Ahora existía un pretexto adicional para vernos más seguido, la Manzana de la Concordia era el adorable cachorrito que me habías obsequiado, era una monada y todos en mi casa estaban felices de tenerlo. Esa mañana iríamos a ver el avance del proceso que se ventilaba en el juzgado, pues básicamente de eso dependía la estabilidad económica de tu hogar, era un juicio muy importante. La noche anterior habíamos visto una película hasta tarde, así que cuando me llamaste diciendo que ya estabas a punto de ir a mi casa, salí disparada de mi cama para alistarme, te dije que aún no "terminaba de arreglarme", pero que en veinte minutos estaría lista. Lo cierto era que recién con tu llamada abrí los ojos y corrí a bañarme.
En media hora estabas en mi casa, yo salí a atenderte sin maquillaje, y me gusta que me veas natural. Si puedo peinarme y acicalarme delante tuyo, no tengo reparo. No me gusta tener caretas contigo, me gusta que sepas que soy como cualquier persona que se despierta sin estar arreglada y sé que tú también lo disfrutas. Te invité a tomar café porque yo ni siquiera tomaba desayuno, tú aceptaste. Mientras yo alistaba todo tú jugabas con "nuestro bebe"... el cachorro.
Hicimos todo lo que teníamos planeado. Nos encontramos con una amiga que al día siguiente se casaba, tú recién la conocías pero estuviste muy bromista. Luego me acompañaste a cobrar mi sueldo. Nos encontramos con otra amiga, cobramos juntas y fuimos a comer un cevichito. Reimos bastante contándole a ella nuestras anécdotas, y es que es verdad cuando dicen que recordar es volver a vivir. Yo soy de la idea que lo vivido y lo comido nadie te lo quita. Por eso deseo seguir viviendo con intensidad cada día y si es a tu lado mucho mejor, tú le das sazón a mi vida....Ayy no puede ser ya empiezo a sonar cursi.
Ella te dijo para salir en la noche junto con su esposo, tú algo dudoso aceptaste. Yo le dije que igual saldría con o sin ti. En la tarde ella me volvió a preguntar si iríamos y le confirmó a su esposo. Hace tiempo que no salíamos juntos, la última noche que salí a tonear fue aquella vez que te hiciste el ciego en los dos locales donde casualmente nos encontramos. Pero en fin, ya habían pasado tres semanas desde ese lamentable episodio y no valía la pena recordarlo una y otra vez. Plan de ocho de la noche me llamaste a preguntar si saldríamos más tarde, te dije que sí, me hiciste saber que le dirías tu mamá que saldríamos juntos. Últimamente la relación entre tú y ella no estaba nada bien y de algún modo se sentía más tranquila cuando ella sabía que salías conmigo. La consigna era salir sólo un rato porque al día siguiente tenías que hacer mudanza con tu familia al nuevo depa y yo tenía que despertarme temprano porque era el cumple de mi papá.
Volviste a llamar más tarde para acordar la hora exacta, te hice saber que mi amiga ni su esposo me contestaban así que probablemente teníamos que cancelar la salida porque al parecer ellos no iban a salir. Tú me dijiste que no había problema, si ellos no podían o no contestaban, igual nosotros podíamos salir solos. Yo me sorprendí con tu actitud porque normalmente era yo la que siempre intentaba idear algo nuevo para pasar tiempo juntos y si era a solas mucho mejor. Sólo por probarte te dije que mejor lo dejemos para otro día pues sin grupo cómo ibamos a salir, tú insististe diciendo que no necesitábamos de otras personas para pasarla bien y que era suficiente que estemos los dos. Así que quedamos en vernos luego. Creo que en ese momento aluciné que era un maniquí, no por lo de flaca sino porque me habré vestido y desvetido unas ocho veces hasta encontrar algo con lo que sintiera que estaba sexy y linda. Mi hermana menor era mi mejor crítica "tal cosa no va, quítate esto, ponte este otro, ese color no, ese te te hace ver cuadrada, mejor este de aca, a ver con esto, ese escote se ve bien, muérete de frío pero ándate sexy". Me estaba empezando a frustrar cuando por fin encontré la ropa adecuada. No entiendo que afán tenemos las mujeres cuando queremos que el chico de nuestros sueños nos vea regias, nunca encontramos algo adecuado aunque nuestro clóset entero esté repleto de ropa bonita. Puse especial empeño para verme atractiva esa noche, me puse un perfume delicioso, no quería que ni un pelo esté fuera de su sitio. Me puse una truza roja por sea caso y sentí que mejor no podía estar. Estaba perfecta.
Llegaste, te hice esperar un ratito y cuando me viste me dijiste "¡Uyy estás elegante, te ves muy guapa!", yo como no dándote importancia te dije: "Total, si me visto así que muy elegante, ¿cómo quieres que salga entonces?". Te reiste y me dijiste que no estabas reclamando nada, sólo estabas haciéndome saber que te gustaba como me veía. Yo sentí ese regocijo como quien dice "Reto cumplido". Tú olías muy bien, la verdad es que tus perfumes siempre me embelesan, no son muy fuertes, ni me marean, simplemente te hacen un hombre cautivador. Y es que yo soy así, puede que no me guste mucho tu forma de vestir porque no te gusta ser formal, pero hueles siempre divino y mi sentido del olfato se fascina con tu presencia.
Demoramos en decidir a qué local iríamos. Yo quería ir al lugar de siempre, pero no te lo decía. Hasta que por fin optamos por ir primero a mi lugar preferido y luego al otro donde te encontré aquella vez con tu "amiga de turno". En el camino recordaste que en otro bar tu primo tocaría batería con su grupo de rock así que decidimos quedarnos en ese lugar. Yo nunca había ido a ese sitio pero estaba repleto, ni bien subimos y dimos cinco pasos me encontré nuevamente con aquel brujito que me había leido las cartas hace unas semanas, el mismo que estuvo esa noche que nos encontramos, pero a diferencia de esa vez, esa noche me sonrió y me saludó. Nos habíamos visto sólo en una ocasión, pero lo traté como un amigo, yo también le sonreí y no sé si pudo percatarse que su "profecía" se había hecho realidad: nosotros nos ibamos a amistar, sólo era cuestión de tiempo. No podía creer que nuevamente este muchacho esté en nuestra escena. Bueno seguimos, nos encontramos con otras amistades, saludaste a tu primo mientras yo conversaba con un amigo a quien no veía hace mucho tiempo. Nos sentamos en la barra, pedimos un par de cervezas negras personales y nuevamente sentí que habíamos regresado a la normalidad, eramos nosotros, los de siempre, los amigos que se miran con deseo pero a diferencia de antes, ahora ya sabían que se amaban mutuamente. El olor a marihuana me incomodaba demasiado pero más podían mis ganas de pasar tiempo contigo. La verdad era que ese olorcito nos incomodaba a ambos y hasta nos daba pena ver chiquillos que seguramente estaban drogados.
Luego de hora y media de conversar y reir como antaño, después de escuchar a tu primo decidimos ir al otro local. Hace más de medio año que no ibamos juntos. Los últimos recuerdos en ese lugar donde nos habíamos encontrado de casualidad, no eran los más gratos. Pero al fin estaba contigo, llegaríamos juntos y sólo esperaba no encontrarnos con alguna de tus ex o tus agarres porque no quería pasar un mal momento. El ambiente estuvo a pedir de boca, no había mucha gente, no había nadie que nos pudiera incomodar, compraste otras dos cervezas y subimos hasta el tercer nivel. Desde allí vimos la peña y la gente que disfrutaba la música y el baile, me abrazaste un rato, me sentí nuevamente en las nubes, otra vez sentí maripositas en el estómago y estaba simplemente feliz.
Tú sabes que me encanta bailar así que me dijiste que fuésemos abajo. Empezaban a tocar salsa. Cuando estuvimos en la pista de baile me reí y te dije: "¡Qué milagro tú queriendo bailar salsa si no te gusta!", tú respondiste: "No es que no me guste, lo que pasa es que yo no sé bailarla, pero si me gusta". Me reí y te dije que no podía creer que después de diez años de conocerte, recién me entere que te gustaba ese ritmo. Y bueno la verdad es que lo hacías pésimo pero igual yo estaba feliz de estar entre tus brazos. Coqueteamos, bailamos, reimos como si estuviésemos solos. Hasta que un pata pasó por tu lado y te pellizcó el trasero. Te volteaste endemoniado queriendo salvar tu reputación de hombre cuando caiste en cuenta que era el bromista de tu "cuñado", el enamorado de tu hermana. Te echaste a reir con él y se saludaron. Él también me saludó y pasó de largo. Nos reimos un rato, me dijiste que como no sabías quién era, te habías volteado con intenciones de hacer lío y que aún te dolía porque lo había hecho fuerte. Yo me ofrecí de voluntaria para calmar tu dolor pero era un lugar muy público para ayudarte, sólo reimos con la intención de mi espontánea forma de ayudar.
La pista de baile estaba atiborrada de gente, miraste hacia la otra esquina y me dijiste que allí estaba una de mis clientes. Cuando alcancé a ver, era tu hermana, la saludé y me sentí super avergonzada. En primer lugar porque dos días atrás habíamos hablado y la conclusión a la que ambas arribamos fue que como eras un desconsiderado e inmaduro era el colmo que sigas saliendo a tomar y juerguear, que la gente que te rodeaba no te quería porque de lo contrario no te llevaría a lugares donde si o si ibas a tomar; en segundo lugar porque yo le había dicho que ya estaba harta de tu actitud y que ya no nos estábamos viendo. Esto era cierto hasta hace poco pero igual me moría de verguenza porque al verme allí mi discurso de hace dos días quedó sólo en palabras.
Y como quien dice "A lo hecho, pecho", decidí seguir disfrutando el momento sin que me importe lo que ella pudiera pensar. Me dijiste que al terminar esa canción nos acerquemos a saludarla para que luego no te esté fastidiando. Lo cierto era que las últimas semanas habías tenido serias discrepancias con ella y tu mami, prácticamente en casa ni se hablaban, así que eso hacía que el sorpresivo encuentro sea incómodo. Al acercarnos ella fue muy amable así como el pellizcador de su enamorado. Nos presentaron a sus amigos y nos invitaron a acompañarlos en su mesa. Yo estaba algo incómoda, tenía verguenza con ella, sobretodo porque es la más seria y una de tus más frecuentes críticas luego de mi. No pasó mucho tiempo cuando empezó una de las que habíamos hecho nuestra canción "Locos de Amor" de Yordano. Yo me emocioné y te dije: "Espero que esta vez si la cantes", tú mientras te parabas me respondiste: "Claro que sí y no sólo eso también la vamos a bailar". Me encantó tu iniciativa, no salía de mi asombro pero me moría de roche por ella, era una balada. Empezamos a bailar mientras cantábamos con ganas, mirándonos a los ojos con una mezcla extraña de ternura, deseo y pasión: "Puedes hacer conmigo lo que quieras, puedes tomarme o dejarme si te da la gana, total es mi vida, eees mi vida y ahora es tuuuuyayayaya. Puedes huir cruzando la frontera, llevarte todo lo que quieras si te da la gana total es tu vida es tu vida y ahora es miaaaayayayay. ¿A dónde crees que te vas a esconder? si de un fantasma no se puede escapar, ¿a dónde crees que te vas a subir? si no hay montaña que no pueda escalar y tu y yo y tu y yo y tu y yo... estamos locos de amor. Tu y yo estamos locos de amor, locos de amor, tu y yo estamos locos de amor, locos de amor. Puedes sacarme sangre de las venas, sacarme todo lo que quieras si te da la gana, total es tu vida, eees tu vida y ahora es miiiiayayaya...Y tú y yo estamos locos de amor, locos ...". Hace mucho tiempo que no me sentía tan viva como en ese instante, tú rodeabas mi cintura, yo tenía los brazos entre tu cuello, te veías feliz y yo ni qué decir. Sin embargo, tuve que contener una vez más, mis ganas de besarte. Creo que a ti te pasó lo mismo.
Terminó la canción y nos sentamos como si nada hubiese pasado. Tu hermana no es tonta y sé que nuestra actitud durante la canción fue más que evidente. Actuamos con total naturalidad, yo disimuladamente te pedía que no tomes mucho y tú me hacías caso. Al rato pasaron carnavales que tanto te gustan pero sólo los cantaste. Pasaron varias canciones, nosotros seguíamos conversando y riendo, no participábamos de la conversación de los demás pero estábamos felices. Después tocaron otra balada que es muy linda y también me invitaste a bailarla. Ya no me importaba lo que pensara tu hermana ni nadie, la bailamos, la cantamos y seguimos actuando como un par de bobos. Ya eran las dos y media de la mañana así que decidimos irnos para cumplir con el horario de regreso que habíamos indicado en nuestras casas. Nos despedimos de tu hermana pero casi en la salida nos encontramos con tres ex colegas tuyos, quienes estaban algo tomados y nos invitaron a su mesa. La idea era sólo saludarlos, pero nos invitaron un par de cervezas, nos miramos indecisos pero finalmente decidimos quedarnos. Ambos sabíamos que de ellos dependía que ingreses nuevamente al último lugar donde estuviste trabajando, así que casi obligados por ese motivo, nos quedamos. Uno de ellos estaba mareado y al ver que me tenías abrazada, me preguntó: "¿Y cuánto tiempo van?", nosotros nos reimos y yo respondí intencionalmente con doble sentido: "Voy diez años aguantándolo". Nos reimos aún más al ver el asombro de tu amigo, quien te echó en cara que con ese tiempo ya era hora de casarnos, que por qué hasta esas alturas no me habías hecho un hijo (esa fue exactamente su expresión). Nosotros reímos a carcajadas con sus ocurrencias. Mientras me reia te dije que le aclarases que iba diez años aguantándote como amiga, pero tú consideraste que era muy divertido y que no importaba que piensen eso, que además le quitaríamos la magia al momento. Así que tuvimos que tolerar sus insistentes bromas, sobretodo por el tema del matrimonio y los hijos. Nos hicieron bailar y nos divertimos mucho con ellos. Se portaron muy bien con nosotros y me di cuenta, una vez más, que tienes un carisma especial, tu forma de ser hace que la gente te quiera y me dio tranquilidad saber que pronto tendrías nuevamente trabajo gracias a Dios. Para ese entonces tu hermana ya se había ido pero no se percató que nosotros aún estábamos en el local.
Mientras fui a los servicios higiénicos me encontré con un gran amigo de la época del cole a quien no veía hace muchos años porque ya vivía en otra ciudad. Me dio mucha emoción encontrarlo, sobretodo porque cuando éramos adolescentes pasamos muchas cosas juntos y teníamos muy gratos recuerdos. Al regresar a la mesa, decidimos retirarnos y nos despedimos de tus amigos. En el taxi me preguntaste si quería ir a tomar caldos, pese a que durante toda la noche habíamos tomado tres cervezas personales cada uno. En realidad estábamos sanos pero aducías que era necesario para tener fuerzas dentro de unas horas porque tenías que hacer mudanza a las seis de la mañana. Yo sabía que para mis papás no sería nada gracioso que llegue a casa más de las cuatro de la mañana pero igual me encantaba estar allí a tu lado y acepté tu propuesta. En el local naturalmente encontramos gente muy mareada, la mayoría eran hombres. También encontramos a uno de tus amigos a quien yo recién conocía pero que te tenía un gran cariño. Al despedirnos te dijo: "Cuidala, está muy bonita, y si en algún momento la pierdes pásame la voz para buscarla". Nos reimos y yo lo tomé como un halago.
Llegamos a mi casa, abrí la puerta. Al despedirnos te di un beso en el cuello, sé que es tu debilidad. Tú me miraste y me dijsite: "No quiero hacerte daño, vamos poco a poco, todo llegará en su momento", yo te respondí: "¿Qué daño me vas a hacer?". Me sonreiste, me diste un beso en la frente y luego en los labios, me abrazaste fuerte. Oliste mi cabello y me diste otro beso. Yo estaba superfeliz. Me encanta besarte, sentir tu aroma, tu piel suavecita, tus manos. Volvimos a besarnos por un tiempo prolongado y si dejamos de hacerlo fue por respeto al tiempo del señor taxista y porque era tarde. La truza roja estuvo todo el tiempo tímidamente escondida pues no la llegaste a ver pero si a sentir con ese estilo encantador que tienes, en el límite del respeto y la audacia. Yo te correspondí con un atrevido ademán de mi rodilla derecha. Estábamos empezando a excitarnos así que ya no era prudente seguir "jugando". Y nos dimos un último beso como si no hubiésemos hecho nada.
Entré a mi casa, mi mamá estaba con mi tía en la cocina haciendo la torta de mi papi. Recibí su sermón por la hora, decidí no prestarle mayor importancia, le ofrecí mis disculpas y subí a mi dormitorio. Estaba extasiada de felicidad, podía sentirla en cada célula de mi cuerpo. Sólo tú tienes ese poder de hacerme sentir de esa manera con tan sólo tu presencia. Y eso es lo que quiero, que no sea algo de una sola noche, quiero que pronto podamos decidir tener esa relación de enamorados que ambos deseamos. Durante este tiempo he podido comprobar que pese a todo, sólo contigo puedo sentirme así de plena. Debe ser porque te amo y aunque suene a novela, estoy segura que tú a mi.
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