Casi un año que ya no estábamos. La relación amical que teníamos para ese entonces era extraña. En dos ocasiones habíamos intentado alejarnos para que cada quien siga su camino y evitar seguir involucrados, pero no habíamos obtenido los resultados esperados. Esa tarde te invité para que me acompañes al cumpleaños de unos amigos míos que eran esposos, curiosamente los dos habían nacido el mismo día. No me había hecho muchas ilusiones de ir contigo porque por lo general siempre tenías otras cosas que hacer. Pero ese día aceptaste la invitación, yo estaba contenta. Sin embargo, mis cólicos menstruales me tenían presa en la cama, el dolor de riñones me mataba, hacía muchísimo frío, estaba lloviendo fortísimo. No tenía ganas de hacer nada, sólo quería seguir acurrucadita en mi cama, con la luz apagada, las cortinas cerradas, intentado huir de la lluvia y sobrevivir luego de haber tomado mi milagrosa agua con orégano pues la famosa Postan no me hacía ni cosquillas y el dolor era muy intenso. Y por si fuera poco, pese a estar con los ánimos caídos se me ocurrió ver el gran clásico Casablanca, siempre había escuchado comentarios de esta película pero jamás la había visto, sólo sabía que era de amor...y vaya ¡Qué película!
Se acercaba la hora que habíamos quedado para vernos pero yo seguía desganada. Los cólicos menstruales son nuestros peores enemigos, arruinan todo. Con cierto esfuerzo decidí alistarme, además tenía todavía que comprar los regalos y ya era tarde. Te pedí que me acompañes pero me dijiste que no podías porque tu papá había llegado a la ciudad, tú no vivías con él hacía más de un año, así que con tu hermana irían a cenar con él. Me aseguraste que de todos modos irías conmigo tal como habíamos quedado. Yo tenía mis dudas fundadas pues en muchísimas ocasiones, algo ocurría y nuestros planes para salir juntos se iban al tacho.
Mi plan era comprarle a mi amiga algo que le gustaba y a su esposo un whisky, pero ¡oh sorpresa! estábamos en Ley Seca porque en dos días serían las elecciones a la alcaldía así que buscando qué comprarle a él me demoré mucho más de lo que había planeado. Realmente es un dolor de cabeza comprar un presente para hombre, detesto eso. Finalmente encontré los regalos que creí perfectos y enrumbé a la fiesta en casa de ellos. Estando cerca del restaurante donde estabas me pediste que te avisara para salir a verme. Yo estaba histérica contigo y para variar te traté mal. Te dije que si no querías ir, mejor fueras sincero y te quedaras donde estabas, total era tu padre, tenías todo el derecho de querer pasar tiempo con él. Tú con tu santa paciencia, te reíste por mi enojona actitud. Dejaste a tu papá y hermana para ir a mi encuentro. Ellos pudieron notar que te traté de esa manera por teléfono y se burlaron de ti, yo cuando lo supe me caía de vergüenza con ellos. Luego riéndote me decías que sólo a mí me podías aguantar todo eso. Y yo sentía que la que aguantaba tus inmadureces era yo.
En fin, llegamos a la fiesta tarde. Nos habían estado esperando, pensaban que ya no iríamos. Bueno era la primera vez que te relacionabas con mis amistades del trabajo. Todos nos miraban con curiosidad. Éramos la comidilla de la noche. Para muchos eras mi enamorado, sin que yo te haya presentado de esa manera. Y es que en realidad así somos los peruanos, prejuiciosos, rápido sacamos conclusiones por lo que vemos u oímos.
Al poco tiempo de habernos instalado me pude percatar que en el otro ambiente estaba un chico a quien conocí hace un año en el cumpleaños de estos amigos. Lo curioso era que nos habíamos visto en contadas ocasiones y las malas lenguas decían que él estaba interesado en mí. Esa vez fui sola a la fiesta y él muy atento me sacó a bailar y cruzamos algunas palabras. Era muy alto, tenía buen porte, blanco, cabello castaño, ojos verdes y aparentaba ser muy educado. Después de dos meses de habernos conocido nos volvimos a ver en un matrimonio, luego hablamos por teléfono una vez y un par de veces nos vimos en la calle por coincidencia. En ese momento, él no lograba verme cuando yo lo veía y me sentía incómoda cuando te conversaba pues sentía que él no dejaba de observarme, hasta que con un hola con la mano, a lo lejos, nos saludamos.
Cenamos y prácticamente hablábamos solo entre nosotros. Los dueños de casa nos hacían todas las atenciones y se esmeraban por hacerte sentir bien. La música estaba perfecta para bailar y cuando te pedí que bailemos, respondiste desganado que no tenías ánimo. Yo deseé no haberte llevado ¿Para qué ir con compañía a una fiesta si no quiere bailar? No te insistí. Luego bailamos entre mujeres, la mayoría de mis amigas estaban con sus esposos pero los caballeros no tenían iniciativa. Mientras tanto fuiste al baño, la canción terminó y cuando estaba a punto de tomar asiento, el chico alto se acercó a invitarme a bailar. Él había estado esperando verme sola para acercarse. Fue muy cordial, me gustaba su trato. Pero así como era de atento era muy directo, y sin más rodeos preguntó: "¿El caballero que te acompaña es tu....?" yo completé la frase diciendo: "Mi amigo". No estaba faltando a la verdad, ¿cómo explicarle a la gente común y corriente y decirle: Bueno es mi ex, en realidad nos dimos un tiempo, ahora solo somos amigos, no agarramos, bueno sí pero muy rara vez, yo aún lo amo, estoy enamorada y estamos esperando que él solucione algunos conflictos personales para iniciar una relación normal?...No, no había forma, era absurdo dar una respuesta de esa manera, así que mi respuesta no faltaba a la verdad y no tenía por qué explicarle más y menos a un desconocido. En la mirada de él se notaba un brillo cuando le respondí que eras mi amigo. Me reí con sus bromas, bailé y disfruté tu actitud cuando saliste del baño y me viste bailando con ese chico. Yo disimulé, hacía como si no te mirara. Mis amigas te vieron y también se ganaron el pase. Después vi que los esposos de mis amigas te invitaron a su grupo y resultaste bailando. Habré bailado cuatro o cinco piezas y sentí que por el momento la venganza era más que suficiente. Le agradecí por su gentileza de invitarme a bailar y me acerqué a ti. Tú tienes una carácter muy agradable, caes bien por lo general, en cualquier lugar, tienes mucha facilidad para socializar.
Mi amiga la cumpleañera se me acercó y en complicidad me dijo al oído: "Hubieras visto la cara que puso cuando salió y te vio bailando", nos reímos las dos. En la siguiente canción tomaste la iniciativa y me pediste que bailemos yo te respondí con una pregunta: "¿No que no querías bailar porque estabas desganado?". Tu sonreíste y sostuviste mi mano. El otro chico no paraba de mirarme mientras tomaba con sus amigos. Sin darme cuenta el dolor de mi regla había desparecido, creo que fue gracias al gustito de sentirme celada y deseada. Era cómico verte bailar de todo, ni siquiera querías que nos sentemos, no perdías ni una sola canción sino hasta que volviste al baño.
Parecía una obra teatral, mientras sale un actor, entra otro. El otro chico ni bien veía que estaba sola, se acercaba para bailar. Mis amigas empezaron a molestarme haciendo muecas y riéndose. Yo disfrutaba ese momento aunque otra gente que no me conocía seguro me miraba y pensaría que yo me pasaba de viva viéndole la cara a mi pobre enamorado. Cuando por fin estuve otra vez contigo me dio risa que cogieras mi mano, luego entrelazaste tus dedos con los míos. Tu actitud era extraña, nunca hacías eso en público. Intenté soltarte la mano y no me dejaste. Resultamos bailando salsa sensual, momento en el que aprovechaste para acercarte muchísimo a mí, rozar tu rostro con el mío y no permitías que nuestros cuerpos se separen. Me dabas risa, ese actuar no respondía a otra cosa que no fuera celos.
La noche avanzaba, volviste al baño y volví a bailar con él. Me ofreció una copita de pisco y yo encantada pues luego del vino, ese es mi trago favorito. La cerveza no me gusta. Mientras él fue por el pisco, tú te acercaste con cerveza que estabas sirviendo al grupo donde estábamos con mis amigas. Pero tonto no eres y como tonto tampoco querías quedar, de modo que cuando él se acercó con el trago, tú muy sutilmente le diste el vaso a mi amiga, pese a que por el orden me correspondía a mí. Hablé un rato con él y lo "despaché". Para darte celos ya estaba bueno, yo en realidad quería pasarla bien contigo, mi objetivo tampoco era hacerte pasar un mal momento. Tú te esmerabas en atenciones conmigo y aprovechabas cualquier descuido para ser cariñoso. Aunque en cada vuelta que me dabas se me bajaba un poco el polo ceñido que llevaba puesto y eso me incomodaba porque el escote se me prolongaba. Me hiciste saber que tenías una "vista perfecta", nos matamos de la risa pero igual me acomodé la prenda. Te pedí que ya nos fuéramos porque era una hora prudente para retirarnos. Tú me pediste que nos quedemos un ratito más pues querías fumar al menos un cigarrito. Acepté. Sin embargo, como no tenías encendedor no se te ocurrió mejor idea que acercarte al grupo donde estaba este chico, yo casi muero. Al ratito te vi saludándote de la mano con él quien a su vez te encendió el cigarro, conversaron un rato. Mis amigas se reían diciéndome: "Uyyy bronca". Yo no alejaba mi mirada pero no entendía qué tanto le hablabas a ese chico. Luego, por él me enteré que directamente te preguntó si eras mi enamorado, tú dijiste que sólo éramos amigos y él te hizo saber que estaba interesado en mí, que se sentía enamorado y que quería intentar una relación. Supe también que tú, aunque recién lo conocías, le advertiste que antes de cualquier cosa piense en su madre o hermana y que ni se le ocurra hacerme daño, pues no le gustaría que a alguna de ellas alguien les haga daño. Tu pose de buen amigo no encajaba pero lo hiciste así como lo habías hecho en todo el tiempo que fuimos amigos. Él te aseguró que eso no ocurriría jamás porque de verdad quería tener algo serio conmigo.
Después no sé cómo resultaste en otro grupo, donde estaba el suegro de mi amiga. El chico aprovechó el momento para ofrecerse a llevarme a mi casa, yo le agradecí pero le dije que no. Me insistió y me pidió que le diera una razón, yo le respondí que había llegado contigo y no era nada prudente irme con él. Él insistió ofreciendo llevarnos a los dos en su auto, yo volví a rechazarlo. Me acerqué para pedirte que ya nos fuéramos. El señor muy amable pero ya mareado y con cierta insistencia te dijo: "Pero sácala a bailar a tu guapa esposa", nos reímos y antes de que aclare el tema, me llevaste a bailar. La siguiente canción no nos gustaba así que regresamos al grupo. El señor seguía pensando que éramos esposos y empezó a darnos consejos como pareja joven para que "nuestro" negocio prospere. Nos dio muchas sugerencias para trabajar en pareja y avanzar mirando el mismo horizonte. Yo intentaba explicarle al señor que el negocio era mío y que tú solo eras mi amigo. Pero él no paraba de hablar, en una pausa que hizo al fin pude decir: "No somos esposos", él incrédulo te preguntó: "¿Entonces qué son?" y mirándote te preguntó: ¿Qué es ella de ti?, tú muy a tu cobarde estilo dijiste cediéndome la respuesta: "las damas primero", a mí no me nacía volver a decir que eras solo mi amigo, te miré a los ojos y dije: "él es para mí una persona muy especial". Tú me abrazaste y dijiste que yo también era para ti alguien muy especial; y un tipo que estaba mareado en el grupo soltó un gracioso: "Ayyy que lindos". Nos reímos mucho. El señor siguió con sus consejos para el "joven matrimonio" hasta que nos despedimos.
Al salir me pediste que fuéramos a ver a tu padre de modo que juntos me llevarían a mi casa. Acepté, total yo había interrumpido su encuentro y lo mínimo que podía hacer era darte el gusto. El señor me conocía desde que fuimos compañeros de la universidad. Siempre me trataba con aprecio así que no me incomodó que fuésemos a verlo. Levantaste a tu papá de la cama, pero él no se molestó y subió sin protestar, al contrario nos empezó a hacer bromas. Él iba a lado del taxista, nosotros abrazaditos en el asiento trasero. Cuando llegamos a mi casa, me despedí de tu papá, bajamos juntos y en la puerta me abrazaste muy fuerte, la interesante noche terminó con un prolongado beso. ¿Necesitabas entonces un semáforo en forma de humano que te ponga luz roja y te haga saber que con tu actitud podías perderme, que existían otros hombres y no solo tú que podían estar interesados en iniciar una relación de verdad? Días después me confesaste que te sentiste celoso. Y que esa noche después de dejarme en casa, le dijiste a tu papá que yo ya era tu enamorada. Pensé que aunque hubiese tenido un libreto preparado, mejor no hubiese podido salir.
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