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DESPIERTA MUJER MARAVILLOSA

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Te has quedado dormida querida, ya es suficiente, mucho has dormido. Mi reina, ya es hora, despierta, ¿No ves que hace mucho rato ya salió el sol radiante?, ¿No te has dado cuenta que afuera te espera un mundo entero que grita tu nombre? Querida, ya has dormido mucho, de veras, ya es hora. Gracias a Dios no es tarde, pero en serio ya es hora, ¡Despierta!

Muñeca preciosa, no sé cuándo te quedaste dormida y no encuentro que poción tomaste para dormir por tanto tiempo ¿Te dio el Mal del Sueño?...Pues no entiendo cómo una chica tan linda como tú, se ha quedado dormida casi dos años. ¿O acaso estabas haciendo honra al pedacito de la antigua estrofa de tu Himno Nacional?..."Largo tiempo el peruano oprimido"... ¿Qué ocurrió, estuviste en coma? Me has tenido preocupada. Escúchame mujer exitosa, allá afuera existe mucha gente que te quiere, te tiene una estima enorme porque saben quién eres. Muy valiosa a mi entender. Pese a todo felizmente no has perdido tu esencia ni tu toque, sigues siendo esa mujer extraordinaria de toda la vida. Dios te dejó en este mundo para cumplir una misión, aquí nadie está por gusto ni de casualidad. Parece que te equivocaste de misión creyendo que el Todopoderoso te dijo: "Hija, transforma a ese hombre con tu varita mágica, pues él tiene una grave atrofia y no puede solo". No me cabe en la cabeza cómo una mujer de tu talla (no hablo de tu estatura sino de lo que eres) no ha podido darse cuenta antes que estaba haciendo una serie de malabares sobre algo que no tenía ni pies ni cabeza. Cielo, ¿quién te dijo que tenías que arreglar a ese pata?, ¿quién te dio la labor de usurpar el lugar de su madre para intentar corregirlo y transformarlo en un Hombre de Bien? y lo peor de todo darling ¿en qué momento él te dio permiso para que lo hagas? ... Déjame decirte preciosa, y disculpa que te lo diga de esta manera, ese chico jamás te amó. Disculpa por ser así de cruda pero en serio, él nunca te amó. Y me dirás seguramente: "Oye, pero él me lo dijo". Claro, yo también le digo de vez en cuando a un vendedor de escobas: "No gracias, en otra oportunidad será", y eso no implica que a la próxima que me oferte su escoba yo se la voy a comprar. No te quedes en silencio, dime algo por favor. Te aseguro que no estoy errada. Pasa que tú te quedaste dormida y sentiste que era más cómodo echarse a soñar mientras dormías, para no enfrentar la realidad, pero querida permíteme decirte que la única soñadora eras tú. Él seguía teniendo los pies bien firmes sobre la tierra, él siguió viviendo, él no participaba de tu sueño, él siguió disfrutando de los placeres terrenales de la vida. Él siguió juergueando, él siguió filtreando con cuanta mujer podía y mejor si era con una de esas facilonas que con los ojos lo desvestían ¿Que no te diste cuenta antes dices?...por favor querida él en mil un oportunidades te hizo saber con sus actos que eso era lo que quería. Él no estaba dispuesto a sentirse orgulloso de presentarle al mundo a la mujer maravillosa que pudo tener como enamorada. Y sabes que lo que digo es totalmente cierto. Te acostumbraste a recibir las migajas de su cariño. Te resignaste a estar sentada en el banco de los suplentes, creyendo que algún día el entrenador se apiadaría de ti llamándote para jugar como titular en uno de los partidos. No corazón, no, él nunca pero nunca estuvo dispuesto a intentarlo. Sus miedos, sus luegos, sus intentos de supuesto cambio, sus excusas conocidas, sus mil pretextos, sus miradas tiernas, sus ojos llenos de lágrimas, nada nada de eso eran amor querida. Dime muñequita linda, ¿en qué momento él te demostró que tú eras uno de los ejes fundamentales en su vida?...Ok, ese silencio me lo dice todo. Una vez más estoy en lo cierto, y así como alguna vez viste tú a alguien como la llanta de repuesto que se tiene en el auto por si algún día se malogra la que está en uso, así él te tuvo a ti. Tú eras su llanta de repuesto. El, a diferencia tuya, nunca estuvo dispuesto a arriesgar, a intentarlo, a vivir un tórrido romance, a aprender de ti y tú de él, a construir algo juntos, a regar junto contigo la macetita del amor. Él, no sé si consciente o inconscientemente, te mantuvo a su lado para las veces que le podías servir de algo. ¿Cómo qué no?... ¿Y las veces que se dio la Sra. Borrachera y te llamó para que lo auxilies o lo escuches?, ¿y las veces que necesitaba que alguien sea su paño de lágrimas cuando tenía problemas en casa?, ¿y las veces que necesitó que alguien le levante el ego diciéndole cosas lindas? ¿y las ocasiones en que era necesario que te involucres con su familia para hacerte cargo de un tema legal que él tranquilamente podía afrontar?, ¿y las veces que no quiso ver a solas una película y por eso te llamó a ti? Querida, todo eso era obvio. Ahhh pero claro la señorita podía dar consejos a "tutilimundi" pero ella no tenía ojos para ella misma. ¿Cielo, necesitabas larga vistas?... Ah, verdad estabas dormida.

Bueno otra pregunta querida ¿qué detalles de peso tuvo este hombre contigo para que hayas creído que él estaba locamente enamorado de ti?...Mi reina no escucho, ahhh nuevamente tu silencio, entiendo, suficiente ¿Ninguno sustancial verdad? Creo, y según mi muy modesta opinión, que este pata te quiere, sí, probablemente sí, pero sólo como amiga querida. Nunca tuvo la intensión de darte el derecho de admisión en su vida como pareja. No tuvo las ganas locas de besarte y poseerte como tú a él. No te dio el pasaporte de entrar en su vida como mujer, él te quiso tener a lado como una amiga, como su mejor amiga si quieres, pero jamás quiso que pases de la puerta de su vida amorosa, te mantuvo afuera como quien mantiene afuera al perrito que pide comida moviéndole la cola al dueño de casa.

Preciosa, ¿sabes qué creo yo? que todo este tiempo te encaprichaste, así de simple. Tú, la chica linda, la que todo lo que se propone lo puede hacer. La que no se da una oportunidad para decirse a sí misma, esta vez no se pudo. Sí, tú te propusiste conquistar su amor. Y como dice la canción Déjame Intentar de Carlos Matta, tú en tu afán de que él se integre a tu sueño de una vida feliz en pareja, quisiste robar su corazón para hacerlo tuyo, quisiste que él olvide amores pasados, sobretodo uno, tú ya sabes cuál, quisiste que él sienta contigo que nunca había amado, quisiste quererlo como nadie nunca lo había querido (probablemente esto fue lo único que lograste), quisiste llenar su vida de ilusión y fantasía, le rogaste a gritos en silencio que te deje intentar hacer todo eso. Quisiste creer que tenías su amor, que sería para siempre, que serían el uno para el otro, tendrían un lindo hogar, una bella casa, unos lindos hijos y serían felices comiendo perdices. Quisiste poder hacer realidad tu máximo sueño: Hacer que se olvide de amores pasados, que sienta contigo que nunca había amado. Reina, quisiste poder hablarle y decirle cuánto lo amabas, abrazarlo como no lo habías podido hacer en esos largos nueve años de amistad, quisiste sentir su risa, tocar sus manos, siempre tibias, quisiste en un futuro verlo despertar a lado tuyo, quisiste que Dios te escuche para darle todo eso que pedías. Pero querida, él no te dejó intentar ni una milésima parte de todo ese sueño, él no tuvo la más mínima intensión de compartir todo eso contigo. Él prefirió mantenerlos alejados de su vida a ti y tus detalles. Nunca encajaste con sus prioridades querida.

Creo, como dice la canción "Fabricando Fantasías" de Tito Nieves que tú viviste en un mundo de mentiras fabricando fantasías para no llorar ni morir por su recuerdo. Viviste malgastando horas, evitando estar a solas para no pensar pero su imagen donde quería estaba presente. Probablemente aún no superes perderlo, pero descuida el tiempo cura las heridas, solo ten paciencia, es parte del proceso, esto te va a marear por un tiempo mientras te levantas de este letargo pero no significa que sigas acomodándote para seguir durmiendo, eso déjaselo a las marmotas en su periodo de hibernación. Simplemente déjalo ir, él es libre, deja que lo siga siendo. Ahora es hora de ganar el tiempo que se te escapó, pero no tienes que arrepentirte de nada ni decir lo siento, ni es necesario escribir un libro para que no se te olvide lo vivido con él. Mujer maravillosa, no cometas el error de seguir pidiéndole a Dios que quieres verlo despertar a lado tuyo. Y que no se te ocurra llorar por favor, no vale la pena tanta tristeza pues las de ese tipo siempre dejan un sabor amargo por la ausencia de la otra persona, por no poder verlo. Espero que no te duela y que no veas la vida pasar mientras él no vuelve. Querida, él nunca fue la luz de tu vida, por lo tanto no tiene por qué ser difícil despedirte de él. Mi reina, no sufras por su ausencia día tras día pero sí pídele a Dios que te alivie ese dolor que aún no se te quita. Carambas eres humana es normal que este alejamiento te duela. Pero igual te felicito, es la mejor decisión que has podido tomar. Dile adiós a la dependencia, vuelve a ser feliz con tu soledad. Deja que él deje de ser el eje de tu vida, tu motor o tu motivo.

Además hay otra cosa, dime pues, ¿reunía los requisitos de tu Hombre Ideal?... ¿ni los mínimos?...Entonces, me pregunto qué rayos hacías al querer tenerlo a tu lado. Perdón, ¿qué dices?... ¿que tenías el sueño de algún día compartir una vida en pareja y tener una familia feliz? ... por el amor de Dios mujer ¿acaso con la forma como llevaba su vida te podía en algún momento otorgarte protección emocional, estabilidad y ser un hombre ejemplo como padre de tus hijos? Dime algo más, ¿desde cuándo firmaste contrato para ser su Baby Sister?... ¿Nunca?, ¿y hablando en términos más fríos, recibiste algún beneficio por estar pendiente de él todo este tiempo? No pues querida, desde ningún punto de vista cuentan como beneficio los malos momentos, las discusiones, tus celos innecesarios, los enojos ni las malas noches sin poder dormir por estar pendiente de que le pudo pasar algo, de que a lo mejor estaba tirando con alguna pendeibis o que tendría problemas en casa o en el trabajo al día siguiente por haber tomado tanto.

Otra cosita más y sin ofender, ¿Le diste vacaciones a tu inteligencia todo este tiempo?... No me pongas esa cara y discúlpame si mi pregunta resultó ofensiva pero es que no entiendo y en serio no me cabe en la cabeza cómo una chica profesional, inteligente, bonita, atractiva a la vista de muchos hombres, ejemplo de muchas mujeres, una lideresa innata, con un corazón de oro, con ese carisma inigualable, con un simpático sentido del humor, humana, talentosa, valiosa por donde la miren, generosa, preocupada por el bienestar de los demás, agradecida, que intenta no hacerle daño a otras personas, esa mujer con unas ganas de superación increíbles, la chica perseverante, responsable, estudiosa, cariñosa, talentosa, detallista, que tiene atributos para el baile y el teatro, una intelectual, chica culta, con quien se puede establecer una conversación agradable, esa mujer sencilla que es capaz de hablar con alguien de condición humilde o no tan humilde con la misma facilidad, la compañera de trabajo incondicional, la amiga A-1, la prima querida, la sobrina adorada, la tía querendona, la nieta dulce, la hermana admirada, la hija brillante pudo creer que era suficiente para ese muchacho que en tanto tiempo no supo valorar tremendo diamante humano que tenía a lado. Dime mujer maravillosa, ¿era necesario que alguien te recuerde lo valiosa que eres solo por ser tú?...No lo creo, no quisiste verlo creo yo, el coma no dejó que te vieras en el espejo de tu alma. Gracias a Dios todo esto es parte del pasado, de la historia de tu pasado pues ya despertaste al fin Mujer Maravillosa. Bienvenida a la vida, un mundo entero espera por ti.

Una noche loca pero sin copas

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Era el Día de la Madre, si mi madre lo supiera ya hubiese tenido un infarto pero antes me hubiese mandado a fusilar. ¿Dónde quedaron los valores?, ¿la moral?, ¿la buena reputación?, ¿el buen nombre?, ¿la chica de familia?...Ya recuerdo esa noche los planché y los guardé en la habitación donde guardamos todos los cachibaches que no utilizamos o lo hacemos muy rara vez.

Sin embargo, previamente por la tarde me llamaste; yo estaba en la florería comprando unos arreglos florales para mi abuela, otro por encargo de parte de mi prima para mi tía (su madre) y rosas sueltas que quise entregar a cada una de mis tías. Mi mami estaba en otra ciudad pues había viajado unos días para estar con mi hermana. Era el primer año que no pasaba con mi madre ese significativo día. Y con todo el respeto que se merecen quienes no tienen mami, para mí y para mi hermana que estaba aquí conmigo, era un día normal. En realidad era un día tranquilo, no teníamos el stress de hacer mil malabares para encontrar un regalo que sea de su completo agrado, no teníamos que hacer el desayuno especial con bombos y platillos ni tuvimos que escuchar sus gritos o llamadas de atención. Hasta cierto punto debo admitir que nos sentíamos culpables al sentirnos aliviadas por no tenerla en casa. Inclusive nos pusimos a pensar que éramos un par de ratas porque si mi papi hubiese sido el ausente en el Día del Padre, de seguro que hubíesemos estado muy tristes por no tenerlo en casa. Pero en fin, mi madre era nuestra querida Menopausica de la vida real. Y bueno, mientras escogía las bellas rosas, tú llamaste. Querías que por favor te ayude a convencer a tu mami para salir a almorzar a la calle pues estaba depre, estresada, enojada contigo y algo enferma. Decías que si yo se lo pedía no iba a negarse. Es decir, querías utilizarme. Sin embargo, como era por una noble causa, iba a permitir que me utilices. Aunque cuando entendí que lo que me pedías era que también vaya con ustedes, con el dolor de mi corazón tuve que decirte que no. Tú entendiste, yo tenía que ir a almorzar con mi familia. Toda la vida mi familia (abuela, papis, hermanas, tíos y primos) hemos compartido todos los momentos especiales juntos, de modo que era imposible complacerte esta vez. No podía dejar a mi familia, aunque no estuviera mi querida Menopausica, para ir a almorzar contigo y tu madre aunque los quiera. Siempre me cuesta decirte no, prácticamente casi nunca lo hago, pero en esta ocasión no era posible.

Como te había prometido visitar a tu mami por la tarde, quise cumplirlo. Así que al regresar a casa, luego de almuerzo, le dije a mi papi que a las seis iría a saludarla. Él creo que cree, nuevamente, que somos enamorados. Y es que cualquiera se confunde con nuestro extraño comportamiento, actuamos como si estuviésemos pero en verdad no estamos. Mi papi respondió que yo me había ido a visitar a "mi suegra" cuando le preguntaron por qué no estaba con ellos para tomar el lonche en familia. Cuando te avisé que iría me dijiste que ella estaba descansando y que además no estaba de buen ánimo como para visitarla. Yo insistí y aunque estaba muy ajustada con mis gastos, creí que valía la pena llevarle un arreglo de rosas rosadas con un presente. Ella me contestó el teléfono muy amable, es que mi ex suegra (y quien sabe futura) me quiere de modo que no era capaz de decirme "No vengas".

Cuando llegué, te sorprendió mi detalle y a ella aún más. Previamente, en la cocina, te pregunté qué tipo de aretes le gustaban, me dijiste que le encantaban las perlas, así que saqué la cajita envuelta en papel de regalo. La otra, que no tenía perlas, la dejé guardada, es que así soy yo de precavida. Con ese par de cositas los tenía a ella y a ti en el bolsillo. Mi querida suegra estaba muy ansiosa, nerviosa y disgustada. Al día siguiente tenía que dar un examen psicotécnico para ver si aprobaba una de las etapas del proceso de evaluación y mantenía su trabajo, el mismo que tenía hace nueve años. Su situación era complicada, de eso dependía su futuro próximo y los competidores estaban al acecho. Es una mujer preparada, sin embargo, le aterrorizaba el solo hecho de pensar que podía de la noche a la mañana quedarse sin trabajo, más aun porque la situación económica en tu casa no era estable. Estando allí, ella empezó a quejarse de ti y de tu hermana mayor. Sentía que no había tenido un merecido Día de la Madre, se sentía triste. Según ella sólo tu hermana menor había tenido cierta consideración con ella, sin embargo, tú no le habías dado ni un abrazo por su día, por el contrario le dolía que hubieses preferido ir a pasar toda la mañana con tu padre. Entonces creí que de algún modo esas rosas y el presente tuvieron un efecto más que positivo. Y es que la verdad muchas veces el dinero no compra la felicidad pero hay detalles que nos pueden dar un aliciente o al menos robarnos una sonrisa. Creo que eso logré hacer con tu mami y me sentí bien. Al rato me tenías en la sala de tu casa ayudándola a resolver exámenes de razonamiento verbal y matemático para que se sienta algo más tranquila y confiada. No lo había hecho ni con mis hermanas cuando se preparaban para sus exámenes de admisión, sin embargo, allí estaba yo haciendo todo eso, pero ¿sabes?...lo hice con mucho gusto realmente. Tu hermana mayor había salido todo el día con el enamorado, tu otra hermana en ese momento se despidió porque acompañaría a su enamorado a la agencia pues ya viajaba y nosotros nos quedamos acompañándola. Le agradecí a Dios el poder estar allí conversando con ella al menos intentando darle ánimos. Quizá no hice mucho pero me sentí útil. Hubo un rato que pudimos hablar muy bajito sin que nadie nos escuche y nos reimos muy fuerte porque entre juegos me dijiste que nos faltaba "bautizar" el mueble grande.

Mientras tu mami y yo revisábamos los demás ejercicios, tú nos preparabas el lonche. Fuiste a comprar pan y el hot dog con huevo revuelto te quedaron delis. Cuando tuviste la mesa puesta, nos llamaste para tomar cafecito juntos. Llamé a mi papá para avisarle que ya no iría a casa de mi abuela. Él comprendió. La noche avanzaba, las horas pasaban, tu hermana llegó y yo ya tenía que irme. Decidiste acompañarme y me despedí de ellas. Tú le prometiste a tu mami no demorar pues mi casa queda muy cerca de la tuya.

En el camino me cojí de tu brazo, caminamos lento y nos reimos mucho. Era un día especial, un paréntesis después de tanta discusión de días anteriores. Es extraño, ahora los días felices y sin pelear ya son raros, están como que en proceso de extinción; por otro lado, los días llenos de reclamos, celos, enojos tontos, gritos míos, etc. ya eran casi cotidianos. Lo anormal se estaba volviendo normal, pero ese día era anormal, es decir, todo estaba color de rosa. Habíamos firmado la paz. Al cerrar tu puerta no sé por qué te palmeteé el trasero y me dijiste de una forma muy cómica, que no te lo toque porque estabas sin calzoncillo (sólo te habías colocado un jean para llevarme a casa) y nos reimos muchísimo. Luego de un par de cuadras nos encontramos con tu hermana, pensé que podía acompañarnos hasta mi casa para que no regreses solo. Sin embargo, tu reacción fue regresar y dejarla en tu casa y volver a caminar hacia la mía. Yo feliz de pasar más tiempo a tu lado y si era a solas mejor.

Llegamos a mi casa. Pensé que te despedirías pero me dijiste que entrarías un ratito. Adoro verte jugar con nuestro "hijito", el perrito que me obsequiaste hace un par de meses. Saludaste a mi papi muy cordialmente. Entonces el tiempo empezó a correr y tú esa vez no tenías apuro. Decías que tenías que irte pero seguías buscando pretextos para seguir allí (algo más que raro en ti y los últimos quince meses) Estando en la sala, vimos algunos datos en la lap top que tu mami necesitaba. Nos volvimos a reir insinuando que ese mueble de dos ya estaba "bautizado" pero faltaba el grande. La verdad era que hace meses que no teníamos ningún contacto íntimo ni remotamente algo similar. Pero esa noche no sé si eran las feronomas que nuestros organismos secretaban de forma alborotada o nuestro lenguaje corporal estaban sincronizado, el hecho es que me excitaba cada vez que te sentía cerca.

Al rato mi papá subió a dormir y nosotros seguíamos tonteando. Me contaste que tenías dolor en el cuello porque estabas tenso y me ofrecí a hacerte masajes. Juro que mi real intención era hacerte masajes para relajarte, sin imaginar que esto sería el inicio de una noche loca sin copas. Entonces te coloqué una colonia relajante que tengo, te hice los masajes en el cuello y la cabeza. Era fácil notar que te sentías muy cómodo. Yo contenta de tenerte entre mis brazos y ayudándote. Entonces te pedí que mejor fuésemos al mueble grande para que te acuestes, así podría hacerte los masajes en la espalda de forma más confortable. Tú accediste sin peros. A mí me parecía extraño. Yo estaba feliz pero me extrañaba tu actitud. Ya no estaba ante mis ojos el hombre que parece la Gatita Penélope que se corre de Pepe le Pew cuando éste quiere besarla creyendo que es una mofeta como él. Te gustaron mis masajes, luego empezamos a hablar de un cuadro mexicano que tengo en la sala, cuando me acerqué para asegurarme si se trataba de pintura en tela o papel, hiciste un comentario respecto a lo bien que se veía mi trasero con ese jean y desde el ángulo que lo estabas viendo porque seguías acostado en el mueble. Yo me sonrojé pero no se me notó porque soy morena. Sin embargo, no sabía como reaccionar pese a que ya había pasado todo lo que ha pasado entre nosotros. Claro hace mucho que no pasaba nada.

No obstante soy humana, soy mujer, tú eres hombre y yo te deseo, y este anhelo había intentando muchas veces ocultarse para evitar malos momentos ante tus negativas. Sin embargo, nada de eso me importó. Estabas acostado en mi mueble, yo a tu lado en una silla cual masajista profesional y no pude más. Subí sobre ti, te besé, me correspondiste, nos abrazamos, nos besamos con pasión. No sé cuánto tiempo habíamos jugado a la abstinencia (bueno entre nosotros obviamente). Es inevitable, nos deseamos demasiado y cuando me miras de la forma como lo haces, me alborotas, en serio. De forma más atrevida estábamos teniendo mayor contacto. Parecía algo nuevo entre nosotros pues las pocas veces que habíamos hecho el amor había sido luego de muchas copas y además era más excitante aun por el hecho de estar en la sala con la luz encendida. Mi hermana menor y mi papi dormían en el segundo nivel. Mientras tanto, nosotros estábamos descontrolados. No sé en dónde guardaste al tipo caballero que jamás se sobrepasa conmigo, creo que en la misma habitación donde estaban los cachivalches y mis valores. Tocaste mi trasero, pero no sobre el jean ni mi truza y eso fue una señal más que clara de que estábamos dispuestos a entregarnos. Sólo faltaba como canción de fondo la de Ana Gabriel "Simplemente Amigos"...nos estábamos amando sin control y teníamos ganas de seguir amándonos, sin embargo, todo el tiempo teníamos que seguir actuando como simplemente amigos. Me besaste muchas beses, nos dijimos mutuamente que nos amábamos. Volví a sentirme en el paraíso con tus tan anhelados besos. No obstante, podían escucharnos así que te pedí que subieses el volumen a la televisión o pongas música. Luego te instalé sentado en el mueble y sin preguntártelo fui a sacar los Halls que me sobraron tres días antes, los que usé con mi "amigo con derechos", el médico. Me metí uno a la boca y si había funcionado tan bien con él, ¿por qué contigo podía ocurrir lo contrario?...Entonces actué, hice lo que tenía que hacer pero estoy segura que todo eso se complementó con mi jean rojo y las sexy botas negras que tenía puestas esa noche. Me estaba consagrando de recontrarufla, sólo unos días atrás había hecho prácticamente lo mismo con mi amigo el médico. ¿Eso me convierte en promiscua?...según la Organización Mundial de la Salud... sí pues define la promiscuidad como la práctica de relaciones o el hecho de tener más de dos parejas sexuales en menos de seis meses. Y entre tres días y seis meses hay una abismal diferencia. No es que me sienta orgullosa de mi status de promiscua, sólo que me causa risa y asombro haber llegado a este nivel. Te aseguro que ha sido a punta de sudor (broma cruel). Bueno pues, ya estábamos muy avanzados, yo sabía perfectamente que mi dupla Halls-Lengua estaba surtiendo efecto positivo. Hasta que me dijiste: "Quiero hacerte el amor", te dije que eso era lo que me estabas haciendo, pero tú insististe, en realidad querías penetrarme. y como soy la reina de las neuróticas, rápidamente relacioné Día de la Madre con no tener condón. No podía arriesgarme a hacerlo sin cuidarnos y luego quejarnos de las consecuencias, una criatura no es cosa de juego. Hacerla puede sonar divertido, pero el fondo del asunto es algo muy complejo. Luego de ese breve razonamiento, me negué. Me insististe, yo seguí firme en mi negativa. Sin condón no hay nada. Tú me decías que no sabías qué tenías pero tenías unas ganas locas de hacerme el amor. Me paré, tú me abrazaste, yo me volví a negar hasta que me pediste hacerlo por atrás. La única vez que lo habíamos hecho era aquella vez cuando recibí mi título, todo estaba casi igual: era el mismo mueble, la misma sala, los mismos sinverguenzas pero esta vez no apagamos la luz ni estábamos mareados. Eso me gustaba, luego no había opción a reclamo ni arrepentimientos. Además no teníamos preservativos, nuevamente te reclamé por la falta de logística, era una desconsideración al cliente. Rechacé tu oferta unas tres o cuatro veces hasta que te dije que sí. Rápidamente trajiste la crema que no habíamos usado para los masajes. Y nuevamente lo hicimos. Simplemente delicioso. Es que hacerlo con la persona que amas ya es magia, pero hacerlo bajo esas circunstancias ya era muy de película. Tuve que quitarte la correa para que no hagas tanta bulla. Me diste algunos orgasmos, fue súper. Tú por tu parte, lo disfrutabas demasiado. Yo era feliz, creo que tú también.

Después de esa mágica entrega "posterior", estuvimos buen rato conversando, abrazaditos, riendo, mirándonos con ojos brillosos. tú me acariciabas mi pequeña nariz, yo te besaba la mejilla. Tú me dabas un pico, yo te correspondía. Tú me besabas la frente, yo la mano. Tú me olías el cabello, yo estaba en las nubes. Hiciste un comentario que me otorgaba muchos méritos respecto al Halls y por poco te respondo "Ya me lo habían dicho". En mi mente decía: "Si supieras que son los Halls que me sobraron con el otro la otra noche". Te hice la misma explicación que al anterior muchacho y nada, tú estabas feliz de haberlo experimentado. Y como nada dura para siempre, supimos que ya era muy tarde y teníamos que despedirnos; no sin antes quedar en volvernos a entregar muy pronto pero en condiciones más adecuadas, como las que merecía por nuestros tantos largos meses de abstinencia. Antes de irte me abrazaste, me diste otro beso y sonriendo me dijiste que habían sido los mejores masajes de tu vida. Y así una vez más nos despedimos en la puerta pero esa noche no era una noche cualquiera, era una Noche Anormal.

Al fin y al cabo somos solo amigos

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En la canción "Anda y Ve" de José José la sola idea es patética. Sin embargo, esa noche estaba a punto de enredarme en una situación como esa. Yo te amaba, tú no querías que regresemos porque tenías que mejorar en algunos aspectos para ofrecerme una relación madura. Yo estaba cansada de tus ene mil pretextos. Te había dejado en claro que existían otras personas que me invitaban a salir y simulando hidalguía respondiste que no podías ser egoísta y si no estabas en condiciones de iniciar algo serio, yo tenía todo el derecho de intentarlo con alguien más.

Ese sábado mi amiga me invitó a su "quema". Tú no pudiste o no quisiste ir, no lo sé. Y como no quería ir sola, decidí llamar a mi último afane. Con este chico había salido las últimas tres semanas. Él me llamaba todos los días, me acompañaba a hacer mis actividades, era muy atento, nunca se negaba a ayudarme, en definitiva andaba pendiente de mí. Estaba claro que estaba interesado en mi como probable enamorada. Sin embargo, para mí era como la llanta de repuesto que tienes en el auto. Sabes que si la necesitas la tienes allí para usarla si o si. Algo triste por no verte esa noche, decidí llamarlo. Aceptó mi invitación más rápido de lo que imaginé. Y es que así ocurre cuando alguien tiene interés en una: jamás escucharás un "No puedo". No existe posibilidad de perder alguna oportunidad para estar a lado de la persona que te mueve el piso. Y yo le movía el piso a este muchacho, bueno ni tan muchacho. Para efectos del relato le llamaremos "El Insistente". A toda mujer le gusta que le rueguen, pero "El Insistente" ya exageraba o simplemente a mí no me gustaba.

Me recogió, yo le mostré la mejor sonrisa que pude. Fui amable todo el tiempo. Seguramente él confundió mi cordialidad y en su razonamiento de hombre asumió que el sentimiento era recíproco, es decir, según él yo también quería estar con él. Obviamente el pobre insistente estaba lejísimos de la verdad. No tenía ni la más remota idea que mi cuerpo, alma y mente estaban rendidos a tus pies. Pero en fin, llegamos a la fiesta. Mis amistades nos miraban sorprendidos. Todos sabían que él quería estar conmigo pero yo contigo. No obstante, como la gente habla porque tiene boca, rápidamente alguien que no nos conocía asumió que éramos esposos. Yo no recuerdo haber tenido ningún gesto ni trato especial como para hacer creer con mi comportamiento, que podíamos estar casados. Ahora me pregunto si acaso es ya común en nuestra sociedad que una pareja unida por el matrimonio, olvide que lo más rico es sentir ese bichito en el estómago, mirarse como un par de chiquillos sin poder ocultar los ojos brillosos y tener la cándida e inevitable sonrisa con un cartel imaginario que dice: "Estoy enamorado (a)". Bueno mi respuesta es que el amor en ocasiones se vuelve costumbre. Y lamentablemente muchas veces la costumbre es más fuerte que el amor. También dicen por allí que el enamoramiento sólo existe los dos primeros años. Pero al oír eso, vienen a mi mente imágenes de parejas que se aman pese a los años y se siguen tratando con ternura y romanticismo. Entonces después de analizarlo de este modo era fácil que alguien, que nos vio llegar juntos, creyera que El Insistente y yo éramos marido y mujer. Gracias a Dios estábamos a años luz de distancia para serlo.

Él conversó casi toda la noche con otras personas que estaban en la fiesta. Yo le seguía la corriente y trataba de hacerle creer que la estaba pasando bien a su lado. Él entendió el mensaje equivocado pero ¿qué más podía yo pedir?. Fui yo la que causó esa confusión. Después de tu actitud que por meses pedía a gritos ¡Libertad!, preferí sacarte de mi mente para tratar de conocer más a este muchacho, a lo mejor era el clavo que me permitiría sacarte de mi cabeza, pues tú eras un clavo muy difícil de retirar. En determinado momento, luego que cenamos y le cantamos a la cumpleañera, la fiesta estaba aburrida, estaban pasando las mismas canciones y yo ya estaba cansada de bailar lo mismo. Así que le pedí al "Insistente" que ya nos fuéramos y nos despedimos.

Afuera le sugerí que vayamos a otro lugar. Tenía ganas de ir al local a donde normalmente ibas. A lo mejor, si tenía suerte, te encontraba y me verías por fin con nuevo galán. Él rápidamente complació mi pedido y fuimos. No había nada diferente allí, Lo único diferente de esa noche era que mi compañero era él y una vez más, como casi siempre, no eras tú. Decidí disfrutar el momento y pasarla bien con él. Sin embargo, era inevitable mirar con demasiada atención el ingreso al ambiente donde estábamos, pues cabía la posibilidad que no estaba tan distante de poder ser real, de que llegues y me veas con él. Mientras me hablaba yo no pude disimular que mi atención estaba en la puerta y no en lo que me decía, así que me preguntó si estaba esperando a alguien. Le respondí que no. Sería muy poco atinado decirle la verdad. Así que decidí ponerle más atención. En realidad me aburría. La gente pasaba, los conocidos me saludaban, mis amigos lo miraban con cara de "pregunta de interrogación" y yo quería ir a mi casa. El Insistente empezó a hablarme de sus sentimientos. Para mí era absurdo, ¿cómo es que sin casi conocerme quería iniciar una relación conmigo?, ¿por qué él si quería algo serio y tú no?. Incluso tuvo la paciencia de enumerarme las cualidades que había encontrado en mi. Y si bien es cierto nos conocíamos más de un año; sólo habíamos tenido la oportunidad de hablarnos y tratarnos el último mes. ¿Por qué rayos tú conociéndome tanto no tenías esa determinación?...Bueno tú eras tú, él era él. Le puse mil pretextos, pero en ningún momento le mencioné lo que sentía yo por ti. Seguramente por eso él se pudo ilusionar, yo no fui sincera. Me intentó besar dos veces. Y si bien es cierto no estaba mareado, creí que su insistencia era por el alcohol. Sin embargo, me fastidió que sea tan insistente, intentó besarme una tercera vez y lo logró. Al inicio me rehusé, luego solo le seguí la corriente. Fue entonces cuando decidí manifestarle que no era posible que estemos porque no nos conocíamos y además yo no estaba enamorada. Me dijo que eso no era indispensable, para él era suficiente que nos llevemos bien, él estaba seguro de que yo era una chica buena y según su punto de vista, esta etapa servía justamente para conocer a la persona y enamorarse. Si luego de ese proceso no pasaba nada, normal seguiríamos siendo amigos.

Por otro lado, yo ya había permitido que me bese en público. ¿Pero a quién le estaba siendo infiel si tú pese a que en mi corazón eras "mi amor", no estabas dispuesto a iniciar una relación?. ¿Estaba siendo infiel conmigo misma y mis sentimientos?, ¿no estaba siendo realmente sincera con este chico?. Éstas y otras más eran demasiadas preguntas que no encontraban respuesta o que no quise detenerme a responder. Entonces, suspirando, pero en realidad con resignación, acepté su declaración y se selló el "contrato" con un beso. Él fue muy apasionado, yo sólo pensaba ¿qué estoy haciendo?, ¿en qué me estoy metiendo?, ¿estará bien? Me dejé abrazar. Él estaba feliz. Era muy cariñoso. Yo no terminaba de entender por qué el mundo está al revés: "los que quieren no pueden" y yo quería estar contigo pero no podía.

Cuando fuimos al otro ambiente, con la intención de irnos, él se encontró con su amigo y su esposa. Muy orgulloso y con una gran sonrisa, me abrazó y dijo: "Les presento a mi enamorada, es mi amorcito". Yo casi pongo cara de What???... ¿Amorcito? ¿Desde cuándo? Pero volví a disimular, total ya había aceptado estar con él, y si él estaba siendo tan lindo conmigo, yo lo mínimo que podía hacer era ser cortés. Finalmente salimos, camino a mi casa, naturalmente me besó, ya era su enamorada. A mí se me hacía una tortura besarlo. Ni siquiera me gustaba. Es horrible besar a alguien sin querer hacerlo, ha sido la única vez que me ocurrió, es decir, mientras duró la relación.

Me dejó en casa, era evidente que estaba más que contento. Yo, pese a todo, decidí seguirle el juego. Me despedí fingiendo ser la enamorada más feliz del mundo. Creo que él se creyó toda mi actuación. Cerré mi puerta y mientras me acostaba en mi cama me preguntaba una y otra vez ¿Qué estoy haciendo? ¿Podía cortarlo?...No, yo ya no era una criatura, me había comportado como tal, pero tampoco quería actuar como una adolescente, pues en esa etapa por la misma inmadurez de la edad si se tiene luz verde para que las parejitas de chiquillos estén un día o unas horas, eso no se ve tan mal ¿Pero yo?....Una chica adulta, profesional que más se acerca a tener treinta años, no podía estar comportándose de esa manera. ¿Aunque no era más infantil estar con alguien sin querer estar?...Ya lo había hecho ni modo. Sin embargo, eso no fue todo. Sentí la imperiosa necesidad de notificarte al respecto. Eran cerca de las cuatro de la mañana, No me importó. te desperté y te dije: "No quiero que te enteres por terceras personas, si tienes que saberlo, lo sabrás por mi y no por el chisme con el que te venga mañana la gente". Tú estabas medio dormido pero creo que mi siguiente frase hizo que te despiertes. Te conté que ya estaba con él. Lo que no te dije fue que no lo había planeado, yo no lo quería. No fue necesario que te lo diga, ya para ese entonces eras el chico más confundido del planeta. Lo pude saber por los siguientes no sé cuántos segundos llenos de nada. Parecía que estabas haciendo el Minuto de Silencio, como cuando alguien muere. Pero ya estaba hecho y ahora también ya estaba dicho. Tú sin salir de tu asombro, me dijiste: "Ten cuidado, puede que luego saque sus garras y te muestre realmente lo que es, si no es así, espero que les vaya muy bien". Yo lloraba y al mismo tiempo me consolaba diciendo: "¿Qué tiene?, al fin y al cabo somos solo amigos".

Días despúes cuando yo estaba contigo conversando y tenía que despedirme porque tenía que verlo a él, la letra de la canción "Anda y Ve" era precisa. Muchas veces él me estaba esperando, tú a veces tenías problemas pero yo quería quedarme a ayudarte, tú por el contrario intentabas ser justo y me decías "No te preocupes, anda a verlo, te está esperando". Aquí es cuando encaja la canción cuando dice: "Anda y ve, que está esperando anda y ve. No lo hagas por mí, que al fin y al cabo somos solo amigos". Tú sabías muy bien que él no era más que un refugio, un espacio para intentar olvidarte, seguramente también se te pasó por la cabeza lo que dice la canción "...y que sientas con él, lo que en su día tú sentías conmigo. Pero lo dudo, conmigo te mecías en el aire,
volabas en caballo blanco el mundo y aquellas cosas no podran volver. Y es que lo dudo porque hasta a veces me has llorado por un beso, llorando de alegría y no de miedo y dudo que te pase igual con el...te veo nerviosa, anda y ve". Fue muy triste cuando una noche yo estaba con él en su camioneta y en la radio pasaron esta canción. Yo, para variar, pensé en ti y casi no le puse atención. Días después, luego de tomar unas copas con tus amigos, regresabas en taxi a tu casa y en el camino me llamaste, estaban pasando esta canción. Yo me sentía super mal porque sabía que aún estaba enamorada de ti y no de él. Tú creías que me estabas perdiendo. Ya mis labios le pertenecían a otro, quizás no con el corazón pero si físicamente. No sabías cuándo podrían volver a ser tuyos y yo moría porque volviesen a serlos.

¿Quién dijo que la venganza nunca es buena?

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Te acompañé por la tarde a buscar un tío tuyo que es médico para que te haga un Certificado Médico para tu hermana, pues había faltado a su trabajo y necesitaba justificar su inasistencia. Él estaba de viaje o no recuerdo bien pero el lío era que no había forma de ubicarlo. Se me pasó por la cabeza una idea que tenía tridente, cola y cuernos de diablito, como tenía todo eso, preferí desecharla de mi mente. Sin embargo, el tiempo pasaba y veía tu desesperación de no poder conseguir una solución que ayude a tu hermana. Así que después de pensarlo muchas veces, la voz del diablito te dijo en voz alta a través mío: "Si hasta mañana no logras conseguir quien te haga el Certificado, me avisas y veo si un amigo puede ayudarnos".

Al día siguiente, cuando ya me había olvidado del asunto, me llamaste. Necesitabas el bendito certificado y tenía que recurrir a mi amigo. Tuve una sonrisa con tintes de vergüenza, ¿Era capaz de llegar a tanto?... ¡Qué miércoles!, total si tú en innumerables ocasiones me habías visto la cara de tonta, ¿por qué yo no podía hacerlo una vecita? Pero ojo, aún faltaba saber si "mi amigo" podía ayudarme con semejante cosa. Así que tomando valor lo llamé a pedirle ese favor. No dudó en ayudarme, tan sólo me preguntó para quién era, le respondí que para una amiga. No estaba mintiendo. Tu hermana era mi amiga.

Entonces quedamos en vernos. Me encargaste que compre el certificado en la farmacia. Estuve camino a tu trabajo pero me encontré con un amigo, estuve calculando que saldrías en unos minutos y podríamos ir juntos. Pero tú sin saber que yo estaba cerca, saliste por otra calle, cortaste camino, casi corriste y llegaste al hospital. Yo estaba lejísimos cuando me avisaste, pero ni modo tuve que ir. Mi "amigo" me estaba esperando más de una hora, en realidad ya era su hora de almuerzo pero me estaba esperando porque había quedado conmigo. Le avisé que estaba en el nosocomio. Él me esperaba en su consultorio, aquel lugar que había sido el sitio perfecto para nuestros efímeros y osados encuentros íntimos. Cuando abrió la puerta, la sorpresa que se llevó fue que esta vez no habría ningún "rapidito" porque yo estaba con compañía. La expresión de su carita fue de desconcierto, me encantó.

Cuando los presenté y se dieron el apretón de manos me sentí una Rubí, tenía tantas ganas de reír. La venganza dulce estaba ocurriendo. En realidad contigo yo no tenía nada íntimo hace muchos meses, tú sin saber estabas saludando al que me había hecho suya un par de días atrás. Él siendo muy caballero nos hizo pasar, yo tomé asiento y te apoyaste atrás ligeramente en la camilla...sí aquella que si hubiera podido hablar, la hubiese tenido que sobornar para que no me delate.

La mirada de él no dejaba de ser de desconcierto. Claramente podía leer en sus ojos la gran pregunta: ¿Quién este? Recuerdo que estabas con jean y un polo blanco, súper sport; él tenía su vestimenta formal como todo un doctor. Yo sólo rogaba que ninguno de los dos tenga la más mínima sospecha de nada, de esa manera él no tenía por qué saber que eras "mi amor", mi ex, el hombre que aún me robaba suspiros y hacía latir mi corazón a mil; pero en realidad lo que menos quería era que tú sepas que estabas mirando a mi "amigo cariñoso", aquel que hace dos días me había hecho el amor de una manera extraordinaria. Resultaba hasta cómico estar con los dos en un consultorio de unos cuantos reducidos metros cuadrados, sobretodo en el mismo lugar donde él me hizo lo que tú no me hacías hace mucho.

Él me pidió los datos de mi amiga y mientras yo le indicaba qué días necesitaba, tú querías decirme que era por un día más, estabas a medio metro mío pero sutilmente me enviaste un mensaje de texto al celular, allí me decías qué enfermedad y los días exactos. Se supone que el certificado era para mi amiga, por lo tanto, la que tenía que conocer todos los detalles era yo. , Él ya había colocado lo que yo le dije y tuvo que acomodarlo luego. Fueron minutos muy tensos. Mi hombre casi perfecto siendo pícaro y muy a su estilo me miraba con esos ojitos juguetones que me decían "te quiero comer". La sensación de sentirse mujer deseada en medio de dos es placentera. Me sentía una niña traviesa. En realidad, viéndolo con frialdad, les estaba viendo la cara a los dos, uno haciendo un favor que era para el otro, y el otro sin saber que esa misma mano que estaba redactando el certificado conocía mi cuerpo. La niña linda estaba haciendo eso con los "vivísimos". Fueron minutos de éxtasis, lo juro. Yo no dejaba de sonreír, aunque ninguno de los dos sabía el porqué. Lo cierto es que no estaba con ninguno de los dos, pero creo que logré sentir alguito de lo que siente un hombre perro cuando por alguna extraña circunstancia tiene que presentar a la amante con su esposa. Pero ¿estaba siendo mala?...No, yo en mi afán de lograr la paz mundial simplemente había obtenido un inocente favor para alguien que lo necesitaba. ¿Qué tenía entonces eso de malo?... NADA. Fui tan sinvergüenza que era capaz de pedirle a Dios que me coloque mi estrellita en la frente por ser niña buena.
Terminó de hacer el documento que tanto necesitábamos, bueno en realidad tú no yo, o bueno tu hermana. Le agradecí con todas las reverencias posibles y mientras nos parábamos para despedirnos saque de mi cartera un presente para él. Su cumpleaños había sido una semana antes. Él recibió mi presente con la más linda sonrisa, no imaginó que tendría ese detalle. En realidad había sido una de las primeras personas en saludarlo a medianoche para su onomástico y él no olvidaba ese gesto. Entonces sentí que estaba por poner la cerecita al postre; me acerqué a él, lo llené de halagos, le di un enorme abrazo, un beso en la mejilla y su obsequio. Él correspondió ese abrazo con mucho ímpetu. Mi venganza estaba siendo un éxito. Estoy segura que sentiste celos.

Mientras salíamos del consultorio, él me llamó por mi nombre, yo volteé y me dijo: "No te pierdas, te llamo uno de estos días para vernos", fue allí recién cuando coloqué la cerecita. Creo que si le hubiese dicho que lo haga no lo hubiese hecho tan bien. Le salió muy natural. Yo me despedía con tridente en mano. Al salir, mi sonrisa se convirtió en un gesto de preocupación cuando me dijiste que lo conocías. Casi me da un infarto, me pregunté cómo, cuándo, por qué, de dónde. Y recordé que mi ciudad es una ratonera, que por uno u otro motivo la gente se conoce sí o sí. La curiosidad me carcomía así que me contaste. Hace muchos años, cuando recién estábamos en la universidad habías tenido un pleito de muchachos en un bar conocido, según tu versión lo golpeaste por un altercado que tuvieron, hasta le rompiste los lentes así que tuvieron que separarlos. Te increpé cómo habías sido capaz de hacer semejante cosa y entre risas respondiste: "¿de dónde iba a imaginar que casi 8 años después él sería médico y yo necesitaría un favor suyo?". Nos reímos muchísimo, en realidad yo lo disfrutaba más. Por ratos me decía a mí misma: "ya no tienes escrúpulos, te pasas, eres el colmo", recordando las palabras de mi comadre. Pero rápido ese auto jalón de orejas se esfumó de mi mente, pensando cuántas veces yo había tenido que pasar por algo similar y yo tan linda sin saber que me veías la cara. Así que ya no me sentí culpable de mi diablura, al contrario empecé a creer que la venganza no siempre mata el alma y la envenena, sino que algunas veces si es buena, justa y necesaria.

El título profesional tuvo la culpa

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Era un día especial, en realidad más para mi familia que para mí. La verdad es que me sentí más emocionada cuando recibí el Bachillerato. Esta vez quise recibir el título por mesa de partes pero era necesario darle el gusto a mis padres así que tenía que asistir a la Ceremonia de Colación. Por cosas de la vida, mi madre estuvo de viaje, pero fue algo que se escapó de mis manos, yo intenté cumplirles el gustito. Tú estabas contento por mí y mi decisión.

Por la mañana fui a comprar algunas cosas que faltaban en casa. Me animé a comprar un Pisco para preparar un coctel de durazno si es que luego de la ceremonia la familia o amistades iban a saludar. Mi mejor amigo vino desde otra ciudad sólo para estar presente en la ceremonia. Fue un gesto inolvidable. Tú estuviste celoso, no cabía en tu cabeza que un amigo venga desde tan lejos haciendo un viaje tan largo por vía terrestre para asistir a mi ceremonia y regresarse ese mismo día.

Estuve desde el comienzo con mi amigo, mi hermana y mi papi. La ceremonia me aburría. Estaba más pendiente de atender a mis clientas que llamaban sin cesar, sin embargo, no podía contestarles porque estaba en la dichosa ceremonia. Mis tíos, primas y amigas llegaban, tú nada. Yo miraba el cel, casi con ganas de perder la esperanza de que llegaras esa noche. Todo estaba en orden hasta que en una de las tantas veces que volteaba a buscarte, logré verla. ¡Nooooo!...¿Ella?. Perfecto era MI ceremonia de colación y una de las espectadoras tenía que ser TU dama de compañía que por cierto me detestaba. Sí, mi peor pesadilla estaba allí, sentada a 4 filas más atrás que yo. Entonces mi neurosis salió a la luz, la vi hablando por cel. Te llamé y tu cel estaba ocupado, ¿cabía la posibilidad de que ella te dijera que estaba allí entonces por ese motivo tú no irías?????. Me dejé casi resbalar en el asiento, como queriendo ya salir de ese lugar. Para mi mala suerte era la última, es decir, primero tenía que esperar a los trescientos sesenta y tantos para que me llamen. Iba a recibir mi título, sí ese cartoncito con el que soñé desde que tengo uso de razón, pero en ese momento ya ni ganas tenía al imaginar que tú no estarías allí conmigo, me sentí mal. Quería que todo acabe pronto y salir del recinto. Cuando la desesperanza y la tristeza me mataban, llamaste. Ya estabas saliendo del trabajo. Yo volví a ser feliz. A los pocos minutos me dijiste que estabas afuera pero había tanta gente que no dejaban que ingrese nadie más, pero insistirías hasta que te permitiesen hacerlo.

Y después de más de dos horas, era mi turno. Mi familia y mis mejores amigos estaban allí, y dentro de la audiencia también estaba mi pesadilla. Imaginé que aún estarías en la enorme puerta de ingreso intentando entrar. Ni modo, a la salida te podría ver. Así que caminé hacia el estrado, lo hice lento y con precaución porque los tacos que llevaba puestos eran demasiado delgaditos pero todos luego entre risas me dijeron que yo juraba que era pasarela porque caminé alucinándome modelo. Al regresar a mi sitio, fue inevitable soltar una sonrisota llena de felicidad cuando leí tu mensaje. Habías logrado entrar y te instalaste en el segundo piso. Luego me confesaste que cuando viste que iba a recibir mi título, te emocionaste tanto que sentiste que tu corazón latió muy acelerado. Te sentías orgulloso porque lo había logrado.

Al salir, recibí los abrazos y felicitaciones de todos los seres que me quieren, quienes estuvieron presentes para presenciar ese momento importante de mi desarrollo personal. Fue riquísimo estar entre tus brazos cuando te acercaste a felicitarme. En medio del tumulto apareció mi pesadilla. ¡Genial! ¿Era acaso ese el lugar más oportuno para encontrarnos los tres? Semanas antes ella había dicho que yo andaba atrás tuyo. Con tu presencia en mi ceremonia, le demostraba que tú eras el interesado en mí. Fue interesante la figura, mi amiga que también la conocía, la saludó a propósito a lo lejos para que vea que estábamos allí. Tú la saludaste a las justas. Te la sabes todas. Yo la ignoré.

Fuimos a cenar y luego te invité para que hagamos un pequeño brindis en mi casa con mi amiga. Al día siguiente ustedes tenían que trabajar de modo que sería algo muy breve. Plan den diez y media de la noche fuimos a despedir en la agencia a mi amigo. Después mi amiga nos pidió que la acompañemos a otra agencia pues tenía que comprar unos pasajes. No recuerdo por qué pero empezamos a discutir. Encendiste un cigarrillo y te advirtieron que debías fumar fuera del local. Mientras tanto recibí una llamada del chico que estaba interesado en mí, con quien hace unas semanas estábamos saliendo, del que estuviste celoso en una fiesta a la que fuimos. Se ofreció recogerme de la agencia y aunque al inicio rechacé su oferta, fue muy insistente y llegó en su camioneta. Cuando te dije que él iría a recogernos, lo primero que me dejaste claro era que no pretendiera hacer que tú subas adelante junto con él. Yo me reí y te dije que no te preocupes, no lo haría. Además me dijiste que primero irías a tu casa. Lo pensé por un momento y era mejor así, de ese modo no tenía que invitarlo a él a celebrar junto con nosotros. Entonces él nos recogió, tú subiste atrás con mi amiga. Era evidente que él tenía intenciones de estar conmigo y quería hacer méritos. Me echó flores todo el camino, yo aproveché para reír mucho y aparentar que la pasaba muy bien con él. En realidad sólo quería darte celos.

Te dejamos en tu casa. Él nos dejó a mí y a mi amiga en la mía. Nosotras empezamos a tomar una botella que tenía coctel de leche. Cuando llegaste te ofrecí cerveza pero me dijiste que no porque te fastidiaba la garganta. Como sólo éramos tres y me dio pereza, ya no hice ningún coctel como inicialmente había pensado, entonces saqué el criminal pisco. Sí, ese que nos mató, el culpable de todo lo que se desató esa noche. Los minutos avanzaban, mi papá subió a dormir, mi hermana también y nos quedamos nosotros tres conversando y escuchando música. Mi amiga y yo tomábamos el coctel y contigo tomé el pisco puro. Esa mezcla me subió rapidísimo a la cabeza. Yo no acostumbro tomar y cuando lo hago tengo precaución. Sin embargo, esa noche había un motivo importante para celebrar, me sentía segura en mi casa y además estaba con ustedes dos. Mi amiga también se picó y empezó a contarnos algunos problemas que tenía con su pareja en el ámbito sexual. Ella se desfogó contando su malestar. Nosotros le aconsejamos e intentamos hablar con la mayor naturalidad del mundo pero igual era extraño. La verdad era que ya no estábamos y sólo habíamos intimado un par de veces. ¡Pero qué bien habíamos disfrutado esas dos veces!.

Me puse un par de pantuflas para estar más cómoda y por más que tenía frío, a propósito decidí quedarme con la falda puesta. A ti te encantaba cuando yo usaba falda. Crucé las piernas muy delicadamente, las subí encogidas sobre el mueble, poniendo un cojín encima, como quien no quiere la cosa y aparentando que lo hacía de forma casual. En realidad mi objetivo era provocarte, quería que me vuelvas a ver con ojos de deseo. Tú no te inmutabas. Seguías conversando, dándole consejos a mi amiga. Cuando pasaba por tu lado para ir a cambiar la música te tocaba el hombro o el rostro mientras seguíamos hablando. Hasta me atreví a darte un beso en la mejilla delante de ella. Mi amiga ya estaba picada pero tenía que irse para despertarse temprano a trabajar, así que pidió su taxi. Pensé que te irías junto con ella pues tú también tenías que trabajar, pero no lo hiciste.

Ella salió y nosotros nos quedamos tomando el pisco. Estaba puro, no lo mezclamos y se sentía fuerte. Nos fuimos acercando y fue ineludible besarnos. Fue delicioso, hace mucho tiempo que no sentía tus labios. Besas muy bien. Siguieron las caricias. Bueno no era raro, estábamos con trago, habíamos hablado de sexo las últimas dos horas, repasando la teoría, de modo que no era nada extraño estar allí con ganas de hacerlo. La única testigo de nuestra entrega era mi pobre gatita que nos veía detrás de la mampara, así que cerré las cortinas. Tenías el rostro caliente, nuestras respiraciones se agitaban cada vez más. Tu caballerosidad se quedó a un lado para dar pase al hombre audaz que llevas dentro. Los dos estábamos locos, nos deseábamos pero era la sala de mi casa y mi papá con mi hermana estaban en el segundo piso... ¿y qué? A ninguno de los dos le importó eso. Nos dejamos llevar, era más fuerte el deseo, la pasión y la entrega mutua que el respeto por la casa de familia, de MI familia. Un momento, ambos teníamos súper claro que la regla de oro en un encuentro íntimo era protegernos para no quedar embarazados. Te reclamé por no tener condones, tu justificación siempre era que no tenías una vida sexual activa por lo tanto no tenías por qué tenerlos (ese cuento no me lo tragué pero igual escuché tu defensa) ¿Entonces, lo dejamos de hacer?...La solución que sugerí: hacerlo por el único lugar por donde una no puede quedar embarazada. Apagué la luz. Para ti esa forma sería tu primera vez, para mí no. Aceptaste de inmediato, claro por un momento creíste que serías el primero con quien experimentaría eso pero supiste que no era así cuando te dije: "Espera, espera, déjame tomar valor porque si no duele mucho". Volteé y tomé de golpe un shot de pisco, teniéndote todo el momento atrás mío, ambos de rodillas sobre el mueble para dos personas. Lo que vino luego fue una experiencia maravillosa, y si bien es cierto antes ya lo había hecho, nada se comparaba a hacerlo contigo. Me entregué por completo, era placer con amor. ¡Lo máximo!. Te sentía feliz. Por tu respiración, la intensidad de tus caricias y tus besos supe que también lo estabas disfrutando. Pero el sonido de algo en el segundo piso no nos paralizó, sí, no nos paralizó porque ninguno atinó a separarse, o cubrirse. Fuimos los más sinvergüenzas. Sólo bajamos la velocidad de nuestros movimientos, volteamos a ver si alguien bajaba y cuando estuvimos seguros de que no era nadie, seguimos en lo nuestro. Me diste dos o tres orgasmos deliciosos. Puedo asegurar que fue la vez que más excitados estuvimos, no sé si era el exceso de alcohol o la adrenalina de hacerlo en mi sala con el temor de ser descubiertos o ambas cosas pero fue extraordinario.

Al terminar, me vestí y te llené de besos, mientras estabas sentado. Tú me correspondiste hasta que me detuve. Algo estaba mal, ¿Qué estaba pasando?. Ayyy no, no podía ser posible: iba a regresar todo lo que había cenado. Y ocurrió antes de que pudiera atinar a moverme e ir al baño que estaba a cinco metros. Por unos segundos casi muero de vergüenza contigo. Luego borré cassette. Por primera vez en mi vida borraba cassette y peor aún jamás había llegado a ese extremo. Luego me contaste que me ayudaste a limpiarme. Y mientras ibas a traer más papel, yo intenté ir a la cocina para tomar alguna infusión. Estaba en condiciones tan lamentables que rompí la taza y el plato. Mientras tú limpiabas el mueble, yo hacía mis averías en la cocina. Luego de eso intentamos hacerlo nuevamente pero me volvió a pasar lo mismo. ¡Qué afán el mío de ser tan Matapasiones! Tú también estabas mareado pero no tanto como yo. Dices que mientras ibas a traer papel para seguir limpiando me pediste que no me mueva. Sin embargo, en mi intento por "demostrarte" que estaba bien intenté caminar, mis piernas se enredaron y caí al piso. Eso te creí porque al día siguiente mis rodillas estaban moradas y me dolían. Definitivamente yo estaba peor de lo que alguna vez pudiste imaginar, así que me llevaste casi cargada a mi habitación que estaba en el segundo piso, a lado del dormitorio de mis padres. Me cuentas que cerré mi puerta con fuerza y se escuchó el estruendoso sonido de mi campana colgante tubular china. Estoy segura que poco faltó para que te orinaras de miedo pensando que mi papá podía ingresar en cualquier momento y encontrarte allí. También me cuentas que te pedí que te quedes y tú lo único que querías era asegurarte que me acueste a dormir e irte a tu casa. Está bien, fuiste osado en la sala pero tampoco querías abusar de tu buena suerte y arriesgarte a ser hombre muerto. Yo de verdad he borrado todo esto de mi memoria, sólo recuerdo vagamente ciertas partes que me cuentas. Y mientras yo me desvestía, te pedí que te quedaras conmigo esa noche. Tú prácticamente me suplicabas que ya me acueste para dormir, pero yo insistente, quedé totalmente desnuda y en mi borrachera te aseguraba que nadie se daría cuenta. Creo que a ti se te pasó la borrachera de tan sólo imaginar que mi papá te podía descubrir allí. Y lo único que atinaste a hacer fue llamar por cel a mi hermanita menor para que vaya a ayudarte. Todo suena tan cómico, pero así fue. Lograste meterme en mi cama pero yo insistía que tú también entres. Hasta que ella llegó y viéndome en ese estado, tú dices que los roles se cambiaron, ella pasó a ser la hermana enojada e indignada que le exigía con autoridad a la hermana mayor que "se comporte" mientras yo te seguía pidiendo que te quedes. Sólo ella pudo calmarme llamándome la atención. Cuando salieron vomité por tercera vez.

Bajaste a acomodar todo el desastre que hice. Así es, tuviste la paciencia de acomodar todo y no sólo eso, hasta limpiaste mis "gracias". Ella me dice: "Oye hermana no es por nada, pero ni yo que soy tu hermana hubiese limpiado todo lo que hiciste, mientras él lo hacía a mí me daba asco, se nota que te quiere". Y no te fuiste hasta dejar todo en orden, incluso te llevaste la bolsa con todo lo que habías limpiado para que no queden indicios de lo ocurrido. No querías que mi papá se dé cuenta de lo que yo había hecho. Te fuiste cerca de las cinco de la mañana.

Me desperté a las diez de la mañana porque mi hermana me llamó al cel. La cabeza me estallaba. Jamás había experimentado un dolor de cabeza tan intenso. En realidad me dolía todo el cuerpo y esa horrible sensación me duró casi todo el día. Pero bien dicen que después del gusto viene la pena. Mi hermana se burlaba de mí mientras yo insistía diciendo que yo no había vomitado. La verdad era que no recordaba nada y bastó voltear a ver el piso al costado izquierdo de mi cama y levemente vinieron ciertas escenas a mi memoria. Alcé la frasada y estaba completamente desnuda. La primera reacción que tuve fue ponerme la pijama que había dejado a lado de mi almohada. Te llamé, obviamente no habías ido a trabajar y te reíste mucho cuando te dije que había borrado cassette. Mientras morías de la risa, me contaste paso a paso todo lo que había hecho y dicho. Primero yo quería morir de vergüenza, luego pensé que ya con eso me habías conocido definitivamente en todos los ámbitos. Fue una experiencia inolvidable, salvo por la parte que perdí la memoria. De esa manera, escribíamos una página más de nuestra historia. Además habíamos hecho realidad una parte de nuestra canción "Yo no sé mañana" y desde ese momento en adelante cada vez que la escuchamos sabemos que no habremos pasado "De un café al sofá" pero sí del pisco al sofá. Dejamos la botella en dos dedos y esa fue la prueba del delito. Mi papá creyó que la habíamos tomado junto con mi amiga. Jamás imaginó ni imaginará que su hijita recién titulada, sí la flamante abogada había hecho tremenda gracia mientras él dormía plácidamente en su habitación.

Un matrimonio, tú y las señales

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Me acompañarías a un matrimonio. Para variar no llegaste a la misa. Dijiste que me darías el encuentro al término de la ceremonia. Probablemente es el temor que tienes de que se incendie la Catedral si es que ingresas. Yo estaba con un elegante vestido negro, habían cepillado mi cabello, tenía los labios rojos, maquillaje oscuro en los ojos y joyas doradas. Me sentía atractiva. No era la primera vez que me acompañabas a un matrimonio. Siempre íbamos como buenos amigos. Al salir de la ceremonia, vi a mi ex con su enamorada, él me miró con cara de tonto pese a que ya habían pasado unos tres años desde que cortamos. Ella tenía cara de pocos amigos conmigo, era entendible. Yo fui amable con ambos.

Mi mejor amiga tuvo un inconveniente con su enamorado porque su vestido tenía demasiado escote. ¡Hombres!. Ella para evitar que peleen consiguió que otra amiga, en su casa que estaba cerca, le prestara una aguja e hilo para coser las tiras del vestido, así el escote sería más sobrio. Mientras ocurría todo esto, tú me informabas por cel que ya estabas llegando. Cuando te vi subiendo, me ocurrió lo que me ocurría hace nueve años todas las veces que te veía: mi corazón se aceleraba, me salía una ligera sonrisa incontrolable, me emocionaba pero tenía que disimular, y ya con tanta práctica, era una experta ocultando sentimientos. Te veías guapo. Rara vez te veía así de formalito con tu terno oscuro. Para ti un polo y tu jean o una bermuda eran suficientes, yo detestaba tu estilo informal. Te sentías feliz con la comodidad que te podían dar esas prendas. Te presenté al enamorado de mi amiga, fuimos a comprar halls y cigarros mientras ella salía. Pese a que recién en ese momento lo habías conocido, pudiste observar que él estaba de mal humor.

Llegamos a la fiesta, nos sentamos con mis colegas. Y más de uno preguntaba si eras mi enamorado. Todo el tiempo pasaba eso. Yo me limitaba a responder que sólo éramos amigos, y tratando de justificar algo u ocultar la verdad agregaba que eras mi mejor amigo. Yo la estaba pasando súper bien a tu lado, así era siempre. No importaba el lugar, ni la gente que nos rodeaba, nosotros siempre la pasábamos bien, conversando y riendo todo el tiempo. Me gusta que aunque recién conozcas a las personas que te presento, tengas las cualidades de ser sociable, educado, conversador y caes bien con facilidad. Cuando nos sirvieron la cena, como siempre me diste prioridad y me cediste el plato que el mozo te dejó antes que a mí. Mientras comíamos me di cuenta que había un cabello largo entre el guiso de la deliciosa carne que estábamos cenando. Me dio asco, pero no quise ser escandalosa. Cuando te lo dije tú no lo pensaste ni un segundo, buscaste al mozo para pedirle que me cambiara el plato, yo te decía que no hagas tanto laberinto, finalmente podía dejar de cenar. Tú no estuviste tranquilo hasta que me trajeron otro plato. Y aunque te dije que eras un exagerado, me encantó tu detalle. Ese eras tú, el día que dejes de hacer cosas como esas, será que habrás perdido tu esencia.

Coincidimos en que esas canciones de Bocelli eran bellísimas. Me hiciste saber que cuando te cases quisieras tener fondo musical de él. Yo no te lo dije pero antes que lo mencionaras había pensado lo mismo. El baile empezó, no te negaste a bailar ninguna pieza que yo quería. A veces tomabas la iniciativa y tú eras el que me invitaba cogiéndome de la mano para ir a la pista de baile. Yo me divertía mucho contigo pese a que el baile no es tu fuerte. Mi respiración se cortaba cuando me cogías sutilmente de la cintura al regresar a nuestra mesa. Me sentía feliz. Me encantaba mirarte a los ojos cuando me hablabas, todo lo que podía ocurrir a nuestro alrededor era como si no existiera. Te ponía mucha atención aunque fueran tonterías las que a veces decías o historias que me habías contado innumerables veces y yo ya me las sabía de memoria. Igual nunca cortaba tus relatos y me reía o sorprendía como si fuese la primera vez que las escuchaba. Es que me encantaba cómo te emocionabas al contarlas.

Te paraste, te acercaste a mi oído y cogiéndome suavecito la cintura con una mano me hiciste saber que irías al baño. Me pregunté ¿qué necesidad hay para que me cojas de esa forma la cintura?, ¿eso hacían los amigos?. Opté por alejar esos pensamientos y no crearme falsas expectativas. Mientras tanto el enamorado de mi amiga, empezó a fastidiarme contigo. Yo le "aclaré" que éramos buenos amigos nada más. Y solté el mismo discurso que venía pronunciando casi de memoria desde hacía tantos años. Él siguió hasta que me molesté, le dije que deje de hablar tonterías. Cuando mi amiga regresó a la mesa nos preguntó de qué hablábamos y le hice saber que su enamorado estaba viendo cosas que no son. Él, esta vez con seriedad, me dijo: ¿Eres o te haces?. Yo sentí eso como una ofensa, me molesté más. Él prosiguió diciendo "¿Acaso no te has dado cuenta cómo te mira ese pata?". Yo fruncí el ceño y le pregunté que cómo. Él respondió: "Te mira con ojos de cordero degollado y tú a él igual". Yo por ti no podía dar fe, pero sentía como si me hallaran del mejor escondite en el juego de "Las Escondidas". ¡No puede ser!, ¿había sido tan obvia? todo eso pasaba por mi mente sin que yo atinara a responder. Lo único que pude hacer es actuar más molesta y decirle: "Ayyy por favor, yo con él, jamás, ni loca". Mi amiga lanzó su "maldición" diciendo: "Ayyy amiga, acabas de escupir al cielo y ten cuidado porque te puede caer". Me sentí como una criatura que había sido resondrada pero seguí disimulando aparentando fortaleza y ocultando mis reales sentimientos. ¿Qué estaba pasando?, no entendía qué hice mal esa noche para que otros se dieran cuenta de lo que sentía. Él recién esa noche te había conocido, pero era hombre, probablemente pudo ser más fácil para él descifrar tu lenguaje corporal, ¿pero cómo se dio cuenta de mí?. Si las amistades con quienes habíamos convivido tantos años no lo habían notado, por qué ahora todo era tan obvio. Me quedé muda, no tenía más argumentos para defenderme o hacerles creer lo contrario. ¿Cómo hacerlo si estaban ellos en lo cierto?, al menos por parte mía tenían razón. Ahora la gran incógnita era ¿Tú también estabas enamorado en silencio?

Cuando regresaste, yo no era la misma, era inevitable poner mis cinco sentidos sobre cada palabra y movimiento tuyos. No quería ilusionarme en vano. No quería creer algo así y luego llevarme el fiasco al saber que tú me veías con ojos de amigo. Era un miedo con el que había tenido que lidiar casi una década y aún no era capaz de enfrentarlo ni mirarlo con desdén. Pero esa era la primera vez que me cuestionaba tanto. Inconscientemente empecé a observar minuciosamente tus gestos o detalles. Luego de tanto bailar me dio sed, pero no quería tomar trago y en la mesa ya no había gaseosa, ya me había acabado toda el agua. Cuando te lo comenté, eso fue suficiente para que te levantes y fueras a la barra. Yo intenté detenerte pero igual te fuiste. Regresaste con un vaso grande de gaseosa Sprite, y con tu siempre cautivadora sonrisa te disculpaste diciendo: "No había agua pero te traje gaseosa". Tuve un impulso por besarte pero como siempre me contuve. Quizá para otros eso no era nada, pero ¿Cuántos hombres hacen algo similar sin que su pareja se lo pida?, yo no era tu pareja pero me encantó tu iniciativa. Luego mis amigas hicieron hincapié en tu detalle. Empecé a creer que no era un gesto cualquiera, no era casualidad.

Me sentí una neurótica, pero desde que el enamorado de mi amiga me dijo todo lo que me dijo, era inevitable ver con atención tu actuar. Lo que hasta hace unas horas veía yo que eran gestos de un amigo que me quiere, ahora tenían pinceladas de un posible hombre enamorado. No me quería hacer ilusiones falsas pero tampoco podía dejarlo pasar por alto. La noche avanzaba, tú tomabas, yo muy poco. Mi amiga se fue, su enamorado luego regresó, tú y yo nos quedamos bailando y disfrutando lo que quedaba de la fiesta. De pronto llegaron nuestro amigo, que era el pata que toda la universidad quiso estar conmigo, su hermano y su mejor amigo. No los veía hace tiempo y fue agradable acogerlos en nuestra mesa. Ese muchacho por muchos años abiertamente había gritado a los cuatro vientos que yo era la mujer ideal para casarse, estuvo muy interesado en mí y a ti te lo había dicho siempre. Pese a que sí había pasado algo entre él y yo, eso había sido hace mucho tiempo de modo que verlo allí no me complicaba. Esa noche sólo tenía cabeza para ti.

Mientras conversaban entre hombres, yo estaba aburrida. Inesperadamente un chico se acercó y me invitó a bailar. Yo ni corta ni perezosa acepté. Más temprano lo había saludado de lejos aunque hasta ese momento no recordaba dónde lo había visto pero se me hacía conocido. Me conversó bastante y antes de que termine la canción, mi mente se despejó y recordé que lo había conocido un par de meses atrás en el cumpleaños de unos amigos. Sin querer dije en voz alta: "Ya recordé de dónde te conozco". Él me recordaba perfectamente y yo no recordaba ni su nombre y hasta hace unos segundos no recordaba ni siquiera quién era. Este chico me coqueteaba abiertamente, a mí me empezó a caer mal, claro estaba algo tomado pero una siente cuando existe el famoso "click", yo no lo sentí. Me pidió mi número telefónico, yo no quise brindárselo. Él fue muy insistente. Casi al terminar de bailar la tercera canción, me preguntó a qué me dedicaba y que sólo esperaba que no sea abogada porque toda la noche había charlado con abogados y le caían mal. Yo no podía creer que alguien pueda ser tan desatinado, más aún si estaba en una boda donde los novios tenían esa profesión. Yo quería mandarlo a rodar, pero saqué una forzada sonrisa y le dije: "Soy abogada". Él no supo cómo disculparse. Yo no quería seguir escuchando sus necedades, era demasiado estúpido para mi gusto. Le agradecí por la pieza y mientras me regresaba a mi sitio, me preguntó mi número nuevamente, yo le dije: "Si tanto te interesa saber, consíguelo". Y sin darle mayor importancia, le di la espalda y llegué a nuestra mesa.

Con tanto que habías tomado, parecía que ni te habías dado cuenta que salí a bailar con otro. Al poco rato mi eterno afane universitario me invitó a bailar. Lo cierto era que cuando éramos compañeros y todavía pasaba algo entre él y yo, siempre bailábamos, coqueteábamos y eso no era para nadie secreto. Tuve ganas de volver a sentirme deseada, habían pasado algunos años pero él pese a que ya tenía enamorada, no dejaba de mirarme como siempre. Cuando me paré para salir a bailar con él, tú, que ya estabas mareado, te acercaste, me abrazaste fuerte y empezaste a llorar. Me dejaste desconcertada, me decías que me querías mucho y que era muy especial para ti. Que no querías que nadie me haga daño y que confiabas en que yo era una mujer inteligente que no dejaría que nadie se burle de mí. Me abrazabas fuerte y todos nos miraban, aunque sin poder escuchar lo que me decías al oído. Estábamos parados y por más que intentaba calmarte, tú seguías actuando de esa forma tan extraña. No entendía tu actuar. Cuando logré sacarte de mi encima igual salí a bailar con él.

Coqueteamos todo el rato, sí lo sé soy una bruja. Sin que tú lo sepas, este chico me propuso que vayamos a un hotel. Él tenía enamorada. Yo tenía la seguridad de que con él no iría ni a la esquina y me fastidió que me lo propusiera. En una de las vueltas que él me dio, pude observarte a unos metros de nosotros mirándonos. Te juro que tu expresión la tengo grabada en mi mente como si te estuviese viendo en este momento. Me partió el alma verte así. ¿Qué estaba haciendo?, tu carita me dijo que las sospechas de esa noche podían no necesariamente ser tontas o ligeras conclusiones mías. No había explicación para que te hayas apartado de los amigos de la mesa para pararte en frente nuestro y mirarnos al borde del llanto. Eso fue suficiente para ser distante con él hasta el día de hoy. Terminó la canción y te pedí que nos vayamos. Tú aceptaste sin dudar. Nos despedimos y salimos. No sé qué pudieron ver los demás, pero un par de meses después me contaste que ese chico te preguntó si teníamos algo. Creo que ya empezábamos a ser demasiado evidentes.

Cuando llegamos al centro del puente que teníamos que cruzar, me dijiste: "Qué bueno que seas una mujer tan inteligente, me da gusto que no seas como las tontas de mis hermanas". Yo no entendí tu comentario, lo único que pensé fue que sabías de las intenciones de ese chico que era nuestro amigo y estabas contento de que yo no aceptase irme con él. Creo que a eso se debió tu llanto mientras me abrazabas un momento antes de que bailara con él. Tenía tantas cosas en la cabeza que ya no sabía ni qué pensar. Hice que te detuvieras en el centro de ese puente y te miré a los ojos, los reflectores del local me ayudaban para verte con claridad. Te pregunté "¿Por qué dices eso?", tú no quisiste responder. Sólo insististe diciendo lo mismo y que querías que supiera que me querías muchísimo, que nunca lo olvide. A propósito me acerqué mirándote fijamente pero mataste todo diciendo que vayamos por un taxi.

Todo el camino me llevaste abrazada, con mi rostro en tu pecho. Al despedirnos quise poner a prueba lo que toda la noche había sospechado. Si me veías como amigo, reaccionarías como tal, sin embargo, mientras más me acercaba, te sentía como un gatito escurridizo. Estabas nervioso y eso siguió confirmando mi idea: Al parecer mi mejor amigo se había enamorado de su mejor amiga, quien a su vez, en silencio lo amaba. Me abrazaste muy fuerte, suspiramos al mismo tiempo. No quería que te vayas y aunque no me lo dijiste, sabía que tú tampoco querías apartarte de mí.

Al día siguiente el jefe máximo de la institución para la cual trabajaba, me fastidió contigo. Él, como muchos, tenía la seguridad de que entre nosotros pasaba algo. Por más que era un asunto personal, decidí "aclararle" que no pasaba nada, eras mi mejor amigo. Y mientras con una mentira, volvía a darle explicación a lo inexplicable, por primera vez, empecé a pensar que a lo mejor no era tan descabellado que tus sentimientos sean recíprocos. ¿Éstas acaso eran las primeras señales?

¿Celoso tu?

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Casi un año que ya no estábamos. La relación amical que teníamos para ese entonces era extraña. En dos ocasiones habíamos intentado alejarnos para que cada quien siga su camino y evitar seguir involucrados, pero no habíamos obtenido los resultados esperados. Esa tarde te invité para que me acompañes al cumpleaños de unos amigos míos que eran esposos, curiosamente los dos habían nacido el mismo día. No me había hecho muchas ilusiones de ir contigo porque por lo general siempre tenías otras cosas que hacer. Pero ese día aceptaste la invitación, yo estaba contenta. Sin embargo, mis cólicos menstruales me tenían presa en la cama, el dolor de riñones me mataba, hacía muchísimo frío, estaba lloviendo fortísimo. No tenía ganas de hacer nada, sólo quería seguir acurrucadita en mi cama, con la luz apagada, las cortinas cerradas, intentado huir de la lluvia y sobrevivir luego de haber tomado mi milagrosa agua con orégano pues la famosa Postan no me hacía ni cosquillas y el dolor era muy intenso. Y por si fuera poco, pese a estar con los ánimos caídos se me ocurrió ver el gran clásico Casablanca, siempre había escuchado comentarios de esta película pero jamás la había visto, sólo sabía que era de amor...y vaya ¡Qué película!

Se acercaba la hora que habíamos quedado para vernos pero yo seguía desganada. Los cólicos menstruales son nuestros peores enemigos, arruinan todo. Con cierto esfuerzo decidí alistarme, además tenía todavía que comprar los regalos y ya era tarde. Te pedí que me acompañes pero me dijiste que no podías porque tu papá había llegado a la ciudad, tú no vivías con él hacía más de un año, así que con tu hermana irían a cenar con él. Me aseguraste que de todos modos irías conmigo tal como habíamos quedado. Yo tenía mis dudas fundadas pues en muchísimas ocasiones, algo ocurría y nuestros planes para salir juntos se iban al tacho.

Mi plan era comprarle a mi amiga algo que le gustaba y a su esposo un whisky, pero ¡oh sorpresa! estábamos en Ley Seca porque en dos días serían las elecciones a la alcaldía así que buscando qué comprarle a él me demoré mucho más de lo que había planeado. Realmente es un dolor de cabeza comprar un presente para hombre, detesto eso. Finalmente encontré los regalos que creí perfectos y enrumbé a la fiesta en casa de ellos. Estando cerca del restaurante donde estabas me pediste que te avisara para salir a verme. Yo estaba histérica contigo y para variar te traté mal. Te dije que si no querías ir, mejor fueras sincero y te quedaras donde estabas, total era tu padre, tenías todo el derecho de querer pasar tiempo con él. Tú con tu santa paciencia, te reíste por mi enojona actitud. Dejaste a tu papá y hermana para ir a mi encuentro. Ellos pudieron notar que te traté de esa manera por teléfono y se burlaron de ti, yo cuando lo supe me caía de vergüenza con ellos. Luego riéndote me decías que sólo a mí me podías aguantar todo eso. Y yo sentía que la que aguantaba tus inmadureces era yo.

En fin, llegamos a la fiesta tarde. Nos habían estado esperando, pensaban que ya no iríamos. Bueno era la primera vez que te relacionabas con mis amistades del trabajo. Todos nos miraban con curiosidad. Éramos la comidilla de la noche. Para muchos eras mi enamorado, sin que yo te haya presentado de esa manera. Y es que en realidad así somos los peruanos, prejuiciosos, rápido sacamos conclusiones por lo que vemos u oímos.

Al poco tiempo de habernos instalado me pude percatar que en el otro ambiente estaba un chico a quien conocí hace un año en el cumpleaños de estos amigos. Lo curioso era que nos habíamos visto en contadas ocasiones y las malas lenguas decían que él estaba interesado en mí. Esa vez fui sola a la fiesta y él muy atento me sacó a bailar y cruzamos algunas palabras. Era muy alto, tenía buen porte, blanco, cabello castaño, ojos verdes y aparentaba ser muy educado. Después de dos meses de habernos conocido nos volvimos a ver en un matrimonio, luego hablamos por teléfono una vez y un par de veces nos vimos en la calle por coincidencia. En ese momento, él no lograba verme cuando yo lo veía y me sentía incómoda cuando te conversaba pues sentía que él no dejaba de observarme, hasta que con un hola con la mano, a lo lejos, nos saludamos.

Cenamos y prácticamente hablábamos solo entre nosotros. Los dueños de casa nos hacían todas las atenciones y se esmeraban por hacerte sentir bien. La música estaba perfecta para bailar y cuando te pedí que bailemos, respondiste desganado que no tenías ánimo. Yo deseé no haberte llevado ¿Para qué ir con compañía a una fiesta si no quiere bailar? No te insistí. Luego bailamos entre mujeres, la mayoría de mis amigas estaban con sus esposos pero los caballeros no tenían iniciativa. Mientras tanto fuiste al baño, la canción terminó y cuando estaba a punto de tomar asiento, el chico alto se acercó a invitarme a bailar. Él había estado esperando verme sola para acercarse. Fue muy cordial, me gustaba su trato. Pero así como era de atento era muy directo, y sin más rodeos preguntó: "¿El caballero que te acompaña es tu....?" yo completé la frase diciendo: "Mi amigo". No estaba faltando a la verdad, ¿cómo explicarle a la gente común y corriente y decirle: Bueno es mi ex, en realidad nos dimos un tiempo, ahora solo somos amigos, no agarramos, bueno sí pero muy rara vez, yo aún lo amo, estoy enamorada y estamos esperando que él solucione algunos conflictos personales para iniciar una relación normal?...No, no había forma, era absurdo dar una respuesta de esa manera, así que mi respuesta no faltaba a la verdad y no tenía por qué explicarle más y menos a un desconocido. En la mirada de él se notaba un brillo cuando le respondí que eras mi amigo. Me reí con sus bromas, bailé y disfruté tu actitud cuando saliste del baño y me viste bailando con ese chico. Yo disimulé, hacía como si no te mirara. Mis amigas te vieron y también se ganaron el pase. Después vi que los esposos de mis amigas te invitaron a su grupo y resultaste bailando. Habré bailado cuatro o cinco piezas y sentí que por el momento la venganza era más que suficiente. Le agradecí por su gentileza de invitarme a bailar y me acerqué a ti. Tú tienes una carácter muy agradable, caes bien por lo general, en cualquier lugar, tienes mucha facilidad para socializar.

Mi amiga la cumpleañera se me acercó y en complicidad me dijo al oído: "Hubieras visto la cara que puso cuando salió y te vio bailando", nos reímos las dos. En la siguiente canción tomaste la iniciativa y me pediste que bailemos yo te respondí con una pregunta: "¿No que no querías bailar porque estabas desganado?". Tu sonreíste y sostuviste mi mano. El otro chico no paraba de mirarme mientras tomaba con sus amigos. Sin darme cuenta el dolor de mi regla había desparecido, creo que fue gracias al gustito de sentirme celada y deseada. Era cómico verte bailar de todo, ni siquiera querías que nos sentemos, no perdías ni una sola canción sino hasta que volviste al baño.

Parecía una obra teatral, mientras sale un actor, entra otro. El otro chico ni bien veía que estaba sola, se acercaba para bailar. Mis amigas empezaron a molestarme haciendo muecas y riéndose. Yo disfrutaba ese momento aunque otra gente que no me conocía seguro me miraba y pensaría que yo me pasaba de viva viéndole la cara a mi pobre enamorado. Cuando por fin estuve otra vez contigo me dio risa que cogieras mi mano, luego entrelazaste tus dedos con los míos. Tu actitud era extraña, nunca hacías eso en público. Intenté soltarte la mano y no me dejaste. Resultamos bailando salsa sensual, momento en el que aprovechaste para acercarte muchísimo a mí, rozar tu rostro con el mío y no permitías que nuestros cuerpos se separen. Me dabas risa, ese actuar no respondía a otra cosa que no fuera celos.

La noche avanzaba, volviste al baño y volví a bailar con él. Me ofreció una copita de pisco y yo encantada pues luego del vino, ese es mi trago favorito. La cerveza no me gusta. Mientras él fue por el pisco, tú te acercaste con cerveza que estabas sirviendo al grupo donde estábamos con mis amigas. Pero tonto no eres y como tonto tampoco querías quedar, de modo que cuando él se acercó con el trago, tú muy sutilmente le diste el vaso a mi amiga, pese a que por el orden me correspondía a mí. Hablé un rato con él y lo "despaché". Para darte celos ya estaba bueno, yo en realidad quería pasarla bien contigo, mi objetivo tampoco era hacerte pasar un mal momento. Tú te esmerabas en atenciones conmigo y aprovechabas cualquier descuido para ser cariñoso. Aunque en cada vuelta que me dabas se me bajaba un poco el polo ceñido que llevaba puesto y eso me incomodaba porque el escote se me prolongaba. Me hiciste saber que tenías una "vista perfecta", nos matamos de la risa pero igual me acomodé la prenda. Te pedí que ya nos fuéramos porque era una hora prudente para retirarnos. Tú me pediste que nos quedemos un ratito más pues querías fumar al menos un cigarrito. Acepté. Sin embargo, como no tenías encendedor no se te ocurrió mejor idea que acercarte al grupo donde estaba este chico, yo casi muero. Al ratito te vi saludándote de la mano con él quien a su vez te encendió el cigarro, conversaron un rato. Mis amigas se reían diciéndome: "Uyyy bronca". Yo no alejaba mi mirada pero no entendía qué tanto le hablabas a ese chico. Luego, por él me enteré que directamente te preguntó si eras mi enamorado, tú dijiste que sólo éramos amigos y él te hizo saber que estaba interesado en mí, que se sentía enamorado y que quería intentar una relación. Supe también que tú, aunque recién lo conocías, le advertiste que antes de cualquier cosa piense en su madre o hermana y que ni se le ocurra hacerme daño, pues no le gustaría que a alguna de ellas alguien les haga daño. Tu pose de buen amigo no encajaba pero lo hiciste así como lo habías hecho en todo el tiempo que fuimos amigos. Él te aseguró que eso no ocurriría jamás porque de verdad quería tener algo serio conmigo.

Después no sé cómo resultaste en otro grupo, donde estaba el suegro de mi amiga. El chico aprovechó el momento para ofrecerse a llevarme a mi casa, yo le agradecí pero le dije que no. Me insistió y me pidió que le diera una razón, yo le respondí que había llegado contigo y no era nada prudente irme con él. Él insistió ofreciendo llevarnos a los dos en su auto, yo volví a rechazarlo. Me acerqué para pedirte que ya nos fuéramos. El señor muy amable pero ya mareado y con cierta insistencia te dijo: "Pero sácala a bailar a tu guapa esposa", nos reímos y antes de que aclare el tema, me llevaste a bailar. La siguiente canción no nos gustaba así que regresamos al grupo. El señor seguía pensando que éramos esposos y empezó a darnos consejos como pareja joven para que "nuestro" negocio prospere. Nos dio muchas sugerencias para trabajar en pareja y avanzar mirando el mismo horizonte. Yo intentaba explicarle al señor que el negocio era mío y que tú solo eras mi amigo. Pero él no paraba de hablar, en una pausa que hizo al fin pude decir: "No somos esposos", él incrédulo te preguntó: "¿Entonces qué son?" y mirándote te preguntó: ¿Qué es ella de ti?, tú muy a tu cobarde estilo dijiste cediéndome la respuesta: "las damas primero", a mí no me nacía volver a decir que eras solo mi amigo, te miré a los ojos y dije: "él es para mí una persona muy especial". Tú me abrazaste y dijiste que yo también era para ti alguien muy especial; y un tipo que estaba mareado en el grupo soltó un gracioso: "Ayyy que lindos". Nos reímos mucho. El señor siguió con sus consejos para el "joven matrimonio" hasta que nos despedimos.
Al salir me pediste que fuéramos a ver a tu padre de modo que juntos me llevarían a mi casa. Acepté, total yo había interrumpido su encuentro y lo mínimo que podía hacer era darte el gusto. El señor me conocía desde que fuimos compañeros de la universidad. Siempre me trataba con aprecio así que no me incomodó que fuésemos a verlo. Levantaste a tu papá de la cama, pero él no se molestó y subió sin protestar, al contrario nos empezó a hacer bromas. Él iba a lado del taxista, nosotros abrazaditos en el asiento trasero. Cuando llegamos a mi casa, me despedí de tu papá, bajamos juntos y en la puerta me abrazaste muy fuerte, la interesante noche terminó con un prolongado beso. ¿Necesitabas entonces un semáforo en forma de humano que te ponga luz roja y te haga saber que con tu actitud podías perderme, que existían otros hombres y no solo tú que podían estar interesados en iniciar una relación de verdad? Días después me confesaste que te sentiste celoso. Y que esa noche después de dejarme en casa, le dijiste a tu papá que yo ya era tu enamorada. Pensé que aunque hubiese tenido un libreto preparado, mejor no hubiese podido salir.

Volviendo a la vida

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Ahora existía un pretexto adicional para vernos más seguido, la Manzana de la Concordia era el adorable cachorrito que me habías obsequiado, era una monada y todos en mi casa estaban felices de tenerlo. Esa mañana iríamos a ver el avance del proceso que se ventilaba en el juzgado, pues básicamente de eso dependía la estabilidad económica de tu hogar, era un juicio muy importante. La noche anterior habíamos visto una película hasta tarde, así que cuando me llamaste diciendo que ya estabas a punto de ir a mi casa, salí disparada de mi cama para alistarme, te dije que aún no "terminaba de arreglarme", pero que en veinte minutos estaría lista. Lo cierto era que recién con tu llamada abrí los ojos y corrí a bañarme.

En media hora estabas en mi casa, yo salí a atenderte sin maquillaje, y me gusta que me veas natural. Si puedo peinarme y acicalarme delante tuyo, no tengo reparo. No me gusta tener caretas contigo, me gusta que sepas que soy como cualquier persona que se despierta sin estar arreglada y sé que tú también lo disfrutas. Te invité a tomar café porque yo ni siquiera tomaba desayuno, tú aceptaste. Mientras yo alistaba todo tú jugabas con "nuestro bebe"... el cachorro.

Hicimos todo lo que teníamos planeado. Nos encontramos con una amiga que al día siguiente se casaba, tú recién la conocías pero estuviste muy bromista. Luego me acompañaste a cobrar mi sueldo. Nos encontramos con otra amiga, cobramos juntas y fuimos a comer un cevichito. Reimos bastante contándole a ella nuestras anécdotas, y es que es verdad cuando dicen que recordar es volver a vivir. Yo soy de la idea que lo vivido y lo comido nadie te lo quita. Por eso deseo seguir viviendo con intensidad cada día y si es a tu lado mucho mejor, tú le das sazón a mi vida....Ayy no puede ser ya empiezo a sonar cursi.

Ella te dijo para salir en la noche junto con su esposo, tú algo dudoso aceptaste. Yo le dije que igual saldría con o sin ti. En la tarde ella me volvió a preguntar si iríamos y le confirmó a su esposo. Hace tiempo que no salíamos juntos, la última noche que salí a tonear fue aquella vez que te hiciste el ciego en los dos locales donde casualmente nos encontramos. Pero en fin, ya habían pasado tres semanas desde ese lamentable episodio y no valía la pena recordarlo una y otra vez. Plan de ocho de la noche me llamaste a preguntar si saldríamos más tarde, te dije que sí, me hiciste saber que le dirías tu mamá que saldríamos juntos. Últimamente la relación entre tú y ella no estaba nada bien y de algún modo se sentía más tranquila cuando ella sabía que salías conmigo. La consigna era salir sólo un rato porque al día siguiente tenías que hacer mudanza con tu familia al nuevo depa y yo tenía que despertarme temprano porque era el cumple de mi papá.

Volviste a llamar más tarde para acordar la hora exacta, te hice saber que mi amiga ni su esposo me contestaban así que probablemente teníamos que cancelar la salida porque al parecer ellos no iban a salir. Tú me dijiste que no había problema, si ellos no podían o no contestaban, igual nosotros podíamos salir solos. Yo me sorprendí con tu actitud porque normalmente era yo la que siempre intentaba idear algo nuevo para pasar tiempo juntos y si era a solas mucho mejor. Sólo por probarte te dije que mejor lo dejemos para otro día pues sin grupo cómo ibamos a salir, tú insististe diciendo que no necesitábamos de otras personas para pasarla bien y que era suficiente que estemos los dos. Así que quedamos en vernos luego. Creo que en ese momento aluciné que era un maniquí, no por lo de flaca sino porque me habré vestido y desvetido unas ocho veces hasta encontrar algo con lo que sintiera que estaba sexy y linda. Mi hermana menor era mi mejor crítica "tal cosa no va, quítate esto, ponte este otro, ese color no, ese te te hace ver cuadrada, mejor este de aca, a ver con esto, ese escote se ve bien, muérete de frío pero ándate sexy". Me estaba empezando a frustrar cuando por fin encontré la ropa adecuada. No entiendo que afán tenemos las mujeres cuando queremos que el chico de nuestros sueños nos vea regias, nunca encontramos algo adecuado aunque nuestro clóset entero esté repleto de ropa bonita. Puse especial empeño para verme atractiva esa noche, me puse un perfume delicioso, no quería que ni un pelo esté fuera de su sitio. Me puse una truza roja por sea caso y sentí que mejor no podía estar. Estaba perfecta.

Llegaste, te hice esperar un ratito y cuando me viste me dijiste "¡Uyy estás elegante, te ves muy guapa!", yo como no dándote importancia te dije: "Total, si me visto así que muy elegante, ¿cómo quieres que salga entonces?". Te reiste y me dijiste que no estabas reclamando nada, sólo estabas haciéndome saber que te gustaba como me veía. Yo sentí ese regocijo como quien dice "Reto cumplido". Tú olías muy bien, la verdad es que tus perfumes siempre me embelesan, no son muy fuertes, ni me marean, simplemente te hacen un hombre cautivador. Y es que yo soy así, puede que no me guste mucho tu forma de vestir porque no te gusta ser formal, pero hueles siempre divino y mi sentido del olfato se fascina con tu presencia.

Demoramos en decidir a qué local iríamos. Yo quería ir al lugar de siempre, pero no te lo decía. Hasta que por fin optamos por ir primero a mi lugar preferido y luego al otro donde te encontré aquella vez con tu "amiga de turno". En el camino recordaste que en otro bar tu primo tocaría batería con su grupo de rock así que decidimos quedarnos en ese lugar. Yo nunca había ido a ese sitio pero estaba repleto, ni bien subimos y dimos cinco pasos me encontré nuevamente con aquel brujito que me había leido las cartas hace unas semanas, el mismo que estuvo esa noche que nos encontramos, pero a diferencia de esa vez, esa noche me sonrió y me saludó. Nos habíamos visto sólo en una ocasión, pero lo traté como un amigo, yo también le sonreí y no sé si pudo percatarse que su "profecía" se había hecho realidad: nosotros nos ibamos a amistar, sólo era cuestión de tiempo. No podía creer que nuevamente este muchacho esté en nuestra escena. Bueno seguimos, nos encontramos con otras amistades, saludaste a tu primo mientras yo conversaba con un amigo a quien no veía hace mucho tiempo. Nos sentamos en la barra, pedimos un par de cervezas negras personales y nuevamente sentí que habíamos regresado a la normalidad, eramos nosotros, los de siempre, los amigos que se miran con deseo pero a diferencia de antes, ahora ya sabían que se amaban mutuamente. El olor a marihuana me incomodaba demasiado pero más podían mis ganas de pasar tiempo contigo. La verdad era que ese olorcito nos incomodaba a ambos y hasta nos daba pena ver chiquillos que seguramente estaban drogados.

Luego de hora y media de conversar y reir como antaño, después de escuchar a tu primo decidimos ir al otro local. Hace más de medio año que no ibamos juntos. Los últimos recuerdos en ese lugar donde nos habíamos encontrado de casualidad, no eran los más gratos. Pero al fin estaba contigo, llegaríamos juntos y sólo esperaba no encontrarnos con alguna de tus ex o tus agarres porque no quería pasar un mal momento. El ambiente estuvo a pedir de boca, no había mucha gente, no había nadie que nos pudiera incomodar, compraste otras dos cervezas y subimos hasta el tercer nivel. Desde allí vimos la peña y la gente que disfrutaba la música y el baile, me abrazaste un rato, me sentí nuevamente en las nubes, otra vez sentí maripositas en el estómago y estaba simplemente feliz.

Tú sabes que me encanta bailar así que me dijiste que fuésemos abajo. Empezaban a tocar salsa. Cuando estuvimos en la pista de baile me reí y te dije: "¡Qué milagro tú queriendo bailar salsa si no te gusta!", tú respondiste: "No es que no me guste, lo que pasa es que yo no sé bailarla, pero si me gusta". Me reí y te dije que no podía creer que después de diez años de conocerte, recién me entere que te gustaba ese ritmo. Y bueno la verdad es que lo hacías pésimo pero igual yo estaba feliz de estar entre tus brazos. Coqueteamos, bailamos, reimos como si estuviésemos solos. Hasta que un pata pasó por tu lado y te pellizcó el trasero. Te volteaste endemoniado queriendo salvar tu reputación de hombre cuando caiste en cuenta que era el bromista de tu "cuñado", el enamorado de tu hermana. Te echaste a reir con él y se saludaron. Él también me saludó y pasó de largo. Nos reimos un rato, me dijiste que como no sabías quién era, te habías volteado con intenciones de hacer lío y que aún te dolía porque lo había hecho fuerte. Yo me ofrecí de voluntaria para calmar tu dolor pero era un lugar muy público para ayudarte, sólo reimos con la intención de mi espontánea forma de ayudar.

La pista de baile estaba atiborrada de gente, miraste hacia la otra esquina y me dijiste que allí estaba una de mis clientes. Cuando alcancé a ver, era tu hermana, la saludé y me sentí super avergonzada. En primer lugar porque dos días atrás habíamos hablado y la conclusión a la que ambas arribamos fue que como eras un desconsiderado e inmaduro era el colmo que sigas saliendo a tomar y juerguear, que la gente que te rodeaba no te quería porque de lo contrario no te llevaría a lugares donde si o si ibas a tomar; en segundo lugar porque yo le había dicho que ya estaba harta de tu actitud y que ya no nos estábamos viendo. Esto era cierto hasta hace poco pero igual me moría de verguenza porque al verme allí mi discurso de hace dos días quedó sólo en palabras.

Y como quien dice "A lo hecho, pecho", decidí seguir disfrutando el momento sin que me importe lo que ella pudiera pensar. Me dijiste que al terminar esa canción nos acerquemos a saludarla para que luego no te esté fastidiando. Lo cierto era que las últimas semanas habías tenido serias discrepancias con ella y tu mami, prácticamente en casa ni se hablaban, así que eso hacía que el sorpresivo encuentro sea incómodo. Al acercarnos ella fue muy amable así como el pellizcador de su enamorado. Nos presentaron a sus amigos y nos invitaron a acompañarlos en su mesa. Yo estaba algo incómoda, tenía verguenza con ella, sobretodo porque es la más seria y una de tus más frecuentes críticas luego de mi. No pasó mucho tiempo cuando empezó una de las que habíamos hecho nuestra canción "Locos de Amor" de Yordano. Yo me emocioné y te dije: "Espero que esta vez si la cantes", tú mientras te parabas me respondiste: "Claro que sí y no sólo eso también la vamos a bailar". Me encantó tu iniciativa, no salía de mi asombro pero me moría de roche por ella, era una balada. Empezamos a bailar mientras cantábamos con ganas, mirándonos a los ojos con una mezcla extraña de ternura, deseo y pasión: "Puedes hacer conmigo lo que quieras, puedes tomarme o dejarme si te da la gana, total es mi vida, eees mi vida y ahora es tuuuuyayayaya. Puedes huir cruzando la frontera, llevarte todo lo que quieras si te da la gana total es tu vida es tu vida y ahora es miaaaayayayay. ¿A dónde crees que te vas a esconder? si de un fantasma no se puede escapar, ¿a dónde crees que te vas a subir? si no hay montaña que no pueda escalar y tu y yo y tu y yo y tu y yo... estamos locos de amor. Tu y yo estamos locos de amor, locos de amor, tu y yo estamos locos de amor, locos de amor. Puedes sacarme sangre de las venas, sacarme todo lo que quieras si te da la gana, total es tu vida, eees tu vida y ahora es miiiiayayaya...Y tú y yo estamos locos de amor, locos ...". Hace mucho tiempo que no me sentía tan viva como en ese instante, tú rodeabas mi cintura, yo tenía los brazos entre tu cuello, te veías feliz y yo ni qué decir. Sin embargo, tuve que contener una vez más, mis ganas de besarte. Creo que a ti te pasó lo mismo.

Terminó la canción y nos sentamos como si nada hubiese pasado. Tu hermana no es tonta y sé que nuestra actitud durante la canción fue más que evidente. Actuamos con total naturalidad, yo disimuladamente te pedía que no tomes mucho y tú me hacías caso. Al rato pasaron carnavales que tanto te gustan pero sólo los cantaste. Pasaron varias canciones, nosotros seguíamos conversando y riendo, no participábamos de la conversación de los demás pero estábamos felices. Después tocaron otra balada que es muy linda y también me invitaste a bailarla. Ya no me importaba lo que pensara tu hermana ni nadie, la bailamos, la cantamos y seguimos actuando como un par de bobos. Ya eran las dos y media de la mañana así que decidimos irnos para cumplir con el horario de regreso que habíamos indicado en nuestras casas. Nos despedimos de tu hermana pero casi en la salida nos encontramos con tres ex colegas tuyos, quienes estaban algo tomados y nos invitaron a su mesa. La idea era sólo saludarlos, pero nos invitaron un par de cervezas, nos miramos indecisos pero finalmente decidimos quedarnos. Ambos sabíamos que de ellos dependía que ingreses nuevamente al último lugar donde estuviste trabajando, así que casi obligados por ese motivo, nos quedamos. Uno de ellos estaba mareado y al ver que me tenías abrazada, me preguntó: "¿Y cuánto tiempo van?", nosotros nos reimos y yo respondí intencionalmente con doble sentido: "Voy diez años aguantándolo". Nos reimos aún más al ver el asombro de tu amigo, quien te echó en cara que con ese tiempo ya era hora de casarnos, que por qué hasta esas alturas no me habías hecho un hijo (esa fue exactamente su expresión). Nosotros reímos a carcajadas con sus ocurrencias. Mientras me reia te dije que le aclarases que iba diez años aguantándote como amiga, pero tú consideraste que era muy divertido y que no importaba que piensen eso, que además le quitaríamos la magia al momento. Así que tuvimos que tolerar sus insistentes bromas, sobretodo por el tema del matrimonio y los hijos. Nos hicieron bailar y nos divertimos mucho con ellos. Se portaron muy bien con nosotros y me di cuenta, una vez más, que tienes un carisma especial, tu forma de ser hace que la gente te quiera y me dio tranquilidad saber que pronto tendrías nuevamente trabajo gracias a Dios. Para ese entonces tu hermana ya se había ido pero no se percató que nosotros aún estábamos en el local.

Mientras fui a los servicios higiénicos me encontré con un gran amigo de la época del cole a quien no veía hace muchos años porque ya vivía en otra ciudad. Me dio mucha emoción encontrarlo, sobretodo porque cuando éramos adolescentes pasamos muchas cosas juntos y teníamos muy gratos recuerdos. Al regresar a la mesa, decidimos retirarnos y nos despedimos de tus amigos. En el taxi me preguntaste si quería ir a tomar caldos, pese a que durante toda la noche habíamos tomado tres cervezas personales cada uno. En realidad estábamos sanos pero aducías que era necesario para tener fuerzas dentro de unas horas porque tenías que hacer mudanza a las seis de la mañana. Yo sabía que para mis papás no sería nada gracioso que llegue a casa más de las cuatro de la mañana pero igual me encantaba estar allí a tu lado y acepté tu propuesta. En el local naturalmente encontramos gente muy mareada, la mayoría eran hombres. También encontramos a uno de tus amigos a quien yo recién conocía pero que te tenía un gran cariño. Al despedirnos te dijo: "Cuidala, está muy bonita, y si en algún momento la pierdes pásame la voz para buscarla". Nos reimos y yo lo tomé como un halago.

Llegamos a mi casa, abrí la puerta. Al despedirnos te di un beso en el cuello, sé que es tu debilidad. Tú me miraste y me dijsite: "No quiero hacerte daño, vamos poco a poco, todo llegará en su momento", yo te respondí: "¿Qué daño me vas a hacer?". Me sonreiste, me diste un beso en la frente y luego en los labios, me abrazaste fuerte. Oliste mi cabello y me diste otro beso. Yo estaba superfeliz. Me encanta besarte, sentir tu aroma, tu piel suavecita, tus manos. Volvimos a besarnos por un tiempo prolongado y si dejamos de hacerlo fue por respeto al tiempo del señor taxista y porque era tarde. La truza roja estuvo todo el tiempo tímidamente escondida pues no la llegaste a ver pero si a sentir con ese estilo encantador que tienes, en el límite del respeto y la audacia. Yo te correspondí con un atrevido ademán de mi rodilla derecha. Estábamos empezando a excitarnos así que ya no era prudente seguir "jugando". Y nos dimos un último beso como si no hubiésemos hecho nada.

Entré a mi casa, mi mamá estaba con mi tía en la cocina haciendo la torta de mi papi. Recibí su sermón por la hora, decidí no prestarle mayor importancia, le ofrecí mis disculpas y subí a mi dormitorio. Estaba extasiada de felicidad, podía sentirla en cada célula de mi cuerpo. Sólo tú tienes ese poder de hacerme sentir de esa manera con tan sólo tu presencia. Y eso es lo que quiero, que no sea algo de una sola noche, quiero que pronto podamos decidir tener esa relación de enamorados que ambos deseamos. Durante este tiempo he podido comprobar que pese a todo, sólo contigo puedo sentirme así de plena. Debe ser porque te amo y aunque suene a novela, estoy segura que tú a mi.

¡Perdóname!, yo también me equivoco

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Es cierto, sale el sol. En peores circunstancias que he vivido, cuando creí estar hundida en lo más oscuro, finalmente vi ese milagro llamado Sol. Las pocas veces que nos hemos alejado, muchas de ellas fueron semanas sin verte, también me parecieron años. Innumerables días deseando besarte, no a lo brusco, no a lo loco, sólo un beso, de esos suaves, tiernos, que trasmiten amor. Y en mi afán de acercarte a mí, te he alejado, he cometido estupideces, lo sé. ¿Tú no?, bueno no se trata de comparar quién hizo más. Hoy sólo puedo hablar por mi, por mis actos, no por los tuyos. Tú habrás tenido tus motivos y razones para hacer lo que hiciste en determinado momento y te habrás también hundido en la tristeza cuando te diste cuenta de lo que habías hecho. ¿Pero quién es Todopoderoso para hacer las cosas siempre bien, sin equivocarse?. En ocasiones, ciertos errores parecen círculos viciosos pero ¿en cuántas de esas uno reconoce su error, se siente mal pero igual vuelve a hacerlo?. Algunos se darán cuenta de su falla y podrán tomar otras alternativas para no volver a obtener los mismos resultados. ¡Bravo, así se hace!, es admirable. ¿Pero yo, yo qué?, una y otra y otra y otra más, casi de lunes a domingo. ¿Qué me pasa?. Y hablando de esto me viene a la memoria una frase de Einstein: "La locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes". Y me pregunto ahora ¿Cómo he pretendido que todo sea diferente si siempre hago lo mismo? Era una locura, hoy me di cuenta. Sin embargo, las palabras dichas y las acciones realizadas ya hirieron, ya dañaron, ya dolieron. Creo que es parte del aprendizaje de la vida. Suena cursi pero así lo veo. Y no quiero que quede en palabras bonitas o como promesas de político. Te aseguro que después de mi infantil comportamiento de los últimos días, sobretodo del de ayer, ya empecé a tomar cartas en el asunto y aunque mi cambio no será de la noche a la mañana, te aseguro que empezarás a notar la diferencia. Lograré mejorar mi trato hacia ti.

Es así como cuando aprendemos a caminar. Somos muy pequeños cuando lo hacemos, por eso no lo recordamos pero fíjate qué hace un niño al intentar mantenerse de pie, quizá primero lo hace con mucho temor, se tambalea, luego va adquiriendo un poco más de seguridad y decide enfrentarse, da el primer paso, intenta el segundo pero se cae. ¿Acaso analizó si no tuvo equilibro, si no puso el pie donde debería, si le faltó más firmeza?...no, simplemente sabe que se cayó, quizá le dolió pero lo vuelve a intentar, aunque se golpee muy fuerte, aun así lo vuelve a hacer. Algo similar ocurre cuando aprendes a nadar. Te ahogas muchas veces, tragas agua, te duele la cabeza, te arde la nariz, toses, en ocasiones también lloras. Y te explican una y mil veces qué hacer para no ahogarte. La teoría dice que debes inhalar el aire que tus pulmones puedan almacenar y exhalar dentro del agua, haciendo burbujitas y si te hace falta el aire, no debes volver a inhalar dentro del agua. Parece fácil pero hasta que aprendas, ni modo, tragas agua.

Entonces luego de analizar mi conducta hacia ti, he decidido aprender a controlar mi mal humor, ya me caí muchas veces, ya me golpeé muchas otras en ese intento de aprender a caminar. Ya tragué demasiada agua salada, me causó no sólo llanto, dolor de cabeza y de nariz y esto inclusive me ha hecho caer en la tentación de desear casi desistir en mi intento de cambio. Y pese a todo, estoy segura que con mejor actitud, por el bien de ambos y porque te amo, aprenderé a caminar con firmeza y a respirar bajo el agua como la cosa más natural del mundo.

Entonces estábamos en que por allí dicen que después de la tormenta, cuando menos piensas sale el sol. He llorado, soy humana, y las lágrimas no representan debilidad, son el desfogue del dolor. Mi alma tiene dolor cuando te trato mal, no es divertido ni agradable, no me hace bien y a ti tampoco. Y me siento mal, sobre todo por la paciencia de santo que me tienes. Y he llorado hasta el extremo de lo que era posible, pero felizmente "No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista". Mi cuerpo ya no resiste seguir siendo una bruja contigo, espero nada más que tu cuerpo resista darme una nueva oportunidad.

¿Y sabes? lo que más ánimo me da para seguir adelante es el hecho de saber, porque así me dice mi corazón, que lo mejor siempre espera adelante y cuesta. Pero de eso se trata y como siempre digo "Lo que más esfuerzo nos cuesta es porque más vale la pena". Ser felices vale la pena. Y de ahora en adelante cuando escuches la canción "Sale el Sol" de Shakira, recuerda que me sirvió de inspiración para escribir esto. Y una vez más te vuelvo a decir: "¡Perdóname! yo también me equivoco".

Un día lluvioso en el cielo y el alma

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Hace un tiempo me hiciste saber que tus sentimientos eran similares a los de la canción de Reik, ahora irónicamente eres el protagonista de mi vida, por quien si me desvelo, por quien vivo enamorada, por quien me preocupo y lloro cuando tenemos esas tontas discusiones. No sé en qué momento dejamos de ser lo que algún día fuimos. Y más de una vez me pregunto si no hubiera sido mejor no intentar nada y seguir pasándola bien. Por otro lado sé que hacer es mejor que no hacer y nosotros decidimos lo primero y por eso fue que lo intentamos pues decidimos arriesgar...Era todo o nada. Ahora siento que ambos estamos cansados, tensos y tristes de ver que lo bonito se quedó en el pasado. Nuestros momentos felices son casi efímeros y no veo la hora de tener la relación color de rosa que siempre soñé contigo o tener la firme determinación de olvidarte, sacarte mi mente y mi corazón, decisión que parece ser la más saludable según la opinión de muchos, pero la más compleja y difícil de cumplir.

Hoy, por la tarde mientras llovía, una vez más estallamos por una tontería, luego conversamos y llegamos a la conclusión de que esto no está nada bien, tenemos que poner ambos de nuestra parte, sino tontamente seguiremos matando lo que hemos formado hace más de diez años. Yo te decía que no entiendo cómo es que tengo esa facilidad para hacerte sentir tan mal, tratarte pésimo, si eres la persona a quien más quiero, me parecía increible darme cuenta que a mi ex lo he tratado con más amabilidad que a ti, pese a todo. Y encima me siento mal, cuando te grito, cuando te ofendo, cuando te hiero, y sé que mis lágrimas no son parte de la función teatral para mantenerte a mi lado, son de dolor del alma, porque así me siento cada vez que te trato como si fueses mi enemigo cuando no lo eres. Tú justificas mi actuar asumiendo la responsabilidad de tus actos que han hecho que te tenga desconfianza y me dices que ese trato no te lo has ganado gratis.

Tú muy a tu estilo, te calmaste. Y es que la verdad admiro esa cualidad que a ti te sobra y a mi me falta, esa capacidad de serenarte luego de una discusión al punto de mirarme a los ojos con ternura, con voz suave, intentando buscar alguna solución. Me tienes paciencia, lo sé. Seguramente es la misma que te devuelvo recíprocamente cuando tú haces tonteras y yo te comprendo, no te juzgo y te sigo amando, aunque los demás me digan que es una tonta actitud de parte mía. Luego de mi crisis, me pediste que por el bien de ambos, mejoremos en lo que haga falta, que es mejor ahora, antes de que sea demasiado tarde. Me pediste por favor que pongamos de nuestra parte, de lo contrario tendríamos que tomar la decisión de alejarnos para siempre y no seguir haciéndonos daño. Yo sé que esta última solución sería extremista pero saludable al fin de cuentas. Pero no te quiero perder, no me gusta darme por vencida cuando aún hay más por hacer. Y aunque el 90% de mi círculo cercano que sabe lo que ocurre me diga toma ese camino y espera a que llegue alguien que valga la pena, no quiero resignarme a esa idea mientras tú y yo queramos mejorar y demos testimonio con nuestros actos. Yo pondré de mi parte para no herirte ni herirme, porque estoy agotada y sé que tú también y como te dije no vale la pena. Es necesario que volvamos a regar agua limpia sobre el macetero de la confianza y la comunicación, de lo contrario seguirán secándose en los días subsiguientes, ¿no te has dado cuenta que su tierra se está agrietando?. Sabemos que no es fácil, pero tampoco imposible de hacer. Aquí lo importante es que ambos sabemos cuales son nuestros errores y sería estúpido seguir en lo mismo. Nunca, en serio nunca le había puesto tantas ganas a una relación, creo que esta vez lo hago porque en el fondo sé que vale la pena. Esta tarde me hiciste sonreir cuando te pregunté triste y suspirando "¿En qué terminaremos?". Y tú respondiste: "En algo muy bueno seguramente".


"Soy tu mejor amigo
tu pañuelo de lagrimas,
de amores perdidos.
Te recargas en mi hombro
tu llanto no cesa,
yo solo te acaricio.
y me dices por qué la vida
es tan cruel con tus sentimientos
yo solo te abrazo
y te consuelo.
Me pides mil consejos para protegerte
de tu próximo encuentro,
sabes que te cuido.

Lo que no sabes es que
yo quisiera ser ese por quien
te desvelas y te desesperas,
yo quisiera ser tu llanto,
ese que viene de tus sentimientos,
yo quisiera ser ese por quien
tu despertaras ilusionada,
yo quisiera que vivieras
de mi siempre enamorada.

Tu te me quedas viendo,
y me preguntas si algo
me esta pasando,
y yo no se que hacer,
si tu supieras que me estoy muriendo,
quisiera deecirte lo que yo siento,
pero tengo miedo de que me rechazes,
y que solo en mi mente
vivas para siempre...

Por eso yo quisiera ser ese por quien
tu te desvelas y te desesperas,
yo quisiera ser tu llanto,
ese que viene de tus sentimientos,
yo quisiera ser ese por quien
tu despertaras ilusionada,
yo quisiera que vivieras
de mi siempre enamorada.

yo quisiera ser...tu llanto
tu vida...

yo quisiera seer...
tu llanto tu vida..

Yo quisiera ser ese por quien
tu te desvelas y te desesperas,
yo quisiera ser tu llanto,
ese que viene de tus sentimientos,
yo quisiera ser ese por quien
tu despertaras ilusionada,
yo quisiera que vivieras
de mi siempre enamorada.

tu llantoo...tu vida ohhhh"

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