó a mí y a mi amiga en la mía. Nosotras empezamos a tomar una botella que tenía coctel de leche. Cuando llegaste te ofrecí cerveza pero me dijiste que no porque te fastidiaba la garganta. Como sólo éramos tres y me dio pereza, ya no hice ningún coctel como inicialmente había pensado, entonces saqué el criminal pisco. Sí, ese que nos mató, el culpable de todo lo que se desató esa noche. Los minutos avanzaban, mi papá subió a dormir, mi hermana también y nos quedamos nosotros tres conversando y escuchando música. Mi amiga y yo tomábamos el coctel y contigo tomé el pisco puro. Esa mezcla me subió rapidísimo a la cabeza. Yo no acostumbro tomar y cuando lo hago tengo precaución. Sin embargo, esa noche había un motivo importante para celebrar, me sentía segura en mi casa y además estaba con ustedes dos. Mi amiga también se picó y empezó a contarnos algunos problemas que tenía con su pareja en el ámbito sexual. Ella se desfogó contando su malestar. Nosotros le aconsejamos e intentamos hablar con la mayor naturalidad del mundo pero igual era extraño. La verdad era que ya no estábamos y sólo habíamos intimado un par de veces. ¡Pero qué bien habíamos disfrutado esas dos veces!.

Me puse un par de pantuflas para estar más cómoda y por más que tenía frío, a propósito decidí quedarme con la falda puesta. A ti te encantaba cuando yo usaba falda. Crucé las piernas muy delicadamente, las subí encogidas sobre el mueble, poniendo un cojín encima, como quien no quiere la cosa y aparentando que lo hacía de forma casual. En realidad mi objetivo era provocarte, quería que me vuelvas a ver con ojos de deseo. Tú no te inmutabas. Seguías conversando, dándole consejos a mi amiga. Cuando pasaba por tu lado para ir a cambiar la música te tocaba el hombro o el rostro mientras seguíamos hablando. Hasta me atreví a darte un beso en la mejilla delante de ella. Mi amiga ya estaba picada pero tenía que irse para despertarse temprano a trabajar, así que pidió su taxi. Pensé que te irías junto con ella pues tú también tenías que trabajar, pero no lo hiciste.

Ella salió y nosotros nos quedamos tomando el pisco. Estaba puro, no lo mezclamos y se sentía fuerte. Nos fuimos acercando y fue ineludible besarnos. Fue delicioso, hace mucho tiempo que no sentía tus labios. Besas muy bien. Siguieron las caricias. Bueno no era raro, estábamos con trago, habíamos hablado de sexo las últimas dos horas, repasando la teoría, de modo que no era nada extraño estar allí con ganas de hacerlo. La única testigo de nuestra entrega era mi pobre gatita que nos veía detrás de la mampara, así que cerré las cortinas. Tenías el rostro caliente, nuestras respiraciones se agitaban cada vez más. Tu caballerosidad se quedó a un lado para dar pase al hombre audaz que llevas dentro. Los dos estábamos locos, nos deseábamos pero era la sala de mi casa y mi papá con mi hermana estaban en el segundo piso... ¿y qué? A ninguno de los dos le importó eso. Nos dejamos llevar, era más fuerte el deseo, la pasión y la entrega mutua que el respeto por la casa de familia, de MI familia. Un momento, ambos teníamos súper claro que la regla de oro en un encuentro íntimo era protegernos para no quedar embarazados. Te reclamé por no tener condones, tu justificación siempre era que no tenías una vida sexual activa por lo tanto no tenías por qué tenerlos (ese cuento no me lo tragué pero igual escuché tu defensa) ¿Entonces, lo dejamos de hacer?...La solución que sugerí: hacerlo por el único lugar por donde una no puede quedar embarazada. Apagué la luz. Para ti esa forma sería tu primera vez, para mí no. Aceptaste de inmediato, claro por un momento creíste que serías el primero con quien experimentaría eso pero supiste que no era así cuando te dije: "Espera, espera, déjame tomar valor porque si no duele mucho". Volteé y tomé de golpe un shot de pisco, teniéndote todo el momento atrás mío, ambos de rodillas sobre el mueble para dos personas. Lo que vino luego fue una experiencia maravillosa, y si bien es cierto antes ya lo había hecho, nada se comparaba a hacerlo contigo. Me entregué por completo, era placer con amor. ¡Lo máximo!. Te sentía feliz. Por tu respiración, la intensidad de tus caricias y tus besos supe que también lo estabas disfrutando. Pero el sonido de algo en el segundo piso no nos paralizó, sí, no nos paralizó porque ninguno atinó a separarse, o cubrirse. Fuimos los más sinvergüenzas. Sólo bajamos la velocidad de nuestros movimientos, volteamos a ver si alguien bajaba y cuando estuvimos seguros de que no era nadie, seguimos en lo nuestro. Me diste dos o tres orgasmos deliciosos. Puedo asegurar que fue la vez que más excitados estuvimos, no sé si era el exceso de alcohol o la adrenalina de hacerlo en mi sala con el temor de ser descubiertos o ambas cosas pero fue extraordinario.

Al terminar, me vestí y te llené de besos, mientras estabas sentado. Tú me correspondiste hasta que me detuve. Algo estaba mal, ¿Qué estaba pasando?. Ayyy no, no podía ser posible: iba a regresar todo lo que había cenado. Y ocurrió antes de que pudiera atinar a moverme e ir al baño que estaba a cinco metros. Por unos segundos casi muero de vergüenza contigo. Luego borré cassette. Por primera vez en mi vida borraba cassette y peor aún jamás había llegado a ese extremo. Luego me contaste que me ayudaste a limpiarme. Y mientras ibas a traer más papel, yo intenté ir a la cocina para tomar alguna infusión. Estaba en condiciones tan lamentables que rompí la taza y el plato. Mientras tú limpiabas el mueble, yo hacía mis averías en la cocina. Luego de eso intentamos hacerlo nuevamente pero me volvió a pasar lo mismo. ¡Qué afán el mío de ser tan Matapasiones! Tú también estabas mareado pero no tanto como yo. Dices que mientras ibas a traer papel para seguir limpiando me pediste que no me mueva. Sin embargo, en mi intento por "demostrarte" que estaba bien intenté caminar, mis piernas se enredaron y caí al piso. Eso te creí porque al día siguiente mis rodillas estaban moradas y me dolían. Definitivamente yo estaba peor de lo que alguna vez pudiste imaginar, así que me llevaste casi cargada a mi habitación que estaba en el segundo piso, a lado del dormitorio de mis padres. Me cuentas que cerré mi puerta con fuerza y se escuchó el estruendoso sonido de mi campana colgante tubular china. Estoy segura que poco faltó para que te orinaras de miedo pensando que mi papá podía ingresar en cualquier momento y encontrarte allí. También me cuentas que te pedí que te quedes y tú lo único que querías era asegurarte que me acueste a dormir e irte a tu casa. Está bien, fuiste osado en la sala pero tampoco querías abusar de tu buena suerte y arriesgarte a ser hombre muerto. Yo de verdad he borrado todo esto de mi memoria, sólo recuerdo vagamente ciertas partes que me cuentas. Y mientras yo me desvestía, te pedí que te quedaras conmigo esa noche. Tú prácticamente me suplicabas que ya me acueste para dormir, pero yo insistente, quedé totalmente desnuda y en mi borrachera te aseguraba que nadie se daría cuenta. Creo que a ti se te pasó la borrachera de tan sólo imaginar que mi papá te podía descubrir allí. Y lo único que atinaste a hacer fue llamar por cel a mi hermanita menor para que vaya a ayudarte. Todo suena tan cómico, pero así fue. Lograste meterme en mi cama pero yo insistía que tú también entres. Hasta que ella llegó y viéndome en ese estado, tú dices que los roles se cambiaron, ella pasó a ser la hermana enojada e indignada que le exigía con autoridad a la hermana mayor que "se comporte" mientras yo te seguía pidiendo que te quedes. Sólo ella pudo calmarme llamándome la atención. Cuando salieron vomité por tercera vez.

Bajaste a acomodar todo el desastre que hice. Así es, tuviste la paciencia de acomodar todo y no sólo eso, hasta limpiaste mis "gracias". Ella me dice: "Oye hermana no es por nada, pero ni yo que soy tu hermana hubiese limpiado todo lo que hiciste, mientras él lo hacía a mí me daba asco, se nota que te quiere". Y no te fuiste hasta dejar todo en orden, incluso te llevaste la bolsa con todo lo que habías limpiado para que no queden indicios de lo ocurrido. No querías que mi papá se dé cuenta de lo que yo había hecho. Te fuiste cerca de las cinco de la mañana.

Me desperté a las diez de la mañana porque mi hermana me llamó al cel. La cabeza me estallaba. Jamás había experimentado un dolor de cabeza tan intenso. En realidad me dolía todo el cuerpo y esa horrible sensación me duró casi todo el día. Pero bien dicen que después del gusto viene la pena. Mi hermana se burlaba de mí mientras yo insistía diciendo que yo no había vomitado. La verdad era que no recordaba nada y bastó voltear a ver el piso al costado izquierdo de mi cama y levemente vinieron ciertas escenas a mi memoria. Alcé la frasada y estaba completamente desnuda. La primera reacción que tuve fue ponerme la pijama que había dejado a lado de mi almohada. Te llamé, obviamente no habías ido a trabajar y te reíste mucho cuando te dije que había borrado cassette. Mientras morías de la risa, me contaste paso a paso todo lo que había hecho y dicho. Primero yo quería morir de vergüenza, luego pensé que ya con eso me habías conocido definitivamente en todos los ámbitos. Fue una experiencia inolvidable, salvo por la parte que perdí la memoria. De esa manera, escribíamos una página más de nuestra historia. Además habíamos hecho realidad una parte de nuestra canción "Yo no sé mañana" y desde ese momento en adelante cada vez que la escuchamos sabemos que no habremos pasado "De un café al sofá" pero sí del pisco al sofá. Dejamos la botella en dos dedos y esa fue la prueba del delito. Mi papá creyó que la habíamos tomado junto con mi amiga. Jamás imaginó ni imaginará que su hijita recién titulada, sí la flamante abogada había hecho tremenda gracia mientras él dormía plácidamente en su habitación.

Un matrimonio, tú y las señales

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Me acompañarías a un matrimonio. Para variar no llegaste a la misa. Dijiste que me darías el encuentro al término de la ceremonia. Probablemente es el temor que tienes de que se incendie la Catedral si es que ingresas. Yo estaba con un elegante vestido negro, habían cepillado mi cabello, tenía los labios rojos, maquillaje oscuro en los ojos y joyas doradas. Me sentía atractiva. No era la primera vez que me acompañabas a un matrimonio. Siempre íbamos como buenos amigos. Al salir de la ceremonia, vi a mi ex con su enamorada, él me miró con cara de tonto pese a que ya habían pasado unos tres años desde que cortamos. Ella tenía cara de pocos amigos conmigo, era entendible. Yo fui amable con ambos.

Mi mejor amiga tuvo un inconveniente con su enamorado porque su vestido tenía demasiado escote. ¡Hombres!. Ella para evitar que peleen consiguió que otra amiga, en su casa que estaba cerca, le prestara una aguja e hilo para coser las tiras del vestido, así el escote sería más sobrio. Mientras ocurría todo esto, tú me informabas por cel que ya estabas llegando. Cuando te vi subiendo, me ocurrió lo que me ocurría hace nueve años todas las veces que te veía: mi corazón se aceleraba, me salía una ligera sonrisa incontrolable, me emocionaba pero tenía que disimular, y ya con tanta práctica, era una experta ocultando sentimientos. Te veías guapo. Rara vez te veía así de formalito con tu terno oscuro. Para ti un polo y tu jean o una bermuda eran suficientes, yo detestaba tu estilo informal. Te sentías feliz con la comodidad que te podían dar esas prendas. Te presenté al enamorado de mi amiga, fuimos a comprar halls y cigarros mientras ella salía. Pese a que recién en ese momento lo habías conocido, pudiste observar que él estaba de mal humor.

Llegamos a la fiesta, nos sentamos con mis colegas. Y más de uno preguntaba si eras mi enamorado. Todo el tiempo pasaba eso. Yo me limitaba a responder que sólo éramos amigos, y tratando de justificar algo u ocultar la verdad agregaba que eras mi mejor amigo. Yo la estaba pasando súper bien a tu lado, así era siempre. No importaba el lugar, ni la gente que nos rodeaba, nosotros siempre la pasábamos bien, conversando y riendo todo el tiempo. Me gusta que aunque recién conozcas a las personas que te presento, tengas las cualidades de ser sociable, educado, conversador y caes bien con facilidad. Cuando nos sirvieron la cena, como siempre me diste prioridad y me cediste el plato que el mozo te dejó antes que a mí. Mientras comíamos me di cuenta que había un cabello largo entre el guiso de la deliciosa carne que estábamos cenando. Me dio asco, pero no quise ser escandalosa. Cuando te lo dije tú no lo pensaste ni un segundo, buscaste al mozo para pedirle que me cambiara el plato, yo te decía que no hagas tanto laberinto, finalmente podía dejar de cenar. Tú no estuviste tranquilo hasta que me trajeron otro plato. Y aunque te dije que eras un exagerado, me encantó tu detalle. Ese eras tú, el día que dejes de hacer cosas como esas, será que habrás perdido tu esencia.

Coincidimos en que esas canciones de Bocelli eran bellísimas. Me hiciste saber que cuando te cases quisieras tener fondo musical de él. Yo no te lo dije pero antes que lo mencionaras había pensado lo mismo. El baile empezó, no te negaste a bailar ninguna pieza que yo quería. A veces tomabas la iniciativa y tú eras el que me invitaba cogiéndome de la mano para ir a la pista de baile. Yo me divertía mucho contigo pese a que el baile no es tu fuerte. Mi respiración se cortaba cuando me cogías sutilmente de la cintura al regresar a nuestra mesa. Me sentía feliz. Me encantaba mirarte a los ojos cuando me hablabas, todo lo que podía ocurrir a nuestro alrededor era como si no existiera. Te ponía mucha atención aunque fueran tonterías las que a veces decías o historias que me habías contado innumerables veces y yo ya me las sabía de memoria. Igual nunca cortaba tus relatos y me reía o sorprendía como si fuese la primera vez que las escuchaba. Es que me encantaba cómo te emocionabas al contarlas.

Te paraste, te acercaste a mi oído y cogiéndome suavecito la cintura con una mano me hiciste saber que irías al baño. Me pregunté ¿qué necesidad hay para que me cojas de esa forma la cintura?, ¿eso hacían los amigos?. Opté por alejar esos pensamientos y no crearme falsas expectativas. Mientras tanto el enamorado de mi amiga, empezó a fastidiarme contigo. Yo le "aclaré" que éramos buenos amigos nada más. Y solté el mismo discurso que venía pronunciando casi de memoria desde hacía tantos años. Él siguió hasta que me molesté, le dije que deje de hablar tonterías. Cuando mi amiga regresó a la mesa nos preguntó de qué hablábamos y le hice saber que su enamorado estaba viendo cosas que no son. Él, esta vez con seriedad, me dijo: ¿Eres o te haces?. Yo sentí eso como una ofensa, me molesté más. Él prosiguió diciendo "¿Acaso no te has dado cuenta cómo te mira ese pata?". Yo fruncí el ceño y le pregunté que cómo. Él respondió: "Te mira con ojos de cordero degollado y tú a él igual". Yo por ti no podía dar fe, pero sentía como si me hallaran del mejor escondite en el juego de "Las Escondidas". ¡No puede ser!, ¿había sido tan obvia? todo eso pasaba por mi mente sin que yo atinara a responder. Lo único que pude hacer es actuar más molesta y decirle: "Ayyy por favor, yo con él, jamás, ni loca". Mi amiga lanzó su "maldición" diciendo: "Ayyy amiga, acabas de escupir al cielo y ten cuidado porque te puede caer". Me sentí como una criatura que había sido resondrada pero seguí disimulando aparentando fortaleza y ocultando mis reales sentimientos. ¿Qué estaba pasando?, no entendía qué hice mal esa noche para que otros se dieran cuenta de lo que sentía. Él recién esa noche te había conocido, pero era hombre, probablemente pudo ser más fácil para él descifrar tu lenguaje corporal, ¿pero cómo se dio cuenta de mí?. Si las amistades con quienes habíamos convivido tantos años no lo habían notado, por qué ahora todo era tan obvio. Me quedé muda, no tenía más argumentos para defenderme o hacerles creer lo contrario. ¿Cómo hacerlo si estaban ellos en lo cierto?, al menos por parte mía tenían razón. Ahora la gran incógnita era ¿Tú también estabas enamorado en silencio?

Cuando regresaste, yo no era la misma, era inevitable poner mis cinco sentidos sobre cada palabra y movimiento tuyos. No quería ilusionarme en vano. No quería creer algo así y luego llevarme el fiasco al saber que tú me veías con ojos de amigo. Era un miedo con el que había tenido que lidiar casi una década y aún no era capaz de enfrentarlo ni mirarlo con desdén. Pero esa era la primera vez que me cuestionaba tanto. Inconscientemente empecé a observar minuciosamente tus gestos o detalles. Luego de tanto bailar me dio sed, pero no quería tomar trago y en la mesa ya no había gaseosa, ya me había acabado toda el agua. Cuando te lo comenté, eso fue suficiente para que te levantes y fueras a la barra. Yo intenté detenerte pero igual te fuiste. Regresaste con un vaso grande de gaseosa Sprite, y con tu siempre cautivadora sonrisa te disculpaste diciendo: "No había agua pero te traje gaseosa". Tuve un impulso por besarte pero como siempre me contuve. Quizá para otros eso no era nada, pero ¿Cuántos hombres hacen algo similar sin que su pareja se lo pida?, yo no era tu pareja pero me encantó tu iniciativa. Luego mis amigas hicieron hincapié en tu detalle. Empecé a creer que no era un gesto cualquiera, no era casualidad.

Me sentí una neurótica, pero desde que el enamorado de mi amiga me dijo todo lo que me dijo, era inevitable ver con atención tu actuar. Lo que hasta hace unas horas veía yo que eran gestos de un amigo que me quiere, ahora tenían pinceladas de un posible hombre enamorado. No me quería hacer ilusiones falsas pero tampoco podía dejarlo pasar por alto. La noche avanzaba, tú tomabas, yo muy poco. Mi amiga se fue, su enamorado luego regresó, tú y yo nos quedamos bailando y disfrutando lo que quedaba de la fiesta. De pronto llegaron nuestro amigo, que era el pata que toda la universidad quiso estar conmigo, su hermano y su mejor amigo. No los veía hace tiempo y fue agradable acogerlos en nuestra mesa. Ese muchacho por muchos años abiertamente había gritado a los cuatro vientos que yo era la mujer ideal para casarse, estuvo muy interesado en mí y a ti te lo había dicho siempre. Pese a que sí había pasado algo entre él y yo, eso había sido hace mucho tiempo de modo que verlo allí no me complicaba. Esa noche sólo tenía cabeza para ti.

Mientras conversaban entre hombres, yo estaba aburrida. Inesperadamente un chico se acercó y me invitó a bailar. Yo ni corta ni perezosa acepté. Más temprano lo había saludado de lejos aunque hasta ese momento no recordaba dónde lo había visto pero se me hacía conocido. Me conversó bastante y antes de que termine la canción, mi mente se despejó y recordé que lo había conocido un par de meses atrás en el cumpleaños de unos amigos. Sin querer dije en voz alta: "Ya recordé de dónde te conozco". Él me recordaba perfectamente y yo no recordaba ni su nombre y hasta hace unos segundos no recordaba ni siquiera quién era. Este chico me coqueteaba abiertamente, a mí me empezó a caer mal, claro estaba algo tomado pero una siente cuando existe el famoso "click", yo no lo sentí. Me pidió mi número telefónico, yo no quise brindárselo. Él fue muy insistente. Casi al terminar de bailar la tercera canción, me preguntó a qué me dedicaba y que sólo esperaba que no sea abogada porque toda la noche había charlado con abogados y le caían mal. Yo no podía creer que alguien pueda ser tan desatinado, más aún si estaba en una boda donde los novios tenían esa profesión. Yo quería mandarlo a rodar, pero saqué una forzada sonrisa y le dije: "Soy abogada". Él no supo cómo disculparse. Yo no quería seguir escuchando sus necedades, era demasiado estúpido para mi gusto. Le agradecí por la pieza y mientras me regresaba a mi sitio, me preguntó mi número nuevamente, yo le dije: "Si tanto te interesa saber, consíguelo". Y sin darle mayor importancia, le di la espalda y llegué a nuestra mesa.

Con tanto que habías tomado, parecía que ni te habías dado cuenta que salí a bailar con otro. Al poco rato mi eterno afane universitario me invitó a bailar. Lo cierto era que cuando éramos compañeros y todavía pasaba algo entre él y yo, siempre bailábamos, coqueteábamos y eso no era para nadie secreto. Tuve ganas de volver a sentirme deseada, habían pasado algunos años pero él pese a que ya tenía enamorada, no dejaba de mirarme como siempre. Cuando me paré para salir a bailar con él, tú, que ya estabas mareado, te acercaste, me abrazaste fuerte y empezaste a llorar. Me dejaste desconcertada, me decías que me querías mucho y que era muy especial para ti. Que no querías que nadie me haga daño y que confiabas en que yo era una mujer inteligente que no dejaría que nadie se burle de mí. Me abrazabas fuerte y todos nos miraban, aunque sin poder escuchar lo que me decías al oído. Estábamos parados y por más que intentaba calmarte, tú seguías actuando de esa forma tan extraña. No entendía tu actuar. Cuando logré sacarte de mi encima igual salí a bailar con él.

Coqueteamos todo el rato, sí lo sé soy una bruja. Sin que tú lo sepas, este chico me propuso que vayamos a un hotel. Él tenía enamorada. Yo tenía la seguridad de que con él no iría ni a la esquina y me fastidió que me lo propusiera. En una de las vueltas que él me dio, pude observarte a unos metros de nosotros mirándonos. Te juro que tu expresión la tengo grabada en mi mente como si te estuviese viendo en este momento. Me partió el alma verte así. ¿Qué estaba haciendo?, tu carita me dijo que las sospechas de esa noche podían no necesariamente ser tontas o ligeras conclusiones mías. No había explicación para que te hayas apartado de los amigos de la mesa para pararte en frente nuestro y mirarnos al borde del llanto. Eso fue suficiente para ser distante con él hasta el día de hoy. Terminó la canción y te pedí que nos vayamos. Tú aceptaste sin dudar. Nos despedimos y salimos. No sé qué pudieron ver los demás, pero un par de meses después me contaste que ese chico te preguntó si teníamos algo. Creo que ya empezábamos a ser demasiado evidentes.

Cuando llegamos al centro del puente que teníamos que cruzar, me dijiste: "Qué bueno que seas una mujer tan inteligente, me da gusto que no seas como las tontas de mis hermanas". Yo no entendí tu comentario, lo único que pensé fue que sabías de las intenciones de ese chico que era nuestro amigo y estabas contento de que yo no aceptase irme con él. Creo que a eso se debió tu llanto mientras me abrazabas un momento antes de que bailara con él. Tenía tantas cosas en la cabeza que ya no sabía ni qué pensar. Hice que te detuvieras en el centro de ese puente y te miré a los ojos, los reflectores del local me ayudaban para verte con claridad. Te pregunté "¿Por qué dices eso?", tú no quisiste responder. Sólo insististe diciendo lo mismo y que querías que supiera que me querías muchísimo, que nunca lo olvide. A propósito me acerqué mirándote fijamente pero mataste todo diciendo que vayamos por un taxi.

Todo el camino me llevaste abrazada, con mi rostro en tu pecho. Al despedirnos quise poner a prueba lo que toda la noche había sospechado. Si me veías como amigo, reaccionarías como tal, sin embargo, mientras más me acercaba, te sentía como un gatito escurridizo. Estabas nervioso y eso siguió confirmando mi idea: Al parecer mi mejor amigo se había enamorado de su mejor amiga, quien a su vez, en silencio lo amaba. Me abrazaste muy fuerte, suspiramos al mismo tiempo. No quería que te vayas y aunque no me lo dijiste, sabía que tú tampoco querías apartarte de mí.

Al día siguiente el jefe máximo de la institución para la cual trabajaba, me fastidió contigo. Él, como muchos, tenía la seguridad de que entre nosotros pasaba algo. Por más que era un asunto personal, decidí "aclararle" que no pasaba nada, eras mi mejor amigo. Y mientras con una mentira, volvía a darle explicación a lo inexplicable, por primera vez, empecé a pensar que a lo mejor no era tan descabellado que tus sentimientos sean recíprocos. ¿Éstas acaso eran las primeras señales?

¿Celoso tu?

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Casi un año que ya no estábamos. La relación amical que teníamos para ese entonces era extraña. En dos ocasiones habíamos intentado alejarnos para que cada quien siga su camino y evitar seguir involucrados, pero no habíamos obtenido los resultados esperados. Esa tarde te invité para que me acompañes al cumpleaños de unos amigos míos que eran esposos, curiosamente los dos habían nacido el mismo día. No me había hecho muchas ilusiones de ir contigo porque por lo general siempre tenías otras cosas que hacer. Pero ese día aceptaste la invitación, yo estaba contenta. Sin embargo, mis cólicos menstruales me tenían presa en la cama, el dolor de riñones me mataba, hacía muchísimo frío, estaba lloviendo fortísimo. No tenía ganas de hacer nada, sólo quería seguir acurrucadita en mi cama, con la luz apagada, las cortinas cerradas, intentado huir de la lluvia y sobrevivir luego de haber tomado mi milagrosa agua con orégano pues la famosa Postan no me hacía ni cosquillas y el dolor era muy intenso. Y por si fuera poco, pese a estar con los ánimos caídos se me ocurrió ver el gran clásico Casablanca, siempre había escuchado comentarios de esta película pero jamás la había visto, sólo sabía que era de amor...y vaya ¡Qué película!

Se acercaba la hora que habíamos quedado para vernos pero yo seguía desganada. Los cólicos menstruales son nuestros peores enemigos, arruinan todo. Con cierto esfuerzo decidí alistarme, además tenía todavía que comprar los regalos y ya era tarde. Te pedí que me acompañes pero me dijiste que no podías porque tu papá había llegado a la ciudad, tú no vivías con él hacía más de un año, así que con tu hermana irían a cenar con él. Me aseguraste que de todos modos irías conmigo tal como habíamos quedado. Yo tenía mis dudas fundadas pues en muchísimas ocasiones, algo ocurría y nuestros planes para salir juntos se iban al tacho.

Mi plan era comprarle a mi amiga algo que le gustaba y a su esposo un whisky, pero ¡oh sorpresa! estábamos en Ley Seca porque en dos días serían las elecciones a la alcaldía así que buscando qué comprarle a él me demoré mucho más de lo que había planeado. Realmente es un dolor de cabeza comprar un presente para hombre, detesto eso. Finalmente encontré los regalos que creí perfectos y enrumbé a la fiesta en casa de ellos. Estando cerca del restaurante donde estabas me pediste que te avisara para salir a verme. Yo estaba histérica contigo y para variar te traté mal. Te dije que si no querías ir, mejor fueras sincero y te quedaras donde estabas, total era tu padre, tenías todo el derecho de querer pasar tiempo con él. Tú con tu santa paciencia, te reíste por mi enojona actitud. Dejaste a tu papá y hermana para ir a mi encuentro. Ellos pudieron notar que te traté de esa manera por teléfono y se burlaron de ti, yo cuando lo supe me caía de vergüenza con ellos. Luego riéndote me decías que sólo a mí me podías aguantar todo eso. Y yo sentía que la que aguantaba tus inmadureces era yo.

En fin, llegamos a la fiesta tarde. Nos habían estado esperando, pensaban que ya no iríamos. Bueno era la primera vez que te relacionabas con mis amistades del trabajo. Todos nos miraban con curiosidad. Éramos la comidilla de la noche. Para muchos eras mi enamorado, sin que yo te haya presentado de esa manera. Y es que en realidad así somos los peruanos, prejuiciosos, rápido sacamos conclusiones por lo que vemos u oímos.

Al poco tiempo de habernos instalado me pude percatar que en el otro ambiente estaba un chico a quien conocí hace un año en el cumpleaños de estos amigos. Lo curioso era que nos habíamos visto en contadas ocasiones y las malas lenguas decían que él estaba interesado en mí. Esa vez fui sola a la fiesta y él muy atento me sacó a bailar y cruzamos algunas palabras. Era muy alto, tenía buen porte, blanco, cabello castaño, ojos verdes y aparentaba ser muy educado. Después de dos meses de habernos conocido nos volvimos a ver en un matrimonio, luego hablamos por teléfono una vez y un par de veces nos vimos en la calle por coincidencia. En ese momento, él no lograba verme cuando yo lo veía y me sentía incómoda cuando te conversaba pues sentía que él no dejaba de observarme, hasta que con un hola con la mano, a lo lejos, nos saludamos.

Cenamos y prácticamente hablábamos solo entre nosotros. Los dueños de casa nos hacían todas las atenciones y se esmeraban por hacerte sentir bien. La música estaba perfecta para bailar y cuando te pedí que bailemos, respondiste desganado que no tenías ánimo. Yo deseé no haberte llevado ¿Para qué ir con compañía a una fiesta si no quiere bailar? No te insistí. Luego bailamos entre mujeres, la mayoría de mis amigas estaban con sus esposos pero los caballeros no tenían iniciativa. Mientras tanto fuiste al baño, la canción terminó y cuando estaba a punto de tomar asiento, el chico alto se acercó a invitarme a bailar. Él había estado esperando verme sola para acercarse. Fue muy cordial, me gustaba su trato. Pero así como era de atento era muy directo, y sin más rodeos preguntó: "¿El caballero que te acompaña es tu....?" yo completé la frase diciendo: "Mi amigo". No estaba faltando a la verdad, ¿cómo explicarle a la gente común y corriente y decirle: Bueno es mi ex, en realidad nos dimos un tiempo, ahora solo somos amigos, no agarramos, bueno sí pero muy rara vez, yo aún lo amo, estoy enamorada y estamos esperando que él solucione algunos conflictos personales para iniciar una relación normal?...No, no había forma, era absurdo dar una respuesta de esa manera, así que mi respuesta no faltaba a la verdad y no tenía por qué explicarle más y menos a un desconocido. En la mirada de él se notaba un brillo cuando le respondí que eras mi amigo. Me reí con sus bromas, bailé y disfruté tu actitud cuando saliste del baño y me viste bailando con ese chico. Yo disimulé, hacía como si no te mirara. Mis amigas te vieron y también se ganaron el pase. Después vi que los esposos de mis amigas te invitaron a su grupo y resultaste bailando. Habré bailado cuatro o cinco piezas y sentí que por el momento la venganza era más que suficiente. Le agradecí por su gentileza de invitarme a bailar y me acerqué a ti. Tú tienes una carácter muy agradable, caes bien por lo general, en cualquier lugar, tienes mucha facilidad para socializar.

Mi amiga la cumpleañera se me acercó y en complicidad me dijo al oído: "Hubieras visto la cara que puso cuando salió y te vio bailando", nos reímos las dos. En la siguiente canción tomaste la iniciativa y me pediste que bailemos yo te respondí con una pregunta: "¿No que no querías bailar porque estabas desganado?". Tu sonreíste y sostuviste mi mano. El otro chico no paraba de mirarme mientras tomaba con sus amigos. Sin darme cuenta el dolor de mi regla había desparecido, creo que fue gracias al gustito de sentirme celada y deseada. Era cómico verte bailar de todo, ni siquiera querías que nos sentemos, no perdías ni una sola canción sino hasta que volviste al baño.

Parecía una obra teatral, mientras sale un actor, entra otro. El otro chico ni bien veía que estaba sola, se acercaba para bailar. Mis amigas empezaron a molestarme haciendo muecas y riéndose. Yo disfrutaba ese momento aunque otra gente que no me conocía seguro me miraba y pensaría que yo me pasaba de viva viéndole la cara a mi pobre enamorado. Cuando por fin estuve otra vez contigo me dio risa que cogieras mi mano, luego entrelazaste tus dedos con los míos. Tu actitud era extraña, nunca hacías eso en público. Intenté soltarte la mano y no me dejaste. Resultamos bailando salsa sensual, momento en el que aprovechaste para acercarte muchísimo a mí, rozar tu rostro con el mío y no permitías que nuestros cuerpos se separen. Me dabas risa, ese actuar no respondía a otra cosa que no fuera celos.

La noche avanzaba, volviste al baño y volví a bailar con él. Me ofreció una copita de pisco y yo encantada pues luego del vino, ese es mi trago favorito. La cerveza no me gusta. Mientras él fue por el pisco, tú te acercaste con cerveza que estabas sirviendo al grupo donde estábamos con mis amigas. Pero tonto no eres y como tonto tampoco querías quedar, de modo que cuando él se acercó con el trago, tú muy sutilmente le diste el vaso a mi amiga, pese a que por el orden me correspondía a mí. Hablé un rato con él y lo "despaché". Para darte celos ya estaba bueno, yo en realidad quería pasarla bien contigo, mi objetivo tampoco era hacerte pasar un mal momento. Tú te esmerabas en atenciones conmigo y aprovechabas cualquier descuido para ser cariñoso. Aunque en cada vuelta que me dabas se me bajaba un poco el polo ceñido que llevaba puesto y eso me incomodaba porque el escote se me prolongaba. Me hiciste saber que tenías una "vista perfecta", nos matamos de la risa pero igual me acomodé la prenda. Te pedí que ya nos fuéramos porque era una hora prudente para retirarnos. Tú me pediste que nos quedemos un ratito más pues querías fumar al menos un cigarrito. Acepté. Sin embargo, como no tenías encendedor no se te ocurrió mejor idea que acercarte al grupo donde estaba este chico, yo casi muero. Al ratito te vi saludándote de la mano con él quien a su vez te encendió el cigarro, conversaron un rato. Mis amigas se reían diciéndome: "Uyyy bronca". Yo no alejaba mi mirada pero no entendía qué tanto le hablabas a ese chico. Luego, por él me enteré que directamente te preguntó si eras mi enamorado, tú dijiste que sólo éramos amigos y él te hizo saber que estaba interesado en mí, que se sentía enamorado y que quería intentar una relación. Supe también que tú, aunque recién lo conocías, le advertiste que antes de cualquier cosa piense en su madre o hermana y que ni se le ocurra hacerme daño, pues no le gustaría que a alguna de ellas alguien les haga daño. Tu pose de buen amigo no encajaba pero lo hiciste así como lo habías hecho en todo el tiempo que fuimos amigos. Él te aseguró que eso no ocurriría jamás porque de verdad quería tener algo serio conmigo.

Después no sé cómo resultaste en otro grupo, donde estaba el suegro de mi amiga. El chico aprovechó el momento para ofrecerse a llevarme a mi casa, yo le agradecí pero le dije que no. Me insistió y me pidió que le diera una razón, yo le respondí que había llegado contigo y no era nada prudente irme con él. Él insistió ofreciendo llevarnos a los dos en su auto, yo volví a rechazarlo. Me acerqué para pedirte que ya nos fuéramos. El señor muy amable pero ya mareado y con cierta insistencia te dijo: "Pero sácala a bailar a tu guapa esposa", nos reímos y antes de que aclare el tema, me llevaste a bailar. La siguiente canción no nos gustaba así que regresamos al grupo. El señor seguía pensando que éramos esposos y empezó a darnos consejos como pareja joven para que "nuestro" negocio prospere. Nos dio muchas sugerencias para trabajar en pareja y avanzar mirando el mismo horizonte. Yo intentaba explicarle al señor que el negocio era mío y que tú solo eras mi amigo. Pero él no paraba de hablar, en una pausa que hizo al fin pude decir: "No somos esposos", él incrédulo te preguntó: "¿Entonces qué son?" y mirándote te preguntó: ¿Qué es ella de ti?, tú muy a tu cobarde estilo dijiste cediéndome la respuesta: "las damas primero", a mí no me nacía volver a decir que eras solo mi amigo, te miré a los ojos y dije: "él es para mí una persona muy especial". Tú me abrazaste y dijiste que yo también era para ti alguien muy especial; y un tipo que estaba mareado en el grupo soltó un gracioso: "Ayyy que lindos". Nos reímos mucho. El señor siguió con sus consejos para el "joven matrimonio" hasta que nos despedimos.
Al salir me pediste que fuéramos a ver a tu padre de modo que juntos me llevarían a mi casa. Acepté, total yo había interrumpido su encuentro y lo mínimo que podía hacer era darte el gusto. El señor me conocía desde que fuimos compañeros de la universidad. Siempre me trataba con aprecio así que no me incomodó que fuésemos a verlo. Levantaste a tu papá de la cama, pero él no se molestó y subió sin protestar, al contrario nos empezó a hacer bromas. Él iba a lado del taxista, nosotros abrazaditos en el asiento trasero. Cuando llegamos a mi casa, me despedí de tu papá, bajamos juntos y en la puerta me abrazaste muy fuerte, la interesante noche terminó con un prolongado beso. ¿Necesitabas entonces un semáforo en forma de humano que te ponga luz roja y te haga saber que con tu actitud podías perderme, que existían otros hombres y no solo tú que podían estar interesados en iniciar una relación de verdad? Días después me confesaste que te sentiste celoso. Y que esa noche después de dejarme en casa, le dijiste a tu papá que yo ya era tu enamorada. Pensé que aunque hubiese tenido un libreto preparado, mejor no hubiese podido salir.

De contrabando en una casa de familia

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Te había ofrecido prestarte el último libro que compré la semana anterior "El monje que vendió su Ferrari". Era un libro de superación espiritual y estabas interesadísimo en leerlo. Esa mañana me llamaste para saludarme y quedamos que en cualquier hora de la mañana, cuando me desocupe, iría a dejarte el libro en tu nueva oficina. Me llamaste varias veces antes de que pudiese desocuparme, hasta que decidí ir a verte. Estaba subiendo las escaleras y pude ver tu auto estacionado con una de las puertas abiertas, un señor estaba conversando contigo, luego supe que era tu amigo traumatólogo que te estaba examinando. Te llamé y me dijiste que me acerque a tu auto. Mientras bajaba el hombre se despidió de ti. Me invitaste a subir por la puerta del copiloto. Tus lunas polarizadas y el cobertor del parabrisas daban un toque de escondite. No estaba muy presentable porque había caminado mucho durante la mañana y me había vestido de forma muy sencilla. Tú en cambio te veías muy simpático con esa camisa blanca con rayas celestes y jean. Nos saludamos con muy buen ánimo, te entregué el libro y me hiciste escuchar el CD de Orlando Belis, te dije que me agradaba su estilo, tenía un parecido al de Arjona. No podías creer que ya conocía su música. Estabas fascinado con tu nuevo disco y la verdad a mí también me gustaba.

Me contaste que estabas en tu auto porque tenías una contractura en el cuello y habías preferido descansar allí. Me pediste que te haga masajes, yo me reí y te dije que no sabía cómo, me insististe y empecé por el lado derecho de tu cuello. Seguíamos conversando y me dijiste que de verdad estaban siendo efectivos, te sentías más aliviado, increíblemente el dolor estaba desapareciendo. Propusiste que pasemos a la parte trasera para estar más cómodos. Era alrededor del mediodía y hacía un calor insoportable pese a que prendiste el aire acondicionado. Rápidamente te quitaste la camisa y el bivirí. Me sugeriste que me pusiera más cómoda, eso implicaba sacarme la chompa y quedarme sólo en brasier. No acepté y seguí haciéndote los masajes mientras conversábamos, nos reíamos y escuchábamos la música. Te dije que esas canciones eran lindas pero no iban acorde con el ambiente. Lo ideal era escucharlas compartiendo un rico vino en algún lugar tranquilo. El calor se intensificaba, teníamos las ventanas cerradas. Me insistías que me sacara la chompa y lo hice, así estuvimos más cómodos, ambos sólo en jeans. Seguíamos conversando de diversos temas y con toda la naturalidad del mundo empezaste a manipular mi seno derecho, al inicio te detuve. Luego te confesé que era extraño pero no tenía gran sensibilidad en esa zona, cosa rara porque normalmente pienso que la gran mayoría de mujeres si la tienen. Realmente soy más sensible si me besan el cuello, pero no te lo dije. Estabas dispuesto a hacerlo pero yo no quise. Querías ir a traer condones, sin embargo, yo te detuve. Repentinamente hiciste una extraña propuesta, estabas casi seguro que en breves momentos llovería y dijiste: "Si llueve antes de la una lo hacemos", yo me reí y acepté tu graciosa propuesta pues con ese intenso sol habían raras probabilidades de que ocurra aunque el clima en nuestra ciudad es muy impredecible. Al rato mientras conversábamos, mi mano y tu pene estaban jugando. Nos sentíamos sofocados, utilizamos papel para secar el sudor de nuestros rostros. Rogabas que llueva y yo me reía porque me pedías que te ayude a concentrarte para que llueva de una vez. La gente seguía pasando cerca al auto sin que puedan vernos y fue inevitable recordar aquella vez en tu camioneta que también tenía lunas polarizadas. Te llamaron al cel, creo que tenías que hacer algo en tu oficina, nos vestimos rapidísimo, me pediste que te espere, ofreciste llevarme a casa y saliste. Dejé la puerta entreabierta para que ingrese el aire.

Al salir del hospital preferí quedarme sentada en ese asiento, no quería que alguien nos vea salir juntos. Te reías porque decías que parecías mi chofer. Fuimos a un grifo pues necesitabas poner gasolina, bajaste para dejar en la maletera tu bivirí y pagar con tarjeta porque estabas sin efectivo. Te observé con detenimiento, esos lentes de sol te daban un toque muy atractivo, te veías sexy y exitoso con ese atuendo casual. Camino a mi casa, me dijiste que si llovía te estacionarías y me harías el amor y así condujiste esperando que llueva para cumplir la promesa, me invitaste ir en la noche a tu casa luego de las clases que dictabas en la universidad. Lo pensé un momento y finalmente acepté.

Al poco tiempo que estuve almorzando empezó a llover y me reí recordando lo que me habías pedido si llovía. Por la tarde me llamaste para confirmar nuestro encuentro nocturno. Así que en la noche me alisté, llamaste cuando estaba casi por solicitar mi taxi. Tú irías por el vino mientras yo iba a tu casa. Terminamos de hablar, pedí servicio de taxi y llamó mi amor como si presintiera algo, hablándome con voz de bebe me preguntó que si tenía alguna película, le pregunté para qué y me pidió que vaya a su casa para verla juntos. No le mencioné que tenía planes para salir. Sólo le dije que ya eran las nueve de la noche y era muy tarde para ir, además no era muy prudente porque la noche anterior él había tomado y había generado malestar en su casa. Y, como nunca insistió, porque tenía ganas de verme, su hermana había preparado canchita y que en todo caso podía ir a ver la película a mi casa. Yo no lo podía creer, ¡cuántas veces hubiese querido que haga eso! pero tenía que esmerarse y hacerlo justo cuando había quedado contigo. Le puse más excusas y me dijo que terminaría de cenar y luego me llamaría para ver qué hacíamos. Por un momento me sentí culpable, estuve a punto de cancelar tu invitación, moría por pasarla con él. Sin embargo, recordé las enemilveces que yo estuve en su lugar y casualmente recordé el artículo 9º del Código Femenino que señala: Si el hombre que tropezó decide regresar, repita siempre: "Saque número y espere al final de la fila". Entonces llegué a la conclusión de que después de todas las que él me había hecho, esa noche él tenía que volver a sacar ticket y esperar en la cola su turno.

En mi casa indiqué que tenía una reunión, todos me vieron salir muy guapa. Finalmente llegué a tu casa. Tenía que ingresar por el portón de la cochera cual si fuese mercancía de contrabando porque vivías en la misma casa con tus padres y aunque tu dormitorio era prácticamente independiente de la casa, no era nada prudente arriesgarme a que me vean pues primero tenía que pasar por la cocina. Es increíble que me atreviera a ingresar de esa manera. No era la primera vez que hacíamos eso, pero hace mucho que no iba a tu casa. Cuando estuve dentro de tu dormitorio me sentí segura. Tu espacio tenía una magia exquisita, me encantaba que tuvieras el detalle de colocar inciensos, esa noche pusiste pachuli y jazmín. Pese a todo, la pulcritud y el orden de tu habitación hablan muy bien de ti. La luz tenue de tu lámpara y la vela le daban un toque sensual al lugar. Mientras afuera hacías la mezcla del sahumerio y el palo santo me prestaste un libro que explicaba el origen de la masonería, yo estaba encantada, siempre me ha dado curiosidad por saber más al respecto y qué mejor esa manera para saciarla. La música de Belis nos acompañaba, el vino blanco estaba delicioso, no seré una enóloga pero me encanta el buen vino, compartimos esa pasión. El ambiente estaba perfecto, además tú siempre eres un caballero.

Te llamó la mamá de tu hijita, era tu ex y no sólo eso, hace un tiempo supe que era tu ex esposa, es decir, estabas divorciado y pese a que me habían contado ni bien nos conocimos no sé por qué no lo tuve presente antes. Esa información se me borró inexplicablemente de la mente. Lo cierto es que tú ni siquiera lo mencionaste. Recién supe que tú tenías a cargo a tu hijita de lunes a viernes y ella sólo los fines de semana. Eso se me hizo raro pues en una sociedad como la nuestra lo "normal" es lo contrario. Le hiciste saber que la bebe ya estaba durmiendo, por lo que hablaste entendí que tu ex trabajaba fuera de la ciudad, daba la impresión de que se trataban con respeto manteniendo de alguna manera la amistad. Cuando colgaste, ni yo te pregunté al respecto ni tú diste explicación, tampoco tenías por qué hacerlo; así que continuamos como si nada hubiese interrumpido nuestra conversación. Esa noche preferí no preguntarte nada de tu enamorada tampoco.

Te había llevado impresas dos de las historias que he escrito en este blog para ti. Sé que te encanta leer, es una de tus pasiones y no veías la hora de saber de qué se trataban. Me pediste que te lea la primera, así lo hice y nos divertimos mucho recordando esa nuestra primera vez allá en el estacionamiento del hospital. Te emocionabas al escucharme y no salías de tu asombro, pues sin querer te habías convertido en uno de los protagonistas de mis historias. Me confesaste que ese hecho le daba un plus a tu autoestima y hasta te excitaba saber que habías sido motivo de inspiración para mí. Fuiste realmente muy cortés con tu crítica respecto a mi narrativa y te lo agradecí. Yo misma me emocionaba al leer y con mucho entusiasmo le daba énfasis a mi tono de voz cada vez que era necesario. Fue muy divertido. Y la verdad es que estoy encontrando un espacio donde me siento libre, he encontrado en la escritura mi forma de liberación además que es una forma de recapitular lo que hice, ver mis errores, analizar todo en su conjunto para redescubrir mis debilidades, defectos, fortalezas y virtudes para mejorar como persona.

Al rato una cliente me llamó, era tarde pero igual la atendí. Mientras atendía esa llamada, mi amor llamó. No entró su llamada pero me dejó un mensaje de voz que decía: "Alista tus maletas porque nos vamos de viaje, me gané la Tinka, llámame urgente". Me reí con su ocurrencia pues dos días antes lo acompañé a comprar un ticket de lotería, su propuesta era que si ganaba nos iríamos de vacaciones a España. Él para ver jugar al Real Madrid y yo para ir de shopping, previamente pagaría todas mis deudas con la condición de que no vuelva a meterme en problemas de esa naturaleza. Ese es él y también con sus ideas locas me ha conquistado. Decidí no llamarlo y seguir en lo que estábamos. ¿Era una especie de venganza?, me pregunté cuántas veces él había hecho eso conmigo, ¿Cuántas veces pudo contestarme estando desnudo a lado de alguna "amiga de turno"?, ¿Cuántas veces dijo no puedo verte, porque en realidad sabía que tendría una noche de placer con otra persona?, preferí no buscar respuestas, era mejor no embarrar mi mente con tanta porquería.
Poco a poco nos fuimos poniendo cómodos, eso implicaba, sacarnos algunas prendas y seguir conversando, me pediste que me dejara puesta la blusa negra de tela casi trasparente, te excitaba verme así por lo tanto me saqué sólo el brasier negro. Al rato me abrazaste, estabas sentado y me jalaste suavemente mientras me acariciabas. Colocaste aceite sobre mi piel mientras hacías pequeños masajes. Te encantó el diminuto hilo dental que apenas me cubría adelante, era la primera vez que lo usaba y estaba segura que te gustaría porque se desenganchaba de ambos costados. Antes de quitármelo me pediste que dé una vueltita y te complací. En breve estábamos nuevamente haciéndolo. Esta vez no habías fumado nada más que un cigarrillo. Tu erección no duró como en otras ocasiones pero de todos modos fue suficiente como para disfrutarlo.

Luego seguimos conversando, el vino estaba riquísimo. Nos contamos algunas cosas de nosotros mismos. Nos dimos cuenta que teníamos muchos conocidos en común, hasta llegamos a la conclusión de que teníamos familiares en común por mi abuela paterna, lo más probable era que seamos familia y como esta ciudad es un zapato, resultó que habías sido compañero de promoción del cole con el hermano de mi mejor amiga. Conocías a su esposa, a su suegro, tenías una gran amistad con ellos, descubrimos que habíamos estado en el matrimonio de ellos hace unos seis años aproximadamente, pero naturalmente no recordábamos habernos visto. No salías de tu asombro porque mencionaste que cuando mi mejor amiga recién nació tú la habías cargado (ella era mi contemporánea). Eso significaba que nuestra diferencia de edad era bastante más de lo que había imaginado. Llegué a la conclusión de que no tenías treinta y dos. No entiendo por qué evitaste decirme exactamente tu edad, eso a mí no me daba miedo. Aunque para serte sincera, si bien es cierto tienes cara de niño, las patas de gallo que tienes alrededor de los ojos delataban tu verdadera edad, sólo que yo no tuve interés de saberla con exactitud. ¿Es acaso esa la forma que los hombres tienen para acercarse a chicas que tienen menos edad?, me pregunté si tuviste temor de decirme realmente cuántos tenías, pensaste que me alejaría de ti o que me darías miedo...si supieras que normalmente he tenido parejas que me llevaban más de diez años.

Eran casi las once y media de la noche y mi amor llamó, siempre me sentía incómoda cuando le contestaba delante tuyo. Lo saludé con naturalidad, como le hablo cuando estoy sola, a diferencia de él que cuando está con alguna de sus "amiguitas" su trato es diferente y ese tonto error siempre lo delata. Me pidió que vea los resultados de la Tinka, le dije que no podía en ese instante pero que lo haría más tarde o al día siguiente, él tenías ganas de conversar conmigo y yo quería cortar porque era inoportuno delante tuyo. Después de un rato de reírme con las ocurrencias de él, la batería de mi cel se estaba descargando así que le dije que por ese motivo tendría que colgar, haciéndose el gracioso me dijo: "Oye muchachita malcriada no me cuelgues ah, mira que me enojo". Igual le corté sintiéndome un poco mal. ¿Dónde quedó la de siempre, la que se desvive por él, la que puede dejar todo por conversar aunque sea de tonterías?... No lo sé.

Seguimos conversando de nosotros, me contaste que estabas tomando clases de guitarra con Belis y que estabas fascinado. Te conté que yo estaba muy interesada en iniciar clases de dibujo y pintura, cuando era niña eran mi pasión, pero tontamente muchas veces los humanos solemos dejar de lado nuestras sanas pasiones por el día a día. Te confesé que también me encantaba el teatro, que por muchos años caractericé el personaje de una claun, no lo podías creer. Me rogaste que hiciera un poquito de imitación, pero me moría de roche contigo, hacía más de diez años que no lo hacía, y aunque era muy graciosa mi interpretación, tontamente temí caer en ridículo. Tú por tu parte me confesaste que podías imitar al cantante Rafael con la mariconada y todo, lo hiciste y no paramos de reír por buen rato. Realmente te salió muy bien. Pero ni así me convenciste a enseñarte mi lado histriónico.

Volviendo a la seriedad, me llenaste de halagos. No quiero pecar de pretensiosa pero creo que en tu afán de ensalzarme tenías razón en todos los adjetivos calificativos que usaste para referirte de mi persona. Estoy tratando de aprender a aceptar que los demás digan en voz alta mis virtudes, aunque todavía me cuesta. Muchas veces he sentido que no era merecedora de tantos halagos o prefería asumir que eran exageraciones. Sin embargo, tus adjetivos fueron diferentes, supiste escoger las palabras adecuadas, sentí que decías cosas nuevas que no había escuchado antes. Hasta me dijiste "siento que eres una mujer espectacular, completa, una persona limpia, con muy buen aura, tienes dharma más que karma". Me asombró tu apreciación, más aun sabiendo que el karma explica los dramas humanos como la reacción a las acciones buenas o malas realizadas en el pasado. Atinaste además a decir que me encontrabas misteriosa, no es por nada, pero creo que si lo soy. Entre creer que el lobo feroz intentaba endulzar a caperucita con calificativos tan agradables, preferí creer que realmente me estabas conociendo, y esa era yo. Esto no significa que me olvide que tengo defectos como cualquier ser humano y en ocasiones soy hasta insoportable, pero sabía que no estabas equivocado, sé que soy una buena persona. Sólo atiné a agradecerte por tu generosa evaluación.

El vino seguía desapareciendo de la botella mientras se alojaba en nuestros organismos. Quisiste que nuevamente lo hagamos, yo no tenía ganas. Te excitaste demasiado y por primera vez, después de tantos encuentros, no permití que me penetraras, por lo que eyaculaste con el condón puesto. Tú no te enojaste, eres muy comprensivo, yo me sentía rara, no era el trago, el ambiente estaba divino, tu compañía era extraordinaria, pero yo quería a mi amor, quería realmente hacer el amor, no tenía ganas de solo sexo. Lo notaste, me preguntaste qué tenía, primero respondí con un tímido "No sé", luego te dije: "creo que me friqueó la llamada de él". Era obvio, tú lo habías notado también.

Empezamos a disfrutar de la música reggae. Me acerqué, te abracé muy fuerte, tú me correspondiste. Intenté besarte pero me recordaste que yo tenía la idea de que en esa "seudo relación" no eran posibles los besos porque tenían para mí un significado más íntimo. ¿Cómo se puede pensar que un beso en la boca es más íntimo que el coito? Bueno esa era una idea mía porque sentía que sólo tenía ganas de besar a mi amor, era una conexión especial que no quería tener con nadie más. Hubo un momento que te convertiste en un chico tímido, yo fui muy directa y audaz, con tu actuar me demostraste que tienes un lado débil, parecías atemorizado, no parecías ser tú, me diste risa. Los seres humanos somos realmente complejos.

Pusiste la canción de Belis que habla de una morena, lo hiciste a propósito. Sentí que el alcohol se me había subido a la cabeza, no estaba ebria pero ya no estaba normal. Recordé que no había cenado y seguramente ese fue el motivo por el cual estaba así. Era ya muy tarde, ambos al día siguiente teníamos que trabajar. Tú querías que volvamos a intentarlo, yo no tenía ganas. Lo volviste a hacer, y digo que sólo tú porque yo me mantuve acostada, sin moverme, sin inmutarme ante tu esfuerzo fallido por excitarme. No dejaba de pensar en él. Quería irme a casa, me estaba sintiendo mal por haberte preferido esa noche. No podías creer que yo tuviera esa actitud casi inerte, creo que creíste que estaba fingiendo, que era parte de un acto histriónico. Sin embargo, no se trataba de teatro, eran mis sentimientos que estaban saliendo a flote ayudados por el alcohol.

Mientras me vestí y te pusiste tu bata, llamaste un taxi. Me dio risa lo que sueles hacer en situaciones similares, solicitaste la unidad para la casa de tu vecino diste el nombre de otra familia. Nos reímos, te las sabes todas. Metí mi brasier en la cartera porque tenía pereza de ponérmelo, además tenía sueño. Era la primera vez que llegaría a casa sin esa prenda puesta. El tramo de tu habitación a la puerta, siempre se hace larguísimo, pese a que no lo es. Es que siempre existe la probabilidad de ser descubierta por tus padres y entro en pánico de imaginarme esa vergonzosa situación. Más aun sabiendo que tu madre es una mujer tan católica, me imagino que de esas que se golpean el pecho, verme allí en esas circunstancias serían como ver al mismísimo diablo. Nos despedimos como se despiden los buenos amigos con un beso en la mejilla, me pediste que te llamara tan luego llegue a casa. Yo mientras subía al taxi, marcaba el número de mi amor. Él estaba adormitado cuando me contestó, y ya no me importó que se entere que esa noche había preferido salir a hacer cualquier otra cosa fuera de casa, antes que verme con él. Era una especie de venganza sin haberla planeado, pero en realidad no era mi intención hacerlo sentir mal, sólo quería hablar con él. En ese momento también supo que había tomado vino. No preguntó con quién, ni me reclamó ni se enojó y se despidió enviándome un besito mientras yo me acostaba en mi cama. Te hice saber que estaba en casa sana y salva, prometiste leer la otra historia que te dejé y nos deseamos buenas noches. Una vez más la niña "buena" había hecho algo "malo", lo rico era que no me sentía mal por eso, pero sí tenía un sinsabor, era el error de haber deseado hacerlo con él y no contigo.

Volviendo a la vida

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Ahora existía un pretexto adicional para vernos más seguido, la Manzana de la Concordia era el adorable cachorrito que me habías obsequiado, era una monada y todos en mi casa estaban felices de tenerlo. Esa mañana iríamos a ver el avance del proceso que se ventilaba en el juzgado, pues básicamente de eso dependía la estabilidad económica de tu hogar, era un juicio muy importante. La noche anterior habíamos visto una película hasta tarde, así que cuando me llamaste diciendo que ya estabas a punto de ir a mi casa, salí disparada de mi cama para alistarme, te dije que aún no "terminaba de arreglarme", pero que en veinte minutos estaría lista. Lo cierto era que recién con tu llamada abrí los ojos y corrí a bañarme.

En media hora estabas en mi casa, yo salí a atenderte sin maquillaje, y me gusta que me veas natural. Si puedo peinarme y acicalarme delante tuyo, no tengo reparo. No me gusta tener caretas contigo, me gusta que sepas que soy como cualquier persona que se despierta sin estar arreglada y sé que tú también lo disfrutas. Te invité a tomar café porque yo ni siquiera tomaba desayuno, tú aceptaste. Mientras yo alistaba todo tú jugabas con "nuestro bebe"... el cachorro.

Hicimos todo lo que teníamos planeado. Nos encontramos con una amiga que al día siguiente se casaba, tú recién la conocías pero estuviste muy bromista. Luego me acompañaste a cobrar mi sueldo. Nos encontramos con otra amiga, cobramos juntas y fuimos a comer un cevichito. Reimos bastante contándole a ella nuestras anécdotas, y es que es verdad cuando dicen que recordar es volver a vivir. Yo soy de la idea que lo vivido y lo comido nadie te lo quita. Por eso deseo seguir viviendo con intensidad cada día y si es a tu lado mucho mejor, tú le das sazón a mi vida....Ayy no puede ser ya empiezo a sonar cursi.

Ella te dijo para salir en la noche junto con su esposo, tú algo dudoso aceptaste. Yo le dije que igual saldría con o sin ti. En la tarde ella me volvió a preguntar si iríamos y le confirmó a su esposo. Hace tiempo que no salíamos juntos, la última noche que salí a tonear fue aquella vez que te hiciste el ciego en los dos locales donde casualmente nos encontramos. Pero en fin, ya habían pasado tres semanas desde ese lamentable episodio y no valía la pena recordarlo una y otra vez. Plan de ocho de la noche me llamaste a preguntar si saldríamos más tarde, te dije que sí, me hiciste saber que le dirías tu mamá que saldríamos juntos. Últimamente la relación entre tú y ella no estaba nada bien y de algún modo se sentía más tranquila cuando ella sabía que salías conmigo. La consigna era salir sólo un rato porque al día siguiente tenías que hacer mudanza con tu familia al nuevo depa y yo tenía que despertarme temprano porque era el cumple de mi papá.

Volviste a llamar más tarde para acordar la hora exacta, te hice saber que mi amiga ni su esposo me contestaban así que probablemente teníamos que cancelar la salida porque al parecer ellos no iban a salir. Tú me dijiste que no había problema, si ellos no podían o no contestaban, igual nosotros podíamos salir solos. Yo me sorprendí con tu actitud porque normalmente era yo la que siempre intentaba idear algo nuevo para pasar tiempo juntos y si era a solas mucho mejor. Sólo por probarte te dije que mejor lo dejemos para otro día pues sin grupo cómo ibamos a salir, tú insististe diciendo que no necesitábamos de otras personas para pasarla bien y que era suficiente que estemos los dos. Así que quedamos en vernos luego. Creo que en ese momento aluciné que era un maniquí, no por lo de flaca sino porque me habré vestido y desvetido unas ocho veces hasta encontrar algo con lo que sintiera que estaba sexy y linda. Mi hermana menor era mi mejor crítica "tal cosa no va, quítate esto, ponte este otro, ese color no, ese te te hace ver cuadrada, mejor este de aca, a ver con esto, ese escote se ve bien, muérete de frío pero ándate sexy". Me estaba empezando a frustrar cuando por fin encontré la ropa adecuada. No entiendo que afán tenemos las mujeres cuando queremos que el chico de nuestros sueños nos vea regias, nunca encontramos algo adecuado aunque nuestro clóset entero esté repleto de ropa bonita. Puse especial empeño para verme atractiva esa noche, me puse un perfume delicioso, no quería que ni un pelo esté fuera de su sitio. Me puse una truza roja por sea caso y sentí que mejor no podía estar. Estaba perfecta.

Llegaste, te hice esperar un ratito y cuando me viste me dijiste "¡Uyy estás elegante, te ves muy guapa!", yo como no dándote importancia te dije: "Total, si me visto así que muy elegante, ¿cómo quieres que salga entonces?". Te reiste y me dijiste que no estabas reclamando nada, sólo estabas haciéndome saber que te gustaba como me veía. Yo sentí ese regocijo como quien dice "Reto cumplido". Tú olías muy bien, la verdad es que tus perfumes siempre me embelesan, no son muy fuertes, ni me marean, simplemente te hacen un hombre cautivador. Y es que yo soy así, puede que no me guste mucho tu forma de vestir porque no te gusta ser formal, pero hueles siempre divino y mi sentido del olfato se fascina con tu presencia.

Demoramos en decidir a qué local iríamos. Yo quería ir al lugar de siempre, pero no te lo decía. Hasta que por fin optamos por ir primero a mi lugar preferido y luego al otro donde te encontré aquella vez con tu "amiga de turno". En el camino recordaste que en otro bar tu primo tocaría batería con su grupo de rock así que decidimos quedarnos en ese lugar. Yo nunca había ido a ese sitio pero estaba repleto, ni bien subimos y dimos cinco pasos me encontré nuevamente con aquel brujito que me había leido las cartas hace unas semanas, el mismo que estuvo esa noche que nos encontramos, pero a diferencia de esa vez, esa noche me sonrió y me saludó. Nos habíamos visto sólo en una ocasión, pero lo traté como un amigo, yo también le sonreí y no sé si pudo percatarse que su "profecía" se había hecho realidad: nosotros nos ibamos a amistar, sólo era cuestión de tiempo. No podía creer que nuevamente este muchacho esté en nuestra escena. Bueno seguimos, nos encontramos con otras amistades, saludaste a tu primo mientras yo conversaba con un amigo a quien no veía hace mucho tiempo. Nos sentamos en la barra, pedimos un par de cervezas negras personales y nuevamente sentí que habíamos regresado a la normalidad, eramos nosotros, los de siempre, los amigos que se miran con deseo pero a diferencia de antes, ahora ya sabían que se amaban mutuamente. El olor a marihuana me incomodaba demasiado pero más podían mis ganas de pasar tiempo contigo. La verdad era que ese olorcito nos incomodaba a ambos y hasta nos daba pena ver chiquillos que seguramente estaban drogados.

Luego de hora y media de conversar y reir como antaño, después de escuchar a tu primo decidimos ir al otro local. Hace más de medio año que no ibamos juntos. Los últimos recuerdos en ese lugar donde nos habíamos encontrado de casualidad, no eran los más gratos. Pero al fin estaba contigo, llegaríamos juntos y sólo esperaba no encontrarnos con alguna de tus ex o tus agarres porque no quería pasar un mal momento. El ambiente estuvo a pedir de boca, no había mucha gente, no había nadie que nos pudiera incomodar, compraste otras dos cervezas y subimos hasta el tercer nivel. Desde allí vimos la peña y la gente que disfrutaba la música y el baile, me abrazaste un rato, me sentí nuevamente en las nubes, otra vez sentí maripositas en el estómago y estaba simplemente feliz.

Tú sabes que me encanta bailar así que me dijiste que fuésemos abajo. Empezaban a tocar salsa. Cuando estuvimos en la pista de baile me reí y te dije: "¡Qué milagro tú queriendo bailar salsa si no te gusta!", tú respondiste: "No es que no me guste, lo que pasa es que yo no sé bailarla, pero si me gusta". Me reí y te dije que no podía creer que después de diez años de conocerte, recién me entere que te gustaba ese ritmo. Y bueno la verdad es que lo hacías pésimo pero igual yo estaba feliz de estar entre tus brazos. Coqueteamos, bailamos, reimos como si estuviésemos solos. Hasta que un pata pasó por tu lado y te pellizcó el trasero. Te volteaste endemoniado queriendo salvar tu reputación de hombre cuando caiste en cuenta que era el bromista de tu "cuñado", el enamorado de tu hermana. Te echaste a reir con él y se saludaron. Él también me saludó y pasó de largo. Nos reimos un rato, me dijiste que como no sabías quién era, te habías volteado con intenciones de hacer lío y que aún te dolía porque lo había hecho fuerte. Yo me ofrecí de voluntaria para calmar tu dolor pero era un lugar muy público para ayudarte, sólo reimos con la intención de mi espontánea forma de ayudar.

La pista de baile estaba atiborrada de gente, miraste hacia la otra esquina y me dijiste que allí estaba una de mis clientes. Cuando alcancé a ver, era tu hermana, la saludé y me sentí super avergonzada. En primer lugar porque dos días atrás habíamos hablado y la conclusión a la que ambas arribamos fue que como eras un desconsiderado e inmaduro era el colmo que sigas saliendo a tomar y juerguear, que la gente que te rodeaba no te quería porque de lo contrario no te llevaría a lugares donde si o si ibas a tomar; en segundo lugar porque yo le había dicho que ya estaba harta de tu actitud y que ya no nos estábamos viendo. Esto era cierto hasta hace poco pero igual me moría de verguenza porque al verme allí mi discurso de hace dos días quedó sólo en palabras.

Y como quien dice "A lo hecho, pecho", decidí seguir disfrutando el momento sin que me importe lo que ella pudiera pensar. Me dijiste que al terminar esa canción nos acerquemos a saludarla para que luego no te esté fastidiando. Lo cierto era que las últimas semanas habías tenido serias discrepancias con ella y tu mami, prácticamente en casa ni se hablaban, así que eso hacía que el sorpresivo encuentro sea incómodo. Al acercarnos ella fue muy amable así como el pellizcador de su enamorado. Nos presentaron a sus amigos y nos invitaron a acompañarlos en su mesa. Yo estaba algo incómoda, tenía verguenza con ella, sobretodo porque es la más seria y una de tus más frecuentes críticas luego de mi. No pasó mucho tiempo cuando empezó una de las que habíamos hecho nuestra canción "Locos de Amor" de Yordano. Yo me emocioné y te dije: "Espero que esta vez si la cantes", tú mientras te parabas me respondiste: "Claro que sí y no sólo eso también la vamos a bailar". Me encantó tu iniciativa, no salía de mi asombro pero me moría de roche por ella, era una balada. Empezamos a bailar mientras cantábamos con ganas, mirándonos a los ojos con una mezcla extraña de ternura, deseo y pasión: "Puedes hacer conmigo lo que quieras, puedes tomarme o dejarme si te da la gana, total es mi vida, eees mi vida y ahora es tuuuuyayayaya. Puedes huir cruzando la frontera, llevarte todo lo que quieras si te da la gana total es tu vida es tu vida y ahora es miaaaayayayay. ¿A dónde crees que te vas a esconder? si de un fantasma no se puede escapar, ¿a dónde crees que te vas a subir? si no hay montaña que no pueda escalar y tu y yo y tu y yo y tu y yo... estamos locos de amor. Tu y yo estamos locos de amor, locos de amor, tu y yo estamos locos de amor, locos de amor. Puedes sacarme sangre de las venas, sacarme todo lo que quieras si te da la gana, total es tu vida, eees tu vida y ahora es miiiiayayaya...Y tú y yo estamos locos de amor, locos ...". Hace mucho tiempo que no me sentía tan viva como en ese instante, tú rodeabas mi cintura, yo tenía los brazos entre tu cuello, te veías feliz y yo ni qué decir. Sin embargo, tuve que contener una vez más, mis ganas de besarte. Creo que a ti te pasó lo mismo.

Terminó la canción y nos sentamos como si nada hubiese pasado. Tu hermana no es tonta y sé que nuestra actitud durante la canción fue más que evidente. Actuamos con total naturalidad, yo disimuladamente te pedía que no tomes mucho y tú me hacías caso. Al rato pasaron carnavales que tanto te gustan pero sólo los cantaste. Pasaron varias canciones, nosotros seguíamos conversando y riendo, no participábamos de la conversación de los demás pero estábamos felices. Después tocaron otra balada que es muy linda y también me invitaste a bailarla. Ya no me importaba lo que pensara tu hermana ni nadie, la bailamos, la cantamos y seguimos actuando como un par de bobos. Ya eran las dos y media de la mañana así que decidimos irnos para cumplir con el horario de regreso que habíamos indicado en nuestras casas. Nos despedimos de tu hermana pero casi en la salida nos encontramos con tres ex colegas tuyos, quienes estaban algo tomados y nos invitaron a su mesa. La idea era sólo saludarlos, pero nos invitaron un par de cervezas, nos miramos indecisos pero finalmente decidimos quedarnos. Ambos sabíamos que de ellos dependía que ingreses nuevamente al último lugar donde estuviste trabajando, así que casi obligados por ese motivo, nos quedamos. Uno de ellos estaba mareado y al ver que me tenías abrazada, me preguntó: "¿Y cuánto tiempo van?", nosotros nos reimos y yo respondí intencionalmente con doble sentido: "Voy diez años aguantándolo". Nos reimos aún más al ver el asombro de tu amigo, quien te echó en cara que con ese tiempo ya era hora de casarnos, que por qué hasta esas alturas no me habías hecho un hijo (esa fue exactamente su expresión). Nosotros reímos a carcajadas con sus ocurrencias. Mientras me reia te dije que le aclarases que iba diez años aguantándote como amiga, pero tú consideraste que era muy divertido y que no importaba que piensen eso, que además le quitaríamos la magia al momento. Así que tuvimos que tolerar sus insistentes bromas, sobretodo por el tema del matrimonio y los hijos. Nos hicieron bailar y nos divertimos mucho con ellos. Se portaron muy bien con nosotros y me di cuenta, una vez más, que tienes un carisma especial, tu forma de ser hace que la gente te quiera y me dio tranquilidad saber que pronto tendrías nuevamente trabajo gracias a Dios. Para ese entonces tu hermana ya se había ido pero no se percató que nosotros aún estábamos en el local.

Mientras fui a los servicios higiénicos me encontré con un gran amigo de la época del cole a quien no veía hace muchos años porque ya vivía en otra ciudad. Me dio mucha emoción encontrarlo, sobretodo porque cuando éramos adolescentes pasamos muchas cosas juntos y teníamos muy gratos recuerdos. Al regresar a la mesa, decidimos retirarnos y nos despedimos de tus amigos. En el taxi me preguntaste si quería ir a tomar caldos, pese a que durante toda la noche habíamos tomado tres cervezas personales cada uno. En realidad estábamos sanos pero aducías que era necesario para tener fuerzas dentro de unas horas porque tenías que hacer mudanza a las seis de la mañana. Yo sabía que para mis papás no sería nada gracioso que llegue a casa más de las cuatro de la mañana pero igual me encantaba estar allí a tu lado y acepté tu propuesta. En el local naturalmente encontramos gente muy mareada, la mayoría eran hombres. También encontramos a uno de tus amigos a quien yo recién conocía pero que te tenía un gran cariño. Al despedirnos te dijo: "Cuidala, está muy bonita, y si en algún momento la pierdes pásame la voz para buscarla". Nos reimos y yo lo tomé como un halago.

Llegamos a mi casa, abrí la puerta. Al despedirnos te di un beso en el cuello, sé que es tu debilidad. Tú me miraste y me dijsite: "No quiero hacerte daño, vamos poco a poco, todo llegará en su momento", yo te respondí: "¿Qué daño me vas a hacer?". Me sonreiste, me diste un beso en la frente y luego en los labios, me abrazaste fuerte. Oliste mi cabello y me diste otro beso. Yo estaba superfeliz. Me encanta besarte, sentir tu aroma, tu piel suavecita, tus manos. Volvimos a besarnos por un tiempo prolongado y si dejamos de hacerlo fue por respeto al tiempo del señor taxista y porque era tarde. La truza roja estuvo todo el tiempo tímidamente escondida pues no la llegaste a ver pero si a sentir con ese estilo encantador que tienes, en el límite del respeto y la audacia. Yo te correspondí con un atrevido ademán de mi rodilla derecha. Estábamos empezando a excitarnos así que ya no era prudente seguir "jugando". Y nos dimos un último beso como si no hubiésemos hecho nada.

Entré a mi casa, mi mamá estaba con mi tía en la cocina haciendo la torta de mi papi. Recibí su sermón por la hora, decidí no prestarle mayor importancia, le ofrecí mis disculpas y subí a mi dormitorio. Estaba extasiada de felicidad, podía sentirla en cada célula de mi cuerpo. Sólo tú tienes ese poder de hacerme sentir de esa manera con tan sólo tu presencia. Y eso es lo que quiero, que no sea algo de una sola noche, quiero que pronto podamos decidir tener esa relación de enamorados que ambos deseamos. Durante este tiempo he podido comprobar que pese a todo, sólo contigo puedo sentirme así de plena. Debe ser porque te amo y aunque suene a novela, estoy segura que tú a mi.

¡Perdóname!, yo también me equivoco

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Es cierto, sale el sol. En peores circunstancias que he vivido, cuando creí estar hundida en lo más oscuro, finalmente vi ese milagro llamado Sol. Las pocas veces que nos hemos alejado, muchas de ellas fueron semanas sin verte, también me parecieron años. Innumerables días deseando besarte, no a lo brusco, no a lo loco, sólo un beso, de esos suaves, tiernos, que trasmiten amor. Y en mi afán de acercarte a mí, te he alejado, he cometido estupideces, lo sé. ¿Tú no?, bueno no se trata de comparar quién hizo más. Hoy sólo puedo hablar por mi, por mis actos, no por los tuyos. Tú habrás tenido tus motivos y razones para hacer lo que hiciste en determinado momento y te habrás también hundido en la tristeza cuando te diste cuenta de lo que habías hecho. ¿Pero quién es Todopoderoso para hacer las cosas siempre bien, sin equivocarse?. En ocasiones, ciertos errores parecen círculos viciosos pero ¿en cuántas de esas uno reconoce su error, se siente mal pero igual vuelve a hacerlo?. Algunos se darán cuenta de su falla y podrán tomar otras alternativas para no volver a obtener los mismos resultados. ¡Bravo, así se hace!, es admirable. ¿Pero yo, yo qué?, una y otra y otra y otra más, casi de lunes a domingo. ¿Qué me pasa?. Y hablando de esto me viene a la memoria una frase de Einstein: "La locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes". Y me pregunto ahora ¿Cómo he pretendido que todo sea diferente si siempre hago lo mismo? Era una locura, hoy me di cuenta. Sin embargo, las palabras dichas y las acciones realizadas ya hirieron, ya dañaron, ya dolieron. Creo que es parte del aprendizaje de la vida. Suena cursi pero así lo veo. Y no quiero que quede en palabras bonitas o como promesas de político. Te aseguro que después de mi infantil comportamiento de los últimos días, sobretodo del de ayer, ya empecé a tomar cartas en el asunto y aunque mi cambio no será de la noche a la mañana, te aseguro que empezarás a notar la diferencia. Lograré mejorar mi trato hacia ti.

Es así como cuando aprendemos a caminar. Somos muy pequeños cuando lo hacemos, por eso no lo recordamos pero fíjate qué hace un niño al intentar mantenerse de pie, quizá primero lo hace con mucho temor, se tambalea, luego va adquiriendo un poco más de seguridad y decide enfrentarse, da el primer paso, intenta el segundo pero se cae. ¿Acaso analizó si no tuvo equilibro, si no puso el pie donde debería, si le faltó más firmeza?...no, simplemente sabe que se cayó, quizá le dolió pero lo vuelve a intentar, aunque se golpee muy fuerte, aun así lo vuelve a hacer. Algo similar ocurre cuando aprendes a nadar. Te ahogas muchas veces, tragas agua, te duele la cabeza, te arde la nariz, toses, en ocasiones también lloras. Y te explican una y mil veces qué hacer para no ahogarte. La teoría dice que debes inhalar el aire que tus pulmones puedan almacenar y exhalar dentro del agua, haciendo burbujitas y si te hace falta el aire, no debes volver a inhalar dentro del agua. Parece fácil pero hasta que aprendas, ni modo, tragas agua.

Entonces luego de analizar mi conducta hacia ti, he decidido aprender a controlar mi mal humor, ya me caí muchas veces, ya me golpeé muchas otras en ese intento de aprender a caminar. Ya tragué demasiada agua salada, me causó no sólo llanto, dolor de cabeza y de nariz y esto inclusive me ha hecho caer en la tentación de desear casi desistir en mi intento de cambio. Y pese a todo, estoy segura que con mejor actitud, por el bien de ambos y porque te amo, aprenderé a caminar con firmeza y a respirar bajo el agua como la cosa más natural del mundo.

Entonces estábamos en que por allí dicen que después de la tormenta, cuando menos piensas sale el sol. He llorado, soy humana, y las lágrimas no representan debilidad, son el desfogue del dolor. Mi alma tiene dolor cuando te trato mal, no es divertido ni agradable, no me hace bien y a ti tampoco. Y me siento mal, sobre todo por la paciencia de santo que me tienes. Y he llorado hasta el extremo de lo que era posible, pero felizmente "No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista". Mi cuerpo ya no resiste seguir siendo una bruja contigo, espero nada más que tu cuerpo resista darme una nueva oportunidad.

¿Y sabes? lo que más ánimo me da para seguir adelante es el hecho de saber, porque así me dice mi corazón, que lo mejor siempre espera adelante y cuesta. Pero de eso se trata y como siempre digo "Lo que más esfuerzo nos cuesta es porque más vale la pena". Ser felices vale la pena. Y de ahora en adelante cuando escuches la canción "Sale el Sol" de Shakira, recuerda que me sirvió de inspiración para escribir esto. Y una vez más te vuelvo a decir: "¡Perdóname! yo también me equivoco".

Un día lluvioso en el cielo y el alma

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Hace un tiempo me hiciste saber que tus sentimientos eran similares a los de la canción de Reik, ahora irónicamente eres el protagonista de mi vida, por quien si me desvelo, por quien vivo enamorada, por quien me preocupo y lloro cuando tenemos esas tontas discusiones. No sé en qué momento dejamos de ser lo que algún día fuimos. Y más de una vez me pregunto si no hubiera sido mejor no intentar nada y seguir pasándola bien. Por otro lado sé que hacer es mejor que no hacer y nosotros decidimos lo primero y por eso fue que lo intentamos pues decidimos arriesgar...Era todo o nada. Ahora siento que ambos estamos cansados, tensos y tristes de ver que lo bonito se quedó en el pasado. Nuestros momentos felices son casi efímeros y no veo la hora de tener la relación color de rosa que siempre soñé contigo o tener la firme determinación de olvidarte, sacarte mi mente y mi corazón, decisión que parece ser la más saludable según la opinión de muchos, pero la más compleja y difícil de cumplir.

Hoy, por la tarde mientras llovía, una vez más estallamos por una tontería, luego conversamos y llegamos a la conclusión de que esto no está nada bien, tenemos que poner ambos de nuestra parte, sino tontamente seguiremos matando lo que hemos formado hace más de diez años. Yo te decía que no entiendo cómo es que tengo esa facilidad para hacerte sentir tan mal, tratarte pésimo, si eres la persona a quien más quiero, me parecía increible darme cuenta que a mi ex lo he tratado con más amabilidad que a ti, pese a todo. Y encima me siento mal, cuando te grito, cuando te ofendo, cuando te hiero, y sé que mis lágrimas no son parte de la función teatral para mantenerte a mi lado, son de dolor del alma, porque así me siento cada vez que te trato como si fueses mi enemigo cuando no lo eres. Tú justificas mi actuar asumiendo la responsabilidad de tus actos que han hecho que te tenga desconfianza y me dices que ese trato no te lo has ganado gratis.

Tú muy a tu estilo, te calmaste. Y es que la verdad admiro esa cualidad que a ti te sobra y a mi me falta, esa capacidad de serenarte luego de una discusión al punto de mirarme a los ojos con ternura, con voz suave, intentando buscar alguna solución. Me tienes paciencia, lo sé. Seguramente es la misma que te devuelvo recíprocamente cuando tú haces tonteras y yo te comprendo, no te juzgo y te sigo amando, aunque los demás me digan que es una tonta actitud de parte mía. Luego de mi crisis, me pediste que por el bien de ambos, mejoremos en lo que haga falta, que es mejor ahora, antes de que sea demasiado tarde. Me pediste por favor que pongamos de nuestra parte, de lo contrario tendríamos que tomar la decisión de alejarnos para siempre y no seguir haciéndonos daño. Yo sé que esta última solución sería extremista pero saludable al fin de cuentas. Pero no te quiero perder, no me gusta darme por vencida cuando aún hay más por hacer. Y aunque el 90% de mi círculo cercano que sabe lo que ocurre me diga toma ese camino y espera a que llegue alguien que valga la pena, no quiero resignarme a esa idea mientras tú y yo queramos mejorar y demos testimonio con nuestros actos. Yo pondré de mi parte para no herirte ni herirme, porque estoy agotada y sé que tú también y como te dije no vale la pena. Es necesario que volvamos a regar agua limpia sobre el macetero de la confianza y la comunicación, de lo contrario seguirán secándose en los días subsiguientes, ¿no te has dado cuenta que su tierra se está agrietando?. Sabemos que no es fácil, pero tampoco imposible de hacer. Aquí lo importante es que ambos sabemos cuales son nuestros errores y sería estúpido seguir en lo mismo. Nunca, en serio nunca le había puesto tantas ganas a una relación, creo que esta vez lo hago porque en el fondo sé que vale la pena. Esta tarde me hiciste sonreir cuando te pregunté triste y suspirando "¿En qué terminaremos?". Y tú respondiste: "En algo muy bueno seguramente".


"Soy tu mejor amigo
tu pañuelo de lagrimas,
de amores perdidos.
Te recargas en mi hombro
tu llanto no cesa,
yo solo te acaricio.
y me dices por qué la vida
es tan cruel con tus sentimientos
yo solo te abrazo
y te consuelo.
Me pides mil consejos para protegerte
de tu próximo encuentro,
sabes que te cuido.

Lo que no sabes es que
yo quisiera ser ese por quien
te desvelas y te desesperas,
yo quisiera ser tu llanto,
ese que viene de tus sentimientos,
yo quisiera ser ese por quien
tu despertaras ilusionada,
yo quisiera que vivieras
de mi siempre enamorada.

Tu te me quedas viendo,
y me preguntas si algo
me esta pasando,
y yo no se que hacer,
si tu supieras que me estoy muriendo,
quisiera deecirte lo que yo siento,
pero tengo miedo de que me rechazes,
y que solo en mi mente
vivas para siempre...

Por eso yo quisiera ser ese por quien
tu te desvelas y te desesperas,
yo quisiera ser tu llanto,
ese que viene de tus sentimientos,
yo quisiera ser ese por quien
tu despertaras ilusionada,
yo quisiera que vivieras
de mi siempre enamorada.

yo quisiera ser...tu llanto
tu vida...

yo quisiera seer...
tu llanto tu vida..

Yo quisiera ser ese por quien
tu te desvelas y te desesperas,
yo quisiera ser tu llanto,
ese que viene de tus sentimientos,
yo quisiera ser ese por quien
tu despertaras ilusionada,
yo quisiera que vivieras
de mi siempre enamorada.

tu llantoo...tu vida ohhhh"

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