Era una semana muy agitada, mucho trabajo y un día jueves me invitaste ir a tu casa como en otras oportunidades. Y siempre se me hace difícil acudir a tu llamado cuando es de noche porque siempre es entre semana y es difícil desaparecerme de casa sin dar explicación alguna. Mi resfrío continuaba, se me había complicado y estaba tomando muchas pastillas pero no lograba sanarme con nada. Tú por tu lado como siempre con buen humor. Ese día me pediste que nos veamos por la noche, ni bien salías de dictar clases me llamarías para encontrarnos plan de nueve. El día anterior había fallecido la madre de una de mis clientas de modo que mi plan era ir temprano al velorio para poder acompañarla pues en la noche haría mucho frío y no era recomendable exponerme y empeorarme. Y eso fue lo que hice, en medio de todo el largo itinario de ese día, me di tiempo para estar un momento en el velorio pero la real intención era estar libre para verte en la noche.
Esa noche tuve un no sé qué pues conocí a un hombre agradable, con quien tenía que hacer una coordinación de servicio técnico. No era difícil darse cuenta que era un hombre preparado, con un trato muy afable y me gustó su positivismo, llegué a la conclusión que era gracias al conocimiento adquirido en el trabajo que tenía como capacitador. Sólo lo vi esa vez porque no era de aquí y estaba solo de pasada en la ciudad, me sentí muy cómoda al hablar con él. Tú llamabas con insistencia porque me estabas esperando, yo quería ir a verte pero a la vez me sentía muy bien con mi nuevo conocido. Primero pensé que eran ideas mías, pero poco a poco fui confirmando mis sospechas, este tipo me estaba coqueteando abiertamente y yo no tenía la seguridad de que fuese soltero y la verdad tampoco quería arriesgarme a tener mayor contacto con alguien que recién conocía. De modo que cuando terminó de ayudarme, luego de hablar por mucho rato y después de tus no sé cuántas llamadas, decidí despedirme. Finalmente confirmé la sospecha, este muchacho hizo un comentario respecto a mi estado civil, yo con toda la seguridad del mundo le respondí que era soltera, él insistió en la pregunta e hizo un comentario del anillo que llevaba puesto, sí aquel que aparenta ser de compromiso, ese que alguna vez tú también viste de la misma manera. Y no pudo con su genio ese pata, creía que eras tú mi enamorado el que me llamaba tantas veces pese a que yo aseguraba que ya iba. Me gustó saber que ese día yo tenía mi toque especial pese a no estar tan arreglada, pues había trabajado todo el día y no estaba presentable precisamente como para ligar con alguien. Después de despedirme de este coqueto muchacho, intentó comunicarse conmigo como sacándome plan, yo no tenía ganas de retribuirle el gesto porque tenía ganas de estar solo contigo.
Así que horas más tarde fue toda una escena de teatro argumentar que saldría a esa hora, cerca de las diez por el motivo antes expuesto. Naturalmente a mis padres no les pareció nada agradable que me fuera a la calle tan tarde y estando tan resfriada aunque menos aún les hubiera gustado saber que no salía a rezar sino dispuesta a fungir de misionera en determinada parte de la noche camuflada en una cama que no era la mía, dentro de una casa de familia. En fin había decidido salir a como dé lugar, y hasta tuve el descaro de mantenerme en mi "posición" al defender mis convicciones...puro floro barato. Supuestamente yo debía ir si o si esa noche aunque estuviera resfriada, para cumplir como amiga de mi clienta y estar con ella en un momento tan difícil, que todo no se circunscribía al negocio, sino que este era una tema de personas y era el momento adecuado para demostrarle el aprecio que le tenía y estar con ella...Claro, sin embargo, ya había estado más temprano en el dichoso velorio, solo espero que la difuntita no se haya enfadado conmigo por tomarla como pretexto para salir de casa, bajo una excusa creíble en pro de la libre fornicación.
Y cuando vi mi vestuario me dieron ganas de reír, toda de negro, ¡obvio! iba de luto. Estaba en el taxi, llamé para confirmarte que estaba en camino. De esa manera estarías atento y cerca a la puerta para poder abrir y hacerme pasar tan luego llegara. Y lo primero que te dije era que esa noche no disponía de mucho tiempo, claro si iba a un velorio lo razonable era estar a lo mucho un par de horas, y aunque no te gustó la idea de medirte el tiempo, estuviste de acuerdo con tomar esas dos horas, es que era todo o nada así que aceptaste esos ciento veinte minutos que esa noche estaban destinados para ti.
Me recibiste con vino tinto, rápido sacaste tu ganya y me la ofreciste, no sé que me dio por volverla a probar. Y como no sé fumar mi pobre garganta pagó las consecuencias, ya de por sí estaba mal pero con eso la rematé. ¿Y qué clase de doctor eres que cura de esa manera a sus pacientes?...Si lo sé, tú le tienes fe a tu plantita, pero yo no pues, así que lo único que conseguí fue tener un dolor más agudo en la garganta. Claro que la noche se hizo más agradable al escucharte, ver la nueva armónica que habías adquirido, escuchar alguna melodía que creabas como principiante, reír de todo contigo, escuchar diferentes géneros de esa selecta música que compartes conmigo y sabes que me fascina incluso tanto o más que a ti. El ambiente parecía estar en armonía, sin embargo, mi cuerpo me recordaba que estaba resfriada, y aunque me pediste que me pusiera "cómoda", te dije que esa vez no me sacaría nada, tenía mucho frío y estaba resfriada. Te reíste al hacer hincapié en que estaba toda vestida de negro, así que te volví a recordar que estaba vestida para un velorio, pues hasta la bufanda negra tenía puesta. Y fue así que el encanto fue interrumpido por un abrupto sonido, era mi celular y la llamada de él, sí mi "Amorcito", yo estaba algo molesta con él porque más temprano le pedí pero no quiso acompañarme al velorio, de modo que me hice la ofendida y con toda seriedad le dije que no podía hablar porque estaba en el velorio y me despedí muy seria. Y volví a ti como si nada hubiese pasado.
Al poco rato, sabiendo que no tendríamos más interupciones y sin previo aviso empezamos a fantasear, yo tomé el rol de la viuda y tú el médico de cabecera de la familia, el que había "tratado" a mi difunto marido. Así que con esa forma tan divertida que tenemos para conectarnos, sin ponernos de acuerdo y solo improvisando jugamos a la viuda alegre y al médico pendejo, supuesto amigo del difunto. Me sacaste tan solo el pantalón, me desabroché un solo botón de mi saco formal color negro y aún con la bufanda puesta fui tuya una vez más. Si alguien me hubiera podido ver de la cintura hacia arriba me veía muy decente y con el maquillaje intacto, inclusive dando lástima por el resfrío. Y lo hicimos en todos los rincones de tu dormitorio y en muchas poses, aunque la que fue frente al espejo fue la mejor. No sé de dónde sacamos tanta energía. Somos un par de locos y sin duda alguna disfrutamos al máximo cada movimiento por más insignificante que parezca. Es interesante la forma como terminamos, nos sorprendemos de lo bien que la pasamos. Déjame decirte que tus caricias tenían una peculiaridad esa noche, las sentí con mayor pasión de lo habitual. Contradictoriamente también sentí que ese sería nuestro último encuentro. Al terminar nuevamente pude respirar sin dificultad, me pareció curioso, era como si el sexo fuese el antídoto para mi resfriado, le dije adiós a la terrible congestión nasal que me venía asediando semanas atrás. Sinceramente hasta ahora no entiendo qué rayos tienes, pero tienes un poder increible para hacerme sentir deseada, muy cómoda, sin tapujos, libre y sumamente satisfecha...por todo eso "gracias".
De regreso a casa mientras iba sola en el taxi, me animé a llamarlo, él me contestó casi entre sueños, yo con seriedad le dije que ya estaba yendo a mi casa, él asumió que recién salía del velorio. Al llegar a casa esperaba no encontrarme con mi madre pues seguramente el olor de la ganya estaba adherida a mi ropa y cómo podría explicar que "alguien" estuvo consumiendo algo de esa plantita sagrada mientras acompañábamos a la familia de la difunta...no ni hablar, no había forma de que eso sea creíble. Felizmente no hubo necesidad de justificar ese olor característico, así que subí a mi dormitorio, te informé que estaba en casa sana y salva y me acosté a descansar luego de la sesión llena de energía que tuvimos. La viuda alegre estaba resfriada pero su doctor de cabecera le dio la solución más económica y divertida para su problema de congestión nasal. Nadie habló del "difunto" y ambos terminamos felices.
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