Hasta esa noche me habías jurado que jamás lo habías hecho con alguien por la parte prohibida, yo tenía mis serias dudas por el historial que te manejas y la mentalidad tan desinhibida que tienes respecto al sexo. Pero como no había prueba que pudiese acreditar tu juramento, tenías el beneficio de la duda, es decir, no pensaba que me mentías pero tampoco estaba cien por ciento segura de que fueses casto en esa poco común pose. Sé que para muchos (hablo de hombres y mujeres) les parece una cosa extremadamente atrevida, inclusive creo que es algo que no cualquier mujer decide experimentar. A lo mejor es el sueño dorado de muchos hombres, pero el que no siempre logran realizar. Para nosotras es un tema muy delicado, poco experimentado y escasamente hablado. En este sentido no soy quien ha practicado de todo pero si soy de las personas que aman experimentar y descubrir lo nuevo para aumentar el goce propio y de su pareja.
Yo ya lo había vivido hace unos años con mi primer enamorado, luego de buen tiempo de relación en unas dos o tres ocasiones y después de muchos anales (hablo de años) hace cuatro días lo experimenté también con mi "Amorcito". Me sentía una "pendeibis" al estar a punto de ofrecerte tal menú para esa noche, sobre todo por el corto y reciente tiempo de haberlo hecho también con él. Lo sé, sigo teniendo el status de promiscua, dos en menos de una semana. Bueno no me arrepiento, aunque esa noche me moría de la risa por ese pequeño detalle. Mis imaginarios cachitos de diablilla se asomaban sobre mi frente mientras te tenía en frente mío a punto de hacerte debutar por ese nuevo lugar. Estaba segura que no rechazarías la oferta. Y así fue, no lo hiciste.
Pocos días antes habías experimentado tremendo placer gracias al Halls y cuando creías que esa fue la máxima expresión de placer, estabas a punto de conocer ese otro mundo, totalmente nuevo para ti. Parecías un niño pequeño emocionado con su nuevo juguete aunque al mismo tiempo vi tu cara de curiosidad mezclada con temor. Suena gracioso pero en serio tenías temor, luego me dijiste que tenías miedo de causarme dolor. Imagino que en realidad fue algo más que eso. Yo sentía que tenía al toro por las astas, era la primera vez que sentía eso contigo. Bueno la segunda, pues esa vez que tuvimos la sesión con el Halls también sentí que yo era quien llevaba el control de la situación.
Esta vez también habíamos bebido whisky, tú fumaste algo de tu ganya y yo di solo una pitada, no sentí nada. Aunque según tú, el efecto de solo inhalar el humo que tú exhalabas, hacía que yo me hornee pues yo me reía de todo, bueno ambos nos reíamos mucho. Por lo tanto, en medio de ese ambiente me sentí muy relajada, no tuve miedo al dolor y me entregué a ti. Tú por tu parte, luego me confesaste que por un momento creíste que yo estaba jugando contigo, que buscaba seguramente solo emocionarte y que luego te diría que mejor no lo hagamos por allí. Sorpresa la tuya cuando supiste que estaba ocurriendo. El erudito doctor en este tipo de artes y placeres, estaba a punto de, por primera vez, experimentar el sexo anal. Tuviste miedo al inicio, pero no cabe duda de que fue riquísimo. Una vez que logramos acomodarnos, la pasamos súper bien. Ambos lo disfrutamos, fue placer total. La música estaba divina como siempre. Sabía que la estabas pasando bien porque se te escuchaba muy bien. Realmente duramos mucho y tú estabas en la gloria. Jamás te había visto tan satisfecho. Estabas feliz. Yo por mi parte también me sentía súper.
Luego de esa agradable faena, que tenía la peculiar característica de haber sido la causante de tu debut por ese lado, nos pusimos a charlar. Y así ocurre, el tiempo trascurre y no nos interesa casi nunca, salvo cuando en determinado instante recuerdo que debo regresar a mi casa, por lo general eso sucede cuando tengo sueño y ya tengo ganas de acomodarme para dormir en tu cama, pero sé que no es mi lugar así que en ese preciso momento es cuando te pido que me llames un taxi para irme.
Mientras tanto estuvimos conversando de todo un poco. Y en medio de las aventuras que me contabas, mencionaste a una ex enamorada tuya con quien estuviste cuando eras un adolescente. No presté importancia al nombre y te escuché como quien escucha una experiencia más. Hasta que nuevamente mencionaste el nombre y me preguntaste: "¿La conoces?", estaba a punto de responder en automático un "No" pero algo me hizo regresar a la Tierra y te pedí que repitieras el nombre. Efectivamente la conocía, claro que la conocía, era la hermana mayor de una amiga mía. Bueno no había de qué extrañarse era tu contemporánea. Pero actualmente tú con tu cara de niño te seguías viendo muy criatura a lado de ella. Ella ya está casada, tiene sus hijitos y se la ve toda una Madre. Y tú aún pareces un chiquillo, aunque no lo eres. No tenía la más mínima idea de que el Meteorito estaba a punto de estallar contra la Tierra. Y entonces se fue acercando, me dijiste que conocías también a mi amiga, la misma que había sido mi compañera del cole, una de mis mejores amigas. ¿Tan chiquito podía ser el mundo?, bueno hasta ese momento no había nada de extraordinario, solo que coincidentemente eras el compañero de promo del hermano mayor de mi hasta ahora mejor amiga y a la vez eras el ex de la hermana de quien fue una de mis mejores amigas en la secundaria. ¡Semejante enredo! Pero eso no era todo...Tuviste la nula caballerosidad para decirme que habías tenido también relaciones con mi amiga, yo me quedé fría, sentí que estaba en lo que podría ser el limbo, el Meteorito acaba de estrellarse contra la Tierra. Yo no salía del shock ni de mi asombro, mientras me contabas que la habías conocido prácticamente desde que nació. Yo intentaba seguirte en la conversación como aparentando naturalidad y que me interesaba lo que contabas pero no dejaba de pensar que también habías "tirado" con ella. Estaba molesta, creo que en el fondo tenía celos. Me diste los detalles, primero fuiste enamorado por tres años con la hermana de ella. Que cuando mi amiga era una bebe tú jugabas mucho con ella y que cuando terminaste con su hermana te causó mucha pena alejarte de mi amiga que para ese entonces era una adorable niña de cuatro años. Los años pasaron, cada quien siguió con sus asuntos, hasta que por cosas del destino, volvieron a verse, ella ya era casi una quinceañera, estaba muy bonita. La miraste con ojos de hombre, atrás quedó el encantador adolescente que jugaba con la niña. Yo en ese instante del relato, tenía sentimientos encontrados, por un lado quería ponerte un esparadrapo en la boca para que te detengas con tu historia, pero al mismo tiempo quería saber qué más había ocurrido. Intentaba también hacer memoria cuando me dijiste que estuviste en la fiesta de Quince Años que se celebró en su casa. Fue una fiesta simple, todos vestidos de sport, naturalmente los invitados eran chicos y chicas, creo que hubo luces sicodélicas y el ambiente estuvo oscuro. Era demasiada información para mi cerebro, ya han pasado más de 12 años y no lograba recordar exactamente la fiesta pero estaba y estoy segura que estuve allí, un evento más donde estuvimos juntos pero no nos conocimos antes. Dices que ella estuvo feliz de verte, y tú también de verla a ella. Y que en determinado momento de la fiesta le dijiste que te sentías aburrido, que era mejor que ustedes dos vayan a otro lugar. Ella aceptó. La verdad no sé en qué momento, imagino que cuando todas muy lindas señoritas de sus casas, nos retiramos a nuestros hogares antes de las ocho de la noche. Le propusiste ir a tomar, supuestamente ella no tomaba pero la convenciste, obviamente tu objetivo final era "tirártela" pero te disfrazaste de corderito...Tremendo Lobo. Ella se emborrachó, eso es lo que me cuentas. Y luego fueron a un hotel, fue su primera vez, me lo contaste como tu logro. Yo quería vomitar...¿Mi amante había tenido relaciones también con una amiga mía?...¡Santo Dios!, fue inevitable preguntarte si acaso no te habías acostado con alguien más de mi promoción y reímos. Pero para mí no era gracioso, yo aparentaba estar muy fresh con tu narración, pero la verdad era que por dentro echaba chispas. Mi sonrisa era la más hipócrita que pude tener, tú no la notaste. Tu relato continuó, describiste sus enormes ojos verdes y tu sonrisa de oreja a oreja no podía impedir que demuestres el inmenso cariño y placer con el que recordabas esa noche. Y no pude más. Me sacudí del estallido Meteorito - Tierra y te dije: "No es necesario que me des detalles. ¿Así eres normalmente?...Espero algún día no resultes contando lo que hacemos tú y yo porque sería muy poco caballero de tu parte". Ese comentario muy a mi estilo fue suficiente para que te dieras cuenta que estabas siendo infidente y por fin terminaste el relato. Fue entonces que con toda la seriedad del mundo juraste que jamás lo harías y que si bien es cierto con ella pasaste un momento muy bonito, nada se compara a todo lo que estabas viviendo conmigo y nuestros inumerables encuentros "fuera de serie". Sólo agregaste que hasta ahora ella y tú son muy buenos amigos, que a veces inclusive te llama pese a que está viviendo en otra ciudad. Yo no podía creerlo, ¿la santurrona, la que rezaba, la que hablaba de Dios todo el tiempo, la que decía que tal o cual cosa era pecado, la que no podía escuchar ni una mala palabra y menos pronunciarla, había tirado a los quince años y luego pudo seguir aparentando que era la santa, pura, virgen y casta????...Entonces a mí me debieron beatificar hace mucho tiempo. Y más cólera me daba porque en ese entonces éramos amigas, muy amigas. Yo fui quien la animó a aceptar a su primer enamorado, fue toda una ceremonia que la señorita le dé su primer beso al muchacho. Me sentí traicionada ¿cómo no me pudo contar que ya no era virgen, que lo había hecho?...después saqué bien mis cuentas, hice memoria y para cuarto de secundaria ya no éramos amigas tan cercanas, eso me alivió en algo la traición pero no dejaba de fastidiarme que también lo hayas hecho con ella.
Tu relato fue suficiente Matapasiones, te pedí que ahora si llamaras un taxi. Y así concluía una noche donde fui la culpable del robo de tu última castidad y una vez más la vida me enseñaba que en esta vida todo es posible y nadie sabe lo de nadie. Bueno al fin de cuentas eso es lo rico de la vida, poder vivir, hacer mil cosas, pensar un millón más y pese a eso poder venderle al mundo la imagen que queremos que vean de nosotros. Nadie tiene por qué ser nuestro colchón, no es necesario desnudar el alma ante el mundo entero, cada quien hace o piensa según lo que le plazca, de modo que ella estaba en su derecho. Y yo esa noche estaba en todo mi derecho de quitarte tu última castidad.
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